Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
ST 97 (2009) 733-745
Hay internas variadas. Me limito a las del círculo más inescapable (de-
sestructuración familiar, pobreza cultural, pobreza real, violencia pa-
decida, drogas, amistades peligrosas...). Delito como huida de todas las
carencias, y cárcel como destino fatal. Hay entornos que no quiero
nombrar para no herir a vecinos honrados, pero todas ellas saben de las
Barranquillas, las Palmeras, las tres mil, las siete Calles, las Cortes, la
Palmilla, etc.
Esto es tan así que, con este guión aprendido, las presas, gitanas in-
cluidas, me tenían por gran echador de buenaventura. Les tomo la pal-
ma de la mano y con variantes, arriba o abajo, les puedo decir:
«Pareces un animal acorralado, pues me entregas tu mano con re-
celo. No te voy a hacer nada. Veo mucha gente que no te ha tratado
bien. Eres mejor por dentro que por fuera. Te defiendes con la misma
violencia con la que te marcaron. La línea del cariño está muy rota. ¿La
ves? Hubo una persona que te trató con cariño, pero poco podía hacer
por ti. Pierdes pie cuando recibes mensajes de cariño, de ternura. No te
sabes manejar. ¿Quién ha cuidado de ti sin pedir nada? La línea de la
vida está rota por líneas inesperadas y bruscas. Nada era tranquilo pa-
ra ti. De las personas que más se debían a ti podía venir la amenaza, el
castigo. Llegó un día en que te buscaste la vida en la calle, que al po-
co tiempo se te puso chunga. Amigos que lo parecían te hundieron, to-
mando de ti lo que les interesaba... Así hasta llegar aquí...».
Un ejemplo entre otros. «Crecer con viento contrario»
«¡Hola! ¡Me encanta verlo todas las semanas, me hace reír, me
siento protegida y feliz hablando con usted!
»Vivíamos en una casa abandonada. Yo, la más pequeñita de varias
hermanas y un hermano paralítico. Nos metieron en un internado de
monjas; nos sacaban cuando les daba la gana. Dos hermanas se engan-
charon a la droga y se prostituían; lógico, mi papá se “endrogaba” con
el dinero que les quitaba. Salíamos contentas por ver a la mamá; mi pa-
dre, borracho y con cocaína. Se nos caía la noche, no aguantábamos
del hambre; veíamos un bar, y una de nosotras pedía un bocata. Dor-
míamos con cartones en el suelo; un frío terrible, juntitos nos dábamos
calorcito. Mi mamá con la pensión alquiló una casita y no pasábamos
frío, y nos daba alegría, porque nunca habíamos tenido casa.
sal terrae
FÁBRICAS DEL LLANTO. TELARES DE LA LÁGRIMA 735
barazada. Me dio una paliza tan grande que, si no voy al hospital, pier-
do a mi hija. Me acostumbré a las palizas. Me dice: “Acompáñame a
pillar droga”. Yo: “No; me dan miedo los poblados”. “Como no ven-
gas, te mato a palos”. Tenía 14 años. Me dijo: “Prueba esto, que está
muy bueno, y te sentirás como uno moto”. Lo probé y me gustó. Sus
palabras: “A que está rico ¿eh, cariño?”. Digo: “La verdad que sí, muy
amargo, pero una sensación de estar en una nube”. Entonces tuve a mi
hija; la dejaba a mi hermana, y a robar. Un día me dolían las piernas
con calambres. Le digo: “Cariño no puedo levantarme, no sé lo que me
pasa”. Me dice “quédate en la cama, no tardo”. Vino con heroína, nos
la fumamos los dos, y como nueva. Me dice: “Eso era mono; y víste-
te, que vamos a robar. Si no fumas heroína, te repite”·. Robar, comprar
droga, así todos los días. Estaba muy harta, y una noche que no quise
acostarme con él porque estaba cansada, me cogió por los pelos, me ti-
ró al suelo y me pisoteó la cabeza. Me sacó fuera. Me bajó los panta-
lones; era puro invierno. Me lo hizo a la fuerza, me ató las dos manos
y los dos pies abiertos. Un daño increíble. Cuando terminó, me dice:
“Si chillas, no te suelto hasta mañana”. “Te lo juro”. ¡Buá!
»Entró en la cárcel, ocho años; salió a los 27. Una vez vino mi her-
mana con el periódico: “R.B.H. violador, cuidado con él, es peligroso”.
Le dije: “¿Esto qué significa?”. “Te lo voy a contar”. Me contó una de
vaqueros. Lo pensé: “Las fatigas que estoy pasando no quiero que las
pase mi hija”. Me fui al Servicio de Menores. Dije: “Ayúdenme. Mi
marido, me quiere matar”. Me dicen: “Vamos donde no te pueda en-
contrar”. Cuando subíamos las escaleras, me topo con él. “¡Dame la ni-
ña puta, perra desgraciada, chivata!”. Vino la Policía. La niña, aterro-
rizada: “Yo quiero ir con la mamá”. Desde el coche de la policía le di-
je adiós con la mano. Chillaba: “Perra, chivata, puta”. Quería a mi ma-
rido y le escribí con mis señas. Quería olvidarlo, pero era incapaz.
»Un día, me dicen: “Está tu marido fuera. ¿Vas a permitir que te
vea?”. Contenta digo: “Sólo quiero que vea a mi hija”. Él con los ojos
me decía: “¿Por qué me has hecho daño si te amo?”. Mis ojos decían:
“Te quiero con locura”. Se puso de rodillas: “Te lo juro por mi padre-
cito que ya no vuelvo a la droga y no te pongo la mano encima”. Yo:
“Me lo tienes que demostrar con el tiempo”. Él: “Déjame coger a mi
hija”. La niña se puso muy contenta. Me dio una foto con los dos rién-
donos con la niña y la colgué en mi cabecera. Amenazó a la Directora:
“Como no me deje verla, ahora mismo le pincho con este cuchillo”.
sal terrae
738 VOCES CONTRA EL MURO
Curri?”; yo: “Sí”. A él: “¿Quieres ajuntarte con esa niña?”. Dice: “Sí,
pero si ella quiere”. “Pues, venga, poner una cama de matrimonio y
limpiar la habitación”. Era muy celoso: ¡hasta de su sobrino de 11 añi-
tos! Me llama, y detrás de su brazo una goma naranja de bombona de
gas. ¡Qué paliza! ¡Madre mía! Lo dejé. Estaba solita.
»Pasaban los días, y me encuentro a un chico con las piernas invá-
lidas que me invitaba a cocaína para que estuviera con él. Otros me
querían para robar. Dos entretenían a la dependienta, y una se escon-
día agachada detrás de nosotras; cuando salía la dependienta, la de de-
trás se metía al mostrador, y para salir nos íbamos a otro lado para que
la chica estuviera de espaldas. No me daban la mitad del dinero, pero
por no estar en las calles pasando frío, me callaba. Un día tras otro, otro
día tras otro, robando hasta que nos cogieron presas. ¡Qué vida la mía!
¡Buá!».
1. Reencuentro milagroso
«Mamá, estoy encantada de haberte localizado, no me lo puedo creer.
¡Tanto tiempo! Estoy contentísima. Espero verte pronto. Estoy pagan-
do condena de un “segurata” que se enfrentó conmigo en el Metro y le
saqué un cuchillo para defenderme. El Juez me ha metido un año y tres
meses. No se pasa nada bien, pero me alegra la esperanza de encon-
trarme contigo. ¡Qué contenta de saber de ti para podernos reencontrar
pronto! ¡Más de veinte años sin saber de ti, cuando nos dejaste a los
tres hijos...! Tenía tus señas, pero dormía en la calle, y de noche me
quitaron la bolsa. Me quitaron mis hijos por estar tan metida en la dro-
ga. Ahora no tomo. El cura me vio muy triste en Nochebuena y me di-
ce: “¿No tienes a nadie?, ¿y tu madre?”. Le conté. Le dije tu nombre y
el país en el que estabas. Lo demás lo sabes tú, porque te han encon-
trado sus hermanos. Ven cuando saliese, así podríamos hacer y desha-
cer juntas sin que nadie nos controle. Mamá necesito dinero que me
prestes para comprarme utensilios de higiene personal. Soy indigente.
Te lo devuelvo cuando salga”.
sal terrae
740 VOCES CONTRA EL MURO
2. Desastre
«¡Dios te vendiga (sic)! Me trajeron de “cunda” a toda ostia (sic); salí
el Domingo, y el Lunes tenía juicio. Doi (sic) gracias a nuestro Dios
porque salí asuerta. La otra cosa buena es que el 29 tengo “un familiar”
con mi madre. ¡Tengo muchas ganas de abrazarla! Lo estoy pasando
muy mal, porque me he encerrado en una cosa de depresión que me
molesta hasta la luz de la ventana. Esta “jente” al enterarse y saber que
yevo tanto tiempo en primer grado, pues no te digo, vino la sicóloga,
el sikiatra, la asistenta, la educadora. Todos visitándome y haciéndome
tanta pregunta me pusieron más nerviosa. El día de antes me había cor-
tado el brazo. Lo que me pasa es muy “rraro”, pero la sikiatra dice que
me estoi escondiendo de la vida. ¡Pa no esconderse! Sólo salgo de mi
chabolo para la ducha. Pa que no “chine” miran por la rejilla. Yo me
moskeo. En los recuentos me ponen de pie por si llevo algo... Que dios
me vendiga a mi madre y me dure asta que salga. Que no se me valla
estando yo akí, porque me volvería loca. A lo mejor me muero antes,
porque tengo 170 de defensas».
3. Enrolladas
«Yo sé que me pasa esto porque soy pecadora y estoy con una mujer,
pero yo me pienso que por eso Dios no me puede dejar de su mano.
Tengo fe, y él lo sabe muy bien. ¿Me voy a condenar después de toda
la mala vida que he llevado? Tú sabes que huir de la soledad atormen-
ta mucho y es muy difícil de calmar. Tú me dices que he estado ya con
muchos malos “royos” y que vienen a mí porque mi madre me envía
dinero. Es verdad, pero yo no aguanto tanta soledad. Lo malo es que
se lo he dicho a mis hijas de 10 y 12, y dicen que las olvide, que no
quieren saber de mí. Tienen razón. Soy una “ruinera” y lo que toco lo
mato. Por eso, será que tus palabras amables aquí me valen más que
los regalos más bonitos cuando estaba en la calle. De verdad, todo se
me hace muy cuesta arriba. ¡Tanto sufrir...!».
4. Cundas
«¿Sabe lo que me hicieron en la cunda? No me dieron bolsa con agua
y el bocadillo para el camino. De dinero, me dejaron sin un centavo,
que yo tenía 110 euros en mi peculio. Los de aquí se movieron y me lo
sal terrae
FÁBRICAS DEL LLANTO. TELARES DE LA LÁGRIMA 741
han mandado. La guardia civil se portó muy amable. Pero allí me jo-
dieron asta última hora. En el furgón estuve devolviendo todo. Ayer me
comunicaron que había llegado otra carta tuya, pero que no me la da-
rían porque contenía salutaciones de conocidos... Tampoco me entre-
garán las fotos. Lástima. Es la tercera vez que ocurre. Me obligan a es-
cribirte sólo de mí misma. Me meto en mí misma para resistir. Hace
dos años que mi contacto físico con la gente (aparte de algún ligero ro-
ce casual y los sueños) se limita a tus visitas. Y, fíjate, bajo con miedo
al rato de patio. ¡Tanta dureza entre nosotras! ¿Sabes? Me doy cuenta
que las chicas que llegan sensibles corren el peligro, con una larga es-
tancia en la cárcel, de volverse amargadas, rencorosas, cerradas, resig-
nadas y egoístas».
5. Espacio
«Me hunde darme cuenta de lo desconsolador que es el espacio donde
vivo: ¡esa tapia de cemento de ocho metros! Ningún espacio verde
¡Talaron el pino que teníamos en el patio con pájaros anidando y dan-
do vida! Nos dijeron que era para dormir; sería el descanso eterno.
Tanta puerta de acero, tanta ventana enrejada. Los ruidos me matan.
No sólo los golpes de los cerrojos, sino los gritos y los insultos más
brutales de las compañeras (¡vaya nombre!) a lo más sagrado. Los
muertos están en todas las bocas. La cárcel es muy aburrida, ¿a quién
le puede gustar pasarse los días clavados en la pared?... Aburrimiento
y monotonía infinitos con una sola preocupación: que el tiempo pase
deprisa. Cuando tacho un día del calendario que me regalaste, lo hago
como si fuese la garra de un animal. Ese vacío se convierte a veces en
un estado en el que todo parece perder sentido, todo es inútil, vano, ab-
surdo y desesperadamente triste. Ya no sé ni llorar. Miento: ayer lloré
como una niña, desde mayo de 1997, en que me retorcía de dolor y me
negaron la visita del médico. Pegué tal puñetazo en la pared que me la
he lesionado y duele».
6. Tiempo
«Se me echa encima una especie de desesperación al ver que el tiem-
po pasa, que todo el mundo lo malgasta igual que yo: tele todo el día,
comerme el coco con mis malos rollos y los de mi familia. Comer, dor-
sal terrae
742 VOCES CONTRA EL MURO
mir y ver pasar las moscas. ¡Menos mal que hay muchas! Las talegue-
ras de toda la vida me dicen que cuanto más se acerca el final, más len-
ta y difícil se hace la estancia. ¡Es verdad, me quedan ocho meses, y el
candelario (sic) se ha parado! Lo bueno de tus visitas es que parten el
tiempo. Me acuerdo del Principito porque los días de la semana los lle-
no con que vas a venir (tú dices que te esperamos por los cigarros y ca-
ramelos, pero sabes que no es verdad). Los días que siguen, te traigo
al recuerdo muchas veces porque eres de bellos colores. No te moles-
tes, pero yo te veo con alma de niño –por tu alegría contagiosa–, aun-
que en el coco tienes mucha cosa dentro».
8. Verdad
«El mundo aquí parece más verdadero que el de fuera. Aquí las cosas
y las personas se revelan en su verdadera substancia (¿se dice así?)
Desaparece la mentira y la hipocresía. La tuya y la de los demás. Yo en
la calle me decía: si no doy el timo de la estampita, lo van a dar otros...
Las trampas que te han traído aquí aparecen al desnudo, y en sueños
oigo como carcajadas sobre todas mis fachadas. (Tú me dices que me
estoy siempre mirando al espejo y vistiendo ropitas). ¡Es verdad! Ayer
pensé esto: cuanto más solitaria estoy, tanto menos sola me siento, por-
que al menos estoy conmigo misma después de tantos años de huirme
sal terrae
FÁBRICAS DEL LLANTO. TELARES DE LA LÁGRIMA 743
con droga y aventuras. Recuerdo una canción que empezaba así: “Soy
solitario, pero no estoy solo”. ¡Qué cosa! Crezco por dentro y me de-
rrumbo por fuera... Una funcionaria me llama “sudaca”».
9. Arrepentimiento
«La cárcel nos malea, y muchas empeoramos. Me ayudaría que me
ayudasen a hacer algo con mis sentimientos de culpa, porque son muy
míos y me gritan cambio. Los barrotes son duros; pero ¡anda que la
propia conciencia de lo que hiciste y que ya no tiene remedio...! Tú me
dijiste que eso en Yeserías lo llamaban “barrenar”. Estas instituciones
pasan de estos sentimientos –de haber hecho llorar tanto a tu madre,
antes y ahora, de tener a los hijos abandonados, de no saber a cuántas
personas has matado con tu puta droga. Cuando a veces me leen trozos
de la Biblia, siento como que acarician mi alma. Estoy llorando. ¡Dios
mío, qué cosas!».
Cogida en el aeropuerto
«Como sabes, soy brasileira, peruana cogida con droga en el aero-
puerto. Me dijo el Director, cuando ya sólo me quedaban 4 meses, que
la cárcel se encargaba de llevarme al aeropuerto y devolverme a mi
país, pues no nos podemos quedar en España. Ya sabes el horror que a
mí me producía volver a los mismos desastres y amistades que me tra-
jeron aquí. Te lo anuncié que en el primer permiso de seis días me es-
capaba. Ya lo he hecho. Estoy en “fuga y captura”. Creía que sabía lo
duro que era eso, porque conviví con una así. Me decías que no lo hi-
ciera. Tenías razón, sin papeles, voy por la calle temiendo que me ven-
ga un policía y qué. Me coloqué con la señora que tú me buscaste, y
cuando supo que venía de la cárcel y que tú no se lo habías dicho, de-
jó de pagarme. No sé si sabes que bebe a todas horas. ¡Que le aprove-
che mi dinero! En la cárcel estuve deprimida desde el principio, y al
salir, vivo en un estado de neurosis obsesiva; me siento peor que antes.
Soy incapaz de sentir alegría, y mis angustias son más frecuentes».
Ya voy saliendo
«Cada día me encuentro un poco mejor, ya voy para adelante, despa-
cio, despacio. Me ayuda el que las monjas de esta residencia saben lo
mío y me han colocado en la cocina, donde aprendo todo lo que pue-
do. Como me aconsejaste, estoy trabajando mi persona y procuro po-
nerme optimista ante todo y olvidar todo lo pasado. Todavía no lo
consigo, pero estoy segura –sabes lo luchona que soy– que algún día
no muy lejano lo conseguiré... Sé que no puedo perdonarme nada; no
tengo tierra firme que pisar, un paso en falso me llevaría al precipi-
sal terrae
FÁBRICAS DEL LLANTO. TELARES DE LA LÁGRIMA 745
sal terrae
ST
EDITORIAL
VEDAD
NO
NOTKER WOLF
Los Mandamientos
Provocación y orientación
para la vida
176 págs.
P.V.P.: 12,00 €