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(CMHLLB. CARAVELLE n® 54, pp. 179-207, Toulouse, 1990. Libros ¢ ideas politicas francesas en Ja gestacion de la Independencia de Chile PAR Cristian GAZMURI RIVEROS CERC, Santiago de Chile (Chit), e? Fray Melchor Martinez, el cronista realista del proceso de la Inde- pendencia de Chile escribia en 1815: «Desde la terrible crisis que adecié en el afio noventa del siglo pasado, con la Revolucién en Fran- cla, adquirié Ia filosofia, llamada impropiamente moderna, pues cuenta muchos siglos de antigiiedad, un ascendiente imponderable sobre la razdn humana, que no sin causa se puede amar desde aquel tiempo la ciencia unica y universal de los hombres, (..) antes de dicha €poca, sélo existia oculta, encadenada en Ja infame cércel de sus inicuos profesores, hasta que saliendo a luz con la Revoluciéa, consi- guid establecerse. 120 CM.H.LB. Caravelle Y desde aquella cétedra ha inundado con sus fatales doctrinas a casi todo el orbe que esté gimiendo y padeciendo sus funestos efectos (.). Las Américas recibieron desde los principios el sistema de la Revolucién Francesa como el mas andlogo y conforme a sus deseos, pues este nuevo mundo cree que ya Ilegé al estado de pubertad, ete. » (1), Por otra parte, Barros Arana, entreg6 esta otra opinién en relacién a la Revoluciéa Francesa, sus ideas y su influencia en la Independen- cia de América y Chile : «En América, la Revolucién Francesa produjo desde el principio un sentimiento de horror. Los mandatarios espafioles y los hombres que por su cultura podian estar de algin modo al corriente de los sucesos de Europa, no veian en ellos més que la parte triste y dolo- rosa, los excesos revolucionarios, las conspiraciones, las matanzas, el desenfreno de la plebe, la muerte de un rey a quien la opinién publica general revestia de todas las virtudes y el desencadenamiento de todas las pasiones. Sin embargo, antes de mucho tiempo, los principios pro- clamados por aquella revolucién comenzaron a penetrar y a ser exa- minados y aceptados por algunos de los hombres més distinguidos de las colonias del Rey de Espaiia. A fines de ese siglo circulaban en estos paises en lengua castellana, numerosas copias manuscritas de la declaracién de los derechos del hombre, proclamada por la Asam- blea Constituyente de Francia en agosto de 1789 y de la Constitucién de 1791. Aquellos principios politicos excitaban los animos contra las bases fundamentales en que descansaba todo el régimen colonial y contribuyeron a preparar la revolucién de la Independencia » (?). De los trozos citados queda claro que es preciso distinguir entre la imagen que produjo la Revolucién Francesa como proceso y la influencia que cjercieron sus ideas politicas. Son numerosos los testi- monios que apuntan en el mismo sentido: horror ante el proceso revolucionario, pero aceptacién de las bases politicas tebricas de éste. Esto por cierto entre los patriotas. Los realistas sintieron aver- (Q) Fray Metchor Martinez: Memoria Historia sobre la revolucién en Chile. Ed. Biblioteca Nacional, 1964, pp. 11-13. @ Diego Barros Arana: Historia General de Chile, Stgo. Rafael Jover Ed. 1886, t. VH, p, 73, IDEAS FRANCESAS EN LA INDEPENDENCIA DE CHILE 181 sién hacia ambas dimensiones de la Revolucién Francesa (°). Entre los patriotas, al parecer, no se opinaba que los excesos de la Revolu- cién Francesa fuesen consecuencia justamente de la materializacién histérica de esas ideas, como tantos lo afirman hoy. La terrible rea- lidad no sembré la desconfianza hacia la utopia. Se sabe de un solo chileno de la época que haya manifestado (hacia 1795) opiniones favorables a la Revolucién Francesa en cuanto proceso. Se trataba de un clérigo pendenciero y al parecer dado a la bebida de nombre Clemente Mordn quien en la ciudad de La Serena «hizo ostentacién pitblica de hallarse contaminado de las perversas doctrinas proclamadas por la Revolucién Francesa » (!), Yendo aun més alld « apoyaba en sus conversaciones los procedi- mientos actuales de Francia, pronosticaba y atin excitaba a seguir su ejemplo en los dominios de su majestad » (*), Morén fue aprehendido, trasladado a Santiago y sometido a proceso ante la Real Audiencia. A pesar de resultar absuelto, fué retenido en Santiago por el Gobernador Ambrosio O'Higgins, ciudad en que murié el afio 1800 (*), Sin embargo Morn no tuvo « imitadores ni atin en chanza », pues « los que hubieren osado declararse partidarios de la Revolucion @) En relacién al rechazo a los excesos del proceso revolucionario francés existen entre otros testimonios las siguientes opiniones de jefes 0 idédlogos patriotas o liberales postcriores: la de Juan Martinez de Rosas quien en la Oracién Publica pronunciada el 14 de julio de 1811, con motivo de la inau- guracién del Parlamento, refiriéndose a Francia decia « perdié las (constitu. clones) que habla logrado a costa de los « sacrificios mas horrendos ». La de José Antonio de Rojas, quien calificé a la Revoluci6n Francesa como «el mayor escdndalo que hayan visto los siglos » (citado por Jaime Eyzaguirre: Ideario tuia de la emancipacién chilena. Stgo, Ed. Univ. 1957, p. 79. La de Miguel Luis Amundtegui que se refiere al natural « horror que caus6 en la mayoria en Chile Ia Revolucién Francesa ». (Los precursores de la Independencia de Chile. — Imp. Barcelona, Stgo, 1909, t. III, pp. 272.214, etc. En tanto en relacién a la influencia de las «ideas» de la Revolucin Francesa en la Independencia de Chile, el mismo Amunétegui, agrega a continuacién de Ia opinién transcrita més arriba «pero a otros los fué haciendo pensar. Algunas convicciones comenzaron flasuear >. En fin, Simon Collier se pregunta «1 Qué efecto produjo en Chil Ja Revolucién Francesa ?, y se responde: «A pesar de la lejania de la provincia Jas ideas revolucionarias provenientes de Francia se las compusieron para infltrarse » (Ideas y politica de la Independencia Chilena 1808-1833, Stgo, Ed. A. Bello, 1977, p. 42). (4) Amundtegui : Los Precursores..., t. THI, p. 215. © Ibid. (©) El expediente de 1a causa de Morén corresponde al Legajo #4 del Archivo Judicial de La Serena en A.N. — Capitanfa General v.s. 745 y 784. También en Documentos Inéditos de J.T. Medina n* 213 y 333 (aime Eyzaguirre: op. cit., P. 78). 182 CM.H.LB. Caravelle Francesa habrian sido refutados por locos o monstruos segin los casos » (7), La verdad es que en Chile no encontramos un grupo significative de admiradores de la Revolucién Francesa como proceso sino a fines de la década de 1840 cuando con motivo de las revoluciones del « 48 » y de la lcgada @ Chile de historiograffa proclive ala Revolucién Fran- cesa, en particular Los Girondinos de Lamartine (8), se produjo una verdadera admiracién hacia la Francia de 1789-1793. La imagen de aquel episodio cambié. Después de 1850 la Revolucién Francesa man- tuvo su buena imagen y buena prensa en Chile (%). En suma si hemos de estudiar la influencia de la Revolucin Fran- cesa en los inicios de la Independencia de Chile debemos distinguir entre su imagen como proceso histérico y su ideario politico, La influencia, que indudablemente existié, se dié por la admiracién que despertaba este ultimo. La egada « Chile del ideario politico de la Revolucién Francess, Establecer cémo y cuando Ilegaron a Chile las ideas politicas que caracterizaron a la Revolucién Francesa requiere de algunas conside- raciones metédicas previas. & Qué vamos a entender por ideas polfticas de la Revolucién Francesa ? Primero, g cudles serfan desde un punto de vista temporal ? 4 las surgidas s6lo a partir del inicio de la Revolucién ? y 4 hasta cudndo ?, 21795, 1799, 1814? En relaciOn a esta primera interrogante, creo que cabe entender por ideas politicas de la Revolucién Francesa no sélo las surgidas al debate publico, después de 1789, sino también las ideas pollticas de Las Luces que estaban « socializadas » en Francia a partir de 1770 aproximadamente y que constituirfan el ideario bésico que se imple- @ Benjamin Vicufia Mackenna. Los Girondinos chilenos Ed. Guillermo Miranda Stgo, 192. Sobre la revalorizacién de la Revolucion Francesa ver C. Gazmuri, Santiago Arcos un Quarante Huitard chilien. ‘Tesis de doctorado, de Paris I, Junio de 1963, Caps If y III. () Julio Heisse: Historia de Chile, et periodo pariamentario. Ed. Andrés Bello, Stgo, 1979, t. I, p. 12. IDEAS FRANCESAS EN LA INDEPENDENCIA DE CHILE 183 mentaria institucionalmente después de 1789. Hacia aquel afio ese ideario (convertido en imaginario) era conocido y aceptado por circu- los cada vez mas amplios (9), Es as{ que trazar una linea inicial el aiio 1789 seria absurdo, Las ideas politicas de la Revolucion Francesa ya existian socializadas con anterioridad. En este caso, més dificil es marcar una fecha de término. ; Puede sefialarse une fecha de término a un ideario politico social ? , Mueren las ideas ? No, pero pierden su relevancia social , Cuéndo la perdieron las ideas politicas de la Revolucién Francesa? En relocién a este punto se corre él riesgo de ser bastante arbitrario; se podria afirmar que, en rigor, nunca y de hecho el ideario fundamental de Ia Revolu- cién Francesa no lo ha perdido hasta el dia de hoy. Pero es indudable que hacia 1799, al menos transitoriamente, estaba en declinacién al menos en Francia. El bonapartismo fué otra forma de concebir la politica y la sociedad por més que conservase elementos més 0 menos aislados del imaginario de la Revolucin Francesa y mds ain de su «lan», Otro problema, que se dié particularmente a nivel hispanoameri- cano, es distinguir el ideario de la Revolucién Francesa del de la Revolucién de la Independencia de los Estados Unidos. Los origenes de ambos procesos fueron, en lo esencial, diferentes (aunque quizés no tanto en materia de docirinas politicas en ellos involucradas), sin embargo sus manifestaciones : constituciones, declaraciones, leyes, etc., fueron bastante similares. Aunque distanciados en el tiempo, el proceso norteamericano y el francés se retroalimentaron ('), Por otra parte, que las ideas de la Independencia norteamericana influyeron en la chilena parece fuera de duda ('2), ¢ Cudl de los dos legados doctrinarios norteamericano y francés influyd més en la Independencia de Chile? La respuesta es dificil De partida creemos que habria que accptar que cl Ideario de la Inde- pendencia chilena recibié ambas influencias y que muchas ideas parti- culares fueron tomadas también de ambas vertientes. Desde el punto de vista nuestro, vale decir, aclarar si es efectivo si existié o no, una influencia considerable de las ideas de la Revolucién Francesa en la (10) Aqui seguimos la opinién de D. Mornet : Los orfgenes intelectuales de la Revolucién Francesa. Paidos, Buenos Aires, 1969, pp. 94 y sigs. El autor se refiere en especial al ideario contenido en El contrato social. (1) A. Mathiéz : Le Revolucién Francesa. Ed. Letras, Stgo, 1936, pp. 30 y sigs. Sobre este tema cxiste una amplia bibliografia. (12) Eugenio Pereira S. La influencia norteamericana en las primeras consti- tuciones de Chile, Sigo, 1943. 184 CM.H.LB. Caravelle gestacién de la Independencia de Chile; pronunciarse sobre si uno u otro legado fué més importante nos parece no s6lo arriesgado (!9) sino hasta cierto punto inutil. Ambos legados pesaron y Io tnico que queda claro al respecto es que los autores franceses leidos en la época que nos interesa en Chile eran mds en ntimeros que los norte- americanos y proveyeron la mayorfa de las que fueron las bases doc trinarias fundamentales de la Independencia y de la nueva institu- cionalidad chilena. Sélo en algunos casos donde Ja paternidad resulta indudable se puede ser més categérico. Por ejemplo : La Constitucin chilena de 1812, fué mAs que inspirada, elaborada, por el cénsul norte- americano en Chile Robert Joel Poinsett. Se ha dicho también que parte del Ideario de la Independencia de Chile se tomé de Ja Hustracién espafiola, linea de pensamiento que creemos pesé menos que la francesa 0 norteamericana. De los ilustra- dos espafioles slo encontramos (aunque repetidamente) a Feijoo en las bibliotecas coloniales chilenas (!4); también sabemos que se cono- cié a Compomanes. De Jovellanos, Aranda, Cabarrus, mucho mas cer- canos a las Luces francesas, nada concreto hemos encontrado, En todo caso, en relacién a Ja « ilustracién catélica » puede afirmarse lo mismo (y con més fundamento) que con respecto al de la Indepen- dencia norteamericana. Se traté de una influencia politica en muchos aspectos convergente con la de las Luces francesas. Sélo se apartaba abiertamente de este diltimo pensamiento en materias religiosas (0 mejor dicho, antirreligiosas). Finalmente, se ha dicho que cl pensamiento que estuvo tras las primeras etapas del proceso independentista chileno, habria sido la filosofia politica de la escolastica tardia espafiola y en concreto Suarez. Este punto lo analizaremos mas adelante, s6lo hagamos notar por el momento de que obviamente ahora no se trataria de un ideario convergente con el de las Luces francesas, sino diferente y contra- dictorio en aspectos esenciales atin cuando también restacara el concepto:de soberania popular. Pero, entremos en materia : ; Cémo Ilegé hasta Chile y se expandié el ideario politico de las Luces y luego de la Revolucién Francesa ? (13) Entre 1788 y 1809 tocaron tierra chilena 1 255! buques norteamericanos. Ver: Eugenio Pereira S.: Bugues norteamericanos en Chile a fines de la era colonial, Prensa de la U. de Chile, Stgo, 1936. (14 Tomas Thayer Ojeda: Las bibliotecas coloniales chilenas, en «Revista de Bibliografia », Stgo, Imp. Universitaria 1913, t. I, p. 151 y t. IL, p. 193. Ver W. Hanisch: En toro a Ia filosofia ‘en Chile, Revista = Historia », Inst. toria U.C. Stgo, 1963, pp. 114115 y Jaime Eyzaguirre: [deario y ruta de ta Emancipacién chilena, F. 81. Como lo sugiere Fray Melchor Martinez la difusién de las ideas politicas ilustradas se hizo realidad en Chile precisamente debido al impacto emotivo (por mAs que haya sido negativo) provocado por la Revolucién Francesa. Pero las ideas ya circulaban entre la élite social del pais con anterioridad... vale decir, los libros que las contenian. Durante la Revolucién, las mismas y otras obras posteriores, asi como folletos de propaganda y discursos, también lograron infiltrarse a través de la rigida censura que se implanté en Espafia y las Indias, ejerciendo la atraccién caracteristica de lo prohibido sobre la minoria criolla culta del Chile de entonces. Amundtegui, a nuestro juicio con gran perspicacia, capto el proceso sicoldgico. Afirma «en medio de las conmociones més espantosas, en medio de las hecatombes més sangrientas, se proclamé y se convirtié en realidad el principio de que los gobiernos de la tierra traian su origen de los pactos y conquis- tas de los hombres y no de los decretos particulares de Dios » (15). Las ideas politicas de la Ilustracién comenzaron a ser conocidas en Chile hacia 1770 ya veremos a través de qué vias. Que haya sido por esa época no nos debe extrafiar. Sabemos que las ideas antirreli- gBiosas de los filésofos estaban ya expandidas entre los sectores mas concientes de la sociedad francesa hacia 1750, pero las politicas sélo hacia 1770(!). Fué a partir de 1748 que se publicaron las obras més importantes (o difundidas) del siglo en materia politica; ese afio aparece El Espiritu de las Leyes de Montesquieu; el primer volumen de la Historia natural de Buffon es de 1749; el mismo afio aparece el Prospecto y el Discurso Preliminar de la Enciclopedia; el primer volumen es de 1751. El Tratado de las Sensaciones de Condillac es de 1754; de 1755 ¢l Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres de Rousseau y el Cédigo de la naturaleza de\ abate Morelly; en 1756 Voltaire publicaba su Ensayo sobre las costumbres YY €t eopiriu ue was nacwures, etc. (++). Por otra parte estos libros se difundieron répidamente por Francia y Europa. Ya en 1754 la Enciclopedia tenia tres mil suscriptores, pos- teriormente se reedité dos veces y hubo otras seis falsificaciones incluyendo una en Italia y otra en Suiza. En 1782 aparecié la Encyclo- pédie Méthodique, una refundicién mas completa y vasta que la obra (15) Amundtegui: Los precursores, t. Il, p. 212. (16) D. Mornet : op. cit, p. 119 y 132. (17) A Soboul: Compendio de la Historia de 1a Revolucién Francesa. Tecnos, Madrid 1983, p. S4. Este tema es también desarrollado por Moret: op. cit, p20. 186 CMHLLB. Caravelle original ('*), De Candido hubo 43 ediciones francesas antes de 1789 y 70 de la Nouvelle Héloise (1%). Al parecer el arribo a Espafia de esta literatura fué bastante amplio. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, Espaiia fué en buena medida una caja de resonancia de Io que se escribfa en Francia (2). Existian instituciones y una severa legislacién destinada a prevenir Ia expansi6n de las ideas contrarias a la religion y a la monarqufa abso- Iuta de derecho divino (#"). Pero hasta alrededor de 1785 el sistema censor funcionaba con bastante lenidad. La censura en Espafa estaba a cargo tradicionalmente de dos instituciones, la Inquisicién y el Consejo de Castilla, Pero ambas, en especial la primera, habian sido debilitadas por el espiritu del siglo @2). En 1785 se cre6 otra instancia de censura, el juez de librerfa, dependiente directamente del Gobierno (3). La nueva insti- tucién respondia a la preocupacién de Floridablanca. Sin embargo, hasta 1789 no se realizé un esfuerzo profundo y sistematico por prohi- bir el ingreso de literatura ilustrada en Espafia. Floridablanca fué hostil a la Francia revolucionaria, sin embargo no pretendia romper con ella, ¢ incluso solicito su ayuda contra los ingleses en 1790, Temfa sin embargo, las ideas de la Revolucin Francesa y por eso dicté su politica en relacién a la literatura ilustrada; politica que comprendié la creacién de un «cordén sanitario » en la frontera francesa y cul- miné en la dictacién de un decreto en julio de 1791 que sometia a los extranieros a sunervigilancia v Ins canminaha a nrectar jnramenta de fidelidad al Rey de Espafia y a la religién catdlica. Aranda que reempla6 a Floridablanca durante un breve perfodo en 1792 fué parti- dario de un cierto grado de coexistencia con la reptiblica Francesa y consecuentemente se dicté un nuevo reglamento més liberal para regular la entrada de libros prohibidos (%). Pero reemplazado a su vez Aranda por Godoy la hostilidad a Francia revolucionaria se (18) Mornet: op. cit, p. 125 y 202. 9) Ibid, p. 125. @0) Sarrailh Jean: L'Espagne éclairée de la seconde moitié du XVIII sidcle, Parts, 1954, @1) Las que por lo demés existian por la época en Francia. @2) Gonzalo Anes: «La Revolucién Francesa y Espafia» en: Economta ¢ Tustacién en ta Espaha det siglo XVI, Ariel, Barcelona, 196, pp. 114179, ag. 145. (23) Lucienne Domergue : Le livre en Espagne au temps de ta Révolution Fran. aise, Pres. Univ. de Lyon, 1984, p. 6, Il y sigs. (@4) Figura en la Nov. Recop.: Ley. 14a, tit. XVII, libro VIII, citada por Thayer Ojeda: Las bibliotecas coloniales en Chile en Revista de’ bibliografia chilena 7 extranjera, n* 2, Stgo, 1913. IDEAS FRANCESAS EN IA INDEPENDENCIA DE CHILE 187 renov6 alcanzando su maxima expresin después de la ejecucién de Luis XVI. Entonces la Convencién declaré la guerra a Espafia con lo que el trAfico de libros entre ambos pafses casi desaparecié. Tanto més cuanto que el odio a Ja Revolucién Francesa se transformé en una causa popular. Pero resultando la guerra demasiado onerosa para las cajas reales espafiolas y ante la ausencia de un resultado favorable Godoy hizo la paz con Francia (julio de 1795) para firmar después una alianza con la Repiblica Francesa (Tratado de San Ildefonso). El cambio de actitud favorecié nuevamente a la introduccién en Espafia de literatura politica ilustrada (#), Esta situacién habrfa de durar — con altibajos — hasta la abdicacién de Carlos IV, época en la que Ja literatura politica ilustrada se vefa sujeta a restricciones en la propia Francia. Ahora bien, si el ingreso de libros de pensamiento politico ilustrado en la peninsula ibérica fué sélo relativamente dificil, mas dificultoso resulté el ingreso en los dominios americanos del Rey de Espaiia (8), pero, mis limitadamente, también se did. En el caso de chilenos (al menos hasta 1785) no era imposible (aunque si probablemente largo y dificil) conseguir dispensas de Ja Inquisicién para internar en el pais libros prohibidos. Este fué el caso de don José Antonio de Rojas). ‘A Chile llegé el pensamiento politico de las Luces francesas por més de una via. A nuestro juicio la mas importante fueron los libros que chilenos y americanos enviaron, trajeron al pais o bien impor- taron desde Europa, asf como las ideas aprendidas por estos viajeros en Europa o América (Peri en especial) y luego difundidas en Chile. Y no tanto por el mimero de obras traidas o importadas sino porque los viajeros eran criollos de alta alcurnia que difundieron libros ¢ ideas entre la élite social que luego ocupé cargos claves en el proceso de la Independencia y entré a gobernar el pais. Como afirma Domingo Amunétegui Solar : «El tnico de los personajes de primera fila en la revolucién chilena que no hizo viaje a Europa fué don Juan Martinez de Rozas »; pero agrega refiriéndose a este Ultimo: «conviene saber que tuve diferentes oportunidades para (25) Raymond Carr: Espafia 1808-1975 Ed. Ariel Barcelona, pp. 8445. 10120, Migue! Lule Amundtogui: La ordnica de 1810, Imp. de In Repiblica, Stgo, 1B. AB. (2) Sergio Villalobos : Tradicion y reforma en 1810, Ed. de 1a Universidad de Chile, Sigo, 1961, p. 127; ver también: Amunétegul : La crdnica, pp. 45-46, 188 CM.HLB. Caravelle aprovechar Ja experiencia en el viejo mundo por algunos compa- triotas, entre otros don José Antonio de Rojas » (#), Efectivamente, O'Higgins, Carrera y San Martin vivieron en Europa y sin duda, directa o indirectamente, la filosoffa politica de las Luces legé hasta ellos (%). Pero no hay evidencia que hayan traido consigo obras de pensamiento politico; ya nos referiremos a estos casos. En cambio fueron importantes los aportes bibliogréficos de don José Anto- nio de Rojas y de don Manuel de Salas (#). La historia de don José Antonio de Rojas es conocida. Después de vivir cinco afios en Espafia (de 1772 a 1777) y haber realizado —al pare- cer — una corta visita a Francia, trajo, a su retorno a Chile — junto con una gran animadversion hacia Espaa — un numeroso carga- mento de libros ilustrados. Villalobos afirma que ya antes habia enviado otros desde Espafia (). Aquellos libros eran, «no los pesa- dos pergaminos en folio, escritos en mal latin, de los comentadores del derecho canénico o civil, sino bellos voliimenes en francés 0 cas- tellano, bien empastados, cuyo solo aspecto invitaba a leerlos, cuales trataban de filosofia, politica, historia, viajes, ciencias » (®). Particu- larmente abundantes parecen haber sido los de viajes y ciencias a juzgar por el inventario (post mortem) de su biblioteca (%8), aunque €s patente que ese inventario no contiene todos los titulos que for- maron parte de la biblioteca de Rojas, por ejemplo no figura la Enciclopedia, Sin embargo Villalobos nos informa que originalmente figuraban en ésta no sdlo La Enciclopedia (en 56 tomos); también obras de Helvecio, Rousseau, Montesquieu (j cudles 2), la Historia de América de Robertson; La Historia filosofica y politica de los establecimientos europeos en las Indias, de Raynal (3). No debe extrafiarnos que La Enciclopedia pudiese ser adquirida por Rojas en Espafia (0 al menos introducida), pues si bien fue colocada en el indice de la Inquisicion en 1759, no se la prohibié absolutamente (*). 422) Domingo Amundtegui Solar: Personajes de la Colonia, Imp. Balcels, 880, @9) Mas adelante nos referiremos al caso de O'Higzins. G0) M. Luis Amunitegui: Los precursores y La erdnica de 1810; y Villalobos : Tradicién y reforma, etc. I) Villalobos: op. cit, p. 121. (82) Amundtegul: Los precursores, t. III, p. 201. G3) «La biblioteca de don José Antonio de Rojas» en «El bibliéfilo chileno », ‘Stgo, diciembre de 1947, n° 3. G# Villalobos: op, cit. p. 128. La informacién est4 en carta de doa José Antonio de Rojas a Nicolasa Portugasti. G5) Sarrailh, op. cit, p. 296. IDEAS FRANCESAS EN LA INDEPENDENCTA DE CHILE 189 En verdad en el inventario de la biblioteca de Rojas figuran pocos libros clésicos del pensamiento politico de las Luces. Ademés de algunas de las obras ya mencionadas mAs arriba figuran : La Historia Natural de Buffon, La Nueva Heloisa de Rousseau; E! Telémaco de Fénelon; el Derecho de Gentes de Pufendorf. Entre los ilustrados espafiles figura Feijoo. En fin, por cartas que enviara Rojas (y que ya citaremos) sabemos que también poseyé obras de Voltaire, D’Hol- bach, Bayle y D’Alembert, asi como La Grandeza y Decadencia de los Romanos de Montesquieu (). El entusiasmo de Rojas (hacia 1777) por las ideas politicas ilustra- das era grande, Por ejemplo : refiriéndose a la Historia Filosofica de Raynal escribia a su futuro suegro don José Perfecto de Salas: « Es una excelente obra(.), su autor es el abate Raynal. Este hombre divino, este verdadero filésofo es digno de los elogios de todo el mundo literario y particularmente de los americanos (...). Si ahora me condena usted por ponderativo, estoy cierto que cuando usted la lea conoceré que mis expresiones son justas y moderadas ; ojalé se dedicara usted a traducirla! » (7), Los libros traidos por Rojas eran piczas importantes de la litera- tura politica de las Luces y en tanto tales contenian las bases ideolé- gicas de la Revolucién Francesa. Algunos, como la citada obra de Raynal, uno de los més duros criticos de la monarquia espaficla y su imperio americano, iban més allé y harian explicita su referencia a Jo que seria la problemética ideolégica de la Independencia hispano- americana. Pero, ¢ cudmtos eran exactemente y qué valor como instru. mentos de efervescencia revolucionaria tenfan los libros traides por Rojas? El nimero exacto no lo sabemos, Pero han de haber sido una buena cantidad (Ilenaban 16 cajones sélo los que trajo consigo) (38). Villalobos cita la siguiente frase de Rojas: «Me han costado mucho dinero, y el incesante trabajo de mAs de tres afios, en que he efectuado exquisitas diligencias, prodigando el dinero en las principales cortes de Europa. Hasta de San Petersburgo he hecho venir libros que no se encuentran en otras partes » (°), 6) Walter Hanisch: En torno a ta Filosofia en Chile, separata de Revista «Historia » n* 2, U.C. de Chile, 1963, pp. 111-112. G2) Tradicién y reforma, p. 125, G8) Ibid, 9) Tbid., pp. 125.126. 190 CM.H.L.B. Caravelle En cuanto al valor como instrumento de efervescencia revoluciona- ria de estos libros, sabemos que Rojas los prestaba generosa- mente (#°), Pasaron por las manos de Fray Fancisco Javier Guzmén, Juan Antonio Ovalle, Juan Egafia y Jos¢ Miguel Infante al menos (#!). Ya hemos visto que muy posiblemente leyé estas obras Juan Martf- nez de Rozas. En la carta citada (cita 32) son nombrados libros de Bayle, D’Alambert, Holbach y Montesquieu. Es nuestra opinién que hacia fines del siglo XVIII los libros « ilus- trados » traidos por Rojas hab{an circulado mds o menos ampliamente entre la élite culta de la aristocracia criolla. Pero no eran los tnicos libros ilustrados que circulaban. Un segundo chileno, que atin permaneciendo firme partidario de la monarquia borbonica (al menos hasta 1817) trajo a Chile libros del tipo que estamos viendo, fue don Manuel de Salas (#2). Don Manuel de Salas. viajé a Espaiia en 1777 residiendo en la peninsula por siete afios. En Espafia, Salas se transformé en un admirador de la Ilustracién, pero més que en el campo politico en su dimensién modernizadora en lo cientifico y educacional (‘), En verdad, Salas, si bien mostré una cierta cercania al pensamiento politico de Rousseau, Ilegando a escribir en el Didlogo de los porteros: «ningin pueblo puede renunciar a mejorar su pacto social », sin por ello abandonar sus preferencias monérquicas (4); su vida y actividades en la educacién y modernizacién cientifica y econémica de Chile, a su retorno a Espajia, fueron el mejor testimonio de sus convicciones (#5). Por cierto que el afan filantropico de impulsar la educacién y el saber técnico- cientifico fué algo caracteristico de las Luces, pero que no nos interesa para el tema especifico de este trabajo excepto indirecta- mente. Y nos interesa indirectamente, pues atin cuando estas tenden- cias pedagégicas de la Iustracién no conducian a la revolucién poli tica, s{ minaban las bases de la conciencia metafisica (de origen eclesiastico) sobre la cual el aparato del absolutismo espafiol se (40) Simon Collier, op. cit., p. 44. (4) Cartas reproducidas por Ricardo Donoso: Las ideas politicas en Chile, F.C.E. México 1946, pp. 2526. (42) Biblioteca de don Manuel de Salas en de la época de la Revolucin Francesa (76), 73) «La Aurora de Chile », 28 de marzo de 1812 (n° 16). (74) «El Mercurio de Chile», 13 de marzo de 1823, citado por Amundtegui : Camilo Henriquez, Stgo, Imp. Nacional, 1889, p. . (75) Amundtegui : Camilo Henriquez, t. I, p. 41. (76) «La Aurora de Chile», n° 1, Sigo, febrero de 1813, p. 3. IDEAS FRANCESAS EN LA INDEPENDENCIA DE CHILE 197 Publicé también la carta de Raynal lefda en la Asamblea Nacional el 21 de mayo de 1791 (77), Fué quizds el chileno més influfdo por los « ideologues »; en todo caso es el tinico que los cita abundantemente. 8 Qué otros nombres se pueden agregar a la lista de chilenos ¢ hispanoamericanos que introdujeron libros o ideas polfticas iluminis- tas francesas al Chile de 1800-1812? No parece que muchos més. Camilo Henrfquez nos informa que hacia 1810-1812 slo seis chilenos «entendian » los libros franceses (78), Pero, ¢ qué entendia por entender el fraile de la Buena Muerte ? Su afirmacién parece demasiado incierta si se la contrasta con la afirmacién de Jaime Eyzaguirre en el sentido que en 1811 circula- ban por Santiago ; 400! ejemplares en castellano del Contrato Social en Ia traduccién, expurgada de ataques al catolicismo, hecha en Buenos Aires por Mariano Moreno ('°). ‘Sea como fuere, a nuestro juicio, a los personajes ya mencionados es necesario agregar varios nombres. El del guatemalteco Antonio José de Irisarri, gran amante de los libros (*) quien Hegara a Chile en 1809. Como se sabe Irisarri fué redactor de «La Aurora de Chile >» Uegando después a dirigir « El Semanario Republicano » (1813). Sin duda, Irisarri, a pesar de su juventud, venfa empapado de ideas politicas modernas a su Ilegada a Chile"), En sus artfculos de las mencionadas publicaciones (firma- das «Dionisio Terraza Rején» y «Aj{») defendié principalmente conceptos tomados de los idedlogos de la Independencia norteameri- cana (Paine en especial) (82), pero también de la Tlustracién europea ¢ incluso de la ¢poca de la Revolucion Francesa, aunque criticando — con cierta ironfa cémplice — sus excesos (*). Segiin Jaime Eyzaguirre, Irisarri era claramente republicano (*4). Sin duda lo era al menos en (7) Amunétegui : Camilo Henriquez, t. I, p. 61. A Raynal también Jo cité en Ja Proclama de Quirino Lemachet (Paginas de la Independencia Nacional), p. 24. 8) Ibid., t. I, p. 61. 9) Jaime Eyzaguirre : Ideario y ruta, p. 127. 80) Guillermo Felit Cruz: Las obras de Irisarri y su biblioteca, Taller Imprenta Stgo, 1928, cal Ricardo Donoso: Antonio José de Irisarvi, Ed. U. de Chile, Stao, 1966, pT. (82) « E1 Scmanario Republicano», n° 6, 11 de septiembre de 1813 (en Chile), 1 XXIV, p. 47, (83) Ibid, n* extracrdinario 18 de noviembre de 1817 (carta de Dionisio Terraza R}. (@4) Jaime Eyzaguirre: Ideario y Ruta, p. 137. 198 C.M.H.L.B. Caravelle 1813, no en vano la publicacién que dirigia entonces se lamaba « Semanario Republicano ». 4 Trajo escritos politicos norteamericanos y franceses Irisarri a Chile ?, lo creemos probable. Otra figura importante, quien casi con seguridad debié poseer libros ilustrados antes de 1810 fué Juan Egafia, a quien Mario Géngora califica de «principal pensador de la Independencia chilena » (8). Nacido en 1768 y educado en Lima, donde circulaba subterrénea pero mas o menos ampliamente la literatuia ilustrada, Egafia ciertamente leyé a los « philosophes » con anterioridad a 1810. Este aserto resulta patente de la lectura del Proyecto de Constitucién Politica para Chile que redacté en 1811 (®), inspirada al menos parcialmente en el pensa- miento politico francés del siglo XVIII. Por lo demas, en las notas anexas, al final del texto del articulado, denominadas « ilustraciones », cita a autores europeos «que sin duda influyeron en su dnimo al redactar los articulos dispositivos » (87). Rousseau, Raynal, Montes- quieu y Voltaire, entre otros (por més que la influencia preponderante en el texto sea la de Platén (8). A los nombres de pensadores ya citados hay que agregar el de Mably a quien se refiere en un escrito posterior (8), Es lo mas probable que el culto Egafia poseyera ya entonces las principales obras de los autores que cita. W. Hanisch piensa que su principal mentor fué Montesquieu (%), Cabe mencionar también a Bernardo de Vera y Pintado, el més probable autor del « Catecismo politico cristiano », quizd el escrito ideolégico m&s importante de los inicios de la Independencia, Oriundo de Santa Fé (Virreynato del Plata) se traslad6 a Chile en 1799 reci- biéndose de abogado en la Universidad de San Felipe en 1807. Hacia 1808 fué activo participe en las tertulias politicas que se reunian en Ia tienda de Nicol4s Matorras y en el café de Barrios en la calle Ahumada (°!); época en la cual era Secretario del Cabildo de Santia- (85) Mario Géngora: «El pensamiento de don Juan Egafia sobre la reforma eclesidstica », en: Estudios de historia de las ideas e historia social, Ed, U.C. Valparaiso, Stgo, 1980, p. 183. (86) Patil Silva Castro: Egaia en la Patria Vieja (1810-1814), Ed. Andes Bello, Stgo, pp. 83-85. 8) Ibid, p. 88. (88) Ibid, p. 88. (89) Ibid, p. 212. (90) W. Hanisch: La filosofia de don Juan Egaia, Ed. U.C. de Chile 194, p. 33 y Rail Silva Castro: Bibliografia de don Juan Egafia 1768-1836, Stgo, 1949. (91) Domingo Amundtegui Solar: Jesuitas, gobernantes, militares, escritores, Ed, Ercilla, Stgo, 1934, p. 143. IDEAS FRANCESAS EN LA INDEPENDENCIA DE CHILE 199 g0(%). Es probable que por ese mismo tiempo recibiese escritos Politicos de inspiracién francesa desde Buenos Aires donde tenia parientes, entre otros Bernardino Rivadavia. Presumimos esto por su apresamiento y condena al destierro en Lima ocurrido en 1810 so pretexto de sus opiniones proclives a una revolucién emancipadora en Chile. La noticia de su exilio (que finalmente no se hizo efectivo) junto al de José Antonio de Rojas y Antonio de Ovalle, a quien nos referiremos a continuacién, provocé un verdadero motin que condujo a la renuncia del wltimo Gobernador realista, Garcia Carrasco. Parece seguro que de ser Vera el autor del Catecismo politico cris- tiano conocia a cabalidad el pensamiento politico de las Luces y probablemente a Volney por el mismo motivo que Camilo Henriquez. Por otro parte el «Catecismo » si bien contiene muchos elementos de la idea de soberania popular tomados de la doctrina escolastica, termina por negar el derecho divino de los reyes y opta por la forma republicana de gobierno: « El gobierno republicano, e] democratic en que manda el pueblo por medio de los representantes o diputados que clige, es el tinico que conserva la dignidad y potestad del pueblo » afirma. En fin, la influencia del pensamiento politico iluminista es tan evidente en el documento que la « imaginacién creadora» de Francisco A. Encina no vacilé en atribufrio a un idedlogo europeo (*). 4 Quiénes mas han sido considerados — a partir de un andlisis mAs serio que el de Encina — probables autores del Catecismo ? Barros Arana Jo atribuye a Martinez de Rozas, Ricardo Donoso al Dr. Jaime Zudaiiez. En fin, sea quien sea el autor del documento en cuestién, que cixculé mas o menos ampliamente en 1810, muestra hasta qué punto eran conocidas las ideas politicas de las Luces y cudnta influencia ejercieron éstas, en los comienzos del movimiento inde- pendentista. Otros personajes chilenos que podemos presumir conocedores de Ia filosofia politica de las Luces y posibles poseedores de libros ilus- trados fueron don Juan Antonio de Ovalle, acusado en 1809 por el abogado realista José H. Villaroel de afirmar que « la felicidad de este reino consistfa en sacudir el yugo de fidelidad y vasallaje y adoptar la idea de una absoluta independencia » (4). El agente de la Junta patriota de Buenos Aires, Antonio Alvarez Jonte, quien siendo doctor (92) Ibid. p. 144, GB Francisco A. Rncina : Historia de Chile, Bd. Nascimicnte, Sigo, 115, t VI, >. 154. (94) Ibid, p. 133. 200 CM.H.L.B. Caravelle en derecho de la Universidad de San Felipe y hombre de Letras, fué activo-participante en el grupo patriota chileno mds radical en 1810 y 1811. Fué un activo socializador de las ideas politicas ilustradas (°°) y posiblemente uno de los gestores de la traida y difusién en Chile de la versién del Contrato social traducido por Mariano Moreno. Aun figuras de relevancia en la época mostraron y defendieron ideas iluministas, aunque frecuentemente més de tipo econdmico y social que politico; fueron entre otros : Mateo Zambrano, José Cos Iribarri, Anselmo de la Cruz, el fraile franciscano Antonio de Orihuela y ante- riormente el padre de don Manuel de Salas, don José Perfecto. En relacién al profesor de la Universidad Real de San Felipe, sacer- dote Mateo Zambrano. Segin Mario Géngora : « Lo que este catedré- tico habfa bebido sobre todo del fin del siglo XVIII y sobre todo de Rousseau son las declaraciones sobre la corrupcién anti-natural de la civilizacién: la demasiada y pedantesca ilustracién (refiriéndose probablemente a los enciclopedistas *) las supercherias, manias, iniqui- dades de los gobernantes, etc. La misma religién (!) estaba envuelta en supersticiones y preocupaciones « ofuscando su resplendor y man- chando su pureza(...). El criterio politico de Zambrano est inficio- nado de la Ilustracion, etc. » (%), Cos Iribarri propuso una reforma agraria, idea comin en muchos pensadores de la Ilustracién; por ejemplo Mably y el propio Rous. seau (%); atin cuando Cos e Irfbarri, pensaba que la subdivisién se produciria de manera natural. Pero por otra parte todas sus opiniones en relacién a diversos temas tienen un dejo progresista e ilustrado (98). Anselmo de la Cruz tuvo ideas « que apuntaban principalmente a dos objetivos: «la explotacién racional de la tierra y la educacién del campesino » (®). Pensaba que Chile necesitaba del hombre instruido, del industrioso, del labrador, del comerciante, del minero, etc. Para concluir : « Las luces de la razén (sic) dirigidas por la ensefianza harén (95) M.A, Talavera : Revoluciones en Chile, etc., Stgo, 1937, p. 165. (*) Nota del autor de este trabajo. (96) Mario Géngora: Notas para la historia de la educacién universitaria de Chile, en «Anuario de Estudios Americanos », vol. VI, Sevilla, 1949, p. 61. (97) Sobre Mably, ver J.C. Petitfils: Los socialismos ut6picos, Aldaba, Madri 1979, pp. 42. Las ‘ideas proclives a una sociedad de pequefios propictarios agricolas lo desarrolla Rousseau en varios escritos. El ejemplo més claro esté en el Proyecto de Constitucién para Cércega, (98) Sergio Villalobos : « El bajo pueblo en el penszmiento de los precursores de 1810> en « Anales » de la U. de Chile, n* 120, 1960, pp. 3649. (99) Ibid., p. 42. IDEAS FRANCESAS EN LA INDEPENDENCIA DE CHILE. 201 tarde o temprano la felicidad del reino » (1), En esta ideas acompafié a de La Cruz don Pedro Lurquin, secretario del Consulado el que en 1801 leg a alabar la Educacién Popular de Campomanes (10). En 1811 Antonio de Orihuela hizo publica una proclama de franco tono revolucionario en lo politico y social, ya no contra los realistas sin contra la aristocracia patriota que habia tomado el mando de la nacién en 1810, pero no habfa cambiado para nada el status socio- econémico, para concluir: « El remedio es violento pero necesario. Acorddos que sois hombres de la misma naturaleza que los condes, marqueses y nobles; que cada uno de vosotros es como cada uno de ellos, individuo de un cuerpo grande y respetable que se llama sociedad; que es necesario que conozcan y les hagdis conocer esta igualdad que ellos detestan como destructora de su quimérica nobleza » (0), En fin, una serie de chilenos viajaron a Espafia hacia fines del siglo XVIII, unos pocos a radicarse alld, otros para volver después de haber recorrido también otras partes de Europa. Fué el caso de los magnates Juan Antonio Alcalde y José Ignacio Garcia Huido- bro (193), Sin embargo, nada nos induce a pensar que trajeron a Chile libros politicos ilustrados. Con todo — y quizds a pesar de ellos mismos — trajeron sin duda ideas. Los navios. Pero ideas y libros ilustrados y revolucionarios no legaron al Chile de los afios inmediatamente previos a 1810-1812 slo por via de viaje- ros hispanoamericanos que las y los trajeron. Sin duda Ilegaron tam- bién en los navios franceses (0 de otras nacionalidades) que tocaron costas chilenas en la segunda mitad del siglo XVIII; la mayorfa naves contrabandistas. Las pruebas que tenemos de la existencia de esta segunda via de ingreso de influencia politica revolucionaria (como las ideas propiamente tales son imposibles de seguir) son mayoritaria- mente indirectas, pero significativas. En la segunda mitad del siglo (100) Ibid, p. 45; Villalobos cita la Memoria lefda por de La Cruz en el Tribunal del Consulado el 13 de enero de 1808. (101) Miguel Cruchaga: Estudio sobre la organizacién de la hacienda publica en Chile, Madrid, 1919, en « Anales » n° 12), p. 21. Citado por Villalobos. 100%) Manuel A. Talavera: Revolucion en Chile, en CHDICH, t. XXIX, Stgo, . B. 492, (103) Jaime Eyzaguirre: Ideario y ruta, p. 66. 202 C.M.H.LB. Caravelle XVIII habfa terminado el gran comercio clandestino que se dié con Francia en la primera mitad, cuando Hegaron a Chile centenares de buques franceses (procedentes de St. Malo, la mayoria) en virtud de un decreto permisivo de Felipe V (1701) (1). Sin embargo, numerosos franceses continuaron entrando al territorio chileno. Indicio que el arribo de buques franceses a las costas de Hispanoamérica nunca se detuvo completamente. Blancpain afirma: « entre las mas conocidas estén aquellas familias que, a finales de siglo y segin Eugene Chou- teau, darén a la revolucién brazos potentes en ja persona de los coro- neles Picarte (Picard) y Latapiat. Después de ellos y precediendo a las cohortes de oficiales de la « Grande Armée » (Ilegados después de 1814) est4n los Lefevre, Taforeau, Droguet, Labbé, Lavigne, Chapuzeau, Holley, Bertrand, nombres que, en su mayoria, darén brillo a Chile republicano » (105), 4 Trajeron libros estos inmigrantes ? No lo sabemos, pero si pode- mos estar seguros, por la época en que Iegaron, que conocian las ideas politicas de las Luces, Pero 4 qué sabemos de la presencia de navios franceses en las costas chilenas en la época de la Revolucion Francesa ? De partida que su presencia parece haber sido infima en comparacién a la de Jas naves inglesas o norteamericanas (« bostonesas ») (1%), No sélo el rechazo de las autoridades y opinién publica chilena a la Revolucién Francesa explica el fenémeno, sino los propios sucesos europeos de esos afios y los anteriores. Contra la politica insurreccional propiciada por Parfs, Espafia suscribié un acuerdo con Gran Bretafia (Convenio de Aranjuez, 1792) en el que se estipulaba (art. 3°) que « las embarca- ciones de ambas naciones debfan protegerse las navegaciones y ser acogidas en los puertos de una y otra, facilitandoles los socorros que necesitasen » (107), El convenio habria de operar fundamentalmente en el teatro del Pacifico. La posterior alianza entre Espafia y la Fran- cia del Directorio (Paz de Basilea y Tratado de San Ildefonso, 1795- 1796) desharfa el convenio con Gran Bretafia a la que Espafia declaré la Guerra. Pero la flota inglesa continué impidiendo el paso de naves francesas a la América hispana (asi como también a las espafiolas después de la derrota de la armada ibérica en el Cabo San Vicente). (104) Ver E.W. Dahigren : Voyages Frangais a Destination de la Mer du Sud avant Boungainville 1695-1794, Paris, 1907. (105) LP. Blancpain: Francia y los franceses en Chile, Hachette, Stgo, p. 35. (106) Sergio Villalobos: El comercio y ta crisis colonial, Ed. U. de Chile, Stgo, 1968. (107) Ibid., p. 141. IDEAS FRANCESAS BN LA INDEPENDENCIA DE CHILE 203 Sin embargo, en Chile entré material revolucionario después de 1789. Y no solo propaganda revolucionaria escrita. Barros Arana nos informa que «a fines de ese siglo XVIII circulaban en estos paises de América espafiola en lengua castellana, numerosas copias manus- critas de la declaracién de los derechos del hombre, proclamada por la Asamblea Constituyente de Francia en agosto de 1789 y de la Cons- titucién de 1791 » (#8). Pero el mismo Barros nos agrega que el mate- rial revolucionario ingresado no sdlo consistia en escritos: «En los relojes de faltriquera, en las capas de rapé y en otros objetos de fre- cuente uso hacian (los franceses) dibujar simbolos diversos de liber- tad, independencia, ordinariamente una mujer vestida de blanco con una bandera en la mano y con esta descripcién en su derredor « liber- tad americana >. Existen otros testimonios de historiadores en el mismo sentido. Personalmente, quien escribe, ha encontrado — a un precio exhorbitante por desgracia — discursos de Robespierre fecha- dos en Paris en 1793 en librerias de libros viejos de Santiago. Pero quizés las pruebas més concluyentes de que efectivamente ingresé una cantidad significativa de escritos y objetos de propa- ganda de la Revolucién Francesa en América espaiiola y Chile parecen ser los decretos reales de autoridades coloniales dictados para impe- dir la entrada de estas piezas. Ademés de las medidas generales tomadas en relacién al Imperio espafiol ya mencionadas mas atrs, los gobernantes de Chile, a partir de 1789, recibieron de los ministros de Carlos IV repetidas érdenes para evitar el ingreso de cualquier material revolucionario traido por buques y marinos franceses y extranjeros en general. Ejemplo de estos mandatos es la orden real que el Gobernador de Chile don Ambrosio O'Higgins recibio de Diego de Gardoqui: el 20 de 1793: « El Rey, con noticia de que en el puerto y ciudad de Guayaquil se ha introducido y cogido un reloj con una inscripcién y pintura alusiva a la depravada libertad de Frencia, he resuelto prevenga a V.S., como Jo ejecuto, que encargue a los gobernantes del distrito de su mando y personas a quien competa, el que celen la introduccién de toda alhaja, ropas o estampas que tengan semejantes pinturas o inscrip- ciones. Dios guarde a V.S. muchos afios. Madrid 20 de julio de 1793. Gardogqui ». «O'Higgins proveyé de esta forma»: « Santiago, 6 de diciembre de 1793 — Cimplase esta real orden, comuniquese a los gobernadores que previene, y al administrador general de aduana, para que por (108) Diego Barros Arana: Historia General de Chile, t. VIL, p. 73. 204 C.M.H.LB. Caravelle medio de ellos se encargue estrechamente a sus subalternos y res- guardos, que si en los registros y reconocimientos de efectos que se introducen por el comercio encuentran algunas piezas de las que se prohiben, las retengan y den cuenta, celéndose lo mismo por las demés justicias. Hégase saber, al sefior fiscal; y acusado el recibo, archivese. O'Higgins » (1), Pero O'Higgins no necesitaba recibir érdenes reales para actuar decidida y duramente contra cualquier intento de introduccién de material revolucionario francés en Chile (!!“). El propio Gobernador fué quien mejor resumié su actitud en carta al ministro Eugenio de Llaguno : « Excelentisimo sefior. Desde que empezaron los alborotos en Francia, tuve el mayor cuidado de pintarlos en todas ocasiones con el horror que merecian, (...) no contento de procurar con vigi- lancia suprimir las papeletas y cartas de particulares en que de esto se hablaba; dirigf a los gobernantes de los puertos del reino Ja orden que en copia acompaiio al N° 1, para que cuidasen de evitar la introduccién de los libros perjudiciales que recelaba pudiesen venir a bordo de los navfos de comercio, etc. (...) O'Higgins 17 de septiembre de 1795 (111). En verdad el celo de O'Higgins para impedir la filtracién de cual- quier escrito 0 siquiera noticia de la Revolucién Francesa (lo que indica por otra parte la intensidad de su temor, posiblemente provo- cado por el ingreso comprobado al pais, de material revolucionario) Hegaba a limites extremos. El afio 1791 a peticién del Rey de Francia, el de Espafia ordené a los gobernantes de sus dominios americanos, que prestaran auxilios a dos navios que saldrian en busca de la desaparecida expedicién de La Perouse. Habiendo arribado uno de estos a Valparaiso, algunos oficiales solicitaron desembarcar, peticién bien atendible después de meses en el mar. Sin embargo O'Higgins negé el permiso. « Tuve presente para prohibir absolutamente saltar a tierra a dichos navegantes — escribia O'Higgins al conde de Campo Alanje — precaver por este medio que sus conversaciones con las gentes del pafs propagasen aqui ideas sobre el estado de la Francia (109) Amunategui: Los precursores, etc., t. I, pp. 265-266. (110) Ver por ejemplo: Carta al obispo Francisco de Maran del 9 de abril de 1795, en la cual insistia en la observancia de las leyes de! titulo 24, libro I de la Recopilacién en la parte que trataba de precaver en ellos la introduccién y conocimiento de libros escandalosos y perjudiciales (citado por Amunétegui: Los precursores, t. I, p. 267). (11) Los precursores, t. I, p. 268. DEAS FRANCESAS EN LA INDEPENOENCIA DE CHILE, 205 () sies que ya no se adelantaban hasta introducir algunos papeles y relaciones perjudiciales de este perjudicial y peligroso suceso » (#!2), Sin embargo, pese a las precauciones, la propaganda revolucionaria, aunque limitadamente, entrd. A los testimonios ya citados de Barros Arana y a la experiencia personal referida debe adjuntarse la opinién de Sergio Villalobos, quien afirma : « Fundamentalmente todas esas disposiciones (de O'Higgins) no tenfan cumplimiento al pie de la letra y el contrabando se hacia de todos modos (1!3). No debemos extra- fiarnos demasiado de esto. La introduccién de escritos, libros y objetos de propaganda revolucionaria respondia a una actitud deliberada del gobierno de Paris. En 1792, cuando « parecia inminente la guerra con Espafia, Brissot y Lebrun, para responder a esta eventualidad, sofiaron con desencadenar la revuelta en las colonias espafiolas de América del Sur por medio del criollo Miranda que servia en el ejér- cito de Dumouriez. La guerra de propaganda, la guerra revolucionaria, aparece aqui como la indicada prolongacién de la guerra de defen- sa» (114, Una vez liquidados los girondinos, la Convencién y el Comité de Salvacién Publica siguieron con esta politica. En fin, la conclusion parece ser que a Chile también Iegé una cantidad limitada de ideas y libros politicos de las Luces via buques e inmigrantes antes de 1789 y que después de ese afio llegé también propaganda revolucionaria, una parte de la cual (al menos) logré filtrarse a través de las barreras tendidas por el gobernador O'Higgins. CONCLUSION Parece claro que varios personajes claves pertenecientes a la élite social criolla que condujo la génesis del proceso independentista chileno (1800-1812) tuvicron acceso a las ideas politicas contractualis- tas, liberales, racionalistas (en todo caso modernas) de los « philoso- phes » e « ideologues » franceses antes, durante y después de la Revo- lucién Francesa. Estas, a pesar de su condicién clandestina, y quizds por eso mismo, han de haber despertado considerable interés en un ambiente cultural tan limitado como el chileno de entonces, aun cuando no figurasen, ni pudieran figurar en el debate y el discurso publico. Eran una ventana abierta al mundo. (112) 10id., p. 315. (113) Tradicién y reforma, p. 2. (114) A. Mathiez : La revolucin Francesa, Imp. Letras, Stgo, 1936, p. 341. 206 CM.H.LB. Caravelle Existe une corriente historiogr4fica que niega o disminuye mucho la importancia que habrian tenido las ideas politicas ilustradas fran- cesas en Ia gestacién de la Independencia de Chile. Sostiene en cam- bio que el ideario tras los inicios de Independencia venia de la esco- lastica tardfa y en concreto de la teorfa de la soberanfa (y legitimi- dad) de Francisco Suarez. Es la tesis de Jaime Eyzaguirre en Ideario y ruta de la Emancipa- cién chilena, posiblemente inspirado en el autor espafiol Manuel Jiménez Fern4ndez. Mas tarde Carlos Stoetzer en: El pensamiento politico en la América Espaftola durante el periodo de la emancipa- cidn (15) Ja haria suya. Ahora bien, esta tesis tiene ciertamente base, muchos de los docu- mentos puiblicos y, en particular « oficiales » de los primeros meses 0 afios de la Independencia de Chile se fundan en las ideas politicas escolasticas en referencia (1!6). No asf los no oficiales que muestran desde un principio su inspiracién iluminista. Jaime Eyzaguirre sos- tiene lo contrario en relacién al Catecismo politico cristiano aparecido en 1810, Pero la verdad parece ser que si bien el Catecismo reconoce que de ser posible la reposicién del legitimo monarca, deberia recono- cerse como tal por parte de los americanos, no deja de agregar que en ese caso « ensefiados por la experiencia de todos los tiempos formaremos una Constitucién impenetrable (...) que asegure nuestra libertad, nuestra dignidad, nuestros derechos y prerrogativas como hombres y como ciudadanos » (117), palabras que dificilmente pueden haber sido tomadas de Sudrez u otro de los «santos y antiguos filésofos » (118) escolasticos. No pretendemos afirmar por otra parte, que las ideas escoldsticas no influyeran en los acontecimientos de 1810. Entregaron el concepto de soberanfa popular utilizado en los primeros documentos funda- mentales del proceso independentista chileno. De este modo permi- tfan solucionar el problema del vacio de poder que se habfa producido en el Imperio Espafiol en América y en Chile como consecuencia de Ja invasion napoléonica a Espafia. Muchos de los dirigentes del bando patriota las recogieron en los comienzos de la Independencia chilena de buena fé, pero otros como recurso para camuflar otra idea de (115) Publicado por el Instituto de Estudios Politicos, Madrid, 1966, (116) José Amor de la Patria: Catecismo Politico Cristiano, en CHICH, t. XVIII, p. 135. (117) Jaime Eyzaguirre : Ideario y ruta, Cap. V. (118) Tbid., p. 135. IDEAS FRANCESAS EN LA INDEPENDENCIA DE CHILD 207 soberanfa popular tomada de un contexto diferente, el de las Luces, que era dificil de aceptar abiertamente para la élite criolla patriota. Aceptaron y utilizaron las viejas y respetadas ideas escolésticas para justificar publicamente su conducta. En este sentido, la idea de sobe- ranja popular de Sudrez, aunque en lo esencial contradictoria con, y en todo caso parte de un sistema filos6fico muy diferente al de las Luces, actué como puente para dejar paso a éste. Mas todavia, un tercer grupo integrado por muchos de los nombrados en este trabajo, defendié desde un principio las ideas politicas iluministas. Entre estos personajes estaban los principales dirigentes de la Independen- cia de Chile. Por otra parte, el sector que segufa las tesis de soberanfa popular de Sudrez, a poco andar, se fué integrando con el sector proclive a las de las Luces. Los procesos mentales no suelen seguir directrices J6gicas implacables y desde un punto de vista sicologico ese salto es perfectamente comprensible. Tanto mas que las ideas nuevas repre- sentaban el signo de los tiempos, la ilusién, el optimismo, la espe- ranza para la humanidad, elementos que caracterizaron la cultura ilustrada del siglo XVIII occidental y ciertamente entusiasmaban a los jefes patriotas criollos que condujeron la Independencia de Chile.

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