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Los Géneros Literarios

Primera parte
Lengua Castellana y Literatura
IES Miguel Fernández

Lengua Castellana y Literatura Cristina Hernández González IES


Miguel Fernández

Los Géneros Literarios

Los textos no aparecen de


manera aislada, sino que se inscriben
en lo que denominamos género
literario, un espacio en el que la obra
se sitúa en relación con otras obras
por una serie de características más
o menos perceptibles. Pero los
géneros se ubican en el seno de
múltiples encrucijadas abiertas por el

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desarrollo teórico a lo largo del tiempo. Ya en la Poética de Aristóteles
encontramos la idea de que la literatura es susceptible de ser
descompuesta en unidades menores y en distintos niveles jerárquicos.
Esto sólo implica que un género literario constituye un sistema
articulado y atravesado por categorías históricas, estéticas,
ideológicas, antropológicas, y en constante tensión entre la necesidad
tipológica y el rechazo ante el establecimiento de fronteras al uso. Por
otra parte, como señala Claudio Guillén, los géneros literarios no son
fijos ni inmutables, sino que pueden variar o desaparecer con el paso
de los siglos. De la tríada tradicional (Épica, Lírica, Dramática) hemos
llegado a aproximaciones más atentas a la vida histórica de las
modalidades literarias y a sus transformaciones, a la negación de su
existencia (Croce), a la distinción entre género histórico y género
teórico (Todorov), a la inclusión de un todavía incómodo cuarto género
(el Didáctico) o a la cautela de opiniones que se inclinan por hablar de
modelos híbridos y no puros. Parece que, en cuanto a la cuestión de los
géneros, todo es posible. Pensemos en la teoría de los géneros de N.
Frye, según la cual cuatro categorías se asociarían metafóricamente
con las cuatro estaciones del año: romance-verano, tragedia-otoño,
comedia-primavera, sátira-invierno.
Pese a todas estas discusiones, parece que, al menos, podemos
distinguir tres orientaciones a la hora de intentar definir en qué
consiste un género literario: 1) la teoría clásica o clasicista, basada en
formas miméticas y cuyos orígenes han de buscarse en la teoría
platónico-aristotélica de la triple clasificación; 2) la teoría arquetípica,
fundamentada en categorías demasiado abstractas (géneros) frente a
fenómenos concretos (subgéneros); 3) la teoría taxonómica, interesada
en las múltiples manifestaciones literarias para distinguir ciertas
constantes (los géneros) no sometidas a un esquema excesivamente
rígido, dada la diversa naturaleza de los géneros y a su carácter
histórico.
Según Lázaro Carreter:

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 Los géneros tienen un origen conocido que puede ser
descubierto
 Los géneros surgen cuando prosiguen un modelo anterior ya
existente
 Los géneros tienen una estructura con rasgos diferenciados
 Estos rasgos pueden ser alterados o directamente suprimidos,
por lo que los géneros pueden verse renovados o extinguidos
 Las obras han de mostrar unos rasgos análogos para formar
parte de un género
 Los géneros tienen una vigencia más o menos corta, incluso
pueden llegar a desaparecer

Lo que debe quedarnos claro es que el sistema de los géneros


resulta ante todo un instrumento de ordenación, de organización de la
materia literaria, algo estrictamente virtual que dependerá siempre de
los contextos culturales e históricos. Por otra parte, no debemos
olvidarnos de que los géneros son una convención, es decir, son
creados y recreados por el sujeto social y, por tanto, no se caracterizan
por la atemporalidad o la inmutabilidad. Los géneros, en este sentido,
son dinámicos y no estáticos, podrán transformarse o surgirán otros
nuevos, se combinarán entre sí o quedarán obsoletos. Se trata, pues,
de categorías sumamente complejas que, por puro y simple
didactismo, estudiaremos como tres grandes géneros.

La lírica

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El término procede de lira, el
instrumento del que se servía el cantor para
subrayar rítmica y melódicamente las
palabras. Puede decirse, por tanto, que la
música y la poesía están hermanadas.
Como género, se caracteriza por su peculiar
forma de enunciación, lo que ha conducido
a interpretarlo como manifestación o
expresión de lo subjetivo, de lo personal, de
lo emotivo, de lo más privado. No obstante,
nunca debemos confundir entre autor, yo o
voz poética. Cuando nos encontremos ante el comentario –o la simple
y gratificante lectura- de un texto lírico, siempre hemos de referirnos a
la voz poética, la voz de ese discurso personalísimo, el sujeto de la
enunciación. Quizás esta particularidad de la lírica explique el hecho de
que, cuando aplicamos las funciones del lenguaje a la literatura, se le
atribuyan la función emotiva y la función poética (a veces, también
encontramos la apelativa). Como en ocasiones el lenguaje poético y el
lenguaje literario parecen resultar intercambiables, la lírica se
caracteriza por la ambigüedad, el extrañamiento, la plurisignificación,
la connotación, etc.
El poema, como forma concreta sobre la que se vuelcan los
rasgos del género lírico, está atravesado por una condensación de
significados múltiples cuya interpretación dependerá del acervo
cultural y de la peripecia del interpretador. No cabe duda de que en el
poema concurren símbolos, tópicos y temas más o menos universales
(el amor, la muerte, el tiempo, el sexo) que irán edificando y
codificando un discurso que, paradójicamente, también está sometido
por el devenir histórico. Asimismo, el poema puede ajustarse a las
leyes de la métrica y enriquecerse con la técnica de los distintos
recursos expresivos, embelleciendo y complicando aún más el discurso
de la voz poética.

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Subgéneros líricos

Canción Popular
En su sentido originario, la palabra canción servía para designar a
cualquier texto poético que pudiera ser cantado. Sus temas eran
principalmente amorosos y religiosos o sacros, aunque también
conocemos versiones satíricas. Con frecuencia se sirve del monólogo y,
alguna vez, del diálogo. El vocabulario y la sintaxis se caracterizan por
su sencillez, mientras que la métrica adquiere mayor variación, con
predominio del verso de arte menor. P. ej.: jarchas, villancicos,
cantigas de amigo. La influencia de la lírica provenzal hizo que el
término canción quedara desplazado por el de cantiga. Alrededor del
siglo XV, la canción estableció parentesco con otras formas como la
danza y la balada, de tal modo que llegó a albergar contenidos muy
diversos y dispares.

Canción Petrarquista
Descendiente de la cansó provenzal, alcanzó éxito de la mano de los
grandes Dante y Petrarca. A España llegará en el siglo XVI gracias a
Garcilaso y Boscán. Aborda prácticamente los mismos temas que la
canción popular, pero adoptando un tono más culto, subjetivista o
individualista. En cuanto a la métrica, puede oscilar entre cinco y diez
estancias (agrupación de seis versos heptasílabos y endecasílabos con
rima consonante), cerradas con una estrofa de “envío”. Experimentará
un renacer con poetas contemporáneos como Juan Ramón Jiménez o
Federico García Lorca.

Égloga
Sus orígenes hay que buscarlos en la poesía helenística (siglo III a.C.) y
en Teócrito. Con Virgilio y sus Bucólicas, la naturaleza se idealizará al
máximo, rozando una atmósfera casi utópica. La égloga presenta la

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vida del campo como situación edénica, como nostalgia de un paraíso
ya perdido, don de bellos pastores dialogan sobre sus asuntos
amorosos. Ej.: las tres Églogas de Garcilaso de la Vega.

Himno
En la antigua Grecia era una composición dedicada a ser cantada
coralmente, en honor de un dios o de un héroe. Debido a la fuerza del
cristianismo, en la edad Media experimentó un nuevo impulso (himno
litúrgico). Los poetas románticos lo recuperan pero le incorporan
sentimientos patrióticos, asuntos políticos y temas civiles. P. ej.: Himno
al Sol, de Espronceda.

Epigrama
Originalmente tenía un carácter votivo o funerario. En la poesía griega
se caracterizaba también por el tono reflexivo, exhortativo e incluso
amoroso. Después, en Roma, el epigrama adopta un carácter más
político, a veces irónico y otras, risueño. Será con nuestros poetas
barrocos (Góngora, Quevedo) cuando oscile entre lo funerario y la
alabanza, entre lo satírico y lo sorprendente.

Elegía
Anteriormente denominado plantum (> llanto), la elegía procedía de
ceremonias fúnebres y actos plañideros. Con el tiempo, adquiere un
tono más culto y trascendente, dejando espacio incluso a los
sentimientos de amor desdichado. La elegía pretende transmitir el
sentimiento de dolor contenido, a veces austero, pero cargado de un
extraño equilibrio entre tristeza y melancolía, dulzura y belleza. En
nuestra literatura abundan los ejemplos: el planto del Arcipreste de
Hita por la muerte de Trotaconventos, las Coplas de Jorge Manrique, o
el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de García Lorca.

Oda
Al poeta latino Horacio debemos el haber recogido y ampliado las odas
griegas, cuya vital influencia se notará en el Renacimiento. La oda se

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dedica a grandes personalidades, a paisajes hermosos, a la vida
contemplativa. Así, por ejemplo, podemos deleitarnos con las odas de
Garcilaso y Fray Luis de León. En el siglo XX aún perdura, aunque
optando por versos más breves y temas en apariencia insignificantes,
como la Oda al tomate de Pablo Neruda.

Madrigal
Composición de origen italiano, se hallaba muy ligada a la música y al
canto. En principio, el tema suele ser amoroso, de sentimientos
delicados, de gran éxito entre los cortesanos; en el siglo XVII empezó a
perder relevancia, pero en el XX vuelve a ser recobrado con temáticas
más libres. Ej.: el Madrigal de Gutierre de Cetina.

La Narrativa

Entendemos por género narrativo el


conjunto de textos caracterizados por la
existencia de un narrador que relata una historia
ficticia, una sucesión o secuencia de
acontecimientos conectados experimentados por
una serie de actores-personajes igualmente
ficticios. Tales sucesos y tales actores son
situados en un mundo posible. Al tratarse de la
narración de una subjetividad más o menos ajena,
presenta las funciones referencial y poética. En el
centro de esas secuencias ficcionales, se sitúa al menos un personaje
dotado de unas cualidades. Para que la narración exista, se suele
considerar que debe haber un proceso de transformación que
modifique las cualidades o la situación inicial de dicho personaje. Sobra
decir que el personaje-sujeto de la acción narrativa puede ser

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individual o colectivo, antropomórfico o no, inspirado en la realidad o
no.

Subgéneros narrativos

Poema Épico
Narración extensa en verso que aborda las hazañas de un héroe, unido
al destino de su pueblo. Aunque desde una perspectiva occidental la
hacemos originar de Grecia (la Ilíada y la Odisea de Homero), la épica
se remonta a un antiguo patrimonio de mitos y leyendas. Así, el Poema
de Gilgamesh mesopotámico, de aproximadamente el 2000 a.C., el
Ramayana y el Mahabbaratha de la India o las leyendas egipcias de El
Libro del Rey constituyen los auténticos antecedentes del poema
épico. Por otra parte, la épica latina recibe el influjo de la helenística,
como la Eneida de Virgilio. La Europa medieval, con su estructura
social feudal y su ideología sacralizante, hereda el discurso épico
adaptándolo a los tiempos. Así, las baladas son narraciones épicas que
mezclan elementos históricos y legendarios, mientras que las sagas,
generalmente anónimas, se destinan a cantar las hazañas de ciertas
familias nobiliarias. Las sagas, con su origen islandés, se extenderán
por la parte norte del continente: Cantar de los Nibelungos, Beowulf,
los Eddas. En el ámbito románico se imponen los cantares de gesta,
organizados en ciclos narrativos, como el ciclo grecorromano
(Alejandro, Tebas, Troya), el ciclo bretón (Arturo, Perceval, Lancelot) o
el ciclo carolingio (Carlomagno, Fierabrás, Roland), destacando
principalmente los cantares de gesta hispánicos (Cantar de Mío Cid) y
las chansons galas (Chanson de Roland).

Romance
Composición en verso, de rima asonante en los pares quedando libres
los impares, con frecuencia de verso octosílabo, el romance tiene
claramente un origen folklórico y estaba muy unido al canto y a la
música. El romance ha tenido una vida muy rica en la literatura

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española desde la Edad media. En los siglos XIV y XV se distingue ya
entre Romancero Tradicional o Viejo y Romancero Clásico o Nuevo.
Para Menéndez Pidal, su origen y formación ha de buscarse en los
mismos textos épicos, pro su estructura y su temática. Los romances
medievales suelen clasificarse por su temática en carolingios,
moriscos, fronterizos, mitológicos, bíblicos, amorosos, y por su
estructura en novelescos y por escenas. En el Siglo de Oro fueron
cultivados por poetas de gran altura como Lope deVega o Luis de
Góngora. En el siglo XX, y de la mano de los autores del Grupo poético
del 27, el romance cobra vital importancia, incorporándose a las
nuevas tendencias poéticas e intelectuales. Esta recuperación o
restauración del romance se debe a la estilización de lo popular y al
homenaje de la figura de Góngora, como se sabe. Lorca, por ejemplo,
utiliza el romance en su Romancero gitano para construir el mundo
mítico del gitano del Sacramonte, intentando que lo particular sea
universal. De manera similar hacen Alberti –con menor fortuna- y
Gerardo Diego.

Fábula
Composición breve, en prosa y en verso, cuyos protagonistas suelen
ser animales o seres inanimados, con un propósito moral o ideológico
(moraleja), explícito o implícito. Su origen en Occidente se encuentra
en Esopo y Fedro, cuya notable influencia llegará a la Edad Media, pero
no puede en absoluto obviarse la articulación con la tradición oriental,
tan rica de sabiduría. A veces constituyen exempla que se intercalan
en otros relatos. Ejs.: Disciplina clericales, Calila e Dimna, Libro de
Buen Amor. En el XVII se vuelve a cultivar en Francia (LaFontaine), así
como en el XVIII español (Samaniego, Iriarte).

Mito
El mito constituye un verdadero nudo articulador de las culturas,
codificaciones y explicaciones del mundo escritas en un tiempo
antiquísimo (in illo tempore), atravesado siempre por lo sagrado y la
impronta de las hierofanías. Ha pervivido en la literatura de mil

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maneras posibles y aún hoy conseguimos disfrutar con la lectura de los
mismos. Referido a héroes y dioses, el mito parece que puede ser
susceptible de descomponerse en una serie de elementos comunes,
los mitemas, cuya estructura se define por oposición y relación (Lévi-
Strauss). Así, por ejemplo, el relato alegórico del descenso a los
infiernos puede rastrearse en la cultura mesopotámica (El descenso de
Inanna a los infiernos), en la egipcia (Isis y Osiris), en la grecolatina (El
mito de Orfeo y Eurídice, El rapto de Perséfone) o en la japonesa
(Izanagi e Izanami).

Cuento
Conviene, en primera instancia, distinguir entre cuento popular y
cuento literario, dos formas básicas opuestas por su temática, su
desarrollo histórico, el modo de transmisión y la autoría. El cuento
popular es una forma narrativa ficcional y breve, de carácter anónimo
y transmitida oralmente. Esto ha dado lugar a diversas versiones de un
mismo relato, si bien a veces el producto resultante en poco recuerda
a la original (Caperucita Roja). Su procedencia se halla en el mito y la
leyenda y su presente se ubica en las distintas compilaciones
realizadas por diferentes autores en diferentes épocas: Perrault, los
hermanos Grima, Andersen, Afanasiev. S. Thompson los clasificó en
cuentos de hadas o maravillosos, reales, heroicos, cuentos etiológicos,
de animales, fábulas morales y chistes. El análisis narratológico de los
cuentos más conocido resulta, sin duda, la Morfología del cuento
(1928) de V. Propp. El cuento literario, por su parte, tiene sus raíces en
el cuento popular, pero carece de variantes, pertenece al mundo de la
autoría conocida y su transmisión es escrita. La escritura del cuento –
literario- constituye hoy mismo un arte que sólo unos pocos pueden
ostentar: Quiroga, Borges, Cortázar, Quim Monzó.

Microrrelato
El microrrelato o microcuento constituye una forma narrativa breve en
grado extremo. El cuento se adelgaza hasta llegar a su mínima
expresión, de tal modo que los rasgos quedan especialmente

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singularizados. Se trata de una modalidad ligada a los medios de
comunicación de masas y electrónicos, a la prosa visual y al epigrama.
Adquiere prestigio en el siglo XX con escritores como Monterroso, Italo
Calvino, Cortázar o Max Aub. Su tremenda brevedad exige al autor un
dominio absoluto de las técnicas narrativas, un reforzamiento de las
técnicas de alusión transtextual, un rico repertorio de recursos
estilísticos y un extremado final, casi sorprendente, a veces
rotundamente circular. El microrrelato más famoso hasta la fecha:
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” (A. Monterroso).

La Novela

La lejana raíz de la
novela se encuentra en la
riquísima literatura oriental
y en la tardo-helenística. De
las principales novelas
griegas que han
sobrevivido, fechables casi
todas ellas en el siglo II
d.C., Dafnis y Cloe de Longo es quizás la más conocida. La intriga de
este tipo de novelas, así como sus elementos, suelen seguir siempre el
mismo patrón fijo: un joven y una muchacha se enamoran; su amor se
ve dificultado por varias desgracias; los enamorados, separados, deben
afrontar peligros cada uno por su cuenta; logran vencerlos y
finalmente se casan. En la novela latina, por otra parte, destacan El
Satiricón de Petronio y El Asno de Oro de Apuleyo.
En la edad Media aparece, junto a la novela en prosa, la novela
en verso. Se inscriben en la ideología del amor cortés y de cultura
caballeresca. Ejs.: la Cárcel de amor de Diego de San Pedro, el Amadís
de Garci Rodríguez de Montalvo o el Lancelot de Chrétien de Troyes. La

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literatura italiana de los siglos XIII y XIV encadenará y enmarcará
cuentos en una estructura más extensa, como puede comprobarse en
el Decamerón de Boccaccio.
Durante el Renacimiento siguen vigentes los libros de caballería,
pero aparecen modalidades nuevas como la novela pastoril (Los siete
libros de Diana, de Jorge de Montemayor). Resurge la veta satírica y
paródica, como en Gargantúa y Pantagruel de Rabelais. Nace la mal
llamada novela picaresca con El Lazarillo de Tormes, con
continuaciones menos amables como El Buscón de Quevedo o El
Guzmán de Mateo Alemán. La notable influencia de la novela moderna
de Cervantes y de la picaresca se dejará sentir en la novela
dieciochesca: Los viajes de Gulliver, de Swift; Tristan Shandy, de
Sterne; Robinson Crusoe, de Defoe; Tom Jones, de Fielding,… y
capítulo aparte merecerían las novelas del Marqués de Sade. Esta línea
de lo que ha venido a llamarse “literatura del pobre” prosigue en la
novelística decimonónica, si bien se impone el espejo no tan
deformado de la burguesía decadente, con autores como Dickens,
Stendhal, alzac, Flaubert, Zola, Tolstoi, Clarín, Galdós, y un larguísimo
etcétera.
En el siglo XX, la novela protagoniza una importante renovación
técnica y expresiva: el monólogo interior, el flujo de conciencia, la
reconstrucción del orden lógico, la complicación del discurso narrativo,
la dilatación del espacio de la conciencia y del inconsciente, el
experimentalismo lingüístico, la mezcla y el collage expresivo. Sólo así
se comprende la existencia de joyas imprescindibles como las de
Marcel Proust, James Joyce, Virginia Woolf, Franz Kafka, Thoman Mann,
Italo Svevo, William Faulkner, por citar tan sólo algunos autores.

Características de la novela

Personajes
Construcción mental y concepto estructuralista, el personaje es
el sujeto humano o simbólico que se encuentra en el seno de la

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secuencias narrativas. Pueden ser estáticos, es decir, que no varían en
el transcurso del relato (el avaro, el soldado fanfarrón), o dinámicos,
sujetos a cambio, evolución y transformación. Los primeros suelen ser
llamados también personajes tipo. Se clasifican igualmente en
principales y secundarios, dependiendo de la situación que ostenten en
el relato, y en individuales y colectivos. Los opositores o antagonistas
son aquellos personajes que determinan el conflicto fundamental de la
historia y provocan los obstáculos para el protagonista o personaje
central; constituyen la maquinaria de la acción.
El personaje, además, puede presentarse en la novela de
múltiples formas: 1) por sí mismo (en primera persona); 2) por otro
personaje; 3) por un narrador extradiegético, (en tercera persona,
desde fuera de la acción); 4) presentación mixta, combinando las
distintas presentaciones para ofrecer un retrato más completo.
Según Greimas, el protagonista es el sujeto de la acción,
provocada por un deseo, una necesidad o un temor; el antagonista se
encarga de obstaculizar; el objeto (también sujeto) es la fuerza de
atracción, deseo o temor; el destinador es el agente influye en el
objeto, una especie de árbitro que puede inclinar la balanza hacia un
personaje u otro; el adyuvante es el que se encuentra al servicio del
protagonista o del antagonista; y el destinatario es el beneficiario de la
acción, que puede coincidir con el mismo protagonista, con el objeto o
con el destinador, según el relato.
Narrador
Cuando hablamos de narrador, no debemos confundirlo con el
autor, ya que aquél es la entidad responsable de la narración de la
historia. Existen muchas clasificaciones de narradores y, para ello, ha
de tenerse en cuenta lo que en narratología se denomina perspectiva y
foco.

 Perspectiva “por detrás”: el narrador lo sabe todo acerca de los


personajes; como un demiurgo, ve los hilos que mueven a la

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marioneta, lee en el corazón de sus criaturas, sabe sus secretos
más íntimos, incluso lo que los propios personajes no saben de sí
mismos o no se atreven a saber. Ej.: la novela realista del XIX.
 Perspectiva “con”: el narrador sabe lo mismo que los personajes;
es frecuente la narración en primera persona, en la que el yo
narrador es un personaje como los demás; pero también puede
adoptar la tercera persona, de tal modo que el narrador sólo
conoce los sucesos desde el punto de vista de un personaje; en
la novela, el punto de vista “con” puede centrarse en un único
personaje o puede variar de uno a otro, produciéndose la
plurivocidad y la perspectiva múltiple.
 Perspectiva “desde fuera”: el narrador sabe menos que los
personajes, sólo se limita a describir lo que ve, a ser un mero
testigo de los hechos; se trata de la perspectiva naturalista del
XIX, pero también la de la novela behaviorista del siglo XX, el de
la objetividad total.

 Focalización cero: nunca se toma el punto de vista de los


personajes, como en la épica clásica.
 Focalización interna: punto de vista de los personajes; es fija
cuando se centra en un personaje; variable, cuando alterna
personajes distintos, y múltiple, cuando los mismos hechos son
narrados por diferentes personajes.
 Focalización externa: los personajes actúan ante el narrador sin
que éste sepa sus sentimientos o pensamientos.
La focalización, además, puede ser progresiva, empezar en el foco
cero, luego acudir al foco interno, más tarde combinarse con la
externa, etc.

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La historia
Se entiende por historia la concatenación de acciones, con un
orden más o menos causal y temporal, realizadas por los personajes en
un tiempo y un espacio determinados. El espacio puede ser único o
diverso, inspirado en la realidad o fantástico y es el que suele ocupar el
grueso de las descripciones y digresiones del narrador. En cuanto al
tiempo, solemos hablar de una estructura fija: planteamiento, nudo o
conflicto y desenlace. Sin embargo, la manera en que éstos son
articulados en el texto narrativo puede variar. Esto nos lleva a
distinguir entre prolepsis (adelanta acontecimientos futuros) y
analepsis (movimiento de retrospección, especie de flashback). Estos
movimientos permiten que la narración pueda comenzar en el mismo
nudo, regresar al inicio y culminar en el desenlace (in media res), o
comenzar en el desenlace y volver hacia atrás (in extremis res).
Tipos de discurso
En la novela o en cualquier texto narrativo podemos encontrar
distintos tipos de discurso: 1) referencial: para narrar objetivamente
los hechos; 2) descriptivo: para las pausas descriptivas
pormenorizadas; 3) poético: en consonancia con el referencial y el
descriptivo; 4) monólogo interior: para expresar la subjetividad de los
personajes; 5) valorativo: para realizar alabanzas, críticas, juicios de
valor; 6) universal: expresión de una generalización a partir de un
incidente determinado; 7) discurso directo o dramático: los personajes
dialogan en estilo directo, reproduciéndose literalmente las emisiones;
8) discurso indirecto: el narrador reproduce lo dicho por los personajes
mediante verbum dicendi; 9) discurso indirecto libre: el narrador
transcribe las palabras y los pensamientos de los personajes
incorporando sus formas expresivas.

BIBLIOGRAFÍA

16
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VVAA, Teoría literaria y enseñanza de la literatura, Ed. Ariel, Madrid,


2004.

ILUSTRACIONES

GEORGE BARBIER (1882-1932)

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