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O EN RESPETO
Podríamos pensar que faltar al respeto es
simplemente tener malos modales. Claro, hablar
con la boca llena, presentarnos sucios a la escuela
o el trabajo, o empujar a los otros para pasar son
conductas irrespetuosas. Sin embargo, significan
poco en comparación con las verdaderas faltas de
respeto: tocar a alguien sin su consentimiento;
burlarnos de una religión, de un trabajo o una
forma de vida diferente a la nuestra, querer
utilizar a los demás como medios para nuestros
planes, abusar de quienes están en desventaja (los
ancianos, las personas enfermas, los niños, los
animales).
 
 
 
 
 
 
Debes evitarlo siempre. A veces la
mejor forma es seguir las reglas. Pero
pensar siempre “debo hacer esto”, “no
debo hacer lo otro” es solo el primer
paso. El gran progreso en la búsqueda
del respeto no está en la inteligencia,
sino en el corazón: el amor a los demás
sirve de guía e inspiración para
cuidarlos y honrarlos por formar parte
de la vida.
 
 
 
 
 
 
UN BUEY LLAMADO
 
HERMOSO
En Takkasila, hace muchos siglos, nació un tierno becerro.
Fue adquirido por Amir, un hombre rico, que lo llamó Hermoso.
Lo atendía adecuadamente y lo alimentaba con lo mejor.
Cuando Hermoso se convirtió en un buey grande y potente, pensaba con
gratitud: “Mi amo me dio todo. Me gustaría agradecer su ayuda”. Un día le
propuso:
—Mi señor. Busque a algún ganadero orgulloso de sus animales. Dígale que
puedo tirar de cien carros cargados al máximo.
Amir aceptó y visitó a un mercader.
—Mis bueyes son los más fuertes —comentó éste.
—No. El mío puede tirar de cien carros cargados —respondió Amir.
Apostaron mil monedas de oro y fijaron un día para la prueba.
El mercader amarró cien carros llenos de arena para volverlos más
pesados. Cuando comenzó la prueba, Amir se subió al primero.
 No resistió el deseo de darse importancia ante quienes lo veían. Hizo sonar
su látigo y le gritó a Hermoso:
—Avanza, animal tonto.
Hermoso pensó: “Nunca he hecho nada malo y mi amo me insulta”.
Permaneció fijo en el lugar y se resistió a tirar.
El mercader rió y pidió el pago de las monedas.
Cuando volvieron a casa Hermoso le preguntó a Amir:
—¿Por qué estás tan triste?
—Perdí mucho dinero por ti.
—Me diste con el látigo. Me llamaste tonto. Dime, en toda mi vida rompí
algo?, ó te causé algún perjuicio? —preguntó Hermoso.
—No —respondió el amo.
—Entonces ¿por qué me ofendiste? La culpa no es mía, sino tuya… Pero
como me da pena verte así, acude con el mercader y apuesta de nuevo: que
sean dos mil monedas. Eso sí: usa conmigo sólo las palabras que merezco.
El mercader aceptó pensando que volvería a ganar.
Todo estuvo listo para la nueva prueba. Cuando Hermoso tenía que tirar de
los carros, Amir le tocó la cabeza con una flor de loto y le pidió:
—Hermoso, podrías hacerme el favor de jalar estos cien carros?
Hermoso obedeció de inmediato y con gran facilidad los desplazó.
Incrédulo, el mercader pagó las dos mil monedas de oro. Quienes
presenciaron la sorprendente muestra de su fuerza llenaron al buey de
mimos y obsequios. Pero más que el dinero, Amir apreció la lección de
humildad y respeto que había recibido.
VIVIENDO EL VALOR
 El valor del respeto se ejerce cuando mostramos
aprecio y cuidado por el valor de algo o de alguien.
Puede estar dirigido hacia los derechos y la dignidad
de las demás personas, hacia los de nosotros
mismos y también hacia el entorno natural,
incluyendo las plantas y los animales que lo
integran. Nos ayuda a conservar intacto aquello que
mas apreciamos en la vida; nos ensena a reconocer
aquello que más aprecian los demás. Puede vivirse
en forma colectiva —entre un país y otro— o
individual —entre dos personas—.
 
 
 
UN C ÓDIGO UNIVERSAL
Una idea muy popular afirma que, al solicitar algo,
importa tanto lo que pedimos, como la forma en
que lo hacemos. Llamamos “cortesía” a la manera
atenta en que se solicita un servicio o un objeto;
es un elemento que transforma cada detalle de la
vida. Mira la diferencia que hay entre “Quítate de
aquí” y “podrías dejarme pasar por favor?”. Cual
de las dos formas te gustaría mas que emplearan
contigo? Lo que resulta claro es que para esperar
un trato correcto, tú debes darlo a los demás.

 
Pero la cortesía es solo la superficie de una
actitud más profunda… Respetar a los otros
consiste en reconocer su importancia como
personas que habitan el mundo y comparten
la vida contigo, en saber que cada una de
ellas es tu prójimo, tu semejante. La lista
incluye a los miembros de tu familia, a tus
maestros y amigos, a tus vecinos, pero
también a cualquier persona que pasa por la
calle, aunque no la conozcas. Todos ellos, sin
importar los detalles (menos aun si son
hombres o mujeres) son tus iguales.

 
PARA LA VIDA DIARIA
 
Sigue las reglas que se siguen en tu
grupo o tu comunidad, como guardar
silencio en determinadas circunstancias
o respetar las áreas y servicios creados
para las personas discapacitadas.
No aceptes ninguna actitud
ofensiva o humillante: nadie debe
hablarte a gritos o con groserías.
Más aun: nadie debe quitarte tus
planes y las buenas ideas que
guían tu vida (la vocación por una
carrera o el interés por un
deporte).
Las leyes están hechas para
respetarse. Hazlo siempre y
recomiéndalo a tu entorno.
Aprende a ser amable y afectuoso
con tu entorno: no arrojes basura
en la calle, ten consideración de
los mayores, de las plantas, de las
mascotas. Construye poco a poco
el mundo donde quieres vivir.
POR EL CAMINO DEL
RESPETO
Las dificultades hacen que muchas personas pasen por
encima de las reglas —y hasta de las demás personas—
para conseguir sus fines. Aunque los obtengan, esta forma
ha de evitarse: están haciendo del mundo un lugar de
violencia y sufrimiento.

Puede creerse que el respeto o la falta de respeto que se


presentan en el hogar no tienen mayor impacto. Sin
embargo, todo comienza allí: si respetamos en la casa,
estamos generando respeto en el mundo. No aceptes ni un
detalle de violencia en tu hogar.

A veces pensamos que las personas rudas y agresivas en su


trato son fuertes. La verdad es todo lo contrario: actúan así
porque son débiles y tienen miedo.
ORACION POR LOS
DERECHOS HUMANOS
 
Padre de todos, te damos gracias
porque todos los hombres, mujeres y niños
nacemos libres e iguales en dignidad y derechos.
Ayúdanos a vivir en tu presencia
como hermanos y hermanas.
Señor Jesús,
llegaste entre nosotros como uno más
y no te aceptamos.
Todavía hoy, en muchos países,
a multitud de nuestros hermanos y hermanas
se le niegan sus derechos humanos.
Tú sigues siendo crucificado en ellos.
Perdónanos y sálvanos.
Espíritu Santo,
luz de nuestros corazones,
ven y enséñanos la sabiduría
que nace de nuestra dignidad de hijos e hijas de Dios.
Danos poder para crear
un mundo donde quepamos todos.
Señor, ya que nacemos seres libres,
deja que permanezcamos libres
hasta que retornemos a Ti. Amén.
Este 31 de julio se realizará el sorteo
del concurso conociendo a
Virtu@lmente, recuerda enviar el
código de la tarjeta que te fue
obsequiada. Participa y gana
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