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Este documento describe la transición del poder de los caudillos y caciques regionales al gobierno central de México entre las décadas de 1920 y 1960. Explica que inicialmente todos los estados estaban gobernados por caudillos locales con ejércitos privados o caciques que dominaban la política regional. Sin embargo, con el tiempo el gobierno central asumió más control a través de la profesionalización del ejército y el establecimiento del Partido Nacional Revolucionario, reduciendo la influencia de los caudillos. Aunque algunos caciques mantuvieron el poder
Este documento describe la transición del poder de los caudillos y caciques regionales al gobierno central de México entre las décadas de 1920 y 1960. Explica que inicialmente todos los estados estaban gobernados por caudillos locales con ejércitos privados o caciques que dominaban la política regional. Sin embargo, con el tiempo el gobierno central asumió más control a través de la profesionalización del ejército y el establecimiento del Partido Nacional Revolucionario, reduciendo la influencia de los caudillos. Aunque algunos caciques mantuvieron el poder
Este documento describe la transición del poder de los caudillos y caciques regionales al gobierno central de México entre las décadas de 1920 y 1960. Explica que inicialmente todos los estados estaban gobernados por caudillos locales con ejércitos privados o caciques que dominaban la política regional. Sin embargo, con el tiempo el gobierno central asumió más control a través de la profesionalización del ejército y el establecimiento del Partido Nacional Revolucionario, reduciendo la influencia de los caudillos. Aunque algunos caciques mantuvieron el poder
Una geografa de la poltica en Mxico durante la dcada de los veintes habra incluido a todos los estados de la Repblica entre aqullos gobernados por caudillos y caciques regionales. Los caudillos, con sus huestes armadas, ms o menos obedientes y leales al jefe revolucionario, y los caciques de los pueblos y regiones, suprstites de la colonia y la poca prehispnica, que en persona eran los mismos del porfirismo, o haban sido sustituidos en las mismas funciones por los nuevos hombres de la revolucin, dominaban todo el panorama nacional. Incluso a principios de los treintas el podero del caciquismo era todava enorme: Rodrguez Triana en Coahuila; Rodrigo M. Quevedo en Chihuahua; Carlos Real en Durango; Melchor Ortega en Guanajuato; Saturnino Osornio en Quertaro; Rodolfo Elas Calles en Sonora; Toms Garrido en Tabasco; Galvn, Aguilar y Tejeda en Veracruz; Matas Romero en Zacatecas. A lo largo de estos treinta aos, el caudillismo y el caciquismo regionales van desapareciendo o, por lo menos, perdiendo influencia decisiva en la poltica de los estados y en la nacional. Algunos suprstites como Gonzalo N. Santos -en San Luis- vieron recientemente cmo se extingua su podero absoluto a raz de fuertes presiones que ocurrieron dentro y fuera del partido del gobierno, y que alcanzaron a convertirse en verdaderos motines populares. Otros, como Leobardo Reynoso de Zacatecas, un ao despus de los acontecimientos de San Luis, en 1959, se vieron expuestos a presiones polticas muy semejantes. Hoy ministro de Mxico en Guatemala, Reynoso pierde paulatinamente su antiguo poder. En 1966 es quizs uno de los ltimos sobrevivientes del viejo cacicazgo estatal. Se cuentan, es cierto, cuatro estados donde son hombres fuertes cuatro ex- presidentes de Mxico o sus familias -Michoacn, Puebla, Veracruz, Baja Califomia- y dos, como Nayarit e Hidalgo, donde se puede encontrar el tipo de- relaciones personales que caracterizan al cacicazgo. Se trata sin embargo, de supervivencias parciales, resquebrajadas, muy lejanas de ese dominio total, propio de los verdaderos cacicazgos del pasado, en que todo dependa del, cacique: la riqueza, los puestos, el honor de las familias, el futuro poltico. Estos restos de lo que fue el gran cacique -superior a los gobernadores, e incluso a los presidentes en turno-, dueo y seor de todo un territorio y el destino de sus habitantes, es cosa del pasado. E incluso las ltimas plazas fuertes de los ex-presidentes, sus lugares de origen, donde conservan ese ascendiente personal, propio del jefe poltico, o del antiguo caudillo, estn siendo destruidas en los ltimos tiempos. En la lucha electoral y el gobierno de los estados,- cada vez ms, entran personas que no son parientes, allegados o compadres de los ex-presidentes. La influencia del cacique subsiste sin embargo en los gobiernos locales y las pequeas comunidades de las zonas ms atrasadas del pas, pero antes que contar en las decisiones de la poltica estatal o nacional cuenta en las concesiones de los gobiernos estatales y federal, y sobre todo; se hace sentir directamente sobre las propias comunidades. E incluso en stas el proceso de disolucin del cacicazgo es visible, y son frecuentes los actos de rebelda de los antiguos vasallos. El proceso de control del caudillismo y de los caciques regionales se inicia en la presidencia de Obregn y se acenta en la de Calles, mediante la profesionalizacin del ejrcito, que busca implantar normas nacionales de obediencia, sustituyendo a las personales. Este proceso exige una energa y una violencia que deriva a menudo en hechos sangrientos. El general Amaro fue el encargado de controlar a los jefes militares que quedaron con sus facciones de adictos despus de la contienda. El Partido Nacional Revolucionario cumple una funcin semejante. Integra y controla a los "partidos" regionales y personales de los caudillos de la revolucin. En efecto, el caudillo, aqu como en otras partes de Hispanoamrica, cuando busca obtener posiciones electorales cumple con los rituales y los smbolos del derecho y funda "partidos. Todava en 1929 se registraron 51 partidos polticos y al llegar las elecciones del 29 tomaron parte 61 partidos. Para 1933 se registraron cuatro partidos y estaban en trmite 49 solicitudes. La historia del partido del gobierno es, durante todos estos aos, una historia de control de los caudillos y caciques. Y sa es una de sus funciones principales. En general puede decirse que todos los procesos de concentracin del poder presidencial tienen en su origen, como una de sus funciones, el control de los caciques -de sus partidos, de sus secuaces, de sus presidentes municipales-, fenmeno que no implica sino indirectamente la desaparicin de los caciques. En efecto, si el gobierno central controla el caudillismo, al mismo tiempo establece con los caudillos una especie de "contrato poltico" de la ms diversa ndole; si les quita el mando de fuerza les otorga otros poderes, honores o prestaciones. De entre los caudillos surgen as polticos de pro que trabajan al lado del presidente, o surgen empresarios, o nace un tipo de caciques-revolucionarios con los que se mantiene durante un largo periodo, el mismo tipo de relaciones personales -y de controles que aplicaba Porfirio Daz a sus caciques, y que halla antecedentes en la poca colonial y prehispnica. A su vez el cacique-revolucionario, anticlerical, agrarista mantiene formas de gobierno y relaciones personales de mando, iguales a las de sus- predecesores. Pero al hacer la reforma agraria y colaborar en el desarrollo del pas, l mismo se transforma. De caudillo y agrarista pasa a ser dueo de ranchos y propiedades, y hasta de fbricas y comercios. Sigue siendo cacique, llamndose revolucionario, y ya pertenece a lo que podra llamarse la alta burguesa rural. Esta transformacin del cacique es paralela al debilitamiento del cacicazgo. En efecto, las plazas fuertes de los caudillos y caciques son sometidas por el poder presidencial; pero su verdadera destruccin depende sobre todo del desarrollo del pas: la expansin de los caminos, la economa de mercado, la industria el capital acaban con ese dominio total y cerrado que el cacique ejerce en su territorio. La gente puede salir, comprar en otra parte, vender su fuerza de trabajo a otros patronos. Los caminos, los -comercios, las fbricas, la creciente burguesa urbana y rural, destruyen el poder del cacique. Tan es as que no resulta extrao en el proceso de desarrollo nacional ver cmo hay caciques que se oponen a la construccin de caminos y a la instalacin de fbricas, y que mueven sus influencias y ejercen hasta la violencia para que no se construyan, ni los unos ni las otras. Pero ya sea que el cacique se oponga al desarrollo, ya que l mismo lo promueva, el desarrollo acaba destruyendo el poder personal. Los caciques y jefes polticos quedan limitados hoy -como ya dijimos- a los gobiernos locales y a -las corrientes polticas nacionales, vinculadas a su vez con otras fuerzas ms operantes, como las finanzas, la banca, el comercio y la industria, que se interpenetran con aquellas en la poltica nacional en una etapa de transicin de los antiguos a los nuevos grupos de presin, y de los sistemas de agrupacin personal a las formas caractersticas de los grupos de inters en la sociedad contempornea. Esto no quiere decir que las relaciones personales, caractersticas de la poltica dominada por los caciques, no sigan existiendo en forma notable en el panorama mexicano. El mejor modo todava de descubrir la afiliacin poltica de un individuo, en la intimidad de los eventos polticos, consiste ms que en buscar el partido a que pertenece o la ideologa que sustenta, en hallar su parentesco, lugar de origen o cercana con un jefe hblase as todava de cardenistas, avilacamachistas alemanistas ruizcortinistas y quizs un poco menos d lopezmatestas. El caciquismo, desaparecido como sistema nacional de gobierno, deja una cultura de las relaciones personales, del parentesco y los compadrazgos, que sobrevive en una estructura distinta y se mezcla, como estilo, cortesa o forma de conocimiento poltico, con las nuevas costumbres y agrupaciones en un Mxico moderno.