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DEL
CALENDARIO
DE “LES TRES
RICHES HEURES”
DEL DUQUE DE
BERRY
Recopilac
ción, tradu
ucción, prreparación
n y montajje: Cesar Ojeda
Derechos regis
strados
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Creative Common
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ObraDeriv
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Créditos y agradec
cimientos:
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http://www
w.christusrex..org/www2/berry/hours.html
INTRODUCCIÓN
Las “Très Riches Heures du duc de Berry” se presenta bajo la forma de un manuscrito de 206
páginas, de 29 X 21 centímetros. Tiene 66 grandes miniaturas a página completa y 65 más
pequeñas. Se encuentra actualmente en el Musée Condé en Chantilly (Francia).
Realizado entre 1410 y 1489 por los hermanos Limbourg y otros artistas bajo el auspicio y
patrocinio del duque Jean de Berry, el libro de horas “Las Très Riches Heures” del que forma
parte el calendario que vamos a estudiar, refleja un mundo rural donde la riqueza descansa en
la propiedad de la tierra, una sociedad dominada por los propietarios que detentan el poder
económico y político. La importancia de un señor esta medida por el número de sus vasallos,
la extensión de sus tierras, el tamaño y el número de sus castillos.
El calendario celebra en sus miniaturas la importancia del gran señor que es el duque Jean de
Berry, representando en las escenas sus castillos, sus vasallos, sus tierras y las diferentes
categorías de campesinos que trabajan para aumentar sus ingresos. (en 1416 a su muerte
posee el condado de Poitiers, el ducado de Berry y de Auvergne, el condado de Etampes y de
Boulonge, un enorme conjunto territorial de más de 450.000 Km2, 1/8 del Reino de Francia
adquirido poco a poco en el transcurso del tiempo.
Es también una obra a la gloria de la paz que propone una imagen de buen gobierno y refleja
una idea nueva de la monarquía, la de una realeza nacional y territorial en un reino indivisible.
Las Très Riches Heures fue realizado durante la guerra de los Cien Años contra los ingleses.
En plena guerra civil entre los franceses (Argamagnac dirigidos por Jean de Berry y los
Bourguignos comandados por su sobrino Juan sin Miedo).
Los castillos con sus líneas verticales, sus altas torres coronadas con tejados cónicos donde
ondean las banderas coloristas son como castillos de cuentos de hadas. La obra de los
hermanos Limbourg celebra los Jean de Berry, incansable constructor, a querido incluir en el
paisaje transformando o construyendo todos estos castillos y resaltando la presencia
protectora y complaciente del príncipe, el rey y de su justicia.
El calendario muestra los placeres que las distintas estaciones del año ofrecen a los príncipes,
si la paz se concreta. Habla de una época donde los aldeanos pueden ir tranquilamente a sus
trabajos y tener tiempo para descansar junto a la chimenea o al borde del agua, bajo la
protección de poderosos castillos y príncipes.
Pero esta fe en un ideal de paz para el cual Jean de Berry trabaja hasta el final de su vida y
que los artistas glorifican en las “Très Riches Heures” queda estancado en el barro de la
batalla de Abincourt el 25 de octubre de 1415. En la cual se enfrentan los ejércitos del inglés
Enrique V y las tropas leales a Carlos VI y en la que el primero apoyado por el duque de
Borgoña reclama la corona de Francia, y logra conquistar Normandía (1417-1419).
La realidad histórica nos presenta un panorama muy distinto, la ejecución del manuscrito se
llevo a cabo durante casi la totalidad del siglo XV en una época muy agitada social y
políticamente, en el momento en que los hermanos Limbourg comienzan el manuscrito
Francia no ha salido de la guerra de los Cien Años y las guerras civiles hacen furor en
Francia. La anarquía crónica y los caprichos de la naturaleza contribuyen asolando el
territorio, arruinando la agricultura y ocasionando hambre y peste diezmando a un tercio de la
población del reino. Hay que tener en cuenta que a partir de la gran peste negra que asola
Francia a partir del invierno de 1347 la epidemia forma parte de la vida cotidiana del hombre
de la Edad Media y hasta finales del siglo XV se desarrollan una quincena de nuevas
epidemias.
La economía rural y las estructuras industriales que ya en épocas normales eran muy frágiles
se ven afectadas por la situación social y política, desde 1346 son muchas las hambrunas que
padece la población, a principios del siglo XV muchas tierras son abandonadas retornando a
sus condiciones salvajes. Por otra parte las compañías de mercenarios contratadas por los
nobles entre batalla y batalla viven sobre el terreno, asolando y robando en ciudades y
pueblos.
Las “Muy Ricas Horas del Duque de Berry” representa al libro de horas, tal como era en la
más pura tradición medieval. Se trataba de una colección de textos para cada hora litúrgica de
la jornada, de ahí el nombre de esta obra, que incluía igualmente textos y escritos
suplementarios. Calendarios, plegarias, salmos y misas eran frecuentemente incluidos en los
libros de horas.
Las Muy Ricas Horas es una pieza absolutamente única y maravillosa, arquetipo verdadero
del arte gótico. Es una de las primeras veces en la historia artística, que el calendario sirve de
base a una ornamentación y a un refinamiento tan detallista. Las miniaturas son notables en
su disposición de la iluminación, lo que hace pensar, dado el estilo, que uno de los autores de
estas iluminaciones había visitado Italia, dándole un lugar importante a las pinturas
descriptivas de los paisajes del Norte.
Las doce iluminaciones que conciernen al calendario de la obra fueron pintadas entre 1412 y
1416 (salvo quizás la de Noviembre, que lo fue en fecha muy posterior probablemente por
Jean Colombe), y constituyen indiscutiblemente una obra de arte de la cultura francesa de la
Edad Media. En términos de importantica cultural o histórica, se podría sin duda comparar las
“Muy Ricas Horas” a la obra de arte de Leonardo Da Vinci, La Gioconda, representando así un
trabajo de iluminación de todo punto excepcional.
Los libros de horas eran libros de oración utilizados por los laicos para sus devociones
privadas, contenían las plegarias y las meditaciones adaptadas a los diversos momentos de la
jornada, y también al día de la semana, al mes y a la estación del año. Estos libros llegaron a
ser extremadamente populares en el siglo XV, hasta el punto fueron los libros más iluminados
en todas las categorías de obras medievales. A partir del siglo XV, versiones impresas por
prensas de madera, hacen también su aparición. El mas celebre de estos libros de horas es
sin duda el de las “Muy ricas horas del duque de Berry” (Museo Condé, Chantilly).
La obra fue iluminada por tres hermanos, los hermanos LImbourg, Paul, Hemann y Jean. Eran
originarios de la ciudad de Nijmegen, que se encuentra hoy en Les Flandres, pero muy
probablemente eran alemanes. Se sabe muy poco al respecto de estos artistas
excepcionales. Habrían nacido entre 1370 y 1380 en una familia de artistas, el padre era
escultor de madera y su tío, Hean Malouel, un artesano al servicio de la reina de Francia y del
Duque de Borgoña.
En febrero de de 1416 mueren los tres hermanos Limbourg, solo con treinta años,
probablemente victimas de epidemias de la época, puesto que la peste hacia de las suyas en
aquellas partes del mundo. Los Limbourg han iluminado dos manuscritos para la célebre
biblioteca de Jean de Berry: Las Bellas Horas (Museo Metropolitano de New York c. 1408) y
las Muy Ricas Horas (Musée Condé, Chantilly), que fue comenzado en los alrededores de
1413 y queda inacabado a su muerte. Esta obra fue completada y acabada por el francés
Jean Colombe (1440-93?), alrededor de setenta años mas tarde.
Jean de Berry era uno de los miembros más importantes de la nobleza en la Francia del siglo
XV. Sus hermanos eran Carlos V, El Duque de Anjou y el Duque de Borgoña, y sus sobrinos
Carlos VI y el Duque de Orleans. Por su posición política está implicado en los asuntos reales
y en cuanto que era cercano de la nobleza de Armagnac, sus posesiones borgoñesas fueron
muchas veces objeto de ataques de las muchedumbres de Borgoña. Por ejemplo el ataque a
su castillo de Bicêtre en 1411, quemado en su integridad y que provoco la destrucción de
numerosas obras de los hermanos Limbourg. En 1416 muere con el corazón roto por la
derrota de la nobleza y de la monarquía francesa en la batalla de Azincourt el año anterior.
Era probablemente el mejor conocedor de las Artes Visuales del periodo medieval, con una
particular predilección por las joyas, los castillos, la artesanía y los animales exóticos. Entre su
magnífica colección de castillos, citemos por ejemplo sus posesiones de Sumur y de Bicêtre,
sus rubís de 240 quilates, su cría de avestruces y de camellos, y por supuesto su magnífica
colección de libros. Se encontraban en su biblioteca mapamundis, tratados de astronomía, así
como numerosos libros religiosos: 14 biblias, 16 colecciones de salmos, 18 breviarios, 6
misales y no menos de 15 libros de horas y también como no, el de sus “Muy Ricas Horas”.
Los hermanos Lýmbourg han utilizado una impresionante gama de colores, obtenidos a partir
de minerales, plantas o derivados químicos, mezclados con goma arabia o tragacanto con el
fin de obtener un ligante para la pintura. Entre los colores inhabituales para la época, citemos
el verde de llama, obtenido a partir de flores machacadas y el azul, llamado azul de ultramar,
obtenido de piedras preciosas venidas del Medio Oriente, Lapislázuli, triturado y machacado
para conseguir esos azules tan resplandecientes, (lo que hace reflexionar sobre el precio de la
obra, incluso en aquella época).
La atención a los detalles, parece ser una de las cualidades de los hermanos Limbourg, y eran
conseguidos con la ayuda de brochas y pinceles verdaderamente finos, pero también gracias
a un trabajo realizado ayudándose de grandes lupas. Las adiciones artísticas llevadas a cabo
a finales del siglo XV por el artista Jean Colombe, fueron efectuadas con menos finura que el
grueso de la obra. Así, el calendario forma parte del trabajo de los hermanos Lymbourg, a
excepción podría ser del mes de noviembre donde se puede reconocer la mano del artista
Colombe.
¿Qué es un libro de horas?
En el Occidente Medieval, el laico no tiene la misma percepción del tiempo que nosotros
actualmente. En el siglo XV la sociedad francesa sigue siendo muy rural y pese al desarrollo
de las urbanizaciones y la aparición de la burguesía mercantil, las actividades humanas están
estructuradas por los siclos de las estaciones y las fiestas religiosas.
Para la inmensa mayoría de la población (en general analfabeta) este calendario de la vida
rustica está inscrito en la piedra de los portales de las catedrales (Amiens, Chartres, Paris,
Reims, Saint- Denis o Senlis). Los aristócratas y los ricos burgueses tienen en sus casas el
instrumento indispensable para el ejercicio de la oración privada: El libro de horas.
Un libro de horas es un libro litúrgico para uso de los ricos laicos. Es en el siglo XIV que toma
este nombre porque sus lectores debían abrirlo siete veces por día en las horas canonícas.
Comienza la mayoría de las veces con un calendario donde cada mes ocupa una página
ilustrada por una escena evocando una ocupación humana característica del mes. Y donde
está anotado igualmente el ciclo lunar, los solsticios y los equinoccios. Viene a continuación
las plegarias celebrando los grandes acontecimientos de la vida de Cristo, la Virgen, los
santos y las fiestas religiosas.
Los manuscritos más elaborados pueden contener igualmente las Horas de la Cruz que
incitan a meditar sobre las etapas de la Pasión de Cristo, las Horas del Santo Espíritu para
conmemorar Pentecostés y el Bautismo de Cristo. A estos oficios se añaden habitualmente
extractos de los Evangelios, el oficio de los muertos, algunas oraciones y los votos a los
santos.
Las “Très riches Heures” mantiene el orden habitual de un libro de horas: Calendario/Extracto
de los Evangelios/Las oraciones a la Virgen/Las horas de la Virgen/Los Salmos de
penitencia/La gran letanía/Las horas de la Cruz/Las horas del Santo Espíritu/El oficio de los
muertos/El oficio de la semana/Las horas de la Pasión y las Fiestas del año litúrgico.
Entre 1350 y 1500 este tipo de obras se produjo en gran número. Los príncipes se regalan
estos preciosos libros entre ellos, favoreciendo así los intercambios artísticos, estimulando la
invención y la creación. Los miembros de la gran burguesía no se quedan atrás, en el siglo XV
el libro de horas es un signo de reconocimiento social.
Los príncipes de niños aprenden a leer en los libros de horas. Este fue el caso de Jean Le
Bon, padre del duque de Berry, del mismo duque y de sus hermanos.
El calendario de “Très riches heures” del duque de Berry está ilustrado por los trabajos de la
vida rural y por las ocupaciones principescas que regulan el año. Es en efecto una obra
destinada a un gran señor, a un gran propietario territorial. En el siglo XV los ricos burgueses
poseen cada vez en más número los libros de horas y los artistas que los ejecutan
reemplazan en el calendario, las diversiones principescas por las ocupaciones burguesas, los
trabajos del campo son a veces relegados ante las representaciones de actividades
comerciales y los paisajes urbanos elaborados por estos ricos burgueses.
La realización de un libro de obras es un trabajo que puede llevar varios años, se organiza
básicamente en cinco etapas:
Cada uno de los 12 meses del año ocupa dos páginas del manuscrito. En el verso de la
página se encuentra el calendario propiamente dicho, con el número de días del mes solar y
lunar, las fiestas y los santos de cada día, la duración del día en horas y minutos y también el
calendario romano (nonas, idus, y calendas). Todas estas indicaciones son comunes a los
calendarios de los libros de horas de la época. Sin embargo en el reverso se nos presenta la
novedad, cada mes está ilustrado de una gran miniatura a página completa. Cada escena del
calendario esta coronada por un tímpano que incluye observaciones astronómicas. La
estructura del tímpano se reproduce en todos los meses.
El círculo central es idéntico para todos los meses del calendario: Se observa en el centro, en
un primer círculo pintado en camafeo azul, un hombre sobre un carro tirado por dos caballos
portando un sol radiante; imagen del carro Solar, iconografía antigua retomada por el
cristianismo. Esta imagen es imitación de una medalla antigua del emperador Heraclio
llevando a Jerusalén la verdadera Cruz. Jean de Berry regala un ejemplar de esta medalla a
los hermanos LImbourg para las fiestas de un año nuevo. Por encima de este motivo central
figuran diversas indicaciones astronómicas para febrero, junio, julio, septiembre, octubre,
noviembre y diciembre.
En el tercer circulo superior, en otro camafeo azul, sobre un fondo de estrellas de oro, los
signos del zodiaco para cada mes:
Junio: Géminis (en una representación distinta a mayo represento una pareja enlazada
correspondiente a la iconografía astrológica) y Cáncer.
El día del año 1415 fue celebrado con más fausto que
nunca. Todo en esta miniatura expresa la euforia del
momento: Después de tres años de guerra, una frágil
paz entre Armagnacs y Boruguignons corona en esta
fecha la actividad diplomática desarrollada por Jean de
Berrry
El lujo de la mesa, de las vestimentas, la perfecta fusión de los colores, la utilización del lápiz-
lazuli y del oro se conjugan para poner en evidencia la fortuna del príncipe, su poder
económico y político.
CALENDARIO
DEL
MES
DE
FEBRERO
El artista introduce en esta miniatura que ilustra el mes de febrero una innovación desde el
punto de vista de la composición: Integra la imagen habitual-un personaje calentándose con el
fuego con una escena de la vida campesina. El espacio se ha extendido y los personajes
multiplicados.
Al fondo se distinguen dos únicas ventanas en la vivienda, son muy estrechas. En general no
hay más que una sola puerta que se cierra como las ventanas desde el interior por medio de
un postigo de madera y una barra. La casa se compone de una sola habitación con un
apartado para las camas y una pequeña cocina. El techo es bajo, el suelo de tierra batida. El
campesino en la Edad Media no vive en el interior de su casa, esta solo le sirve para comer,
dormir y abrigarse en invierno. Es por lo cual por muy rico que sea, esta poco atado a su
vivienda y no busca embellecerla o prepararla más confortablemente.
En el centro y a la derecha del recinto
cercado un aprisco con un importante
número de corderos para la época,
detrás con forma de torre el granero
donde se almacena el trigo, la paja y
el heno, a su izquierda sobre una
tablazón de madera cuatro colmenas
de paja. La miel era en la Edad Media
de una importancia capital. Utilizada
sistemáticamente en la alimentación
(el azúcar de caña no sustituye a la
miel más que poco a poco a partir del
siglo XIII), servía también de
medicamento y se vendía muy cara.
Criar abejas constituía una fuente
importante de ingresos.
En el exterior de la granja propiamente dicha, una gavilla de heno y tres personajes están
situados en la escena. Uno se sopla los dedos y se apresura en llegar a la vivienda mientras
que otro corta un árbol. Detrás de él un tercero lleva un asno cargado hacia el pueblo. Las
casas del pueblo están construidas alrededor de la iglesia de la que se aprecia el campanario
por encima de las edificaciones. Estas construcciones parece, no tenían necesidad de
protegerse tras una muralla.
El artista nos presenta una imagen nueva hasta ahora de la representación del invierno, que
anuncia el arte de Bruegel.
CALENDARIO
DEL
MES
DE
MARZO
Una vez más, la imagen habitual ilustrando el mes de marzo, la poda de la viña
está integrada en una composición más vasta que incluye los primeros trabajos de
los campos en el año: laboreo, siembra de las sementeras y poda de las vides.
Al otro lado del camino de tierra, en otra tierra de labor, el artista representa una
viña ya podada al lado de la alquería. El trabajo ha finalizado, la viña ha sido
podada, arada y escardada.
En la Edad Media, el vino es en Occidente la bebida por excelencia. Considerado
bueno para la salud. Es un don de Dios. Los viñedos franceses estaban mucho
más extendidos que hoy en día, y los vinos de Poitou, blancos y rojos eran
extremadamente reputados y exportados por la Rochelle a Inglaterra y Flandes.
Sin embargo a comienzos del siglo XV estos vinos comienzan a sufrir la
competencia de los de Bordeaux y de Borgogne.
Esta miniatura nos muestra que las Trés Riches Heures pueden leerse como una crónica del
fasto principesco alrededor del duque y su familia.
En un decorado de renacimiento primaveral, marcado por los colores vivos, ricos y luminosos,
a través de una composición extremadamente equilibrada, el artista rinde una vez más
homenaje a la prepotencia de Jean de Berry: El primer plano separado en tres partes: a la
izquierda, una escena de amor cortesano, en el centro, la tradicional cosecha de flores.
Se trata de una fiesta dada por Jean de Berry en honor de su hija Maria y de su
esposo Juan de Bourbon, que fue convertido en duque en 1410. Dar fiestas es un
deber para un príncipe, una ocasión de exponer su fasto y de mostrar su
prodigalidad. La tradición del 1º de mayo, fiesta del amor requería que se fuera en
cortejo a un bosque cercano para cortar ramas con las que se decoraba a
continuación las casas y las calles con vistas a celebrar el renacimiento de la
primavera.
El artista sitúa la escena delante del Palacio de la Ciudad en Paris, sede del
poder político legitimo de los reyes de Francia, corazón de la monarquía, donde se
rinde justica, donde se toman las decisiones políticas y donde se conservan las
pruebas que convierten en ilegitimas las reivindicaciones del rey de Inglaterra. En
segundo plano, se observa de izquierda a derecha, la torre cuadrada del Châtelet,
con una atalaya, después cuatro torres que existen todavía actualmente, la sima
de la torre del Angulo, las dos torres de la conserjería y la torre del Reloj. El
Châtelet edificado en 1130 para defender el Gran Puente y remodelado por Carlos
V, tenía en la parte derecha, la sede de una administración real, la gendarmería
militar de Paris (Prevotazgo), y en el lado izquierdo, una prisión.
En primer plano la escena de la siega del heno se sitúa al borde del Sena, en una pradera
perteneciente al palacete de Nesle, una de las propiedades preferidas del duque. Es hoy
emplazamiento de la biblioteca Mazarine, en el ala derecha del Palacio del Instituto. Una
mujer reúne el heno con un rastrillo, mientras que otra a la que el artista ha conferido una
gran elegancia y mucha gracia, lo amontona con una horca.
A la derecha, tres segadores cortan la hierba con guadañas. El miniaturista ha dado a los
campesinos una dignidad que durante largo tiempo y por convención en la pintura, se les
denegaba. La fealdad y la bajeza formaban parte por definición del populacho, considerado
por la aristocracia tan terrible como las bestias salvajes.
A la izquierda en tercer plano, la escena está animada por minúsculos personajes que se
ocupan de sus actividades: uno se introduce por la poterna que da sobre el Sena, una
mujer, con la cabeza protegida por una pañoleta, maniobra una barca. Más arriba, una
multitud sube por la escalera cubierta dirigiéndose al piso del pabellón del Angulo.
En las riveras del rio Clain, ante el castillo hoy desaparecido que Jean de Berry se
hizo construir en su juventud, dos segadores cortan el trigo con la hoz ayudándose
con una vara para enderezar los tallos de trigo. El artista ha representado los
acianos y las amapolas que crecían entonces en los campos.
La miniatura da una vista fiel de un castillo típico del siglo XV: Pierde la función
militar que tenía en la alta Edad Media para convertirse en una residencia
moderna. El castillo está construido como en Chantilly, sobre un promontorio
rocoso que le da su forma triangular, en la confluencia de los ríos Clain y Boivre.
El exterior conserva un aspecto austero pero con sus aberturas escasas y
estrechas. Se entra al castillo por una larga pasarela que protege una torre
rectangular, y por un puente levadizo. Un pequeño puente permite acceder a la
torre avanzada. La vida de la corte, en un decorado suntuoso se concentra a otro
lado de las murallas. A la derecha del castillo, se distingue un conjunto de
edificios, que incluyen una capilla. La arquitectura de este castillo de líneas
depuradas obedece todavía a las exigencias de una obra defensiva pero las
grandes ventanas abiertas en las torres y guarnecidas de vitrales o situadas sobre
el tejado de los edificios cerrando el corredor interior, así como los elementos de
estilo gótico testimonian una preocupación nueva en lo que concierne a la vivienda
señorial, belleza arquitectónica y confort interior. Otras novedades: Una escalera
monumental permite el acceso a la gran sala donde el poder principesco entra en
escena en las grandes ocasiones; galerías y jardines, estufas confortables y
baños.
Dominando la perspectiva lineal, el artista se preocupa también en poetizar la
realidad gracias al empleo de los colores, a la luminosidad y a los detalles
aportados para enriquecer el paisaje: dos cisnes, los mimbres y los juncos de la
rivera, las hileras de árboles cortados que delimitan las parcelas de tierra, las
sombras sobre el agua y sobre las praderas verdeantes de donde se desprende
una sensación de frescor.
CALENDARIO
DEL
MES
DE
AGOSTO
La imagen emblemática del mes de agosto – la trilla del trigo – es introducida en una
escena cinegética en las tierras de una propiedad de Jean de Berry, el castillo de Etampes,
destruido en 1411. Esta miniatura ilustra una vez más el prestigio y poderío del duque de
Berry y las diversiones de diferentes grupos de la sociedad.
En primer plano una partida de caza, ilustra uno de los privilegios de la Nobleza de aquel
tiempo, la caza al vuelo con la ayuda de aves rapaces y halcones domesticados, que
cazaban pájaros tales como la grulla, el cisne, el pato y las (pollas) gallinas de agua. La
caza al vuelo manifestaba el poderío y la riqueza de los señores. Verdadera ciencia,
constituía una disciplina mayor en la educación cortesana. Uno de los pasatiempos
favoritos de los miembros de la sociedad aristocrática que apasionaba también a las
damas.
Delante del cortejo, un halconero a pie se vuelve hacia el primer caballero vestido de azul
del cual espera ordenes. El halconero, vestido de gris (color de vestimentas ordinarias,
sobre todo utilizadas por gentes de baja condición), tiene sobre su puño izquierdo, atados
por una correa, dos halcones todavía provistos de su caperuza- capuchón que recubría la
cabeza del halcón y que se le retiraba cuando la pieza a cazar aparecía, y en la mano
derecha, una larga pértiga con la cual azotara arboles y matorrales para levantar la caza.
Lleva en el cinturón un señuelo que imita la forma de un pájaro con dos alas y que se
guarnecía de carne para habituar al halcón a regresar.
Montada a la grupa, detrás del primer caballero que se prepara para lanzar su halcón, una
mujer con vestido negro, con volantes blancos y guantes largos de color rojo, cabalgan un
palafrén gris. Sobre un caballo blanco, un caballero sol, el duque de Berry, lanza su halcón.
El artista da de él la imagen del señor feudal todo poderoso. Esta en efecto representado
con su caballo “en dextre” (manejado con la mano derecha), y llevando el pájaro de presa
sobre el puño izquierdo, en la actitud típica que se encuentra muy frecuentemente en la
iconografía caballeresca medieval. Añadamos que el blanco, signo de excelencia, era el
color de los caballos de San Jorge y de San Miguel, patrones de la caballería.
Sobre un tercer caballo, un alazán, una pareja conversa. El hombre tiene también un
halcón sobre su puño. El halcón es un animal importante en la alta sociedad medieval. Su
coraje y su belleza lo hacen ser un símbolo de bravura y de concordia. Este animal
fascinaba debibo a la dificultad de su adiestramiento. Se ofrecía un halcón en prenda de
amor o de amistad, o como premio de un torneo o de una apuesta.
Alrededor del cortejo, corren los perros cuya función es la de traer la caza, una vez que el
halcón la haya abatido. En el momento en que el pájaro no está cegado por la caperuza,
se alza en el aire, divisa la presa, se abate sobre ella y la captura, después un silbido le
ordena volver al puño de su amo, el deja la caza que es señalada o transportada por los
perros. Estos últimos se parecen a los perros ya puestos en escena en las miniaturas de
enero y de mayo.
En primer plano, una mujer en delantal blanco y rojo, embarazada y un hombre que come
uvas descansan, mientras que los otros trabajan, cortan los racimos o se dirigen hacia una
mula para vaciar la cesta llena de uvas en un cuévano. Las uvas son cargadas en los
cuévanos de las mulas o en cubas sobre una carreta tirada por dos bueyes. Un personaje
doblado hacia delante muestra su trasero.
En segundo plano, el castillo de Saumur, construido a petición de Luis II de Anjou, con sus
chimeneas y sus veletas con flores de lis doradas.
A la izquierda, detrás de las murallas, se aprecia el campanario de una capilla y las
chimeneas de las cocinas que recuerdan a las de la abadía de Fontevrault, construida no
lejos de Saumur.
La escena está animada por un minúsculo personaje y animales que pueblan el segundo
plano: un caballo sale del castillo por el puente levadizo, una mujer se apresura a entrar
con una cesta en la cabeza mientras que un asno y un buey pastan apaciblemente.
Delante del castillo, entre las viñas y el foso, vemos el emplazamiento de un palenque,
cerrado por una valla de madera, donde se realizaban los torneos, distracción muy
apreciada por los príncipes de la flor de lis. Sin embargo Jean de Berry detestaba este
deporte.
La posición dominante del castillo, la verticalidad de sus líneas que tocan el tímpano de la
miniatura, su arquitectura que arrastra la mirada hacia las volutas de las torres– como en
Lusignan en el mes de mayo y marzo- la fuerza política de la familia real de Francia. Los
artistas parecen indicar que está lejano el tiempo donde antes del reinado de Carlos V, El
Reino, reventado y descuartizado, estaba en manos del rey de Inglaterra. En el siglo XV
todavía el prestigio de un nombre se media por el esplendor de sus construcciones. La
altura de los muros de los castillos y la forma del torreón traducían la fuerza e importancia
del señor y su facultad de proteger a sus vasallos.
CALENDARIO
DEL
MES
DE
OCTUBRE
La imagen tradicional del mes de octubre – las siembras – en Paris, bajo las murallas del
Louvre.
Como para el mes de junio, la escena se desarrolla en la rivera izquierda del Sena, en un
campo en las proximidades del palacete de Nesle, cara al Louvre, potente fortaleza,
reconstruida por Carlos V.
A la derecha, otro hombre siembra al voleo. Urracas y cornejas picotean las simientes
cerca de un saco blanco lleno de grano y de morral. Un espantapájaros representando a
un arquero- hombre de armas que había llegado a ser bastante impopular en esta época, e
hilos tendidos para alejar a los pájaros. En el imaginario medieval, las urracas y las
cornejas pasaban por ser criaturas del diablo y de mal augurio.
Como en la composición del mes de junio, el artista anima el plano intermedio con
minúsculos personajes que se dedican a sus ocupaciones o que vagan por las riveras del
Sena. Algunos conversan o se pasean, otro se prepara para salir en una barca, mientras
que otro amarra la suya. Los personajes están vestidos a la moda de la época. Llevan
vestimentas oscuras, unicolores, cortas y ajustadas.
En el plano de fondo, el Louvre despliega sus defensas, sus murallas almenadas en obra
de albañilería; en el centro del propio castillo, la torre del Louvre, es decir el torreón que
encierra el tesoro real; después de derecha a izquierda, la torre de la Taillerie, la fachada
oriental con dos torres gemelas, la torre de la Gran Capilla y la fachada meridional provista
también de dos torres gemelas.
En primer plano una piara de cerdos pace en un bosque de robles. El guardián en primer
plano está haciendo caer con su bastón las bellotas de las cuales los puercos van a
alimentarse. Un gran perro vigila a las bestias. El cerdo constituía una parte importante de
la alimentación medieval. Servía de base a la comida en toda la Europa cristiana. Cada
región tenía sus modos cocción, de preparación, y de conservación. Se podía salar el
cerdo y se le conservaba en gran parte en saladeros; o bien se hacían encurtidos cociendo
los trozos en la su propia grasa. El jamón era unas veces ahumado en la chimenea, y otras
secado al aire. Se conservaba colgado de las vigas del techo o bajo la ceniza.
Entre los árboles, se ven otros campesinos con sus animales. Hacer pacer los puercos al
pie de los robles era una actividad esencial en la vida del campo. Los bosques formaban
inmensos terrenos de pastos para los rebaños señoriales y aldeanos. Los caballos, los
bueyes y las vacas, los corderos y las cabras iban igualmente y pacían el soto bosque o
las hojas y arbustos.
En primer plano, asistimos al derribo y lucha del jabalí, en tanto que un montero
hace sonar el alalí. Los perros lo acorralan y atacan, bestia por entonces muy
temida y considerada como perjudicial pues asolaba las cosechas y los cercados
de los campesinos.
Para destacar la fuerza salvaje que se desprende de la escena, uno de los
monteros, vestido de rojo, retiene el frenesí del perro, provocado por el olor a
sangre. Entre los perros se observan tres lebreles, los otros son perros corrientes.
El plano intermedio está ocupado por una espacioso bosque en el cual los arboles
aun no han perdido sus hojas.
La caza del jabalí se practicaba a caballo y era una caza de invierno. Se utilizaba
el venablo o la espada de dos filos para matar al animal. En relación con la
halconería, la montería ofrecía una diversión más deportiva, más violenta y más
peligrosa. Era para la aristocracia una manifestación de su fuerza guerrera.
La carne de jabalí era muy apreciada por la nobleza que gustaba mucho de la
caza. En la época, se comían pocas legumbres y raramente dulces y productos
lácteos. El pescado era extremadamente caro. Los campesinos se alimentaban
esencialmente de pan y de legumbres secas (habas, judías blancas, lentejas),
acompañadas con un trozo de tocino. No conocían todavía la patata y las pastas
(patês) “eran un plato exótico”