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Buesa
“El Poeta
Enamorado”
REPS
2
José Ángel
Buesa
Ala y raíz
Ala y raíz: la eternidad es eso.
Y aquí, de frente al mar, en la ribera,
la vida es como un fruto que cayera
de un alto gajo, por su propio peso.
3
A una lágrima
Gota del mar donde en naufragio lento
se hunde el navío negro de una pena;
gota que, rebosando, nubla y llena
los ojos olvidados del contento.
4
A veces
A veces se ilumina lo que es sombra, otras veces
lo que es noche perpetua para mi pensamiento,
y sé cómo coinciden las aves y los peces,
los hombres y los árboles, la eternidad y el viento.
5
Ah, sí, ya abrí mi
casa
Ah, sí, ya abrí mi casa
para todo el que llega, para todo el que pasa.
6
Acuérdate de
mí
Cuando vengan las sombras del olvido
A borrar de mi alma el sentimiento,
No dejes, por dios, borrar el nido
Alma musical
Yo soy borracho. Me seduce el vino
luminoso y azul de la Quimera
que pone una explosión de primavera
sobre mi corazón y mi destino.
8
de la muerte destroce el pecho mío,
mi espíritu ha de ser en el vacío
cual la postrera vibración de un arpa.
Amamos
porque sí…
Amamos porque sí, sencillamente
porque sí, sin saberlo,
como cuando la espiga se levanta,
como la lluvia cuando está cayendo,
como el viento que pasa y no lo sabe
y sin embargo, pasa y es el viento.
Amamos porque sí, sencillamente
porque sí, sin razón y sin remedio,
como se seca un pozo,
como se empaña a veces un espejo,
como una fecha que cambió de día
o un nombre que olvidamos en un sueño.
Amamos porque sí, sencillamente
y no importa en qué tiempo,
si en un amanecer de primavera
9
o en un lento crepúsculo de invierno,
pues si el árbol lozano da más flores
son más dulces los frutos de los árboles viejos.
Amamos porque sí, sencillamente
por un porqué fatal que no sabemos,
como el traje de luto para un niño
o como las estrellas para un ciego,
como van hacia abajo las raíces
y hacia arriba las ramas
con las hojas por dentro.
Amamos porque sí, sencillamente
porque sí, porque es cierto,
como un anochecer al mediodía,
como una llamarada sobre el hielo,
como resucitar estando vivos
sólo para morir sin haber muerto.
Amamos porque sí, sencillamente.
Sencillamente, como pasa el viento…
Amor
insatisfecho
Mi corazón se siente satisfecho
de haberte amado y nunca poseído;
así tu amor se salva del olvido
igual que mi ternura del despecho.
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así ese bien fugaz no ha convertido
un ancho amor en un placer estrecho.
Amor prohibido
Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.
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pues, aunque las separa la corriente de un río,
por debajo del río se unen secretamente.
Amor tardío
Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.
12
Aniversario
Hoy hace un año, justamente un año.
Y llueve como entonces en el atardecer.
Y es una lluvia lenta, tan lenta que hace daño,
porque casi no llueve ni deja de llover.
13
Aria de luto
Tendrá que suceder, hoy o mañana,
en cualquier parte y de cualquier manera,
--puede ser que bajando una escalera
o puede ser que abriendo una ventana.
14
y tú también te morirás un poco
con algo tuyo que se muere en mí...!
Arte poética
Ama tu verso, y ama sabiamente tu vida,
la estrofa que más vive, siempre es la más vivida.
Un mal verso supera la más perfecta prosa,
aunque en prosa y en verso digas la misma cosa.
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Balada de las
recapitulaciones
Todo es igual y siempre: Yo, la noche, el olvido
-acá abajo las rosas y allá arriba los astros.
Y el hombre y sus preguntas. Y nadie y su silencio.
Y un gran montón de escombros floreciendo y girando.
Todo es igual: el río, las espigas, la nieve,
las lágrimas, las fechas. Todo es igual y en vano.
19
Si una rosa es más bella mojada de rocío,
el golpe de la lluvia la puede deshojar…
Tuve un amor cobarde.
Lo tuve y lo perdí…
Para tu amor temprano ya es demasiado tarde,
porque en mi alma anochece lo que amanece en ti.
El viento hincha la vela, pero la deshilacha,
y el agua de los ríos se hace amarga en el mar…
¡Qué lástima muchacha,
que no te pueda amar!
Balada del
Soldado John
Smith
I
20
En su granja de Ohio,
cuando la feria del maíz,
una gitana de ojos remotos
y brusco perfil,
contempló largamente la mano
de John Smith.
-”Generales y emperadores
se descubrirán ante ti…
Veo un desfile de estandartes
y un monumento en el confín…
Hallarás la gloria en la guerra,
John Smith”
II
Bajo la lluvia
y el cielo gris,
marchan hacia la muerte diez mil hombres
que no quieren morir.
Sólo sonríe uno, alto, flaco, pecoso:
se llama John Smith.
21
Y allá va, chapoteando en el fango,
con un heroico frenesí.
Se siente capaz de algo grande
y seguro de no morir.
Es el que siempre va delante:
es… John Smith!
III
22
Y es colocado en un suntuoso
ataúd de marfil,
y conducido solemnemente
por los bulevares de París,
y depositado en un monumento
de mármol rosa y piedra gris.
Generales y emperadores
se descubren al pasar por allí,
y resuenan las botas de los regimientos
entre intermitentes toques de clarín:
En la tumba del Soldado Desconocido,
reposa para siempre John Smith!
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se guardaba los bulbos en los bolsillos
del chaleco.ardiendoKarl Gustav Van der Meyer,
indiferentemente,
vio blanquear sus cabellos...
pasó el amor un día y el se encogió
de hombros,
para seguir soñando con tulipanes
negros.ardiendoPero una noche, alguien saltó la tapia,
alguien con un puñal, y el jardinero
cayo de bruces sobre sus macetas, muerto.
Y alguien cavo en la tierra, echó el cadáver
y tapó aquel hueco.ardiendoKarl Gustav Van der Meyer
se quedó
para siempre
en la penumbra de su invernadero.
Ah! pero un día, un día se vio brotar del osuelo
un tulipán de luto, fastuosamente negro,
íntegramente negro...ardiendoKarl Gustav Van der
Meyer no pudo
ver su gloria,
pues la abonó su propio cuerpo.
Karl Gustav Van der Meyer no supo que su muerte
le dio vida a su sueño.
Karl Gustav Van der Meyer siempre
llevaba bulbos
en los bolsillos de su chaleco.ardiendoPor los viejos
canales siguen pasando barcas
y aun giran como entonces
los molinos de viento,
las muchachas sin novio regresan el domingo
entre un blancor de cofias y un trepidar
de zuecos...ardiendoAh! y sin embargo, Karl Gustav Van der
Meyer
era un gran jardinero.ardiendo
24
Balada en la
alameda.
Era el silencio miel sobre seda,
y era un ungüento de paz la brisa.
Yo iba del brazo con tu sonrisa
por la alameda.
25
Como amputando gestos sombríos
bruno la luna su filo de hacha,
y retorciendo sus dedos fríos
cruzo una racha...
Brindis
He aquí dos rosas frescas, mojadas de rocío:
una blanca, otra roja, como tu amor y el mío.
26
Canción a la
mujer lejana
En ti recuerdo una mujer lejana,
lejana de mi amor y de mi vida.
A la vez diferente y parecida,
como el atardecer y la mañana.
27
Canción a la mujer
lejana (versión
2)
En ti recuerdo una mujer lejana,
Lejana de mi amor y de mi vida,
A la vez diferente y parecida
Como el atardecer y la mañana.
28
Después que ella pasara, te diría:
-“Esa mujer se te parece un poco…”
Canción
Agradecida
Gracias, amor, si hiciste que lloviera
en el último instante de este día,
pues, por ser una lluvia triste y fría,
hubo un rayo de sol sobre una hoguera.
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y haz que vuelva a llover de esa manera,
como llueve en mi alma todavía.
Canción al olvido
Aquel amor que se nos fuera
no lo debemos recordar,
árbol que muere en primavera
ya nunca vuelve a retoñar.
31
Canción
compartida
Derramaras tus lágrimas,
desventurado amante, como un único
dolor, y en la anchura del mundo
siempre habrá, en ese instante, unos
ojos más tristes y una pena mayor.
32
Canción contigo
Aquí estas en la sombra, con tu mano en la mía,
respirando en un tiempo sin antes ni después.
Ya vez que, aunque te fuiste, no te vas todavía,
y estas aquí, conmigo--no importa donde estés.
33
Canción cotidiana
Calladamente;
calladamente se me fue...
34
que, si llegó calladamente,
calladamente se fue...
Canción de la
búsqueda
Todavía te busco mujer que busco en vano,
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano
y sin que me escucharas cuando dije: "te quiero..."
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Canción de la
espera
Espero tu sonrisa y espero tu fragancia
por encima de todo, del tiempo y la distancia.
Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo
regresarás... sé sólo que te estaré esperando.
En lo alto del bosque y en lo hondo del lago,
en el minuto alegre y en el minuto aciago,
en la función pagana y en el sagrado rito,
en el limpio silencio y en el áspero grito.
Allí donde es más fuerte la voz de la cascada,
allí donde está todo y allí donde no hay nada,
en la pluma del ala y en el sol del ocaso,
yo esperaré el sonido rítmico de tu paso.
Comprendo que de mí ya se ría la gente
al ver cómo te espero desesperadamente.
Cuando todos los astros se apaguen en el cielo,
cuando todos los pájaros paralicen el vuelo
cansados de esperarte, ese día
lejano yo te estaré esperando todavía.
No importa: aunque me digan todos que desvarío,
yo te espero en las ondas musicales del río,
en la nube que llega blanca de su trayecto,
en el camino angosto y en el camino recto.
Niño, joven o anciano, sonriendo o llorando,
en el alba o la tarde, yo te estaré esperando,
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y si me convenciera que ese ansiado día
no habría de llegar, también te esperaría.
Canción de la
Hoguera
Diré que junto a un árbol resplandece una hoguera,
y que estará encendida mañana igual que ayer...
En invierno y otoño, verano y primavera,
arde esa hoguera loca sin que deje de arder.
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en la hoguera implacable y en el árbol sin flor,
yo le diré que el árbol que se quema es mi vida,
y que la hoguera es el amor.
Canción de la
lluvia
Acaso está lloviendo también en tú ventana;
Acaso esté lloviendo calladamente, así.
Y mientras anochece de pronto la mañana,
yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mi.
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Canción de la
Noche Sola
Fue mía una noche. Llegó de repente,
y huyó como el viento, repentinamente.
Alumna curiosa que aprendió el placer,
fue mía una noche. No la he vuelto a ver.
Fue la noche sola de una sola estrella.
Si miro las nubes, después pienso en ella.
Mi amor no la busca; mi amor no la llama;
la flor desprendida no vuelve a la rama,
y las ilusiones son como un espejo
que cuando se empaña pierde su reflejo.
Fue mía una noche, locamente mía:
me quema los labios su sed todavía.
Bella como pocas, nunca fue más bella
que soñando el sueño de la noche aquella.
Su amor de una noche sigue siendo mío:
la corriente pasa, pero queda el río;
y si ella es la estrella de una noche sola,
yo he sido en su playa la primera ola.
Amor de una noche que ignoró el hastío.
Somos las distantes orillas de un río,
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entre las que cruza la corriente clara,
y el agua las une, pero las separa.
Amor de una noche: si vuelves un día,
ya no he de sentirte tan loca y tan mía.
Más que la tortura de una herida abierta,
mi amor ama el viento que cierra una puerta.
El amor florece tierra movediza,
y es ley de la llama trocarse en cenizas.
El amor que vuelve, siempre vuelve en vano,
así como un ciego que tiende la mano.
Amor de una noche sin amanecer:
¡acaso prefiero no volverte a ver!
Canción de la
Rosa
Hay que cortar la rosa, pues de cualquier manera
se secará en la rama su adorable ornamento;
y, al renacer cien veces con cada primavera,
es cien veces más triste que la deshoje el viento.
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para no lamentarnos del tiempo que se ha ido
hay que cerrar los ojos y hay que cortar la rosa...
Canción de los
Amantes
Donde quiera en las noches se abrirá una ventana
o una puerta cualquiera de una calle lejana.
No importa dónde o cuándo... puede ser donde quiera
ni menos en otoño, ni más en primavera.
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No, un gran amor no es grande por lo mucho que dura
si se parece a un árbol reseco en la llanura.
Y los amantes saben, que sin querer siquiera
hay un amor que crece como una enredadera
42
Canción de los
Remos
Quizás olvidaremos, pues siempre hay que olvidar
pero escucha los remos, cantando sobre el mar.
Bajo este cielo claro tu alma llega a la mía
como la luz de un faro desde la lejanía.
Así como la espuma pasará este momento
nuestra ilusión se esfuma, como la espuma al viento.
Pero en el alma sola si un gran amor la llena
hay algo de la ola y hay algo de la arena.
Náufrago de su espanto, piloto de su hastío
el mar canta en su canto que ya tu amor es mío.
Yo soy la vela rota que da al aire su vuelo,
y tu eres la gaviota que va a estrenar su vuelo.
Pero aún quedan futuros que yo desconocía
en tus ojos oscuros donde nunca es de día.
Aún hay algo postrero mas allá del olvido
y en tu amor recupero todo lo que he perdido.
Ni digo que te quedes, ni quiero que te vayas.
Pues soy como las redes tendidas en las playas
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arroyo de ternuras hazme tuyo en lo mío
llenando de agua pura mi cántaro vacío.
Ya mi voz tiene un eco, ya mi voz no se pierde.
Por eso el tronco seco retoña la hoja verde.
Y así mi vida espera la gracia de un retoño
como la primavera que ilumina un otoño.
Por eso aunque olvidemos
que siempre hay que olvidar
oye cantar los remos
sobre el dolor del mar.
Canción de un
Sueño
Otra vez, esta noche, vi tu mano en la mía,
otra vez, esta noche, volví a soñar contigo,
yo, que no soy tu amante ni siquiera tu amigo,
sino un hombre que pasa bajo la luz del día.
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ni a ti, que nada sabes, ni a ti te diré nada,
pero al mirar tus ojos sabré, por tu mirada,
si también, esta noche, tú has soñado conmigo.
45
Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.
Ella fue lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.
Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dio el amor más hondo y largo...
Nunca fue mía. No era la más bella.
Otras me amaron más... Y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.
Canción del
Amor Prohibido
Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuanto amor esconde mi gesto indiferente.
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Solo tú y yo sabemos que existe una simiente
germinando en la sombra de este surco vacío,
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.
47
No intentes retenerme: déjame que vaya
como el agua de un río que no vuelve a pasar…
Yo soy como una ola en una playa
pues las olas se acercan pero vuelven al mar…
Soy el amor de amar que odia lo inerme
que se lleva el perfume pero deja la flor…
Dime adiós y no intentes retenerme:
Soy el amor que pasa… pero soy el amor.
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y el mal Amante.
Dime adiós y sonríeme:
Soy el Amor que pasa...
Soy el Amor que olvida,
pero que nunca miente,
que muere sonriendo
porque nace feliz.
Yo paso como un ala, fugazmente;
y, aunque se siembre un ala,
nunca tendrá raíz.
No intentes retenerme:
déjame que me vaya
como el agua de un río,
que no vuelve a pasar...
Yo soy como una ola en una playa,
pues las olas se acercan,
pero vuelven al mar.
Soy el Amor de Amar,
que odia lo inerme,
que se lleva el perfume,
pero deja la flor...
Dime adiós,
y no intentes retenerme:
Soy el Amor que pasa...
Soy el Amor de Amar,
que odia lo inerme,
que se lleva el perfume,
pero deja la flor...
Dime adiós,
y no intentes retenerme:
Soy el Amor que pasa...
...pero ¡SOY el AMOR
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Canción del
Andén.
Nadie Va a Esperarme.
50
Canción del Viaje
Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,
ya no recuerdo cuando, ya no recuerdo quien.
Canción III
Solo bajo los astros, te digo que estoy triste,
en la profunda noche de raíces de fuego.
Aquí, en un agua turbia que me agranda los ojos,
con el dolor creciente de la sed de tu beso.
Canción Nocturna
A los pies de tu cama, como un perro,
se echó mi corazón.
52
Allí, en la sombra,
calla el grito de amor con que te nombra,
para no despertarte.
Canción para la
Esposa Ajena
Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta,
sin que nadie descubra cual relata su historia,
pues será simplemente, los versos de un poeta,
tras de arrancar la pagina de la dedicatoria...
53
abrirás la gaveta - como una rebeldía,
y leerás mi libro- tal vez como un despecho.
Canzonetta
Érase un verde bosque de eterna primavera,
y érase un niño iluso que vagaba al azar...
El niño entró en el bosque siguiendo una quimera;
entró en el bosque... y nadie lo ha visto regresar.
54
Mujer: comprende el símil. Yo también quise un día
penetrar el secreto de tu melancolía,
y me perdí, y no pude regresar.
Canzonetta II
Era bella, muy bella. No fue mía.
Una tarde de lluvia la besé.
Y sin embargo yo no la quería,
y la recuerdo sin saber por qué.
Carta a Usted
Señora:
Según dicen ya tiene usted otro amante.
55
Lástima que la prisa nunca sea elegante.
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa,
Se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.
56
Y como usted señora ya aprendió a ser infiel
A mi así de repente me da pena por él.
Carta de Amor I y
II
Aquí, sin ti, ya sé lo que es la muerte,
pero no te lo digo para no entristecerte.
57
Quiero que no se empañe tu mirada,
pues, si no, no habrá estrellas, ni habrá luna, ni nada.
Celos
Ya solo eres aquella
que tiene la costumbre de ser bella.
Ya pasó la embriaguez.
60
alguien, que no te ha visto todavía,
verá tus ojos por primera vez.
Con la Simple
Palabra
Con la simple palabra de hablar todos los días,
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son mar.
Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.
Con simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.
61
Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.
Y así, como un arroyo que se convierte en río,
y que en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
¡con la simple palabra que no muere jamás!
Corazón en la
noche
Una ventana abierta. La lluvia. Y un lejano recuerdo.
Una calle vacía. Nada más que una calle y el viento.
Corazón en la noche sin que nadie comparta un sueño.
La lluvia, un hombre solo. Y el dolor de las rosas que han muerto.
La vida está pasando. La vida es lo que pasa no el tiempo.
Eso es así. Y no importa. Lo demás es un largo silencio.
Cuartetos del
Transeúnte
62
- Bebed.- Dice el amor junto a la fuente
cuya corriente clara dice también:- Bebed...
Y como a cada sorbo tu sed es diferente
al secarse la fuente, tendrás la misma sed.
Sonríe, jardinera que en surco te inclinas
y buscas el secreto profundo de las cosas.
No pienses que las rosas se afean con espinas,
sino que las espinas se embellecen con rosas.
Jugué al amor contigo con vanidad tan vana,
que marqué con la uña los naipes que te di.
Y en este extraño juego donde pierde el que gana
gané tan tristemente, que te he perdido a ti.
Fue un amor del que apenas quedaría,
lo que queda del viento cuando el viento pasó.
Y yo doblo la almohada como tú, todavía,
y tú marcas los libros, a veces, como yo...
Cuento para la
niña triste
¿Sabes tú?
Mi vida es como un canto que nadie ha de cantar,
pues tuvo las violentas inquietudes del mar
y el espejismo de la droga hindú...
63
Yo anduve errante, soñador proscrito,
un año, o veinte, o quizás cien,
y medí las pirámides de Egipto
y las murallas de Jerusalén.
64
Y mucho más, que huyó de mi memoria
y que quizás no ha de volver jamás:
Días de amor y odio, de fracaso y de gloria;
y mucho más...y mucho más...
De Canciones
Absurdas 2
El corazón de un sueño
palpita entre mis manos.
-Pétalo de una música
rizada hacia los astros-.
De Muerte en
Flor...
Morir de muerte en flor toda la vida, ardiendo en este
sueño vertical, en este ardiendo fugaz contacto azul
con lo celeste, ardiendo en esta vieja sed recién
nacida...ardiendo Y volver luego con el alma erguida,
ardiendo a la vez Norte y Sur, Este y Oeste, ardiendo
de la propia emoción, ya en ansia agreste ardiendo En
inquietud sutil o en paz pulida. Ardiendo Y resurgir de
cada muerte diaria ardiendo más dueño de la vida, al
ser más dueño ardiendo de esta muerte parcial y
66
necesaria .ardiendo Y con esa cordial melancolía
ardiendo de los pocos que saben cada día ardiendo
morir y renacer dentro de un sueño.
De pie bajo la
lluvia
Así estás todavía de pie bajo la lluvia,
bajo la clara lluvia de una noche de invierno.
De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,
de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.
Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos
y tu voz que nacía del fondo de tus ojos
y tus manos cansadas que se iban en el viento
y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles
y la hoja seca aquella que te cayó en el seno
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y el rocío nocturno dormido en tus pestañas
y engarzando diamantes en tu vestido negro.
Desafío al otoño
Soñar es ver la vida de otro modo,
y es olvidar un poco lo que es.
Un sueño es casi nada y más que todo;
más que todo al soñarlo... Casi nada después.
Dios no lo Sabe
68
Dios no lo sabe, pero yo estoy triste
como los viejos pozos en la tarde;
triste como el portón de la herrería
que hace cien años que no ha abierto nadie.
Ya le encuentro sabor de sed al
agua, viendo crecer un trigo miserable;
y todo se me va con el otoño,
pero Dios no lo sabe.
Dios no lo sabe, porque está allá arriba,
y yo acá abajo, triste a mi manera;
yo, que ya sé lo que no dice el viento
y de qué modo hay que pisar la hierba.
Dios no lo sabe, pero yo lo digo,
solo en la noche, solo en la tristeza,
y eso que sé que nada cambiaría
aunque Dios lo supiera.
Yo sé el camino del que sigue andando
derechamente hacia ninguna parte,
y ese lado del tiempo donde hay nieve
para el pequeño amor que llega tarde.
Yo sé cómo se cierra cada puerta
en el anochecer de cada calle;
y sé que hay un sol negro que da sombra,
pero Dios no lo sabe.
Yo sé del hacia abajo en las raíces,
sin hacia arriba, hacia la primavera;
de la lluvia que llueve y ya no es lluvia
en la arena que sigue siendo arena.
Dios no lo sabe, y nada cambiaría,
nada, por más que un día lo supiera.
- O tal vez Dios lo sabe, y está triste
sin que nadie lo sepa...
Discreto Amor
Mi viejo corazón toca a una puerta,
mi viejo corazón, como un mendigo
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con el afán de su esperanza incierta
pero callando lo que yo no digo.
Dúo de Amor
En el hondo silencio de la noche serena
se dilata un lejano perfume de azucena,
y aquí, bajo los dedos de seda de la brisa,
mi corazón se ensancha como en una sonrisa...
70
triste de esa tristeza que no tiene motivo,
en esta lenta muerte del dolor de estar vivo.
La vida es un rosal cuando el alma se alegra,
pero, cuando está triste, da una cosecha negra.
71
que convierte en sonrisa la mueca del dolor.
El Amigo
No envidiéis mi alegría, mi salud ni mi canto;
no envidiéis lo que sueño, ni envidiéis lo que digo.
Todo eso vale poco, por más que cueste tanto...
Pero, eso sí: envidiadme la amistad de este amigo.
Envidiadme la gloria de esta firme confianza
cuyo sentir profundo ni en bien ni en mal se altera,
porque yo siento mío lo que su mano alcanza,
y en él es permanente mi dicha pasajera.
Envidiadme este amigo que me mira de frente,
pues ni lo acerca el triunfo ni lo aleja el fracaso,
y él madura en espiga lo que en mí fue simiente,
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y yo duermo en su lecho pero él bebe en mi vaso.
No importa si estoy solo, pues siempre está conmigo,
y mis propias arrugas lo van haciendo viejo...
Ah, sí, envidiadme todos la amistad de este amigo que
refleja mi espejo.
El Ancestro del
Cisne
Entre la imperturbable quietud de la
alameda, donde el césped recama su
tapiz absorbente, la fuente silabea
melancólicamente la tímidas metáforas
de una estrofa de seda.
73
grito estridente, ante un botón de rosa
que flota en la corriente, húmedo y
sonrosado como el sexo de leda…
El Árbol Viejo
Buen árbol que perdiste bruscamente los dones
74
Pues, aunque nos agobian idénticos otoños,
sobre tus hojas secas crecen hojas lozanas,
y así, algún día, el viento despeinará mis canas,
trayéndome el perfume de tus nuevos retoños...
El Arquero.
I
II
III
75
El Clavel Seco
Como el clavel del patio estaba seco,
yo, entristecido por sus tristes males,
baje al jardín para cavar un hueco,
en buena sombra entre dos rosales.
76
Y, en nuestra indiferente cercanía,
que loco ensueño se descubriría
si alguien cavara un hueco entre tú y yo.
El Extranjero
«Mirad: Un extranjero...» Yo los reconocía,
siendo niño, en las calles por su no sé que ausente.
Y era una extraña mezcla de susto y de alegría
pensar que eran distintos al resto de la gente.
77
Y hoy, que quizás es tarde, con los cabellos grises,
emprendo, como tantos, el viaje verdadero;
y escucho que los niños de remotos países
murmuran al mirarme: «Mirad: Un extranjero...»
El Falso Amor
Un amor que pregunta, si es virtud o es pecado,
la fuerza que lo agita, eso es el amor soñado.
Un amor que se esconde, porque teme al futuro,
puede ser un amor, pero no es el más puro.
78
El Gran Amor
Un gran amor, un gran amor lejano
es algo así como la enredadera
que no quisiera florecer en vano
y sigue floreciendo aunque no quiera.
79
El Hijo del
Ensueño
¡Un hijo! Tú sabes, tú sientes que es eso:
ver nacer la vida del fondo de un beso
por un inefable milagro de amor.
Un beso que llene la cuna vacía
y que ingenuamente nos mire y sonría,
¡un beso hecho flor!
81
El Nombre
Olvidado
Voy andando en el tiempo de otro día,
alma sin nombre, nombre en el olvido;
te vi en un sueño y te he reconocido,
quizá porque en tu frente amanecía.
82
83
El Nudo
Me costaba trabajo desatar aquel nudo
aquel viejo vestigio de una vieja ilusión
que todavía no se como pudo
enredar sus raíces sobre mi corazón
Me costaba trabajo
y el tiempo se me iba
vanamente torciéndolo hacia abajo
vanamente doblándolo hacia arriba
Luchar confiadamente
ciegamente quizás
que al tratar de aflojarlo, de repente
se apretó mas y mas
84
El Pequeño Dolor
Mi dolor es pequeño,
Pero aún así bendigo este dolor,
Que es como no soñar después de un sueño,
O es como abrir un libro y encontrar una flor.
El Pozo Seco
85
Dejé mi copa en el brocal maldito.
Grité hacia abajo, hacia el profundo hueco,
pero el coro sarcástico del eco
me devolvió multiplicado el grito.
Llegaba tarde: el pozo estaba seco.
Un gran golpe de viento llenó el pozo,
y, al recorrer su vertical garganta,
en su más honda hondura oí un sollozo,
donde cantaba el agua y ya no canta...
Brillaba entonces la primera estrella,
pero el anochecer amanecía
cuando me puse a comparar aquella
profunda sed del pozo con la mía.
Y allí dejé mi copa abandonada,
con un tardío gesto de homenaje
por quien se supo dar sin pedir nada
al que calmó su sed y siguió el viaje...
Y allí, junto al brocal ennegrecido,
y el cubo roto y la inservible rueda,
comprendí que no cabe en el olvido
la ingratitud de un agua que se ha ido
ni el espanto de un pozo que se queda...
El Pozo Vacío
Tu vida es como un pozo que se queda vacío,
Que se te esta secando sin que sepas porque;
Es como un viejo pozo con légamo de hastió
86
Que al fin descubre, un día, que el agua se le fue.
El Resucitado
I
No, nunca fue lo oscuro tan oscuro.
Y está acostado pero no en su lecho.
Quiere moverse y se lo impide un muro.
Un muro en derredor, largo y estrecho.
Llama, y su voz resuena extrañamente,
sin que acudan su madre ni su hijo.
87
Y un súbito sudor hiela su frente,
Al palpar en su pecho un crucifijo.
No, no hay duda: Esa sombra que lo aterra
es sombra de ataúd bajo la tierra,
y no es soñando, porque está despierto.
Y lo aturde un pavor definitivo
Al comprender que se le dio por muerto
y al comprobar que fue enterrado vivo
II
Pero un día, al abrir la sepultura,
se sabría su muerte verdadera.
Si el ataúd mostrara la hendidura,
de un golpe de su mano en la madera.
Y al pensar de repente en el mañana,
piensa también enloquecidamente
en el espanto de la madre anciana
y en el horror del hijo adolescente.
Y allí, en la sombra, sin quejarse en vano
sin dar un grito, sin alzar la mano,
con una abnegación casi suicida
Cierra los ojos y se queda quieto
Porque así, solo así, será un secreto
Su horrible muerte de enterrado en vida
Elegía
Golondrina del alba sombría,
mariposa del alba radiante:
cuánto puede durar un instante,
¡Un instante de noche en el día!
88
Ahora sé la verdad de la tierra,
que florece aunque nadie la labre,
y la puerta de luz que se abre
si una puerta de sombra se cierra.
Elegía Lamentable
Desde este mismo instante seremos dos extraños
por estos pocos días, quien sabe cuantos años...
yo seré en tu recuerdo como un libro prohibido
uno de esos que nadie confiesa haber leído.
Y así mañana, al vernos en la calle, al ocaso,
tu bajaras los ojos y apretaras el paso,
y yo, discretamente, me cambiaré de acera,
o encenderé un cigarro, como si no te viera...
Seremos dos extraños desde este mismo instante
y pasarán los meses, y tendrás otro amante:
y como eres bonita, sentimental y fiel,
quizás, andando el tiempo, te casaras con el.
Y ya, mas que un esposo será como un amigo,
aunque nunca le cuentes que has soñado conmigo,
89
y aunque, tras tu sonrisa, de mujer satisfecha,
se te empañen los ojos, al llegar una fecha.
Acaso, cuando llueva, recordaras un día
en que estuvimos juntos y en que también llovía.
Y quizás nunca más te pongas aquel traje
de terciopelo verde, con adornos de encaje.
O harás un gesto mío, tal vez sin darte cuenta,
cuando dobles tu almohada con mano soñolienta.
Y domingo a domingo, cuando vayas a Misa,
de tu casa a la Iglesia, perderás tu sonrisa.
¿Qué más puedo decirte? Serás la esposa honesta
que abanica al marido cuando ronca la siesta:
tras fregar los platos y tender las camas,
te pasaras las noches sacando crucigramas...
y así, años y años, hasta que, finalmente,
te morirás un día, como toda la gente.
Y voces que aun no existen sollozarán tu nombre,
y cerrarán tus ojos los hijos de otro hombre.
Elegía Nocturna
Quién nos hubiera dicho... Que todo acabaría
como acaba en la sombra la claridad del día.
90
en lo alto de un mástil... Ahora el buque se ha ido.
Elegía Para
Entonces
Entonces, todavía tu voz me sabrá a luego.
Y todavía y luego y siempre serás otra
más allá de ti misma, inaccesiblemente…
Y siendo tú el mar íntegro, te buscaré en la ola.
91
Y aromaré la brisa del bosque con tu nombre
y en la arena del páramo sembraré mi voz ronca…
Elegía para Mí y
para Ti
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizá, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
92
de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.
Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizá: " Qué linda es todavía."
Tú quizá pensarás: " Se está poniendo viejo "
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.
o tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.
Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....
Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
(Y quizá, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.)
Elegía por
Nosotros
Erguida en tu silencio y en tu orgullo,
no sé con qué señor que te enamora,
comentas a manera de murmullo:
93
¡Mirad ese es el hombre que me adora!
Ella Amará a o
tro Hombre
94
Ella amará a otro hombre.
Yo voy lejos, andando hacia el olvido.
Y puede suceder que alguien me nombre,
pero ella fingirá no haber oído.
Y de alguna manera
tendrá que recordarme, sin querer,
escuchando unos pasos en la acera
95
como los míos al atardecer.
Envío
La vida pasa; la vida rueda...
Quizás se aparten tu alma y la mía,
pero el recuerdo nace y se queda...
Y aunque el deseo no retroceda
y nuestra llama se apague un día,
mientras yo pueda soñar, y pueda
regar mis sueños en la vereda
de la armonía,
96
tendré la dulce melancolía
de aquellas frases entre la umbría
y aquellos besos en la alameda.
Epílogo
Di que mi amor ha muerto de una forma habitual,
aunque tú, por la espalda, le clavaste un puñal.
Era mi Amiga
Era mi amiga, pero yo la amaba,
yo la amaba en silencio puramente,
y mientras sus amores me contaba
yo escuchaba sus frases tristemente.
97
porque a nadie mi amor yo confesaba,
pero yo la quería muy profundo
y forzosamente me callaba.
Esa Mujer.
Esa mujer que ya no va conmigo,
más que un amor, fue una costumbre mía.
Y alguien podrá entenderme cuando digo
que a veces me acompaña todavía
esa mujer que ya no va conmigo.
Nadie ha podido detener el viento
ni transformar en júbilo una pena.
98
Se va el amor y cambia el sentimiento,
y aunque alguien haga florecer la arena
nadie ha podido detener el viento.
Estoy aquí
Contigo...
Estoy aquí, contigo. Y pienso en ti, a tu sombra,
a tu sombra callada como un agua de otoño.
Aquí, con la cabeza caída en tu regazo,
como para que pienses que contemplo las nubes.
100
Tú sonríes, segura del poder de tu beso,
y yo sierro los ojos para sentir tu ausencia.
Ah, pobre amiga mía, cómo quisiera amarte,
amarte como entonces, cuando tú no me amabas...
He Callado
Largamente
He callado largamente para escuchar mejor las voces.
Tú las conoces, corazón cansado de hogueras y de peces.
Tú las has escuchado otras veces.
Tú las conoces.
Las estatuas de sal vienen cantando que han muerto las mariposas
pero nada es cierto en la vida, ni siquiera la muerte
y aún nutrimos con nuestra sangre la inseguridad de las cosas
y también la tribu de sabios se humilla ante el más fuerte.
Inesperadamente
Inesperadamente tu amor llega a mi vida,
mujer de besos hondos y plenitud creciente,
103
como brota un retoño de una rama caída,
como en un río seco renace la corriente.
La Abeja
Tu boca jugosa y fragante,
su risa coqueta reía...
Tan fresca la risa fluía,
que su agua la fuente sonante
por ti detenía...
Tu boca reía... Tu boca,
que tiene humedad de ambrosía,
104
que tanto promete y provoca;
tu boca de piel y armonía,
reía...
Y vino una abeja dorada,
de mieles ansiosa,
y quiso creyéndola rosa,
posarse en tu boca encarnada
fragante y jugosa...
Y en tanto la abeja volaba
buscando la miel de la rosa,
riendo una risa nerviosa,
tu boca el ataque esquivaba,
melodrosa...
Tu boca reía y gemía
de angustia... La abeja de oro,
en pos de la rosa que huía,
ritmaba su vuelo sonoro...
Y, al cabo, la abeja
posóse en tu boca riente,
Tu risa fue grito doliente,
fue queja...
II
Decidme, señora, si es justa
la cólera vuestra;
105
decir si merezco esa adusta
mirada que demuestra...
Al ver vuestro aprieto, un instante
quedóse mi mente perpleja:
¡No había manera galante
de darle la muerte a la abeja!
Verdad que os besé; pero en eso
no hay sombra de culpa:
Matar una abeja de un beso,
tal beso disculpa.
No fue, mi Señora, osadía,
besar vuestros labios, rosados:
La abeja me iriso en su agonía.
Miradme los labios hinchados.
Cierto es que bendigo
la abeja traidora,
mas, ved cuánto sufro, en castigo
de haberos besado, Señora.
Reíd vuestra risa nerviosa,
reíd vuestra risa coqueta;
que ría la boca jugosa,
que ría la húmeda rosa
que adora el poeta...
106
Reíd, y pensad un instante
si el beso una injuria refleja:
¿Había otro modo galante
de darle muerte a la abeja?
La Copa de
Diamante
ardiendoTal vez estés ausente, o acaso estés delante
pero si estás delante lo contaré mejor
107
burlar a un vagabundo, negar una merced
La Dama de la
Rosa
Los que vieron la Dama luciendo aquella rosa,
que era como el fragante coágulo de una llama
no supieron decirme cual era más hermosa
si la Rosa o la Dama.
108
Cuando pasó la Dama fue un perfume su huella
nadie supo decirme si fue la flor o ella
la que dejó la noche perfumada.
La Dama de las
Perlas
Yo he visto perlas claras de inimitable encanto,
de esas que no se tocan por temor a romperlas.
Pero solo en tu cuello pudieron valer tanto
las burbujas de nieve de tu collar de perlas.
109
cuando fuiste un camino que comenzó en mi lecho
y el rubor te cubría como un manto de rosas.
La Dama del
Espejo.
De aquella extraña noche que no fue tuya y mía,
pero que en mí fue tuya, como fue mía en ti,
me queda lo que queda de un sueno al otro día,
o el regresó de un viaje que jamás emprendí.
Pero fue más que un sueno. Pero fue más que un viaje.
Fue una penumbra rosa y una ventana al mar.
Y el viento removía las cortinas de encaje
110
como si se estuviera desvistiendo al entrar.
La Enredadera
En el áureo esplendor de la mañana,
viendo crecer la enredadera verde,
mi alegría no sabe lo que pierde
y mi dolor no sabe lo que gana.
111
que finge darle impulso a la corriente.
La Estrella.
Yo sigo enamorado de la estrella
que ilumina mi melancolía
dándole miel a la ternura aquella
que acaso era vulgar, pero era mía.
112
Y tercamente, qué sé yo hasta cuando,
mi viejo corazón sigue esperando
la última rosa del jardín marchito;
y ya después no importa que se vaya,
como la última arena de una playa,
con el último verso que haya escrito.
La Fuga Infinita
Batiendo sus alas de rosa partió...
Le rogué, llorando: "¡Vuelve a mi otra vez!"
-Volveré- me dijo... Pero no volvió...
113
no te detendrás...
La Lámpara.
I
Era un vetusto templo de ennegrecidos muros,
durante largos siglos olvidados en la selva.
Trepándose y retorciéndose por las rotas columnas,
lo apresaban sus verdes tentáculos la hiedra.
114
II
En lo alto una estrella fulguro de repente,
como un diamante vivo sobre la noche negra.
Fascinadoramente su luz resplandecía
como un filo de plata, descendiendo a la tierra.
La Mujer Aquella.
A veces me pregunto:
¿"Que habrá sido de la mujer aquella"?
Y su mirada me llega desde el fondo del olvido,
y oigo su voz, sin que me diga nada.
115
si piensa en mí le ocurrirá conmigo
lo que me ocurre a mí si pienso en ella....
La Mujer sin
Nombre
Por ti escribo estos versos, aunque no sé quién eres;
estos versos que acaso tú nunca leerás...
116
quizás sientas la angustia de un recuerdo lejano,
y entornarás los ojos, pensando en otro hombre...
117
La Pequeña
Plegaria.
Para aliviar la angustia vulgar de tanta prosa
hoy quisiera un pequeño milagro intrascendente,
uno de esos milagros que nunca ve la gente
pues su diario portento parece poca cosa...
Hoy apenas te pido, Señor, humildemente,
abrir una ventana y encontrar una rosa.
118
La Puerta
Recuerdo bien que te cerré la puerta.
Sé que llamaste, y sé que no te abrí...
Y ahora miro la puerta, y está abierta,
y te siento de pronto junto a mí.
119
La Rama Rota
Vengo de tu jardín de altos aromas,
con esta flor que embriaga como un vino.
Quizás por eso fue que en el camino
me siguió una bandada de palomas.
120
La Sed Insaciable
Decir adiós... La vida es eso.
Y yo te digo adiós, y sigo...
Volver a amar es el castigo
de los que amaron con exceso
121
La Señal
Hay siempre una señal, en un momento
Que nunca es prematuro ni tardío,
Como se ve en las velas de un navío
La señal inequívoca del viento.
Pero algún silencioso sentimiento,
Oculto en el pudor o el señorío,
Nos puede sugerir todo el estío
Con la señal de un pájaro sediento.
Y hoy como ayer mi corazón
espera Una señal, una señal
cualquiera,
No se de que manera ni se cual;
Pero si se que, apasionadamente,
Ante tu lejanía indiferente,
Mi corazón espera una señal. . .
122
Lamentacione
s de Otoño (I)
I
II
III
No te me vayas todavía,
porque no me quiero quedar
triste de ensueño y de armonía,
igual que un ciego frente al mar!
124
Las dos Muñecas.
I
La nieta del mendigo suspira amargamente,
mojando con sus lagrimas la muñeca de trapo:
Sobre la falda humilde, como una cosa ausente,
la muñeca es ahora solamente un guiñapo.
Lied
Mi corazón se queda aunque mi amor se vaya ,
porque el recuerdo nace de un ansia de olvidar.
125
Tu amor tiene la tibia ternura de una playa;
mi amor es inestable como el viento y el mar.
Los Navegantes
Los navegantes se bambolean sobre las rutas
que en los inéditos mares rubrican las carabelas.
Las cuerdas vibran ante las ráfagas que hinchan las velas,
y el agua ruge cuando entreabre sus hondas grutas.
Los potros
Las riendas de mi vida las sujetan tus manos,
y aunque impacientes piafan mis potros- mis instintos-,
con tus débiles músculos los sometes. Son vanos
126
mis intentos de fuga, oyendo los lejanos
relinchos de otros potros, que entre los laberintos
galopan y que arrastran la crin por los pantanos...
Lluvia Final
Mañana será nunca para todos los días.
Y lloverá en un sueño, sin lluvia y sin soñar.
Y yo iré alguna noche por las calles vacías,
127
mientras tú vas con otro por la orilla del mar.
Madrigal
En el pequeño ramo de azucenas
una azucena más era tu mano,
en el ramaje azul de cuyas venas
vibraba el ritmo de un cantar lejano…
128
Y al redor de tu mano, prisionera
entre aromas y pétalos de nieve,
grácil volaba con un giro leve
la mariposa azul de la quimera…
Madrigal De La
Ausencia
Mujer: pues sobre todo lo infranqueable y lo triste
de la vida, también nos separa la mar;
129
pues tan pronto y tan lejos de mi lado te fuiste,
y tal vez has partido para nunca tornar,
sólo te digo adiós:
Madrigal de la
Lluvia de Abril
Ya no sé bien el sitio ni la hora,
ni por qué fuiste mía, ni por qué te perdí.
Sé que llovía como llueve ahora,
aunque ahora es más triste porque llueve sin ti.
Madrigal Triste
130
¡Qué clara la mañana! ¡Qué fresco y delicioso
el viento! ¡Cuánta luz! ¡Cuánta leve armonía!...
- Busqué a mi alrededor algo maravilloso...
Y ella, a mi lado, sonreía...
Me llegabas en la
Brisa y en la
Espuma...
131
Me llegabas en la brisa y en la espuma,
tú, la perdida para siempre...
Tú, la que ennoblecías el sabor del recuerdo,
que ahora llegas más casta y más ausente...
Mejor no Quiero
Verte
Mejor no quiero verte... sería tan sencillo
cruzar dos o tres calles... Y tocar en tu puerta.
132
Y tú me mirarías con tus ojos sin brillo
sin poder sonreírme con tu sonrisa muerta.
Mi Corazón no
sabe lo que
133
Espera
Mi corazón no sabe lo que espera,
pero yo sé que espera todavía...
igual que aquella noche que llovía
y te besé bajo la enredadera.
134
Mi Corazón se
siente Satisfecho
Mi corazón se siente satisfecho
de haberte amado y nunca poseído:
así tu amor se salva del olvido
igual que mi ternura del despecho.
135
Mía
Mujer soñada: Ya tú eres mía...
Ya tú eres mía, como las rosas
son del rosal, y el Sol, del día...
Todos los seres, todas las cosas,
me están diciendo que ya eres mía...
136
¿No ves las noches ahora más bellas?
Es que han surgido nuevas estrellas,
y entre relámpagos de pedrería,
decir parecen que saben ellas
que ya eres mía...
137
Monologo de
Casanova
Esta noche estoy solo, es primavera, y llueve,
Y barajo el recuerdo como un viejo tahúr...
Loco rey de una noche predominante y breve,
Sólo he sido la sombra de una nube en la nieve
O el temblor de una espiga bajo el viento del sur.
Amar era mi anhelo, pero amé demasiado,
Sin que me engrandeciera jamás un gran amor...
Y ahora están resurgiendo las mujeres que he
amado,
Melancólicamente, del fondo del pasado,
Y yo cierro los ojos, para verlas mejor.
Ellas supieron darme la eternidad de un día,
La gloria de una noche llena de amanecer;
Y eran ofrendas vanas que yo no agradecía,
Evaporados vinos de una copa vacía
Que iba de mano en mano, de mujer en mujer.
Todas fueron princesas en la magia de un cuento;
Todas fueron mendigas de un agrio despertar...
Y ahora ya nadie escucha mi acento descontento,
Porque soy como un buque batido por el viento,
Que se quedó sin velas en la orilla del mar.
Queriendo amar a tantas, quizás no amé a ninguna,
O amaba solamente mi propia juventud;
Pues eran, al reclamo de una buena fortuna,
Propicio todo instante; toda cita, oportuna;
Toda puerta, accesible; frágil toda virtud...
Mi corazón cantaba sobre la primavera,
Cuando hasta en las espinas quiere abrirse la flor...
Después se fue apagando mi bujía de cera,
Pero tan lentamente como si no supiera
Si empezaba una sombra o acababa un fulgor.
Ellas, las que me amaron, supieron de mi olvido;
138
Y ellas, las olvidadas, me olvidaron también.
Y hoy, a veces, me miran como a un desconocido,
Como si me miraran buscando un parecido
Que les recuerda a alguien, sin recordar a quién.
Usurpador furtivo de caricias ajenas,
Ejercité mis besos para la ingratitud.
Y hoy, mercader de espumas, agricultor de arenas,
Prófugo delirante que añora sus cadenas,
Soy un hombre sin sueños entre la multitud.
Pero si por la gracias de un Dios caritativo
Renaciera de pronto la juventud en mí,
Yo, esclavo de mi sombra, libertador cautivo,
Olvidaría entonces la vida que ahora vivo,
Para vivir de nuevo la vida que viví...
Muchacha sin
Amor
Mira esa lenta nube; mira esa flor lozana;
mira el agua del río que murmura a tus pies...
Pero piensa en lo poco que va a quedar mañana
de todo lo que hoy ves.
139
Música de
Septiembre
Una palabra simple es suficiente.
Y aprender a cantar oyendo el río
que no sabe que canta en su corriente.
Y un buen amor, como tu amor y el mío.
140
No era Amor
No era amor. Fue otra cosa
Pero según murmuran en la ciudad aquella,
yo cometí el delito de inventarte una estrella,
y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.
141
Nocturno IV
Así estás todavía de pie bajo la lluvia,
bajo la clara lluvia de una noche de invierno.
De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,
de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.
Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,
con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos
y tu voz que nacía del fondo de tus ojos
y tus manos cansadas que se iban en el viento
y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles
y la hoja aquella que te cayó en el seno
y el rocío nocturno dormido en tus pestañas
y engarzando diamantes en tu vestido negro.
Nocturno V
142
La noche está soñando que es azul. Todo duerme.
Un pájaro medita un trino nuevo.
Y yo, en la paz nocturna, no me atrevo a moverme,
porque temo que el éxtasis se rompa si me muevo.
Nocturno VII
Ahora que ya te fuiste, te diré que te quiero.
Ahora que no me oyes, ya no debo callar.
Tú seguirás tu vida y olvidarás primero...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar.
143
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar...
Nocturno VIII
Aquí, solo en la noche, ya es posible la muerte.
Morir es poca cosa si tu amor está lejos.
Nunca más
Nunca más caminando por las calles vacías
144
del parque invernal:
Nunca más, ojos negros; nunca más, fresca boca,
nunca más.
Oasis
Así como un verdor en el desierto,
con sombra de palmeras y agua caritativa,
145
quizás ser tu amor lo que me sobreviva,
viviendo en un poema después que yo haya muerto.
Orbita
Allí estaba el Silencio, de rodillas
en un rincón de la luz. ¿Oraba? Un gesto
le floreció las manos transparentes.
Otoño y Jardín
Señora: Es el crepúsculo. No importa si un retoño
se ha abierto en los rosales del jardín, todavía:
Ya ha llegado el terrible crepúsculo de otoño,
que es decir un crepúsculo que dura todo el día.
Pequeña canción
Aún alegran tu calle los viejos mediodías
y la sombra del álamo refresca tu portal,
todo está como entonces, cuando tú me querías,
pero ya no me quieres, y todo sigue igual.
Pequeña canción
(Versión 2)
Amor y primavera
son una cosa igual,
y cada cual lo sabe a su manera:
Vos, señora, pasando por mi acera;
yo, cuidando del rosal.
Es la única cosa
que exista entre los dos:
Vos que pasáis, feliz de ser hermosa,
yo, esperando que nazca alguna rosa
digna de vos...
Poema
Crepuscular
En el recogimiento de la tarde que muere,
entre las imprecisas brumas crepusculares,
149
cada jirón de sombra cobra vida, y sugiere
vaporosas siluetas familiares.
En la brisa que pasa, parece que suspira
la virgen de ojos claros que aún sueña en mi regreso;
el rumor de las frondas abre el ala de un beso,
y desde aquella estrella, alguien me mira…
Allá, entre la alameda, se perfila la sombra
grácil de la mujer que amé más en la vida,
y en la voz de la fuente vibra una voz querida,
que en su canción de oro y cristal me nombra…
Todo canta, a esa hora, la canción olvidada;
todo sueña el ensueño que quedó trunco un día,
y verdece de nuevo la ilusión agostada,
ebria de fe, de ardor y de armonía…
Y entre la sutil bruma de prestigios de incienso
que exalta mis recuerdos y mi melancolía,
en la paz de este parque abandonado, pienso
en la mujer que nunca será mía…
150
Poca cosa es el tiempo, que es también poca cosa,
porque nadie ha sabido lo que dura una estrella
aunque todos sepamos lo que dura una cosa.
Poema de la
Culpa
Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.
151
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
Poema de la
Despedida
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
153
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Poema de la
Desposada
154
Buena ardiendoPronto será la boda. Pero acaso un
despecho,
amargará las noches de tu luna de miel,
si al abrir una puerta reconoces un lecho,
o al cruzar un pasillo recuerdas otro hotel.
Poema de la Duda
155
Nuestro amor ya es inútil como un mástil sin lona,
como un cause sin agua, como un arco sin flecha,
pues, lo que enciende un beso lo apaga una sospecha
y en amor es culpable el que perdona.
Poema de la
Espera
156
Yo sé que tú eres de otro y a pesar de eso espero.
Y espero sonriente porque yo sé que un día
como en amor, el último vale más que el primero
tu tendrás que ser mía.
Poema de los
besos
157
¡Y ante mi abrazo te sentí rendida!...
y ante tu sumisión, mis besos sabios
pusieron a temblar entre tus labios
ansias de amor y de placer y vida!...
159
Poema de una
Calle
Amo esta calle, y amo sus tristes casas
en las que se entristecen cumpleaños y bodas,
porque esta calle triste, se alegra cuando pasas
tú, mujer preferida entre todas.
160
Poema de
Navidad
Entre la muchedumbre que ríe y se divierte
por las iluminadas calles de la ciudad,
me llega tu recuerdo con un sabor de muerte,
mujer de mis tristeza y mi felicidad.
161
Poema del Amor
Ajeno
Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo
como queda un perfume donde había una flor.
Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo;
y yo se que eres mía, sin ser mío tu amor.
162
Pensando en ti, esta noche, yo besaré otra boca;
y tú estarás con otro... ¡pero pensando en mí!
163
Y, en cordial semejanza,
buen árbol, quizá pronto te recuerde,
cuando brote en mi vida una esperanza
que se parezca un poco a tu hoja verde...
Poema del
Desencanto
Y comenzaremos juntos un viaje hacia la aurora.
Como dos fugitivos de la misma condena.
Lo que ignoraba antes no he de callarlo ahora;
No valías la pena.
164
Poema del dolor
indominado
Sobre el vasto silencio se proyectó mi grito,
sobre el silencio ilímite del firmamento hueco.
Ni un eco abrió sus órbitas elásticas... ni un eco
rajó sus cien gargantas roncas en lo infinito.
165
Y como un filo rubio, se destacó en las brumas
un rígido propósito de verdades intactas,
y entonces la ola inmóvil se perfumó de espumas
y la brújula absurda marcó rutas exactas.
Poema del
Domingo Triste
Este domingo triste pienso en ti dulcemente
y mi vieja mentira de olvido ya no miente.
La soledad a veces es peor castigo,
ah, ¡pero qué alegre todo si estuvieras conmigo!
Entonces no querría mirar las nubes grises
formando extraños mapas de imposibles países
y el monótono ruido del agua no sería
el motivo secreto de mi melancolía.
Este domingo triste nace de algo que es mío,
que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío,
mientras corren las aguas por la calle en declive
y el corazón se muere de un ensueño que vive.
166
La tarde pide un poco de sol, como un mendigo,
y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo,
y tendría la tarde, fragantemente muda,
el ingenuo impudor de una niña desnuda.
Si estuvieras conmigo, amor que no volviste.
OH, ¡que alegre me sería este domingo triste!
167
168
Poema del Éxtasis
No..., nunca fue mi mano más lenta que en la hora
secretamente mía de aquella noche aquella.
Fue así como una nube cuando oculta una estrella
O así como una estrella que se pierde en la aurora.
169
Poema del
Fracaso
Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;
Quería aprisionar un alma en un poema,
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
170
Poema del Libro
Entre todos mis libros, es éste el que prefiero
Éste que un día dejé a medio leer
Lo cerré de repente, lo puse en el librero,
Y ya lo cubre el polvo del ayer.
171
Poema del Olvido
Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,
y tú, como una nube, pasaste por mi hastío.
Y se unieron entonces tu corazón y el mío,
como se van uniendo los bordes de una herida.
Los últimos ensueños y las primeras canas
entristecen de sombra todas las cosas bellas;
y hoy tu vida y mi vida son como las estrellas,
pues pueden verse juntas, estando tan lejanas...
Yo bien sé que el olvido, como un agua maldita,
nos da una sed más honda que la sed que nos quita,
pero estoy tan seguro de poder olvidar...
Y miraré las nubes sin pensar que te quiero,
con el hábito sordo de un viejo marinero
que aún siente, en tierra firme, la ondulación del mar.
172
Poema del Pecado
"Vamos que se hace tarde...."- me dijiste.
Pero yo me quedé mirando el mar, con el hastío de un pecado
triste,
pues no hay nada más triste que un pecado vulgar...
Y al cruzar la acera,
-ladrón de cosas que no tienen fin-
para pagarte un beso a mi manera
fui cortando las rosas de mi jardín...
173
como una burla fina y cruel,
colocarás mis flores en la mesa
sin que tiemble tu mano en el mantel....
174
Poema del
Perdón.
No dije una frase
De más ni de menos, que recuerde yo:
Nadie tiene culpa de que el tiempo pase,
Y el tiempo pasó….
175
Poema del Poema
Quizás pases con otro que te diga el oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido
!te amare mas que nunca....y jamás lo sabrás!
La desolada estrofa, como si fuera un ala,
voló sobre el silencio...Y tú estabas allí:
Allí en el más oscuro rincón de aquella sala,
estabas tú, escuchando mis versos para ti.
Y tú, la inaccesible mujer de ese poema
que ofrece su perfume pero oculta su flor,
quizás supiste entonces la amargura suprema
de quien ama la vida porque muere de amor.
Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes
aquellos versos tristes y amargos como el mar,
cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes,
los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar.
Después, se irguió tu cuerpo como una primavera,
mujer hoy y mañana distante como ayer...
vi que te alejabas sin sospechar siquiera
¡que yo soy aquel hombre...y tú aquella mujer!
176
Poema del Puerto
Aquí, desde este muro,
mirando el mar abierto,
siento de pronto el descontento oscuro
de un buque abandonado que envejece en el puerto.
Aquí el ancla se aferra,
pero el velamen pugna por volar;
aquí comienza el mar para el que está en tierra,
pero aquí el mar termina, para el que está el mar.
Y por eso quizás amo este muro
sobre el que salta a veces el oleaje;
este muro que mira hacia el futuro
con la esperanza de emprender un viaje...
Amo este puerto claro,
y este Morro que puja su montaña,
y el giratorio resplendor del faro,
única luz que supo dar España...
Y amo el manso canal de entrada angosta,
que hasta sus arrecifes se conmueve,
cuando, a todo lo largo de la costa,
retiembla el cañonazo de las nueve.
Amo este puerto de hálitos salobres,
con un gran muro que parece chico
para el coloquio de los novios pobres
y para los bostezos del matrimonio rico.
177
Amo este puerto femenino y macho,
con su agua honda y su emoción sencilla,
igual que la mirada de un muchacho
que remienda sus redes en la orilla;
o como la sonrisa del marino
de idioma gutural y vacilante pierna,
que nadie ha de saber de dónde vino,
pero que siempre va hacia la taberna;
como esos buques de actitud mendiga,
mugriento casco y remendadas lonas,
tan llenos de humildad y de fatiga,
que, sin saber por qué, nos parecen personas.
Amo este puerto, donde tantas veces
el ciclón antillano frenaba sus embates,
entre el súbito brillo de los peces
y la esbelta blancura de los yates.
Y amo los botes lentos,
de remo largo y corta travesía,
con las maderas llenas de lamentos,
donde viajan de noche los amores de un día...
Amo este puerto, donde las gaviotas
hacen su nido en las arboladuras,
respirando fragancias de las islas remotas
donde no llegarían sus alas inseguras.
Y amo este puerto, abierto
derechamente al mar, igual que un río,
que en su dormida paz está despierto
178
y en su cálido amparo siente frío,
porque mi corazón también es como un puerto
que poco a poco se quedó vacío...
Poema del
Regreso
Vengo del fondo oscuro de una noche implacable,
y contemplo los astros con un gesto de asombro.
Al llegar a tu puerta me confieso culpable,
y una paloma blanca se me posa en el hombro.
179
Poema del
Renunciamiento
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.
180
Poema del río
Únicamente el río conoce tu secreto,
ese secreto tuyo que es el secreto mío.
El río es un hombre de corazón inquieto
pero el amor se aleja como el agua del río.
181
Poema del
Secreto
Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía,
y no volver el rostro para verte pasar.
Puedo apretar mis labios un día y otro día...
y no puedo olvidar.
182
Poema Final
Yo cantaré algún día la angustia verdadera,
y, así lo que otros callan lo iré diciendo yo,
pues la mujer que amamos sin que ella lo supiera,
sin saberlo nosotros, acaso nos amó...
183
Y ahora, yo, que he hecho mía toda esa angustia ajena,
que canté sonriendo lo triste del azar,
comprendo que he cantado también mi propia pena,
y que he dicho las cosas que quería callar.
Poema Lejano
A veces me pregunto dónde estarás ahora,
después de tantas noches sin tu mano en la mía,
-noches de abrir un libro para esperar la aurora,
noches de largo viento por la calle vacía.
185
Y también me pregunto si alguna madrugada
prefieres no dormirte para soñar despierta,
o cómo se entristece de lluvia tu mirada
cuando pasa el cartero sin tocar en tu puerta.
Poema nocturno
Muchacha de una noche de viento y hojas secas,
que una sonrisa tuya pobló de mariposas,
como si aún recordaras tus últimas muñecas
junto a un hombre lejano que olvidó tantas cosas...
186
ahora que, fatalmente, comienza un nuevo día,
que ha de ser, para tantos, otro día cualquiera...
Poema para el
Crepúsculo
Hora de soledad y de melancolía,
en que casi es de noche y casi no es de día.
Hora para que vuelva todo lo que se fue
hora para estar triste, sin preguntar por que.
187
Apenas ha durado para amarte y perderte
este amor que debía durar hasta la muerte.
Fugaz como el contorno de una nube remota,
tu amor nace en la espiga muriendo en la gaviota.
Tu amor, cuando era mío, no me pertenecía.
Hoy, aunque vas con otro, quizás eres mas mía.
Poema para
Olvidarte
Amar -nadie lo ignora- viene a ser como un juego:
el juego de dos almas y el juego de dos vidas.
Y hay quien gana y quien pierde. Tal vez
lo sabrás luego,
si yo logro olvidarte pero tú no me olvidas.
188
llenó de mariposas tu corazón vacío
y de fechas alegres tu calendario triste.
Poema Vulgar
La vi pasar con otro... Su semblante
resplandecía de felicidad.
189
Y, de esa llamarada que aún me quema,
de ese dolor amargo como un golpe de mar,
ya lo veis: ha nacido este poema
deplorablemente vulgar...
Poema de las
Cosas
Quizás estando sola, de noche, en tu aposento
oirás que alguien te llama sin que tú sepas quién
y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento
que existen ciertamente, pero que no se ven...
190
Y una tarde cualquiera, sentirás que te has ido
y un soplo de ceniza regará tu jardín
y aprenderás entonces, que el tiempo y el olvido
son las únicas cosas que nunca tienen fin.
Poemas en la
Arena
I
LardiendoLas olas vienen.
Las olas se van.
Mi silencio -- un silencio de cien puertas cerradas--,
se encrespa de rumores, como el mar.
¡El mar, el mar, amor!
¡Amor, el mar!
Mi corazón es una playa triste,
y tú eres una ola que viene y que se va...
VI
Nunca antes fue triste el primer trino de los pájaros.
--Hoy sí.
Como una flor de sombra,
como una mariposa negra y gris,
la noche fue a encenderse de amor entre tus manos,
sobre tus manos diáfanas, que se tendían hacia mí...
Nunca antes fue triste el primer trino de los pájaros.
--Hoy sí.
Y vi que te alejabas por un camino que ascendía
hacia un inhóspito confín.
191
Y quise acompañarte o detenerte,
no sé... Pero el camino se fue borrando en pos de ti.
Profecía
El tiempo trae a mis sienes
imágenes de mi huerto
y de aquel blanco desierto
ungido de parabienes.
Se vistió la pobre arcilla
de sueño, rosa y armiño,
de luna y rayo fecundo,
y al volar por este mundo
crujiendo cándida gloria
me vienen a la memoria
aquellos años de niño.
¿Que si me acuerdo?
Podría
olvidar el tiempo aquel,
aquel tiempo todo hiel
todo hiel y luna fría,
193
aquella niñez sombría,
aquel tiempo de candor
y aquella madre de amor
arrodillada en el suelo
mientras nevaba en su pelo
con una nieve de dios.
Nieve de mi primavera
arcángel anunciador
de todo cuanto era flor
y cuanto inocencia era.
Madre de rosa y de cera,
madre de sol y de canto,
con que amargo desencanto
vivió muriendo en la cueva.
Su pecho lleno de pena
sus ojos, sus ojos llenos de llanto.
194
Quizás
Quizás te diga un día que dejé de quererte,
aunque siga queriéndote más allá de la muerte;
y acaso no comprendas, en esa despedida,
que, aunque el amor nos une, nos separa la vida.
Recapitulación
Yo he vivido mi vida: Si fue larga o fue corta,
si fue alegre o fue triste, ya casi no me importa.
Y aquí estoy, esperando. No se bien lo que espero,
si el amor o la muerte, - lo que pase primero.
195
Por eso y otras me deja indiferente,
aquí, allá y dondequiera, lo que diga la gente.
- ¿Trampas? - Pues si, hice algunas;
pero, mal jugador, yo perdí más que nadie
con mis trampas de amor.
196
Respuesta al Poema
de la Culpa (el otro)
Señor, yo soy el otro que también la quería,
y vengo a confesarme, porque la culpa es mía.
Ella tuvo la gracia fatal de nacer bella:
quien la mira, ya nunca será bueno sin ella.
197
¡Ah! Pero él se redime, sólo a ti te condena,
él te arroja su amor, para esquivar su pena.
Perdónalo, Señor... Di quién la merecía,
pues yo soy el culpable: ¡la quiero todavía!
Respuesta al Poema
de la Culpa (ella)
Señor, yo no soy digna siquiera de rogarte:
mi corazón ignora la palabra del arte.
Sólo vengo a decirte que no me han comprendido,
porque los hombres hablan con el orgullo herido.
Cubren con bellas frases su más vulgar deseo,
que a veces me turbaron, pero que ya no creo.
Sin embargo, a los dos me di con alegría.
Lo comprendo, Señor: ¡toda la culpa es mía!
En los brazos de uno me entregué plenamente,
y en los del otro... ¿Sabes lo que una mujer siente?
Pregúntale a la Virgen, cuando ella era mujer,
todo lo que nosotras llegamos a querer.
Perdóname la audacia, pero aquella María,
no supo del abrazo viril que me rendía.
No miró aquellos ojos fijos en mi hermosura,
como dedos ardientes sobre mi carne impura.
Y no tembló aquel canto de amor en sus oídos
que pudo abrir en músicas la flor de mis sentidos.
Tú también sabes que el hombre se acerca a la mujer,
ebrio por la promesa de su propio placer.
Pero la mujer llora, se resiste, Señor,
y cuando al fin se ofrece, sueña con el amor.
Pues, mientras en el hombre la vida se hace fuerte,
la mujer se desmaya con un poco de muerte.
Quizás tuve un amante que me sedujo un día,
¡tan malo que, por eso, me gusta todavía!
198
Rosa del Otoño
Melancólicamente, en tu faz contraída
reflejando el dolor,
piensas en lo monótona que transcurre tu vida
sin placer, sin amor...
199
! y no hay una caricia para tu desconcierto,
ni un gran abrazo te hace arder!
200
Salmo de Otoño.
Hay un primer amor, hermosa dama.
Que solo es un rasguño, no una herida;
Pues, por ser lo primero que se ama,
Es también lo primero que se olvida.
Y hay algo que no se como se llama,
Ya casi en un dolor de despedida,
Que es el último fruto en una rama
Y es el último amor en una vida.
201
Se Deja de Querer
Se deja de querer...
Y no se sabe porque se deja de querer
Se deja de querer...
Y es como un río cuya corriente fresca ya no calma la sed
Como andar en otoño sobre las hojas secas
Y pisar la hoja verde que no debió caer.
Se deja de querer...
Y es como el ciego que aun dice adiós llorando
Después que pasó el tren.
Se deja de querer...
Como quien deja de andar una calle sin razón, sin saber
Y es hallar un diamante brillando en el rocío
Y que ya al recogerlo se... se evapore también
Se deja de querer...
Y es como un viaje detenido en las sombras
Sin seguir ni volver
Y es cortar una rosa para adornar la mesa
Y que el viento deshoje la rosa en el mantel
Se deja de querer...
Y es como un niño que ve como naufragan sus barcos de
papel
O escribir en la arena la fecha de mañana
Y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.
Se deja de querer...
202
Y es como un libro que aun abierto hoja a hoja quedó a
medio leer
Y es como la sortija que se quitó del dedo
Y solo así supimos... Que se marcó en la piel.
Se deja de querer...
Y no se sabe porque se deja de querer.
Segundo Poema
de la Espera
Por un agua de hastío voy moviendo estos remos,
que pasan tanto al irme y tan poco al volver;
pero quizá un día no nos separaremos,
mujer mía y ajena, como el amanecer.
203
y ya sólo recuerdo las veces que me he ido
recordando las veces que tuve que volver.
Segundo Poema
del Río
I
204
II
III
205
Sembrar
Alza la mano y siembra, con un gesto impaciente,
en el surco, en el viento, en la arena, en el mar...
206
Símil del Árbol
Árbol ya largamente florecido,
con el tronco tatuado de iniciales,
lo dejaron en pie los vendavales,
sin una hoja, ni una flor, ni un nido,
207
Símil del Viento
Te sentí, como el viento, cuando pasabas ya;
como el viento, que ignora si llega o si se va...
Fuiste como una fuente que brotó junto a mí.
Y yo, naturalmente, sentí sed y bebí.
Soneto
No con altos ejemplos se modela
la perfección del alma, ni el tesoro
de un buen libro nos dona el del decoro
que a las bajas acciones se rebela.
208
y, si de algo valiera el buen ejemplo,
¿se explica que el discípulo de un Cristo
Maestro de maestros, fuera un Judas?
Soneto (de
Eugenio Castro)
Tu indiferencia aumenta mi deseo
209
sólo es grande el amor que nada espera.
210
Soneto (de
Guillermo de
Almeida)
"Esa mujer que yo he de amar un día
me embriagará de su ensueño..."
Esto decía,
211
Y una voz dijo: "Te besé la frente,
212
que el ciego cazador por mí temido,
para tomarme por sorpresa, estaba
en vuestros claros ojos escondido.
Soneto
Adolescente
Qué dulce, si lloviera de repente...
No sé por qué, porque tu estas lejana,
pero en la soledad de esta mañana
hay algo de tu amor que no está ausente.
213
Y yo cierro los párpados huraños
pensando en ti, yo, extravagante y loco
adolescente de cuarenta años.
214
Soneto del
Ahorcado
El beodo narraba dificultosamente
con hipos de agonía y vahos de aguardiente.
215
Y allí lo vimos todos, al inflamarse el día,
y en su cárdeno cuello la trenza relucía
cual si se hubiese ahorcado con un rayo de sol.
Soneto del
Caminante
No, no despiertes jamás para vivir tu sueño
porque el sueño es un viaje más allá del olvido.
Tu pie siempre es más firme después de haber caído.
Sólo es grande en la vida quien sabe ser pequeño.
216
Soneto del
Caminante (V e rsió n 2 )
No, no despiertes jamás para vivir tu sueño
porque el sueño es un viaje más allá del olvido.
Tu pie siempre es más firme después de haber caído.
Sólo es grande en la vida quien sabe ser pequeño.
217
Soneto del
TiempoMe verás sonreír, amiga mía,
con aquel gesto frívolo de antaño,
y hay un viejo dolor que me hace daño,
un dolor que me duele todavía.
Soneto en la
Alcoba
Te miraba acostada con mis ojos de bueno,
tus ojos aprendían lentamente a soñar,
y tu sueño iba a otro, a tu amor en estreno,
embriagado de fuga, de capricho y de azar.
Soneto Final
Y cerrare los ojos para siempre, algún día
y habrá noches de estrellas que ya nunca he de ver
y cantara otra boca lo que canto la mía,
cuando pasan las nubes en el atardecer.
219
Y en las tardes de otoño lloverá todavía,
para que otro hombre triste recuerde a otra mujer.
Soneto Galante.
Hay que decirlo: el alma no es la placida fuente,
Ni el cofre perfumado ni el jardín escondido;
No es un fulgor de aurora naciendo en el poniente
Ni una fecha sin tiempo ni un nombre sin olvido.
Soneto I
Como quien boga contra la corriente,
221
a la vez desolado y florecido
Soneto Lloviendo
No hace falta que llueva como llueve este día,
y, sin embargo, llueve desde el amanecer.
Si hay rosas y retoños, ¿para qué llovería?
Si ya todo florece, ¿qué más va a florecer?
222
Soneto para la
Lluvia
Mi corazón no sabe lo que espera,
pero yo sé que espera todavía,
igual que aquella noche que llovía
y te besé bajo la enredadera.
223
Soneto para un
Reproche
Yo no sé si tú esperas todavía
el gran amor con que soñaste en vano,
que era un pozo en la tarde de verano
y era la sed que el pozo calmaría.
224
Soneto Rojo
Yo he besado el capullo de tu boca jugosa,
y he bebido en tus besos mieles espirituales,
con toda la liturgia de los viejos misales
y el arrebato que era mi ansiedad voluptuosa.
225
Soñar
Soñar es ver la vida de otro modo,
y es olvidar un poco lo que realmente es,
un sueño es casi nada y más que todo,
más que todo al soñarlo... casi nada después.
Te Acordarás un
día
Te acordaras un día de aquel amante extraño
que te besó en la frente para no hacerte daño.
Aquel que iba en la sombra con la mano vacía
porque te quiso tanto... que no te lo decía.
226
Aquel amante loco... que era como un amigo,
y que se fue con otra... para soñar contigo.
Te acordarás un día de aquel extraño amante.
Profesor de horas lentas con alma de estudiante.
Aquel hombre lejano... que volvió del olvido
solo para quererte... como a nadie ha querido.
Aquel que fue ceniza de todas las hogueras
y te cubrió de rosas sin que tu lo supieras.
Te acordarás un día del hombre indiferente
que en las tardes de lluvia te besaba en la frente.
Viajero silencioso de las noches de estío
que miraba tus ojos, como quien mira un río.
Te acordaras un día de aquel hombre lejano
del que más te ha querido... porque te quiso en vano.
Quizás así de pronto... te acordarás un día
de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.
Tu rosal preferido se secara en el huerto
como para decirte que aquel hombre se ha muerto.
Y el andará en la sombra con su sonrisa triste.
Y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.
Te contare la
Historia
Te contaré la historia del bergantín sombrío
que echó un día las anclas en la quietud de un puerto,
para ser en la turbia resaca del hastío,
el ataúd flotante de su pasado muerto.
Allí evocaba el luto de la insignia pirata
y las tripulaciones con su bárbaro coro,
en las fosforescencias de las noches de plata
y en el deslumbramiento de las tardes de oro.
227
Allí, en largos letargos bajo las nubes lentas,
entre un enloquecido revuelo de gaviotas,
adoraban el soplo brutal de las tormentas,
en sus podridos pliegues, las pobres velas rotas.
Abajo, en la sentina, mortecinos fanales,
moscas y telarañas y barriles flotando,
arriba en la cubierta, náufragos espectrales
agitando los puños hacia el puente de mando.
Ah, las islas del trópico, los dulces archipiélagos
para siempre en los mapas de la mala fortuna,
y un buque torvamente rondando los murciélagos
mientras las mariposas vuelan hacia la luna.
Viejo barco que supo que el confín no es redondo
en las noches siniestras y en las albas felices,
con las anclas hundidas más y más en el fondo
como si de las anclas le nacieran raíces.
Mástiles carcomidos donde las golondrinas
reposan el otoño, como un último ultraje;
timón con verdes costras de lepras submarinas
y brújula sin norte para morir un viaje.
Vientos del sur, o lluvias o locas primaveras,
que poco importa todo para los barcos viejos;
pero un escalofrío crujía en sus maderas
al zarpar otras naves y al perderse a lo lejos.
Allí, escuchando el himno de las resacas gordas,
vaivén de espumas negras que nunca finaliza,
se hubiera dicho un barco cargado hasta las bordas
con un gran contrabando funeral de ceniza.
Y allí estaba, en el puerto, con su largo letargo,
de proa hacia el olvido, muriendo hacia el poniente.
Y, sin embargo un día...Ah, un día, sin embargo,
Soplo un viento de rosas, maravillosamente.
Era el sagrado soplo del amor que transfigura
los seres y las cosas en el tiempo sin fin
y le dio un casco nuevo con nueva arboladura
y nueve velas blancas al viejo bergantín.
228
Y así fue que en la gloria de una alegre mañana,
con la proa hacia el sueño y el timón al azar,
esta vez bajo el mando de gentil capitana,
el bergantín sombrío se echó de nuevo al mar.
Y así acaba este cuento que es mas tuyo que mío,
tu, que escuchas mi cuento convertido en canción;
tu, gentil capitana del bergantín sombrío,
del bergantín sombrío que era mi corazón.
229
rumor de agua cayendo noche y día,
pues deja de llover, y sin embargo,
nos parece que llueve todavía….
Te Propongo Un
Pacto
Te propongo un pacto de amor trascendente
a la sombra de un árbol y a la orilla de un río:
te propongo que nos enamoremos locamente
en estas últimas tardes sentimentales del estío….
230
Tema de Insomnio
Ya tengo, al fin, la llave de esa puerta
que, sin ser de salida ni de entrada,
no impide el paso cuando está cerrada
ni permite pasar estando abierta.
231
Así, verte de lejos, definitivamente.
Tú vas con otro hombre, y yo con otra mujer.
Y sí que como el agua que brota de una fuente
aquellos bellos días ya no pueden volver.
Tercer Poema de
la Despedida
Llamarada de ayer, ceniza ahora,
ya todo será en vano,
como fijar el tiempo en una hora
o retener el agua en una mano.
232
si florece después de haber caído,
no retoña después de ser hoguera;
Y un día indiferente,
ya en olvido total sobre mi vida,
recordaré tus ojos de repente,
viendo pasar a una desconocida...
233
con los blancos hombros llenos de diamantes,
en la rumorosa caricia del río.
Y tú te reías…
Y mirando mis manos vacías,
pensé en tantas cosas que ya fueron mías,
y que se me han ido, como tú te irás…
Y tendí mis brazos hacia la corriente,
hacia la corriente cantarina y clara,
porque tuve miedo, repentinamente,
de que el agua feliz te arrastrara…
Y ya no reías…
bajo el sol de estío,
ni resplandecías de oro y de rocío.
Y saliste corriendo del río,
y llenaste mis manos vacías…
Y al sentir tu cuerpo tan cerca y tan mío,
al vivir en tu amor un instante
más allá del placer y del hastío,
vi pasar la sombra de una nube errante,
de una nube fugaz sobre el río…
Triste
Sabemos lo que es triste por algo que se ha ido,
O que, aunque no se vaya, se fue de otra manera,
Por algo que es ceniza después de ser hoguera
Y es menos que ceniza después de ser olvido.
234
Sabemos lo que es triste- mas triste todavía-
Cuando abrimos la puerta de una casa vacía,
Cuando andamos las calles en el atardecer.
Triste es Saber
Triste es saber que nuestra vida es sólo
interminable adiós
que, como un cuervo trágico, aletea
en nuestro corazón;
que cada paso nuestro, deja algo
más que una huella en pos,
algo que ya no vuelve a nuestra vida,
que para siempre huyó;
que lo que es hoy sonora melodía
o encantada canción,
será mañana cual rumor de hojas
que el viento sacudió......
Y en esta hora de melancolía,
235
sufro el hondo dolor
de preguntarme inútilmente, cuánto
me durará tu amor....
Que yo bien sé que cual la brisa deja
sin perfume a la flor;
que como el mar al fin borra la estela
que un buque le dejó;
que cual se desvanecen los colores
de las flores, al sol,
y que como la alquimia del otoño
trueca en oro el verdor,
el nuestro en nuestras vidas obra el paso
igual transformación,
dejando despertares donde sueños
y hastío donde amor....
Y tengo mucho miedo de esa hora
que puede sonar hoy,
cuando al besar tus labios, sólo el frío
responda a mi calor...
Y yo tengo mucho miedo de ese hastío
que puedo sentir yo.,
que robará a mis ojos el miraje
azul de la ilusión...
Y, en esta hora de melancolía,
sufro el agrio dolor
de no ignorar que un día, quizás pronto,
nos diremos adiós...
236
La vida es poca cosa. Qué más da su medida,
si el que vive más años no siempre vive más;
porque un instante, a veces, llena toda una vida,
y a veces ese instante no se vive jamás.
Último Amor
Yo andaba entre la sombra,
cuando como un fulgor llegaste tú; de pronto,
con el último amor.
Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras
para reconocerte, para saber quién eras.
Y eras la misteriosa mujer desconocida
que entristeció de un sueño lo mejor de mi vida;
la de las tardes grises y los claros de luna,
la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna.
Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo,
lo mejor de mi vida será morir contigo.
He pensado esta noche, sintiéndote tan mía
que así como llegaste, pudieras irte un día.
Lo he pensado eso es todo, pero si sucediera,
237
dejaré que te vayas sin un adiós siquiera.
Y cuando te hayas ido —yo que nunca me quejo—,
me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo.
Pero si me muriera sin poder olvidarte
y después de la muerte se llega a alguna parte;
preguntaré si hay sitio, para mí, junto a ti.
Y Dios, seguramente, responderá que sí.
Último poema
Otra vez tus caminos me llevan hacia el alba,
cuando ya en mi sonrisa murió el último niño.
Otra vez esa flecha clavándose en la noche,
y esa lluvia de otoño para soñar contigo.
238
Oh, corazón de fiebre en la floresta negra,
muriendo lentamente y eternamente vivo.
Variante de una
Canción Antigua
En el tronco de un árbol voy a grabar tu nombre
pero con mi capricho, vulgarmente galante,
dejaré satisfecha mi vanidad de hombre,
acaso más profunda que mi orgullo de amante.
239
Viejo Lobo de Mar
Viejo lobo de mar, de sed sorda y violenta:
El humo de tu pipa tiene olor a tormenta.
240
y tú, al vencer el mar, naufragaste en la tierra.
Vivir de amar
Vivir de amar, y el corazón sin dueño.
Y la edad, que remonta por la frente,
apesadumbra en cicatriz creciente
y desalienta en fugitivo ensueño.
241
Ya era muy
Viejecita
Ya era muy viejecita... Y un año y otro año
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,
sola como una hermana mayor en su jardín.
Ya todos la
Olvidaron
Ya todos la olvidaron. Ahora sí que se ha ido,
pero, sobre las rosas de la tumba reciente,
florecía el recuerdo más allá del olvido…
Yo era el hosco, el ausente.
243
Ya todos la olvidaron, Señor. Nadie la nombra.
Yo la recuerdo todavía…
Yo soy aquel
Yo soy aquel que vio pasar su entierro
y se unió al llanto de la comitiva,
con cuerpo en libertad y alma cautiva,
dueño de Dios y esclavo de mi perro.
244
Yo soy aquel de la sonrisa extraña,
que, para sonreír sin amargura,
vio la montaña desde la llanura
y la llanura desde la montaña.
Yo vi la Noche
Ardiendo
Yo vi la noche ardiendo en su tamaño, y yo
crecía hacia la noche pura en un afán
secreto de estatura, uniendo mi
alegría con mi daño.
245
Y odié mi realidad y amé mi engaño,
y entonces descendió la noche pura,
y sentí en mi estatura su tamaño.
(Sin titulo)
Solitario en la sombra como un furgón vacío,
amontonando nieve sobre la terca brasa,
poco me importa el tiempo que pasa como un río,
porque estoy en la orilla de un río que no pasa.
246
esperaré el gran viento que sopla hacia el olvido
y cerraré los ojos para que pase el viento.
Ante la Muerte de
José Ángel Buesa
--------usando el eco de su poesía-------
por Bibi Arenas
ardiendo
247
José Ángel Buesa nació el 2 de septiembre de 1910. En
Cruces, ciudad de la antigua provincia de Las Villas, ahora
Cienfuegos, Cuba.
248
Buesa se ve obligado a abandonar su país (Cuba) para
empezar una penosa peregrinación por varios países, España,
Islas Canarias, El Salvador, finalmente Santo Domingo
(Republica Dominicana). Los últimos años de su vida los vivió
en el exilio, y se dedicó a la enseñanza, ejerciendo como
catedrático de literatura en la Universidad Nacional Pedro
Henríquez Ureña en la República Dominicana, donde murió el
14 de agosto de 1982.
PERFILES
249
enormemente a hacer de la poesía de Buesa un poderoso instrumento de
comunicación lírica, sencilla y llana.
INDICE
Poemas Paginas
A la raíz 2
A una lagrima 3
A veces
Acuérdate de mí 4
Ah, sí, ya abrí mi casa
Alma Musical 5
Amamos porque sí … 7
Amor insatisfecho 6
Amor prohibido 8
Amor tardío 9
Aniversario 10
Ante la Muerte de José Ángel Buesa 224
250
Aria de Luto 11
Arte poética. 12
Así verte de lejos 13
Balada de las recapitulaciones 15
Balada del loco amor 16
Balada del mal amor 17
Balada del Soldado John Smith
Balada del tulipán negro. 18
Balada en la alameda. 20
Brindis 21
Canción a la mujer lejana 22
Canción a la mujer lejana ( versión 2) 23
Canción Agradecida 24
Canción al olvido 25
Canción compartida 27
Canción contigo 28
Canción cotidiana 29
Canción de la búsqueda 30
Canción de la espera 31
Canción de la Hoguera 32
Canción de la lluvia 33
Canción de la noche sola 34
Canción de la Rosa 35
Canción de los amantes 36
Canción de los remos 38
Canción de un sueño 39
Canción del amor lejano 40
Canción del amor prohibido 41
Canción del amor que pasa 42
Canción del amor que pasa (Versión 2) 43
Canción del andén. 43
Canción del viaje 44
Canción III 45
Canción nocturna 46
Canción para la esposa ajena 47
Canzonetta 48
251
CANZONETTA II
Carta a usted 49
Carta de amor I y II 51
Carta de Amor III 52
Carta sin fecha 53
Celos 54
Con la simple palabra 55
Corazón en la noche
Cuartetos del trausente 56
Cuento para la niña triste
De canciones absurdas 2 57
De muerte en flor 58
De pie bajo la lluvia
Desafío al otoño
Dios no lo sabe 59
Discreto amor 60
Dúo de amor 61
El amigo 63
El Ancestro Del Cisne 64
El árbol viejo 65
El Arquero. 66
El clavel seco 67
El extranjero 68
El falso amor 69
El gran amor 70
El hijo del ensueño 71
El nombre olvidado 72
El nudo 73
El pequeño dolor 74
El pozo seco 75
El Pozo Vacío 77
El resucitado 78
Elegía 79
Elegía lamentable 80
Elegía nocturna 81
Elegía Para Entonces
252
Elegía para mi y para ti 82
Elegía por nosotros 83
Ella Amará a Otro Hombre 84
Envió 86
Epilogo 86
Era mi amiga 87
Esa Mujer. 88
Esta vieja canción 89
Estoy Aquí Contigo... 90
Excusa del viento
Finge con fiero orgullo...
He Callado Largamente
Inesperadamente 91
José Ángel Buesa, Poeta cubano 225
La abeja 92
La copa de diamante 95
La dama de la rosa 96
La dama de las perlas 97
La Dama Del Espejo. 98
La enredadera 99
La Estrella. 100
La fuga infinita 101
La Lámpara. 102
La mujer aquella. 103
La mujer sin nombre 104
La pena sin olvido 105
La pequeña plegaria. 106
La Puerta 107
La rama rota 108
La sed insaciable 109
La Señal 110
Lamentaciones de otoño (I) 111
Las Dos Muñecas 113
Lied 114
Lluvia Final 115
Los Navegantes
253
Los potros 114
Madrigal
Madrigal De La Ausencia
Madrigal de la lluvia de abril 116
Madrigal triste 116
Me llegabas en la brisa y en la espuma... 117
Mejor no quiero verte 118
Mi corazón no sabe lo que espera 119
Mi corazón se siente satisfecho 120
Mía 121
Monologo de casanova 123
Muchacha Sin Amor 124
Música de Septiembre 125
No era amor 126
Nocturno IV 127
Nocturno V 128
Nocturno VII 129
Nocturno VIII 130
Nunca más 131
Oasis 132
Orbita 133
Os digo que estas cosas
Otoño y jardín 134
Pequeña canción 135
Pequeña canción (Versión 2)
Perfiles 227
Poema crepuscular 136
Poema de amor pequeño 137
Poema de la culpa 138
Poema de la despedida 140
Poema de la desposada 141
Poema de la duda 142
Poema de la espera 143
Poema de los besos 144
Poema de Navidad
Poema de una calle 146
254
Poema del amor ajeno 147
Poema del árbol 148
Poema del desencanto 149
Poema del dolor indominado 150
Poema del domingo triste 151
Poema del espejo 152
Poema del éxtasis 153
Poema del fracaso 154
Poema del libro 155
Poema del olvido 156
Poema Del Pecado 157
Poema del Perdón. 159
Poema del poema 160
Poema del puerto 161
Poema del regreso 163
Poema del renunciamiento 164
Poema del río
Poema del secreto 165
Poema Final
Poema final por nosotros 166
Poema Lejano
Poema nocturno 167
Poema para el crepúsculo 168
Poema para olvidarte 169
Poema vulgar 170
Poemas de las cosas 171
Poemas en la arena 172
Poesía del amor imposible 173
Profecía 174
Quizás 176
Recapitulación 177
Respuesta al poema de la culpa (el otro) 178
Respuesta al poema de la culpa (ella) 179
Rosa del otoño 180
Salmo de Otoño 182
Se deja de querer 183
255
Segundo poema de espera 184
Segundo poema del río 185
Sembrar 187
Símil del árbol 188
Símil del viento 189
Soneto
Soneto (De Eugenio Castro) 190
Soneto (De Félix Arvers) 191
Soneto (De Guillermo de Almeida) 192
Soneto (De Luís de Camoes) 193
Soneto Adolescente 194
Soneto con sed 195
soneto del ahorcado 196
Soneto del caminante 197
Soneto del Caminante (Versión 2)
Soneto del tiempo 198
Soneto en la alcoba 199
Soneto final 200
Soneto Galante 201
Soneto I 202
Soneto lloviendo 203
Soneto para la lluvia 204
Soneto para un reproche 205
Soneto Rojo
Soñar 206
Te acordaras un día 207
Te contare la historia 208
Te iras, tal vez..... 210
Te Propongo Un Pacto
Tema de Insomnio 211
Tercer poema de la despedida 212
Tercer poema del río 213
Triste 214
Triste es saber 215
Tú dices que has vivido
Último amor 216
256
Último poema 217
Una ultima, desconozco el titulo 223
Variante de una canción antigua 218
Viejo lobo de mar 219
Vivir de amar
Ya era una viejecita 220
Ya todos la olvidaron 221
Yo soy aquel
Yo vi la noche Ardiendo 222
257
258
259
260
261
262