tenebrosa como el abismo insondable, doy gracias a los dioses que pudieran existir por mi alma inconquistable. En las azarosas garras de las circunstancias nunca me he lamentado ni he pestaeado. Sometido a los golpes del destino, mi cabeza est ensangrentada, pero erguida. Ms all de este lugar de clera y de lgrimas donde yacen los horrores de la sombra, la amenaza de los aos me encuentra, y me encontrar, sin miedo. No importa cun estrecho sea el portal, cun cargada de castigos la sentencia, soy el amo de mi destino. soy el capitn de mi alma.