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LAS INSTITUCIONES COMO AGENTES MORALIZADORES.

La aventura causa ansiedad,


Pero no aventurarse es perderse a uno mismo,
Y aventurarse es justamente
Tener conciencia de sí mismo.
Kierkegaard.

El individuo es el origen y el destino de la libertad, de la moral y de todas las


empresas del hombre, pero cuando estos conceptos tienen que objetivarse
aparece la concepción del mundo, la historia y las instituciones. Estas últimas,
como agentes moralizadores y socializadores.

De las concepciones del mundo, los modelos Antropofilosóficos y las teorías


éticas ya hemos hablado. Los hemos ubicado por etapas, sin embargo, el
análisis de las instituciones no lo hemos profundizado, no le hemos dado un
tratamiento teórico, es decir no lo hemos ubicado en una teoría, por ello se
hace inminente que hablemos de ellas para precisar como construyen,
institucionalmente, los individuos sus modelos de ser humano y sus espacios
de libertad.
Buscando con ello la relación de la moral con las instituciones. Para eso
arriésganos inicialmente una definición sobre las instituciones que sirva de
base para las precisiones posteriores.

Nosotros decimos que una institución es un núcleo o agrupación de individuos


constituida de manera formal para cubrir históricamente las necesidades
individuales, colectivas del sistema, mediante la conformación la consolidación
política de formas y rituales entre los individuos y el poder imperante en todos
los niveles de la realidad, desarrollados mediante una cohesión interna (del
núcleo o agrupación) y externa (con la sociedad en su conjunto) de la misma
organización pero que puedan funcionar independiente de los individua que los
conforman.

Como todos sabemos, las instituciones son tan viejas como la humanidad, ellas
son las encargadas de civilizar al hombre, de simbolizarlo e inducirlo a
fortalecer social vigente o modificarlo, de esa manera, las instituciones
adquieren un carácter pedagógico, socializador, en el que descansa el poder
político, ya que del cumplimiento, de sus metas o tareas asignadas, depende
del desarrollo social, el avance o progreso de las fuerzas productivas y la
consolidación, equilibrio y fortaleza de un sistema político.

Sin embargo, lo que casi siempre implica un avance, en ocasiones, lento y


tortuoso en la sociedad, pero que supone que cada una de las instituciones se
ha consolidado en diferentes etapas o épocas históricas, según las necesidades
del sistema político y por las más variadas circunstancias.

Si sabemos que el sistema económico es el centro de todo sistema político,


podemos entender que todas las instituciones giran alrededor de los medios de
producción y del sistema político, debemos también agregar que ellas pueden
ser el origen de la producción y la reproducción de todas las necesidades.
Por lo tanto las instituciones como la familia, la escuela, la iglesia, los
sindicatos, las empresas, la profesión, el estado y los medios de comunicación,
realizan sus acciones fundamentales con la intención de fortalecer o cambiar,
objetiva o subjetivamente a los medios de producción. Por eso, en ese camino
doble, en el que avanza el sistema y a la vez se fortalece a la sociedad en su
conjunto, las instituciones tienden a usar el convencimiento, y en raras
ocasiones, la fuerza a través de proyectos políticos o el establecimiento
especifico de leyes, de ahí la máxima: “nadie está por encima de la ley”.

En esa acción pedagógico-política, las instituciones se han constituido en lo


que hoy conocemos como la superestructura social, fundamentalmente por la
función que asumen a partir de la estructura económica (modo de producción),
aunque no de una manera mecánica, sino a través de un proceso denominado,
Dialéctica Social.

Ese juego de enseñanza y de poder se convierte en un poder y un hacer poder.


Además la cuestión del hacer nos es tan fácil “lo forma de hacer las cosas”
institucionales, nos puede hacer caer en serias contradicciones inherentes al
sistema político, a las instituciones o a nosotros mismos, porque si bien es
cierto que nadie se salva de la existencia de las reglas morales, de igual
manera lo es que nadie sabe a ciencia cierta las reglas exactas pasar inculcar
las normas y establecer los valores y los comportamientos entre los individuos,
en la mayoría de los casos se establecen con valores entendidos o través de
formas simbólicas. De ahí que lo que funciona con alguien no siempre funciona
con otra persona, o no se hace de igual manera de una persona a otra, eso sin
contar que la convivencia tiende a pervertir la convivencia las relaciones
porque puede relajar rigidizar la autoridad en el juego de la propuesta de la
autoridad moral. Es decir, la misma relación entre personas tiende a evitar la
exigencia o compromiso de que las cosas se cumplan o la presencia del
esquema dominado-dominador “haga acto de presencia”, ya que este es un
fantasma eterno con las relaciones humanas. Hay personas que felices con no
cambiar las cosas, pues esa forma de ver la vida es mas sencilla y aunque al
dominado no esta exento de lo mismo, lo cierto es que el dominado no
siempre le cuesta mucho esfuerzo aceptar su condición de dominado, contra lo
que pudiera suponerse.

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