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Antes de la peluca y la casaca fueron los ros, ros arteriales, fueron las cordilleras, en cuya onda raida el cndor

o la nieve parecan inmviles: fue la humedad y la espesura, el trueno sin nombre todava, las pampas planetarias. El hombre tierra fue, vasija, prpado del barro trmulo, forma de la arcilla, fue cantaro caribe, piedra chibcha, copa imperial o silice araucana. Tierno y sangriento fue, pero en la empunadura de su arma de cristal humedecido, las iniciales de la tierra estaban escritas. Nadie pudo recordarlas despus: el viento las olvid, el idioma del agua fue enterrado, las claves se perdieron o se inundaron de silencio o sangre. No se perdi la vida, hermanos pastorales. Pero como una rosa salvaje cayo una gota roja en la espesura y se apag una lmpara de tierra. Yo estoy aqu para contar la historia. Desde la paz del bfalo hasta las azotadas arenas de la tierra final, en las espumas acumuladas de la luz antrtica, y por las madrigueras despenadas de la sombra paz venezolana, te busque, padre mo, joven guerrero de tiniebla y cobre o t, planta nupcial, cabellera indomable, madre caimn, metlica paloma. Yo, incsico del legamo, toqu la piedra y dije: Quin me espera? Y aprete la mano sobre un punado de cristal vaco. Pero anduve entre flores zapotecas y dulce era la luz como un venado, y era la sombra como un prpado verde.

Tierra ma sin nombre, sin Amrica, estambre equinoccial, lanza de prpura, tu aroma me trep por las races hasta la copa que beba, hasta la ms delgada palabra an no nacida de mi boca.

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