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Confesiones de un Apóstol (Aptl. Dr.

Guido Luis Núñez)

PERDÓN, DE LOS ERRORES HEMOS APRENDIDO.


Cuando reconocemos nuestros errores no estamos culpando a los demás, no hacemos como el
hombre que fue mordido por un perro, el cual fue llevado al hospital; pidió un lápiz y un papel y
comenzó a escribir furioso, el médico le dijo que no tenía que hacer ningún testamento, que la rabia
era en la actualidad una enfermedad curable. El hombre mordido le contestó que no era el testa-
mento, que era una lista de las personas a las cuales quería ir a morder.

Una de las cosas más importantes de reconocer nuestros errores es producir acercamiento y paz
para reconstruir relaciones.

1. ¿Qué se requiere para reconocer nuestros errores?

(1) Requiere temor de Dios (Sal.119:120). El ejemplo del apóstol Pablo (Hch.23:1-5).

(2) Requiere humildad. Es lo bueno de equivocarnos, nos mantiene humildes, nos mantiene
accesibles, nos mantiene humanos. No reconocer nuestros errores es un obstáculo que de-
tiene una bendición de Dios (2Cr.7:14), una buena relación, un ascenso, una nueva manera
de hacer las cosas, etc.

(3) Requiere madurez. Entre más maduros más amamos, y entre más amamos más fácilmente
reconocemos los errores que cometemos a los demás.

(4) Requiere la capacidad de recibir crítica. El que critica nos confronta, y el que nos elogia
nos anima. Las dos son necesarias, y pueden venir de la misma persona.

(5) Requiere capacidad auto-crítica. Es la sana costumbre auto-censurarnos, y esto nos hace
sabios y entendidos (Pr.15:31,32).

(6) Requiere valentía. No es fácil enfrentar sus errores, nos es fácil exponernos y llevar las
consecuencias, que pueden ser desde el rechazo, la burla, la humillación, perder algo (ma-
trimonio, empleo, etc.), o peores, como algún tipo de sanción legal.

(7) Requiere cambiar de manera de pensar (otro punto de vista). Errar es una buena señal
de que vamos por el lado equivocado del camino. Muchas veces la única manera de llegar
al éxito (Thomas Alba Edison intentó 10 mil veces hasta inventar la luz incandescente en
un bulbo). Así aprendimos a caminar.

(8) Requiere pensar en el bien de los demás. Reconocer nuestros errores genera sanidad
porque “pagamos” nuestras deudas emocionales y espirituales a quienes les fallamos.

(9) Requiere sensibilidad espiritual. Lo peor de cometer un error es no reconocer que come-
timos un error (Jer.2:13).

(10) Requiere espíritu enseñable. Aceptar nuestros errores no es para quitarnos el impulso de
crecer, sino para crecer mejor.
Confesiones de un Apóstol (Aptl. Dr. Guido Luis Núñez)

2. ¿Qué hemos aprendido?

(1) Que no todos deben ser líderes de células. Pero que todos tienen dones y talentos para
tomarlos en cuenta en otras áreas de servicio. Y que como trabajamos en equipo, unos
evangelizan, otros invitan, otros llaman, otros lideran, etc., etc., etc.

(2) Que la persona está por encima de la estructura. ¿De qué sirve un hermoso edificio sin
gente, un estadio sin aficionados, un Mall sin compradores, la tierra sin habitantes, un tem-
plo sin adoradores, un pastor sin ovejas? (Mr.2:23-28; Mt.12:9-13).

(3) Que el amor está por encima del servicio (Mt.4:10). Presión sin amor mata. Es que de-
bemos ser líderes, no jefes. Al jefe le interesan los números, a los líderes les interesan las
personas.

(4) Que no todos maduran a la vez. Por eso debemos exhibir de entre todas las virtudes la
paciencia. Y si perseveramos en la formación, llegará porque llegará el momento en que
darán fruto.

(5) Que todo servicio debe ser agradecido, tanto el que hace mucho como el que hace poco
están aportando para el Señor y el ministerio.

(6) Que las células buenas son las que tienen un líder que saber dirigir la fidelidad hacia el
ministerio. Insisten en que sueñen los sueños del ministerio, no los suyos. Entienden que la
gente no es de ellos, sino del ministerio.

(7) Que la mejor manera de la relación liderazgo-miembros de la iglesia es la proyección de


la paternidad del Padre Celestial. Debemos ser padres. Y mi privilegio es ser el padre de
todos en Kingdomtakers y el ministerio MANA.

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