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profundidad; tres de ellos ya terminados y los restantes

muy avanzados. Entre los numerosos problemas


surgidos, dos en particular pueden servir de punto de
partida a las consideraciones que quiero exponer aquí.
LA FASE PRECOZ DEL DESARROLLO DE LA Estos problemas eran: ¿cuál era el equivalente exacto
SEXUALIDAD FEMENINA en la mujer del temor de castración en el hombre? y ¿qué
es lo que diferencia el desarrollo de las mujeres
homosexuales del de las mujeres heterosexuales?
Hagamos notar que estas dos preguntas están muy
estrechamente ligadas; la palabra "pene" indica su punto
Ernest Jones de incidencia.
Algunos hechos clínicos a propósito de estos casos
Freud ha comentado más de una vez el hecho de que podrían ser interesantes, pero no tengo la intención de
nuestro conocimiento de las primeras etapas del desarrollo referir la historia detallada de los mismos. Tres de las
femenino es mucho más oscuro e imperfecto que el del pacientes tenían entre 20 y 30 años y dos entre 30 y 40
desarrollo masculino, y Karen Horney ha metido con toda años. Dos de las cinco asumían una actitud enteramente
razón en que esto debe ser relacionado con la mayor negativa frente a los hombres. Fue imposible encontrar
tendencia al prejuicio que rema en este tema. Sin duda una regla uniforme en lo concerniente a su actitud
esta tendencia a la parcialidad es común a los dos sexos y consciente respecto de los padres; se daban todas las
sería conveniente que todo autor que trate este tema no lo variedades, negativa frente al padre acompañada de una
pierda de vista. Mas aun es de esperar que la actitud ya negativa, ya positiva, para con la madre y
investigación psicoanalítica esclarezca poco a poco la viceversa. No obstante, en los cinco casos, la actitud
naturaliza de .este prejuicio y por último, lo disipe. Surge inconsciente respecto de los dos padres era muy
una sana sospecha ante el hecho de que los psicoanalistas ambivalente. Todos presentaban signos de una fijación
hombres hayan sido llevados a adoptar una posición falo infantil anormalmente fuerte a la madre ligada
céntrica excesiva en este asunto siendo proporcional-mente indiscutiblemente a la etapa oral. Esta fijación apareció
subestimada la importancia de los órganos femeninos. Por siempre seguida por una intensa fijación paterna, ya fuera
su parte, las mujeres han contribuido a la mistificación permanente o transitoria, en lo consciente.
general con su actitud reservada respecto de sus propios
La primera de las dos preguntas anotadas más arriba
órganos genitales y por el hecho de que manifiestan una
preferencia apenas disimulada en cuanto a interesarse sólo también podría ser formulada como sigue: cuando la niña
por el órgano masculino El primer impulso dado a la siente que ya ha sufrido la castración, ¿qué fantasía de un
investigación en la que se apoya fundamentalmente este acontecimiento futuro puede provocar un terror igual al
de la castración? Tratando de responder a esta pregunta,
artículo, ha provenido de la experiencia poco común de
tener en análisis simultáneamente, hace dos años, cinco es decir, de explicar el hecho de que las mujeres sufren
casos de homosexualidad femenina manifiestos. Fueron de este terror por lo menos tanto como el hombre, llegué
análisis en a la conclusión de que el concepto de "castración" ha
obstaculizado, en cier-
24
25
tos aspectos, nuestra apreciación de los conflictos fundamentales. esto debería ser aún más evidente. En otros términos, el papel
Efectivamente, de hecho, esto es un ejemplo de lo que - importante desempeñado .por los temores de castración en los
liaren Horney ha identificado como un prejuicio inconsciente hombres tiende a veces a hacernos olvidar que en ambos casos,
cuando se abordan tales estudios desde un punto de vista la castración es sólo una amenaza parcial, por muy importante
demasiado masculino. En su brillante discusión a propósito del
que sea, con relación a la actitud y al placer sexuales en su tota-
complejo del pene en la mujer, Abraham 1 había observado que
lidad. Para la amenaza principal, la de una extinción total, más
no había ninguna razón para no aplicar aquí también la palabra
"castración", pues se descubren en los dos sexos deseos y bien deberíamos utilizar un término diferente, tal como la
temores análogos respecto del pene. Estar de acuerdo con esta palabra griega aphanisis. Si rastreamos hasta sus orígenes el
opinión no implica, sin embargo, que-haya que descuidar las temor fundamental que subyace en todas las neurosis, nos
diferencias existentes en ambos casos, así como no debemos vemos obligados, en mi opinión, a concluir que lo que significa
perder de vista el peligro de trasladar a una categoría las refle- realmente es esta aphanisis, es decir la extinción total, y, por
xiones que ya nos son familiares en la otra. Freud ha observado supuesto, permanente de la aptitud para el placer sexual, y aun
criteriosamente, en relación con los precursores pregenitales de la ausencia de toda posibilidad de experimentar dicho placer.
la castración (destete y desfecación, puestos de relieve por Después de todo, aquí se trata evidentemente de la actitud
Stäreke y por mí mismo), que el concepto psicoanalítico de conscientemente confesada por la mayoría de los adultos
castración en tanto que es diferente del concepto biológico respecto de los niños. Esta es por completo intransigente: no se
correspondiente, se refiere de una manera precisa sólo al pene, debe permitir a los niños ninguna gratificación sexual. Y
pudiendo encontrarse los testículos a lo sumo incluidos. sabemos que para el niño la idea de un plazo indefinido está
Veamos ahora el error sobre el que quiero llamar la atención. muy cerca de la de una negación permanente. No podemos, por
El papel en extremo importante que asumen normalmente los supuesto, esperar que el inconsciente, que es concreto por
órganos genitales en la sexualidad masculina, tiende naturalmente naturaleza, se dirija a nosotros en los términos abstractos que
a hacernos establecer una equivalencia entre castración y abolición convendrían para una generalización. Lo que más se acercaría a
total dé la sexualidad. Este error se desliza a menudo en nuestras la idea de aphanisis tal como ésta se presenta clínicamente sería
discusiones, aunque sepamos que muchos hombres desean ser la idea de la castración y las ideas de muerte (temor consciente
castrados por razones eróticas, entre otras, de modo tal que la de la muerte y deseos de muerte inconscientes). Citaré aquí
sexualidad no desaparece por cierto con la abdicación del pene. para ilustrar este punto, el caso de un joven obseso que había
En las mujeres, para quienes la idea del pene es siempre parcial y sustituido como su summun bonum la idea de un placer estético
en gran parte secundaria por naturaleza, a te de una gratificación sexual, y cuyos temores de castración
1
Abraham, Manifestations of the Female Castration Complex tomaban la forma de un temor de perder la aptitud para este
(1929), en Selected Papers on Psycho-Analysis, Hogarth Press, placer, cuando en realidad se disimulaba detrás de estos
Londres, 1927.
temores la idea concreta de la pérdida del pene.
26 27
Desde este punto de vista, vemos que el problema Este último .argumento evidencia la razón biológica
tratado aquí estaba mal planteado. El temor del que explica las diferencias sicológicas más importantes
hombre de ser castrado puede tener o no un equivalente en el comportamiento y la actitud de ambos sexos;
preciso en la mujer, pero, lo que es mucho más importante diferencia que constituye la causa directa de la de-
es comprender que este temor es sólo un caso particular y pendencia (que hay que distinguir del deseo) dé la mujer
que, en última instancia, los dos sexos temen en cuanto a la buena voluntad y la aprobación moral de
exactamente lo mismo, la aphanisis. El mecanismo en su pareja; dependencia mayor que la que encontramos
habitualmente en el hombre cuya sensibilidad
cuestión en esta aphanisis presenta diferencias importantes
correspondiente recae sobre otro hombre que desempeña
en ambos sexos. Si dejamos de lado, por ahora, el campo
un papel autoritario. De aquí surgen, entre otras cosas, los
del autoerotismo —suponiendo razonablemente que los
reproches más corrientes y las necesidades de la mujer de
conflictos en este terreno deben su importancia particular a
ser afirmada.- Entre las consecuencias sociales
las investissements secundarias aloeróticas— y si
importantes, se pueden mencionar las siguientes:
centramos así nuestra atención en el aloerotismo sabemos que nuestra moral ha sido esencialmente creada
propiamente dicho, podemos reconstruir la cadena de las por los hombres, y —lo que es mucho más curioso— que
ideas en el hombre más o menos como sigue: "deseo los ideales morales de las mujeres son copiados en su casi
obtener una gratificación llevando a cabo un acto totalidad de los de los hombres. Esto debe estar
particular, pero no me atrevo a hacerlo porque temo que relacionado seguramente con el hecho, destacado por
sea seguido del castigo de la aphanisis, de la castración Héléne Deutsch,2 de que el superyo femenino, como el
que significaría para mí la extinción permanente del placer masculino, deriva de modo predominante de las
sexual". Los pensamientos correspondientes en la mujer, relaciones frente al padre. Otra consecuencia, que nos
por naturaleza más pasiva, son de modo característico remite al centro mismo de nuestro problema, es que el
algo diferentes: "deseo ser gratificada por una mecanismo de la aphanisis difiere en ambos sexos. En
experiencia particular pero no me atrevo a intentar tanto que en el hombre es concebido típicamente bajo la
cualquier medio que la haría posible como,- por ejemplo, forma activa de una castración, en la mujer el temor
pedirla y confesar así mi deseo culpable, porque te/no primario parece concernir a la separación. Podemos
que si lo hago, esto sea seguida de aphanisis". Es muy imaginar que esto se deba a que la madre rival se ha
evidente que esta diferencia es no sólo variable, sino que, interpuesto entre la hija y el padre, o aun a que ha echado
de hecho, es sólo una diferencia de grado. En ambos a su hija para siempre, o inclusive a que es el padre quien
casos hay una actividad, aunque esta sea más manifiesta y simplemente ha rechazado la gratificación deseada. El
vigorosa en el hombre. Esta no es, sin embargo, la temor profundo de ser abandonada, experimentado por la
diferencia mayor: existe una más importante que surge del mayoría de las mujeres, deriva de este último hecho.
hecho de que, por razones fisiológicas evidentes, la mujer Ahora es posible llegar a una comprensión más pro-
depende mucho más- de su pareja para su gratificación funda del problema de la relación entre la privación
que el hombre. Venus ha tenido muchos más
2
problemas con Adonis, por ejemplo, que Plutón con Héléne Deutsch, Zur Psychologie der Weiblichtn
Perséfona. Sexualfunktionen, 1925, p. 9.

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y la culpa, en otros términos, de la génesis del superyo. En este tificación significa inicialmente peligro, luego el niño la
aspecto los elementos que nos aportan los análisis de mujeres proyecta al mundo exterior como lo hace con todos los peligros
nos son más valiosos que los análisis de hombres. Freud ha internos; utiliza a continuación toda desaprobación *obre este
sugerido, en su artículo sobre la declinación del complejo de asunto (moralisches Entgegenkommen) para señalar el peligro
Edipo, que en la mujer éste era la consecuencia directa de una y para ayudarlo a construir una defensa contra el mismo.
decepción continua (privación), y nosotros sabemos que el Para volver a nuestra niña, debemos ahora trazar las
superyó es el heredero de este complejo tanto en' la mujer como diferentes etapas del desarrollo a partir de la fase oral inicial. Se
en el hombre, para quien es el producto del sentimiento de culpa piensa comúnmente que el pezón, o la tetina de la mamadera,
derivado del temor a la castración. Se sigue de esto, y mi son reemplazados, después de los juegos de succión del pulgar,
experiencia sicoanalítica lo confirma plenamente,3 que la simple por el clítoris, como fuente principal de placer, así como el
privación llega a tener, en ambos sexos, naturalmente, la misma pene en el varón. Freud 4 piensa que esta solución relativamente
significación que la privación intencional impuesta por el insatisfactoria, va a conducir automáticamente al niño a buscar
medio. Llegamos así a la fórmula: la privación es equivalente a un pene exterior, más satisfactorio, introduciéndolo así en la
la castración. Hasta es posible, como se puede deducir de las situación edípica, donde el deseo de tener un hijo 5 va a
observaciones de Freud sobre la declinación del complejo de reemplazar poco a poco al de tener un pene. Mis propios
Edipo femenino, que la privación sola puede ser una causa análisis, como los ''análisis precoces" de Melanie Klein, indican
suficiente en la génesis del sentimiento de culpa. Esta discusión que existen además transiciones más directas entre la etapa oral
nos llevaría demasiado lejos en la estructura del superyó y nos y la etapa edípica. Me parece que las tendencias derivadas de
apartaría de nuestro tema principal, pero me gustaría mencionar esta última etapa se bifurcan precozmente hacia el clítoris y la
simplemente una concepción a la que he llegado y que toca de "Fellatio" —es decir hacia la manipulación digital del clítoris y
cerca a nuestro problema. las fantasías de "Fellatio"; su importancia relativa será
A saber que el sentimiento de culpa y con él el superyó" es, naturalmente distinta según los casos, pero podemos esperar
podríamos decir, edificado artificialmente para proteger al niño que esto tenga consecuencias decisivas para el desarrollo
del stress de la privación —es decir, de la libido no ulterior.
gratificada— y apartar así el temor de la aphanisis que siempre Sigamos ahora más en detalle estas líneas de desarrollo;
la acompaña; llega a ello, naturalmente, ahogando los deseos esbozaré primero lo que creo que es el modo más normal de
que no están destinados a ser gratificados. Hasta pienso que la desarrollo, el que conduce a la heterosexualidad. Aquí, la fase
desaprobación del medio, al que se atribuía habitualmente todo sádica se instala tardíamente y por ende, ni la etapa oral ni la
el proceso, es, en gran parte, una explotación de la situación por etapa clito-
parte del niño; o sea que la gra- 4
Freud, International Journal of Psycho-Analysis, vol.
3 VIII, p. 140.
Hemos llegado a esta conclusión con Mme. Riviere, cuyas teorías 5
No me extiendo en este trabajo sobre el deseo de tener
se exponen en otro trabajo, International Journal of Psycho-Analysis. un hijo pues hablo sobre todo de las etapas precoces. Considero
vol VIII, pp. 374-5.
este deseo como siendo en gran parte un derivado
tardío de las tendencias anales y fálicas.

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riana sufren un investissement sádico importante. Así, por otra dio sobre el papel cumplido por este órgano en las
parte, el clítoris no se asociará a una actitud masculina actividades urinarias, exhibicionista, escoptofílica y
particularmente activa (hacer sobresalir, etc.) y, por otra masturbatoria. El deseo de poseer un pene como el
parte, la fantasía sádica oral de seccionar el pene masculino de varón debe transformarse, sin embargo, normalmente
un mordisco no está demasiado desarrollada. La actitud en deseo de hacer participar su pene en una actividad
oral es, sobre todo, la de succión y pasa por una transición bien de tipo copulativo mediante la boca, el ano o la
conocida a la etapa anal del desarrollo. Los dos orificios vagina. Sublimaciones y reacciones inversas muestran
alimenticios constituyen así el órgano femenino receptivo. Al que ninguna mujer escapa a la etapa precoz de la
principio el ano es evidentemente identificado con la vagina, y la envidia del pene, pero admito con Karen Horney,9
diferenciación de los dos es un proceso en extremo oscuro, Héléne Deutsch,10 Melanie Kleinn y otras, que lo
quizás más aún que cualquier otro, a lo largo del desarrollo que encontramos clínicamente como envidia del pene
femenino; supongo, sin embargo, que esto se produce en parte a en las neurosis, sólo deriva de esta fuente en escasa
una edad más precoz de la que generalmente se cree. Una proporción. Debemos distinguir entre lo que se podría
cantidad variable de sadismo acompaña siempre a la etapa anal y quizás llamar la envidia del pene preedípica y post-
se revela en las fantasías familiares de violación anal que pueden edípica (más exactamente, la envidia del pene auto-
o no transformarse en fantasía de violencia.6 La relación edípica erótica) , y estoy convencido de que clínicamente es
está entonces en plena actividad; y las fantasías anales, como lo esta última la más importante. Así como la masturbación y las
veremos más adelante, son ya un compromiso entre las otras actividades autoeróticas obtienen su importancia del
tendencias de la libido y las tendencias autopunitorias. Esta reinvestissement proveniente de fuentes aloeróticas, también
etapa boca-ano-vagina, representa pues una identificación con debemos reconocer que muchos fenómenos clínicos dependen de
la madre. ¿Qué pasa durante ese tiempo con la actitud respecto la función defensiva de la regresión, sobre la que Freud 12 ha
del pene? Es bastante verosímil que la actitud inicial sea insistido recientemente. Es justamente la privación resultante de
únicamente positiva7 y se manifieste por el deseo de chuparlo. una decepción continua dado que la niña nunca puede compartir
Pero pronto la envidia del pene hace su aparición y el pene con el padre en el coito, así como tampoco puede obtener
aparentemente de modo constante. Las razones primarias, por de él un bebé, lo que despierta su deseo precoz de poseer un
así decir autoeróticas, de ésta actitud, han sido bien destacadas pene propio.
por Karen Horney8 en su estu- Según la teoría anunciada más arriba, es esta privación la que
6
Beating Phantasies: las fantasías de pegar, de ser constituye primitivamente la situación insoportable porque es
golpeado. equivalente al temor fundamental de la aphanisis. El
7
Héléne Deutsch (op. cit., p. 19) refiere una observación
interesante de una niña de 18 meses que vio un pene con sentimiento de culpa y la elaboración del superyó constituyen,
una indiferencia notable en esta época de su vida y que no como lo hemos
presentó
8
reacciones afectivas sino más tarde.
Karen Horney, International Journal of Psycho-Analy- 9 Ibid., p. 64.
sis, vol. V, pp. 52, 54. 10
Héléne Deutsch, op. cit., pp. 16-18.
11
Melanie Klein, comunicaciones hechas a la British Psy-
32 cho-Analytical Society.
12
Freud, Hemmung, Symptom und Angst, 1926, p. 48,
etcétera.

33
visto antes, la- defensa primera e invariable contra esta
aloerótico, es decir, una relación de objeto incestuosa. En ambos
privación insoportable. Pero esta solución es demasiado
negativa en sí; la libido debe finalmente poder expresarse casos, la situación más difícil es la situación simple, pero
también. fundamental, de la unión entre el pene y la vagina. Normalmente
esta unión se hace posible por la liquidación del complejo de
Sólo existen dos posibilidades de expresión de la libido en
esta situación, y ambas vías pueden ser adoptadas. La niña debe Edipo. Cuando, en cambio, el sujeto elige la solución de la
elegir, grosso modo, entre abandonar su nexo erótico con el inversión, todos sus esfuerzos tienden a evitar la unión, pues esta
padre y el abandono de su femineidad —es decir su última está ligada al temor de la aphanisis. El individuo, macho
identificación anal con la madre. Debe cambiar de objeto o de o hembra, identifica su integridad sexual con la posesión del
deseo; le es imposible conservar ambos. Debe renunciar o al órgano del sexo opuesto y se vuelve patológicamente
padre o a la vagina (incluidas las vaginas pregenitales). En el dependiente de él. Los varones pueden así utilizar la boca o el
primer caso los deseos femeninos afloran a un nivel adulto —es ano como órgano femenino necesario (con un hombre o con una
decir, encanto erótico difuso (narcisismo), actitud vaginal mujer masculina) o adoptar por sustitución el aparato genital de
positiva con respecto al coito, que culminan en el embarazo y el esa mujer a quien se identifica; en este último caso, dependen de
parto— y son transferidos a objetos más accesibles. En el la mujer que posee el objeto precioso y se ponen ansiosos si ella
segundo caso el nexo con el padre se conserva, pero esta rela- se ausenta o si algo en su actitud hace difícil el acceso a este
ción de objeto se transforma en identificación —es decir en órgano. En las niñas, puede darse la misma alternativa
complejo del pene. volviéndose patológicamente dependientes ya sea de la posesión
Veremos más detalladamente en el próximo parágrafo de qué de un pene imaginario, ya de la libertad de acceso al del hombre
manera opera esta defensa por identificación, pero por el con quien se han identificado. Si la "condición de dependencia"
momento preferiría poner el acento sobre el interesante (cf. el término empleado por Freud: Liebesbedingung) no se
paralelismo, que ya señaló Karen Horney,13 entre las soluciones realiza, el sujeto, hombre o mujer se acerca al estado de
del conflicto edípico en ambos sexos. También el varón está aphanisis, o, según una terminología menos rigurosa, "se siente
amenazado de aphanisis, el temor conocido de la castración, castrado". Alternan por consiguiente, entre la potencia basada en
por la privación inevitable con que chocan sus deseos in- una gratificación invertida y la aphanisis. Más simplemente: o
cestuosos. Aquí también hay que elegir entre cambio de deseo y tienen un órgano del sexo opuesto, o carecen por completo de él;
cambio de objeto, entre renunciar' a su madre y renunciar a su pero no aceptan el de su propio sexo.
virilidad —es decir, a su pene. Hemos llegado así a una Pasemos ahora a nuestra segunda pregunta; a saber, la
formulación más general que se aplica tanto al varón como a la concerniente a la diferencia de desarrollo entre mujeres hétero
niña: confrontados con la aphanisis resultante de una privación y homosexuales. Esta diferencia había sido ya invocada en
inevitable, deben renunciar o a su sexo o a su incesto; lo que no ocasión de nuestra discusión sobre las dos soluciones aportadas
puede ser conservado, salvo al precio de la neurosis, es el al conflicto edípico, pero debemos analizarla más en detalle. La
incesto héteroerótico, y divergencia mencionada —que, es necesario decirlo, es
siempre
"13 Karen Horney, op. cit., p. 64. 34
35
una cuestión de grado— entre lasque renuncian a su libido de objeto pierde entonces todo interés para ellas; su relación de
objeto (el padre) y las que renuncian a su libido de sujeto (el objeto externa con la otra mujer es muy imperfecta, pues sólo
sexo), la volvemos a encontrar en el campo de la representa su propia femineidad mediante la identificación, y su
homosexualidad femenina. Podemos distinguir así dos grandes fin es obtener de ella, por sustitución, la gratificación de parte
grupos. Primero: las mujeres que conservan su interés por los de un hombre que les es invisible (el padre incorporado a ellas).
hombres, pero que se esfuerzan por hacerse aceptar por-los La identificación con el padre es también común a todas las
hombres como siendo de los suyos. A este grupo pertenece un formas de homosexualidad, aun cuando sea más profunda en el'
cierto tipo de mujeres que se quejan continuamente de la primer grupo que en el segundo, en el que se conserva de una
injusticia de la suerte de la mujer y del mal trato de los hombres forma sustitutiva, al menos un poco de femineidad. Es más que
para con ellas. Segundo: las que tienen poco o ningún interés probable que esta identificación tenga por función mantener la
por los hombres, pero cuya libido está centrada en las mujeres. represión de los deseos femeninos. Constituye la negación más
El análisis muestra que este interés por las mujeres es un medio completa que se pueda imaginar, la negación ante la acusación
sustitutivo de gozar de la femineidad; utilizan simplemente a de encubrir deseos femeninos culpables, pues afirma: "No
otras mujeres para exhibirlo en su lugar.14 puedo en absoluto desear el pene de un hombre para gozar de él,
puesto que ya poseo uno propio o, de todos modos, no quiero
Es fácil ver que el primer grupo descripto abarca el tipo
sino un pene mío". Según los términos de la teoría antes
específico de los sujetos que habían preferido abandonar su
expuesta en este artículo, esto permite la defensa más completa
sexo, mientras que el segundo grupo corresponde a los sujetos
posible contra el peligro de aphanisis provenientes de la no
que han abandonado el objeto (el padre) y lo sustituyen por
gratificación de los deseos incestuosos. Esta defensa está de
identificación. Para más claridad me detendré en este
hecho tan bien concebida que no es asombroso que se puedan
enunciado. Los sujetos del primer grupo invierten su propio
encontrar huellas de ella en todas las niñas que pasan por la
sexo pero conservan su primer objeto de amor; sin embargo la
etapa edípica, aun cuando la importancia de lo conservado más
relación de objeto es reemplazada por la identificación, y el fin
tarde, sea muy variable. Hasta me atreveré a decir que cuando
de la libido es hacer reconocer esta identificación por el primer
Freud postuló la existencia de una etapa "fálica" en el curso de
objeto.
la evolución de- la niña correspondiente a la del varón —es
Las mujeres que pertenecen al segundo grupo se identifican
decir—, una etapa en la que todo el interés parece recaer ex-
también con el objeto de amor, pero este
clusivamente en el órgano masculino en tanto que los órganos
14
Para mayor simplicidad, no mencionamos en este texto una
vaginales o prevaginales parecen haber sido borrados— daba
tercera forma interesante pero que merece ser señalada. Ciertas mujeres una descripción clínica de lo que puede ser observado, más bien
obtienen la gratificación de los deseos femeninos bajo dos condiciones: que un análisis verdaderamente radical de la posición real de la
1) que el pene sea reemplazado por un objeto sustitutivo como la lengua libido de esta base; pues me parece verosímil que la fase fálica
o el dedo; y 2) que la pareja que emplea este órgano sea una mujer en
vez de un hombre. Aunque clínicamente puedan aparecer bajo la forma en las niñas normales sólo sea una forma atenuada de la
de una inversión completa, tales casos están evidentemente más cerca identificación con el pene del padre que existe
de lo normal que uno de los dos casos mencionados en el texto.

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en las mujeres homosexuales y, en calidad de tal de una rológicos correspondientes sino aun confiriendo una cualidad
naturaleza escencialmente secundaria- y defensiva. particularmente activa (protrusiva) a las pulsiones clitorianas,
Karen- Horney 15 subrayó que el hecho de mantener una lo que refuerza naturalmente el valor de todo pene que pueda
posición femenina y de aceptar la ausencia del pene significa a ser adquirido en las fantasías. 'Sin embargo, sus
menudo, para una niña, no sólo el valor de asumir sus deseos manifestaciones más características se encuentran en el
incestuosos, sino también la fantasía de que su estado físico impulso sádico-oral de arrancar el pene del hombre de un
proviene de una violación castradora que su padre habría mordisco. Cuando el temperamento sádico va acompañado de
cometido realmente con anterioridad. De este modo, la iden- una disposición a la conversión del amor en odio, como sucede
tificación con el pene implica una negación de estas dos formas a menudo, con las ideas de injusticia, de resentimiento, y de
de culpabilidad: el deseo de que el acto incestuoso pueda venganza, entonces estas fantasías de mordisco gratifican a la
ocurrir en el futuro y la realización fantástica del deseo de que vez el deseo de obtener el pene por la fuerza y el deseo de
éste haya ocurrido ya en el pasado. El autor muestra además, vengarse del hombre castrándolo.
que en las niñas esta identificación con el sexo opuesto presenta
El desarrollo intenso del erotismo oral se manifiesta de
una ventaja mayor que en los varones; en efecto, la ventaja de
diversos modos perfectamente conocidos gracias a las
esta defensa común a los dos sexos está reforzada en la niña por
la consolidación del narcisismo derivado de las fuentes investigaciones de Abraham18 y de Edward Glover:17 pueden ser
arcaicas, pre-edípicas de envidia (urinaria, exhibicionista, conscientemente positivos o negativos. No 'obstante, existe un
masturbatoria) mientras que en el varón se ve debilitada por la hecho particular que debe llamarnos la atención, es la
herida narcisista que implica la aceptación de la castración. importancia de la lengua en tales casos. La identificación de la
Dado que esta identificación debe ser considerada como un lengua con el pene, que Flügel18 y yo mismo 19 hemos tratado en
fenómeno general en las niñas, debemos buscar más allá los detalle, alcanza en algunas homosexuales un grado
motivos que la intensifican de forma tan extraordinaria y extraordinario. He visto casos en que la lengua constituía un
característica en aquellas que serán más tarde homosexuales. sustituto casi totalmente ' satisfactorio del pene en las
Aquí seré más breve aún en mis conclusiones que antes. Los actividades homoxesuales. Es evidente que la fijación en el
factores fundamentales —y hasta donde sea legítimo decir, pezón implícita aquí favorece el desarrollo de la
innatos— determinante en este contexto parecen ser de dos homosexualidad de dos formas. Hace más difícil a la niña el
órdenes —a saber, una intensidad infrecuente del erotismo oral pasaje de la "Fellatio" al coito vaginal por una parte, y por otra,
y del sadismo. Estos convergen para desembocar en una le facilita
intensificación de la fase sádico-oral que considero como la
16
característica central del desarrollo homosexual de la mujer. Abraham, op. cit., cap. XII.
17
El sadismo aparece, no sólo en las manifestaciones Edward Glover, Notes on Oral Character Formation,
musculares ya conocidas con sus derivados caracte- International Journal of Psycho-Analysis, vol. VI, p. 131.
i» J. C. Flugel, A Note on the Fhallic Significance of the
15
Tounge, International Journal of Psycho-Analysis, 1925, vol.
Id. op.. cit. VI, p. 209.
19
Ernest Jones, Essays in Applied Psycho-Analysis, 1923,
cap. VIII.

38 39
el poder recurrir una vez más a una mujer como objeto de la cias profundas han explotado del modo que acabamos de
libido. describir.
Podemos notar aquí una correlación interesante. Los dos
Terminaré con algunas observaciones acerca del temor y del
factores antes mencionados, el erotismo oral y el sadismo,
castigo en las mujeres en general. Las ideas al respecto pueden
parecen corresponder a las dos formas de sexualidad femenina.
implicar ya la madre ya el padre. En mi experiencia, el primer
Allí donde domine el erotismo oral el sujeto pertenecerá sin duda
ál segundo grupo (aquel cuyo interés recae en las mujeres), y caso es más característico de la heterosexualidad, y el segundo
allí donde predomine el sadismo el sujeto pertenecerá al primer de la homosexualidad. Aquél parece ser de simples represalias
grupo (el que se interesa por los hombres). Deberíamos decir aún contra los deseos de agresión y de muerte respecto de la
una palabra sobre los factores importantes que influyen en el madre,' que castigará a la hija interponiéndose entre ella y el
desarrollo ulterior de la homosexualidad femenina. Hemos padre, echándola para siempre o impidiéndole por cualquier
visto que para protegerle de la aphanisis la niña levantaba ba- otro medio la realización de sus deseos incestuosos. La hija
rreras contra su femineidad, en especial la de identificación con responderá a. ello por una parte conservando su femineidad al
el pene. Entre las que se cuenta en primer lugar un sentimiento precio de la renuncia al padre, y por otra obteniendo una
intenso de culpabilidad y una censura .de los deseos femeninos; gratificación imaginaria sustitutiva de sus deseos incestuosos al
la mayoría de las veces y en alto grado esto permanece incons- identificarse con la madre.
ciente. Para reforzar esta barrera de culpabilidad se agrega la Cuando el miedo concierne sobre todo al padre, el castigo
idea de que los "hombres" (es decir, el padre) se oponen toma la forma evidente de una negación de .gratificación de sus
firmemente a los deseos femeninos. Para reforzar esta censura la deseos, de donde deriva entonces rápidamente la idea de que el
mujer se obliga a creer que todos los hombres en el fondo de sí padre las desaprueba. Repulsa y abandono son las expresiones
mismos desaprueban la femineidad. Esto coincide desgraciada- conscientes y comunes de la idea de castigo. Si esta privación
mente con la realidad, pues muchos hombres denigran se efectúa a nivel oral, la respuesta es el resentimiento y
efectivamente la sexualidad femenina al mismo tiempo que fantasías de castración (mordisco). Si se desarrolla a nivel anal,
temen el órgano femenino. No hemos de precisar aquí las más tardío, la salida se muestra más favorable. Aquí, la niña se
diferentes razones de tal actitud; están todas relacionadas con el arregla para combinar en un solo acto sus deseos eróticos y la
complejo de castración del hombre. No obstante, la mujer idea de ser castigada —específicamente la violación anal-Vagi-
homosexual se apodera ávidamente de las manifestaciones de esa nal—; las fantasías de ser golpeada son evidentemente un
actitud y puede, gracias a ellas, transformar su creencia profunda derivado de esto. Como lo hemos visto antes, este hecho
en un sistema delirante completo. Aún en sus formas atenuadas constituye una de las soluciones en que el incesto es el
es muy corriente ver a hombres y mujeres imputar toda 'la así equivalente de la masturbación, al punto que la fantasía de
llamada inferioridad de la mujer-30 a las influencias sociales, que poseer el pene constituye una protección contra ambos.
tenden-
Podemos ahora recapitular las principales conclusiones a
20 que hemos llegado. Aunque por razones diferentes, varones y
De hecho, su interioridad como mujeres.
niñas tienden a enfocar la sexuali-

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dad exclusivamente en términos del pene, los sicoanalistas
identificación con el padre —y esto de forma tan intensa que
deberían demostrar algún escepticismo al respecto. El
pueda realizar una inversión clínica— son esencialmente un
término "castración" debería reservarse, como Freud lo señaló,
erotismo oral y un sadismo particularmente intensos que se
sólo al pene, y no ser confundido con "la extinción de la
combinan de manera típica en una etapa sádico-oral intensa. Si
sexualidad" para la que proponemos el término aphanisis. La
privación de los deseos sexuales provoca en el niño el temor de el primero de estos dos factores predomina, la inversión toma la
la aphanisis, es decir, es equivalente al temor de la forma de una dependencia con respecto a otra mujer y de un
frustración. La culpabilidad proviene de lo interior, en tanto desinterés por los hombres; el sujeto es masculino pero goza lo
defensa contra esta situación antes que como coacción externa, mismo de la femineidad por identificación con una mujer
aunque el niño sepa explotar cualquier moralisches femenina que ella gratifica gracias a un sustituto del pene,
Entgegenkommen del mundo exterior. representado la mayoría de las veces por la lengua. El
predominio del segundo factor lleva al sujeto a interesarse por
La etapa oral-erótica en la niña desemboca directamente en la
etapa de la "Fellatio" y en la etapa clitoriana, y es entonces cuando los hombres, ya que su deseo es el de obtener de ellos el
la primera de estas etapas da lugar a la etapa anal erótica; la boca, reconocimiento de sus propios atributos masculinos; es el tipo
el ano y la vagina, forman* así una serie de equivalentes del de mujeres que manifiestan tan a menudo rencor hacia los
órgano femenino. La represión de los deseos incestuosos termina hombres, con fantasías castradoras (o de mordisco) a su
en una regresión hacia la envidia del pene, preedípica o respecto.'
autoerótica, como defensa levantada contra aquellos. La La mujer heterosexual teme más a su madre que la mujer
envidia del pene, tal como la vemos en nuestra práctica, deriva homosexual, cuyo temor se centra en el padre. El castigo
sobre todo de esta reacción, en el plano aloerótico, y la identifi- temido en este último caso es que le retiren el amor (abandono)
cación con el padre representa esencialmente la negación de la en el plano oral, y el ser golpeada en el plano anal (agresión
femineidad. La "fase fálica" de Freud es, en la niña, rectal).
probablemente una construcción defensiva secundaria, antes que
una verdadera etapa del desarrollo.
Para evitar la neurosis, tanto el varón como la niña deben
liquidar de la misma forma el conflicto edípica pueden
abandonar su objeto de amor, o bien su propio sexo. Si adoptan
esta última solución —homosexual— se vuelven dependientes
de la posición imaginaria del sexo opuesto sea directamente, sea
por identificación con otra persona de ese sexo. Esto conduce a
las dos formas principales de homosexualidad. Los factores
fundamentales que operan en forma decisiva sobre el hecho de
que la niña se lance a una
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