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la iglesia Congregación León de Judá en Boston, todos los principios que resaltamos
son perfectamente aplicables a cualquier congregación. Sugerimos que cada iglesia haga
los ajustes necesarios a este manual, añadiendo o quitando algunas partes, según lo
considere pertinente. La inmensa mayoría del manual será útil para cualquier
congregación que quiera desarrollar un ministerio de ujieres de excelencia.
b) autoridad espiritual
c) simpatía
d) espíritu de servicio
e) humildad
f) paciencia
g) diligencia y dinamismo
h) mentalidad de excelencia
i) esprit de corps
Los ujieres deben ser puntuales, y estar en la iglesia con mucho tiempo de anticipación.
Los ujieres deben vestirse bien, mostrando que toman en serio su trabajo, presentando
una cara elegante y positiva de la iglesia.
Deben vestirse con modestia, tanto hombres como mujeres; pantalones no demasiado
apretados, camisas abotonadas apropiadamente, escotes adecuados.
Deben usar de higiene apropiada. Importante oler bien, estar bien peinados, usar de un
enjuague bucal si es posible, tener uñas limpias.
La recepción de las personas que asisten a la iglesia debe ser cortés y afable, con un
balance adecuado. No se debe ser demasiado simpático, ni tampoco demasiado serio. Se
debe evitar tocar a la gente. Algunos se sienten incómodos con este tipo de trato,
particularmente las mujeres. El balance es importante.
Una sonrisa agradable, un tono afable al saludar, una palabra de bienvenida, una mirada
directamente a los ojos—todo esto es absolutamente importante.
Muchos visitantes no tendrán ningún otro contacto con gente de la iglesia, excepto con
el ujier cuando entran. Ese hecho es extremadamente importante con respecto a si
vuelven a la iglesia o no. Por eso necesario que los ujieres se aseguren de saludar a la
gente cuando llegan, sobre todo si no los han visto antes, y hay una posibilidad de que
sean visitantes.
VISITANTES ESPECIALES
Nuestra iglesia recibe muchos visitantes de otras culturas y comunidades cada domingo.
Representamos a veces, sin quererlo, a toda la comunidad evangélica hispana. Por eso
se requiere que estemos especialmente alerta a esos visitantes que ameritan un trato
especialmente cortés, pues en esas ocasiones seremos representantes de toda nuestra
comunidad. El ujier juega un papel extremadamente importante en ese proceso.
Es de gran importancia asegurarse de que si se trata de un visitante de habla inglesa, o
de otro lenguaje, que en todo lo posible se le provea un audífono para la traducción. A
veces será fácil identificar a un visitante como extranjero, a veces no. Si tiene duda al
respecto, peque del lado de exceso, y pregunte cortésmente si la persona necesita
traducción.
CONCERNIENTE A LA TRADUCCIÓN
Es de gran importancia que los ujieres estén muy alertas con respecto a este elemento de
la traducción. Resulta desagradable para el visitante angloparlante que vino porque se le
dijo que había traducción, no recibir un audífono. Podría interpretarse como descortesía
o incompetencia de parte de nuestra iglesia. Hay que estar muy alertas con respecto a
esto.
Es muy importante recoger los audífonos al final del servicio. Si es posible contarlos.
Sería bueno que en cada servicio haya un ujier encargado formalmente de recoger,
contar y guardar los audífonos, de manera que haya un mejor control y menos pérdidas.
Es muy bueno cuando se le entrega a los visitantes una toallita empacada para limpiar
los audífonos cuando los reciben. Esto inspira confianza desde el punto higiénico, ya
que tienen que ponérselos en los oídos en la mayoría de las ocasiones. Eso quiere decir
que alguien debe estar encargado de mantener un suplido de esas toallitas, y asegurarse
de que haya consistencia en la entrega de las mismas. De nada sirve hacerlo un domingo
y otro no.
Esto se hace doblemente necesario en una iglesia como la nuestra, donde estamos muy
constreñidos con respecto a espacio, y donde la gente muchas veces tiene dificultad en
encontrar asiento, sobre todo cuando se trata de una familia con varios miembros, o
acompañados de visitantes. Abandonar a la gente a que se defiendan solos, como
puedan, para encontrar asiento es una falta de responsabilidad de parte del ujier.
La función de los ujieres será especialmente útil cuando la iglesia está demasiado
apretada, como suele pasar con frecuencia. Aquí se requiere estar muy alerta, anticipar
necesidades, moverse continuamente, y ejercer doble paciencia. Se requiere, también,
que los ujieres se comuniquen unos con otros, que mantengan contacto visual entre sí y
con el pastor.
Es de extrema importancia que cuando haya pocos asientos libres, los ujieres se muevan
continuamente a través de la iglesia para identificar con anticipación dónde están los
espacios todavía disponibles, a fin de que puedan llevar a los feligreses a esos lugares
sin detenimiento o titubeo cuando estos lleguen.
Es de gran importancia que los ujieres notifiquen a la gente que tiene abrigos o carteras
ocupando asientos libres, que los quiten y ubiquen debajo del piso, o sobre la falda. Esto
tiene que hacerse con delicadeza y firmeza, balanceadamente. Debe practicarse una
frase adecuada previamente, a fin de que salga con naturalidad al emplearse.
Esto es muy delicado, y puede llevar a una situación de tensión y hasta conflicto, sobre
todo con respecto a gente rebelde y desagradable. Se debe decir las cosas con una
sonrisa en todo lo posible, y empleando un tono agradable, quizás en forma de pregunta
(“Por favor, ¿podría aclarar esos asientos, para que podamos sentar a un par de
personas? Gracias, hermano.”)
A veces, habrá que pedirle a la gente que se desplacen hacia los lados para consolidar
espacios. Esto también puede resultar en tensión, así que hay que estar alertas al
respecto, y emplear la forma más cuidadosa y balanceada. Es aquí donde la oración
previa en la casa y antes del servicio entre todo el equipo, puede ser de gran utilidad
para evitar y neutralizar esos momentos desagradables.
Como se puede ver, es de gran importancia que los ujieres sea gente dinámica,
observadora, proactiva, y enérgica, con un alto sentido de responsabilidad, que no le
tema a usar su autoridad para mantener el orden en la iglesia, y facilitar el mover del
Espíritu en las reuniones.
Hay que pedirle al Señor mucha sabiduría y discernimiento sobre cuándo ser firme y
cuándo ser flexible. De nuevo, es aquí donde la oración previa es de gran importancia
para evitarnos conflicto, y para proveernos de sana sabiduría, así como del Fruto del
Espíritu, lo cual es tan importante para la función del ujier.
Es muy útil que siempre haya un ujier, quizás el ujier principal, que mantenga contacto
visual con el pastor que está a cargo del servicio. Esto no será posible en todo momento
del servicio. Pero es de gran ayuda de vez en cuando mirar hacia el pastor para ver si
necesita algo, o si desea comunicar algo a los ujieres. De vez en cuando, inclusive, un
ujier se puede allegar al pastor para preguntar si todo está bien, o si requiere algo de
parte de los ujieres u otra persona.
TIEMPOS DE MINISTRACIÓN
Durante tiempos de ministración regular, cuando el pastor le pide a la gente que pase al
frente para recibir oración después del tiempo de adoración, es importante que algunos
ujieres pasen al frente para estar disponibles en caso que se haga necesaria su
intervención. Su presencia es útil, además, para guiar a la gente a la ubicación
apropiada, y evitar aglomeramiento o mal uso del espacio.
Los pasillos del santuario siempre deben mantenerse despejados durante los tiempos de
ministración. Si alguna persona está obstruyendo la circulación, se le debe informar
cortésmente que es necesario desalojar el espacio, o guiarla suavemente a la ubicación
correcta.
En ocasiones, será necesario aclarar los asientos de adelante y pedirle a la gente que esté
sentada en esa sección que se mueva a otro lado, para que puedan caber todos los que
acudirán al frente. Aquí es bueno en todo lo posible consultar antes con el pastor, o con
alguien de mayor autoridad, para asegurarse que se proceda en una forma apropiada.
A veces, personas que son tocadas por el Espíritu lloran suavemente, y es muy útil
proveerles discretamente un Kleenex para enjugar las lágrimas. Es bueno siempre tener
un ujier encargado de desempeñar esta función recorriendo el área donde está reunida la
gente, distribuyendo los Kleenex a quien los necesite. Esto se debe hacer con mucha
delicadeza y discernimiento, determinando el momento y la manera más apropiados de
hacerlo.
Si vienen familias nuevas con niños, se les debe informar que hay clases para diferentes
edades, y darles direcciones sobre cómo llegar a los salones infantiles. Además, se les
debe dejar saber a qué hora comienzan las clases para niños—generalmente después del
tiempo de alabanza. En algunos casos, dados los múltiples pisos de nuestra planta física,
quizás será necesario conseguir a alguien que acompañe a la mamá hasta el salón
infantil.
A veces los padres no quieren llevar a sus niños a los salones infantiles, particularmente
durante su primera visita, prefieren retenerlos en el santuario. Generalmente, no se debe
insistir que los lleven a clase. Sin embargo, si el niño se pone inquieto y comienza a
molestar o a hacer ruido, se le deberá informar delicadamente al adulto que hay clases
disponibles para los niños, y que con mucho gusto podemos acompañarlos hasta el
salón adecuado. En ocasiones, este trabajo idealmente lo haría una ujier, ya que es más
delicado navegar ese momento potencialmente difícil de mujer a mujer.
Cuando se acerca el tiempo de los diezmos y las ofrendas, los ujieres deben comenzar a
prepararse y posicionarse para acudir al frente inmediatamente que el pastor haga el
llamado. Los cestos de las ofrendas deben estar preparados con antelación, de manera
que el recogimiento de los diezmos se dé con la mayor eficiencia y solemnidad posibles.
En el caso de nuevos ujieres, se les debe dar un entrenamiento específico con
anterioridad sobre cómo se lleva a cabo esta operación, a fin de que no haya titubeos
durante este momento.
Debe determinarse con anterioridad quiénes recogen todos los cestos de las ofrendas y
los llevan al salón de conteo. Nunca debe ir un solo ujier a llevar el dinero, por razones
de seguridad y protocolo.
LA SANTA CENA
La Santa Cena es uno de los momentos más solemnes del calendario eclesiástico. Debe
llevarse a cabo sin titubeos ni errores marcados o visibles. Por eso, siempre deberá
proveerse entrenamiento específico a los ujieres sobre cómo desempeñar su función con
respecto a este importante momento. Los ujieres deben saber con seguridad dónde
posicionarse, y cómo trabajar en equipo de un lado a otro de los asientos para distribuir
la Santa Cena con la mayor efectividad, solemnidad y rapidez posibles.
Los ujieres asignados para pararse al frente y tomar los elementos de la Santa Cena de
manos del pastor deben estar bien preparados para mover la mesa con los elementos a
su lugar apropiado y quitar con cuidado el mantel que la cubre. Deberán estar
informados previamente del rol especial que van a jugar ese domingo, y vestirse con el
mayor cuidado posible. Debe ser gente espiritualmente madura, y conocida por la
congregación.
Al final del tiempo de la Santa Cena, los ujieres deben asegurarse de recoger los vasitos
que queden en los asientos, y desecharlos apropiadamente.
CONTEO DE LA ASISTENCIA
SITUACIONES DE EMERGENCIA
Idealmente, los ujieres deberán estar preparados para afrontar cualquier situación de
emergencia que pueda surgir durante un servicio. La directiva de los ujieres deberá
proveer entrenamientos especializados con respecto a situaciones específicas, tales
como fuegos, falsas alarmas de fuego, personas atrapadas en un elevador, o emergencias
médicas.
Idealmente, algunos de los ujieres deberán recibir instrucción sobre primeros auxilios.
Además, todos los ujieres deberán saber dónde se encuentra el maletín de primeros
auxilios, y poder identificar los médicos en la congregación, y dónde estos se
encuentran sentados durante los servicios, en caso de que sea necesario acudir a ellos
durante una emergencia médica.