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Universidad de San Carlos de Guatemala

Centro Universitario de Occidente


Licenciatura en Psicología
Psicoterapia I.
Lic. Carlos Rafael Yllescas Mijangos
Documento Nº. 07
Transferencia y resistencia:
Un momento de la cura y de la teoría
Autor: Lidia Araneo

¿Interpretar en o la transferencia?

Voy a articular lo que entiendo como momentos lógicos en la obra de Freud en su construcción
del concepto de transferencia. Entendiendo "momento" como aquella fracción de tiempo que
en una serie de fracciones temporales sucesivas se singulariza por cualquier circunstancia,
aquí, ocasión propicia que indica la capacidad de giro de un sistema.

Un primer momento gira alrededor de "Estudios sobre la histeria". Aquí la meta de la cura es
recordar aquella escena traumática, nódulo patógeno, que originó el síntoma, porque es de
este modo como se logra su cancelación.

Pero, este recordar tiene topes: cuando el relato se acerca al nódulo y entonces no aparece
nada para decir, o cuando la relación con el médico se ve perturbada porque lo que aparece
espanta al sujeto "al transferir sobre nuestra persona una representación penosa, ligada a un
deseo". Surge así como un espejismo, producido compulsivamente y por "enlace falso".

Estos topes son formas de resistencia y están en relación directa con lo "sofocado" por el
sujeto.

Un segundo momento, en torno a los llamados "Escritos técnicos", se organiza por dos ejes:
primero, la asociación libre instituida como regla fundamental, diferenciando al psicoanálisis de
toda forma posible de diálogo; segundo, el síntoma conceptualizado como satisfacción sexual
sustitutiva, "precipitado de las tempranas vivencias de amor", y resultado de la lucha por el
retorno de lo reprimido.

Cuando las asociaciones se deniegan y el paciente es preguntado, lo que surge es una "idea
de transferencia", algo referido al analista, momento de resistencia.

Pero, aquí establece una diferenciación. La transferencia positiva será el sostén del
tratamiento en tanto el neurótico se pone a trabajar porque da crédito al analista. Creencia que
de por sí ya es una repetición: el niño sólo cree a aquellos a quienes ama. Y la resistencia de
transferencia se expresará como erótica y como negativa u hostil: aparecerá siguiendo una
"serie psíquica", constituida por las condiciones de amor que, establecidas en la fantasía
desde la infancia, conforman el modelo específico según el cual cada sujeto ejerce su vida
amorosa.

Tal diferenciación aparece correlativamente a la oposición recuerdo-acto: las mociones


inconcientes no aspiran a ser recordadas sino a ser reproducidas según la atemporalidad y la
capacidad alucinatoria de lo inconsciente, otorgando realidad objetiva y condición de presente
a sus resultados. La repetición es en acto y este acto es en transferencia.
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De este modo, lo que era un obstáculo a la cura se convierte en su mejor soporte, es más, es
el tiempo de la cura misma. Su meta ahora es allegar al sujeto a la transferencia "operativa"
para que enhebre al analista en una de dichas series. Y la tarea del analista será pasar "la
libido del síntoma a la transferencia ", abriéndola a la compulsión "como una palestra para su
despliegue" y transformándola en un motivo para recordar. El trabajo con los recuerdos queda
relegado y se trata de la enfermedad de transferencia, campo de batalla en cuyo interior "uno
se encuentra en posición particularmente ventajosa porque es uno mismo el que en calidad de
objeto está situado en su centro".

Así, la transferencia pasa a ser la experiencia básica que confirma el supuesto de que las
fuerzas pulsionales de la neurosis son las sexuales, en tanto "el proceso de restablecimiento
se consuma en una recidiva de amor, si reunimos bajo ‘amor’ a los múltiples componentes de
la pulsión sexual".

Ahora bien, emergen otros topes: si el motor de la cura es el padecimiento del paciente, la
resistencia puede manifestarse utilizando ese padecimiento para regodearse en el síntoma; o
el síntoma puede ser reemplazado por una nueva satisfacción sustitutiva, ahora sin
padecimiento, dentro o fuera de la cura; o el paciente puede resignar los síntomas por el
enamoramiento y sólo quiere hablar de amor demandando correspondencia.

De esto surgen exigencias para el analista: la cura en frustración; mantener la necesidad y la


añoranza como fuerzas pulsionales del trabajo; Erigir el síntoma en alguna otra parte bajo la
forma de una privación sensible; No apaciguar mediante subrogados; comportarse tan
atemporalmente como el inconsciente mismo; renunciar a un "corazón caritativo" y a una
ambición terapéutica de "cortas miras".

Un tercer momento, a partir de "Más allá del principio del placer", tiene que ver con una
reubicación de conceptos anteriores a partir de los topes hallados tanto al psicoanálisis en
tanto arte de interpretación, que no soluciona la tarea terapéutica, como a la meta de hacer
conciente lo inconsciente, ya que el sujeto no puede recordar todo lo reprimido. ¿Por qué?

Primero : porque las "huellas mnémicas de las vivencias del tiempo primordial" están en
estado no ligado y el sujeto se ve forzado a repetir lo reprimido como vivencia presente. Es la
resistencia de la compulsión de repetición en tanto del Ello inconsciente, factor fijador a la
represión que provoca la necesidad de reelaboración, más allá de las tres resistencias del yo
(de represión, de transferencia y de ganancia de la enfermedad).

Segundo: porque la resistencia puede exteriorizarse en el aferramiento a la condición de


enfermo, sintomatología muda, resistencia del superyó que hace a la necesidad de castigo.
Ahora la transferencia positiva se ubica como auxilio de la compulsión de repetición, resorte
del impulso al trabajo. Tal compulsión en transferencia, escenificación de un fragmento de la
vida sexual infantil, no puede manifestarse antes que el "trabajo solicitante de la cura haya
aflojado la represión". "El médico se recomienda al Ello como objeto libidinal", y su tarea será
usar el crédito que el paciente le otorga no para suprimir los síntomas sino como fuerza
pulsional para la superación de las resistencias.

El tope aparece aquí bajo la forma del "estado de enamoramiento patológico" en que se muda
la neurosis, y muestra dicha fuerza pulsional en su cruda naturaleza: no se conforma con
obedecer, se vuelve exigente, pide satisfacciones, reclama exclusividad y muestra
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rápidamente su otra cara: hostilidad y venganza. Será aquí, en el amor de transferencia,
donde se cometerán los más graves errores o se asegurará el mayor de los éxitos, dado que
para tratar un tema o "complejo", éste debe ser actual. Y entonces ya no es importante la
forma en que aparece la resistencia, sino que lo decisivo es que no permite que se produzca
cambio alguno, haciendo que todo permanezca como es. El tope que surge en su clínica es lo
que llama la "roca de base" de la castración.
Y el trabajo analítico constará de dos piezas diferentes, "sobre dos separados escenarios". El
paciente ofrece el siguiente material: jirones de recuerdos en sus sueños; las ocurrencias de la
asociación libre; los indicios de repeticiones en las acciones, más importantes o más ínfimas,
dentro o fuera de la cura; el retorno de tales repeticiones en la transferencia.

"La operación del analista será colegir lo olvidado, mejor dicho, construirlo", al modo de un
arqueólogo pero en condiciones más favorables, "ya que cuenta con las repeticiones de la
edad temprana y todo cuanto es mostrado a través de la transferencia a raíz de tales
repeticiones".

Retomo mi pregunta inicial: ¿interpretar en o la transferencia? Hay que reformular la pregunta


y dentro de otro contexto: el de la posición del analista. Ya que, en palabras de Lacan,
"nuestra concepción teórico-técnica, aunque no coincida exactamente con lo que hacemos,
estructura la más trivial de nuestras intervenciones sobre el paciente".

Limitándome a este recorte del texto freudiano, puedo seguirlo en sus diversas concepciones
que van estructurando su clínica, alrededor de dos ejes teóricos: qué es el inconsciente y qué
es el síntoma, y dos ejes técnicos: qué debe hacer el analista con el síntoma y con qué
objetivo.

De este modo queda unido hacer consciente lo inconsciente a través de los recuerdos porque
el síntoma así se cancela; hacer consciente lo inconsciente a través de las ocurrencias de la
asociación libre, cuyo hilo asociativo llevará hasta el conflicto que originó el síntoma; hacer
consciente lo inconsciente a través de la repetición de situaciones anteriores que se da en
transferencia; hacer conscientes las resistencias inconcientes que se oponen al progreso de la
cura; utilizar la transferencia no para la eliminación de los síntomas sino para mover al sujeto a
resignar las resistencias; construir lo olvidado porque hay algo que nunca puede ser
recordado.

Y destaco en la obra freudiana los sucesivos "topes" que va encontrando en su clínica, donde
los diversos escritos alrededor de la transferencia y sus avatares, intentan dar cuenta de
siempre un "más allá" que vuelve siempre al mismo lugar: nódulo patógeno, huellas mnémicas
en estado no ligado, atracción de los arquetipos inconcientes, compulsión de repetición ...

Vamos haciendo así el recorrido de un arte de interpretación, donde lo interpretable son las
formaciones del inconsciente, vía regia de acceso a lo inconsciente, lógica del significante; Y
de otro arte, donde el material es a construir en y a través de la transferencia: Vía regia de
acceso a la relación del sujeto con el objeto, lógica del fantasma.

febrero de 2000

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