Manifiesto Futurista

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vos A PUANZA DE LA MODERNIDAD LA ARQUITECTURA FUTURISTA. MANIFIESTO Antonio Sant’Elia Filippo Tommaso Marinetti Este texto estd basado en otro anterior, sin titulo aungue conocido como el «Messaggion, que aparecié.c casiGn de la exposiciin «Nuove Tendenzev, de 1914 en Milan. En esta exposicion se presentarm dibujos ¢ Sant’Elia y de Chiattone, entre ellos, ta serie para ta Ciudad Nueva, a los que el texto estd relacionad Algunas de estos dibyjos ilustraron ast mismo la publicacién de este Manifiesto. En esta segunda cers intervine Marineti, el lider del Movimiento Futurista, reforzando la vinculacién a dicho movimiento de Ia: ideas de Sant’Elia, Marinetti aitadié las pérrafos iniciales, primer punto del enunciado y el tercero de I= proclamaciin, y sustitayé las calificaciones de amueca» y «moderna aplicadas a la arquitectura, por lo ‘futuristan. De esta manera se completaban la serie de manifiesos futuristas referides a las diversas ares La importancia del Manifisto de la Arquitectura Futurista radica en el hecho de exponer, antes de Primera Guerra Mundial, algunas de las ideas caracteristicas de la nueva arguitectura que inén apareciend dle manera insistente en las décadas siguientes. Entre estas ideas destaca el eardcter ruptrista con la arqui- tectura del pasado. Ruptura que se acentia con el estilo literario provocador usado por los futurstas en su manifistos. Las ideas anti-decoratioas de Sant'Elia son un eco de las de Berlage tienen una referencia préxima ex escrito de Loos Ornamento y delito, publicado en los ais inmediatamente anteriores. Las ideas ingenieriles, mecanicas, y de velocidad 0 movimiento como peculiares de lo moderno se encuentran tambitn en este manifesto Antonio Sant'Elia (Como, 1888-Monfalcone, 1916) » Filipo Tommaso Marineti (Alejandria, Egipt. 1676-Bellagio, 1944), Larchitettura futurista. Manifesto. Octasilla publicada en Milén, 1-7-1914 Traduccién espafala: Arquitectura Futurista, en U. Conrads, Programas y manifiestos de la arq tectura del siglo Xx. Lumen. Barcelona, 1973, también en $. Marchén (ed.), La arquitectura del siglo XX. Textos, Alberto Corazén. Madrid, 1974. Desde el siglo XVIT no ha existido ninguna arquitectura. Lo que se denomina arquitect- ra moderna es una estipida mezcla de los ele- mentos estilisticos mas variados empleados para enmascarar cl esqueleto de los edificios modernos. La belleza nueva del hormigén del acero se ve profanada por la superposicién de camavalescas incrustaciones decorativas, que no hallan justificacién ni por la necesidad constructiva ni por nuestro gusto, y cuyo ori- gen hay que buscarlo en la antigiiedad egip- Cia, india o bizantina o en ese asombroso flo- recimiento de idioteces y de impotencia cono- cido por «neoclasicismo». En Italia, estos productos de rufianeria ar~ quitect6nica son gratamente recibidos, y la ra paz incapacidad extranjera es calificada de in- vencién genial, de arquitectura novisima. Los Jévenes arquitectos italianos (aquellos que canzan una reputacién de originalidad a tra- vés de maquinaciones clgndestinas de las pu- blicaciones artisticas) muestran su talento en los barrios nuevos de nuestras ciudades, don- de una alegre ensalada de columnas ojival de follajes del siglo Xvi, de arcos goticos, de pilastras egipcias, de volutas rococ6, de ange- litos del siglo XV y de eariatides hinchadas pretenden considerarse como estilo y presumen arrogantemente de monumentalidad. La calei- doscépica aparicién y desaparicién de formas. 1 multiplicarse de las méquinas, el aumento diario de las necesidades impuestas por la ra- pidez de las comunicaciones, por la aglomera- cién de la gente, por las exigencias de la hi- SANT'ELIA Y MARINETTI 15 giene y cien fenémenos mas de la vida moder- na, no producen ninguna preocupacién a estos sedicentes renovadores de la arquitectura. Si- guen aplicando obstinadamente las reglas de Vitruvio, de Vignola y de Sansovino y con al- gunas publicaciones de arquitectura alemana en la mano tratan de reimprimir la imagen de la imbecilidad secular en nuestras ciudades, que deberian ser la inmediata y fiel proyeccién de nosotros mismos. Asi, este arte de expresin y sintesis se ha convertido en sus manos en un ejercicio esti- Histico vacuo, en una repeticién de formulas mal empleadas para camuflar de edificio mo- demo la vulgar aglomeracién de ladrillos y pie- dra. Como si nosotros, acumuladores y gene~ radores de movimiento, con nuestras prolor gaciones mecénicas, con el ruido y la veloci dad de nuestra vida, pudiéramos vivir en las mismas casas, en las mismas calles construi- das para sus necesidades por los hombres de hace cuatro, cinco, seis siglos Esta es la suprema imbecilidad de la arqui tectura moderna, que se repite con la compl cidad mercantil de las academias, prisiones de la inteligencia, donde se obliga a los jévenes a la onanistica copia de modelos clasicos, en lu- gar de abrir sus mentes en busca de los limites y de la solucién del nuevo e imperioso proble- ma: «La casa y la ciudad futuristas». La casa y la ciudad espiritual y materialmente nues- tras, en las que nuestra existencia turbulenta pueda desenvolverse sin parecer un anacronis- mo grotesco. El problema de la arquitectura futurista no cs un problema de recomposicién lineal. No se trata de encontrar nuevas molduras, nuevos bastidores de ventana y de puerta, sustitutos de columnas, pilastras, ménsulas, cariatides, grgolas. No se trata de dejar la fachada con Ios ladrillos desnudos, o de enlucirla, 0 de re- vestirla de piedra, ni de establecer diferencias formales entre edificios nuevos y viejos. Se tra- ta de crear de nueva planta la casa futurista, de construirla con todos los recursos de la cien- cia y de la técnica, de satisfacer hasta el limite todas las exigencias de nuestra forma de vida y de nuestro espiritu, de rechazar todo lo que sea grotesco, molesto y ajeno a nosotros (tra- dicién, estilo, estética, proporcin), estable- ciendo nuevas formas, nuevas lineas, wna nucoa carmonia de perfiles y volimenes, una arquitectura cuya razén de ser se base solamente en las condiciones especiales de la vida moderna, cu- yos valores estéticos estan en perfecta armonia ‘con nuestra sensibilidad. Esta arquitectura no puede estar sujeta a ninguna ley de continui- dad histérica. Tiene que ser tan nueva como nuevo es nuestro estado animico. EL arte de construir ha podido evolucionar en el tiempo y pasar de un estilo a otro a la vez que mantenfa inalterados los caracteres ge- nerales de la arquitectura, porque, en la his- toria, son frecuentes los cambios de moda y los cambios determinados por sucesivos movi- mientos religiosos y regimenes politicos, pero son rarisimos los factores que producen cam- bios profundos en las condiciones ambientales, que derrocan lo viejo y crean lo nuevo, facto- res como el descubrimiento de leyes naturales, el perfeccionamiento de los medios mecénicos, €1 uso racional y cientifico del material, En la vida moderna, el proceso de la evolu- ci6n estilistica consecuente de la arquitectura se ha detenido, «La arquitectura rompe con la tradicién, Obligatoriamente debe volver a em- pezar desde el principio.» EI cdlculo de la resistencia de los materia- Ies, el empleo del hormigén armado y del hie- ro, excluyen la «arguitectura» en el sentido clasico y tradicional. Los materiales modernos de construcci6n y nuestras nociones cientificas no se prestan en absoluto a la disciplina de los estilos hist6ricos y son la causa principal del aspecto grotesco de los edificios a la moda, en los cuales se intenta obligar a los miembros de soporte espléndidamente ligeros y esbeltos y a Ja aparente fragilidad del hormigén armado a imicar la pesada curva de los arcos y el masivo aspecto de los marmoles. La formidable antitesis entre el mundo mo- demo y el antiguo es consecuencia de todo aquello que existe ahora y antes no existia. En nuestra vida, han entrado elementos cuyas po- sibilidades los antiguos ni siquiera habian so- fiado. Han surgido posibilidades materiales y actitudes mentales que han tenido mil reper- cusiones, la primera de todas es la ereacién de un nuevo ideal de belleza, todavia oscuro y embrionario, pero cuya fascinacién ya la ex- perimentan incluso las masas. Hemos perdido dl sentido de lo monumental, de lo pesado, de 16 1A PUJANZA DE LA MODERNIDAD lo esttico; hemos enriquecido nuestra sensibi- lidad con «un gusto por Io ligero, lo préctico, 1o efimero y lo zeloz». Sentimos que ya no somos los hombres de las catedrales, de las palacios, de las salas de asamblea; sino de los grandes hoteles, de las estaciones de ferrocarril, de las carreteras inmensas, de los puertos colosales, de los mercados cubiertos, de las galerfas Iu- minosas, de las vias répidas, de las demolicio- nes y reedificaciones. ‘Tenemos que inventar y reedificar la ciudad futurista semejante a una inmensa atarazana tumultuosa, gil, mévil, dinamica en todas sus partes, y la casa futurista semejante a una ma- quina gigantesca. Los ascensores no deben ocultarse como gusanos solitarios en los pozos de escalera; las escaleras, convertidas en inti- tiles, deben abolirse y los ascensores deben tre- par, como serpientes de hierro y cristal, a lo argo de la fachada. La casa de hormigén, de cristal y de hierro, sin pincuras niesculturas, enriquecida solamente por la belleza congéni- ta de sus lineas y proyecciones, extremadamen- te «fea» en su sencillez mecanica, alta y ancha todo lo que sea necesario, y no lo que prescriber las leyes municipales, debe levantarse en el borde de un abismo tumultuoso: la calle, que ya no se extenderé como una alfombra al nivel de las porterfas, sino que se hundiré en la tierra a varios niveles, que recibirén el tréfico me- tuopolitano y estaran enlazados unos con otros ‘mediante pasarelas metalicas y rapidas esca- leras mecénicas, «Lo decorativo debe ser abolido.» El pro- blema de ta arquitectura futwriste no debe re- solverse plagiando fotografias de China, Persia y Japén, ni aborregandose en las reglas de Vi- trubio, sino a golpes de genio y armados de ‘una experiencia cientifica y técnica. Todo debe ser revolucionado, Debemos explotar los teja~ dos, utilizar los s6tanos, reducir la importan- cia de las fachadas, debemos trasplantar los problemas del buen gusto det campo de la mol- durita, del capitelito, del portalito, al mas am- plio dominio de los’ grandes «agrupamientos de masas», de la «vasta planificacién». Acabe- mos con la arquitectura monumental finebre ‘conmemorativa. Desechemos los monumentos, las aceras, las arcadas, las escalinatas, hunda- ‘mos las calles y las plazas en el suelo, levan- temos el nivel de la ciudad. Yo combato y desprecio: 1. Toda la pseudoarquitectura de vanguar- dia de Austria, Hungria, Alemania y América 2 Toda la arquitectura clasica, solemne, hicratica, escenografica, decorativa, monu- mental, frivola, encantadora. 3. El embaisamiento, la reconstrucci6n, la reproduccién de monumentos y palaces anti- guns. 4. Las Iineas perpendiculares y horizonta- les, las formas ciibicas y piramidales, que sox estaticas, graves, opresivas y absolutamente ajenas a nuestra novisima sensibilidad. 5. El uso de materiales macizos, volumi- nosos, duraderos, anticuados, costosos. Y proclamo: 1. Que la arquitectura fiturista es la ar tectura del célculo, de la audacia temeraria \ de la sencillez; la arquitectura del hormigén armado, del hierro, del vidrio, del eartén, de Jas fibras textiles y de todos los sustitutos de Ja madera, de la piedra y de! ladrillo que per- mitan obtener el maximo de elasticidad y lige- 2. Que esto no haga que la arquitecturs futurista sea por ello una arida combinacién de practica y utilidad, sino que siga siendo arte es decir, s{ntesis y expresién. 3. Que las lineas oblicuas y clipticas son dindmicas por su propia naturaleza y poscen tun porler emotivo mil veces mayor que el de las lineas verticales y horizontales, y que un: arquitectura dindmicamente integrada es im- posible sin ellas, 4, Que la decoracién, como cualquier cose sobrepuesta a la arquitectura, es un absurcio ¥. que «el valor decorativo de la arquitectura Juurista depende silo del uso y disposicién ori- ginal del material en bruto 0 desnudo o vio- entamente coloreado». 5. Que, de la misma manera que los anti guos encontraron Ja inspiracién para su arte en los elementos de la naturaleza, nosotros —material y espiritualmente artificiales— de- bemos encontrar esa inspiracién en los elem tos del novisimo mundo mecanico que hemos creado, del cual la arquitectura debe ser lz expresién mas hermosa, la sintesis mas com pleta, la integracién artistica mas eficaz.

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