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ARTICULOS DE OPINION
Christopher Ormsby
La ciencia de la conciencia
El affaire Kolata
Si uno estuviera condenado por el mortal cáncer y de pronto descubriera, entre las páginas
de uno de los diarios más prestigiados del mundo, la noticia de que el próximo año habría
un medicamento que lo detendría y lo haría retroceder,
seguramente la esperanza renacería y la vida cobraría nueva
dimensión. ¿Pero que ocurriría si, al cabo de unos días, nos
enteráramos de que fuimos víctimas de una mala información?
Eso les sucedió a miles de lectores de The New York Times cuando el primer domingo de
mayo de 1998 leyeron, en primera plana: ``...dentro de un año, si todo va bien, el primer
paciente de cáncer será inyectado con dos nuevas drogas -angiostatina y endostatina-, que
podrán erradicar cualquier tipo de cáncer sin ningún efecto colateral ni resistencia al
fármaco en ratones''.
Eso propició que, al día siguiente, las acciones de la compañía EntreMed Inc., que produce
esas drogas, se elevaran hasta 600 por ciento. Paralelamente, en las primeras horas del
lunes, numerosos miembros de la Asociación Nacional de Escritores de Ciencia (NASW)
de Estados Unidos comenzaron a cuestionar el manejo de la información, la seriedad de la
nota, la irresponsabilidad del director editorial y a su autora: Gina Kolata.
El chat electrónico de la asociación fue el escenario. El disparo fue una sencilla frase de
Joel Shurkin: ``Ante el riesgo de comenzar una cacería de brujas, me referiré al artículo de
Gina Kolata publicado en el NYTimes dominical...'' Después de aludir al párrafo más
relevante del artículo, Shurkin agregó: ``Asumiendo que la historia es correcta, ¿debió ella
haber hecho la historia? ¿Era el Times el lugar propicio para anunciar tal noticia?
¡Imagínese los teléfonos de los investigadores al día siguiente y toda aquella gente
desesperada corriendo a llamar!''
Pero eso fue sólo el preludio de la tormenta que se avecinaba. El asunto pasó del
ciberespacio a los periódicos y magazines nacionales y a los editoriales de journals
científicos.
Como parte del entramado del artículo, Kolata había entrevistado a varios expertos, entre
ellos a James Watson -ganador del Nobel en 1962, por el descubrimiento de la estructura
del ADN y actual presidente de Cold Spring Harbor Lab-. Lo grave del caso es que puso en
boca de éste la aseveración de que Judah Folkman -descubridor de las drogas angiostatina y
endostatina, que bloquean la irrigación sanguínea a los tumores, por lo que desaparecen-,
``curará el cáncer en dos años''. Watson reclamó haber sido mal citado y aseguró que nunca
hizo tal declaración.
La organización Cancer Care, creada para brindar apoyo a enfermos de cáncer, mencionó
que ese artículo generó inquietud y esperanza pocas veces vistas. Michael Castelman, del
San Francisco Chronicle, dijo que la noticia ``causó pánico en cada clínica de cáncer del
país''.
Los escritores de ciencia expertos en cáncer se mostraron sorprendidos, pues la información
en que se basó Kolata no era novedad: había aparecido meses atrás en un diario
especializado y como un artículo entre tantos más.
Con la lluvia de críticas y pronta aparición de la verdad, se diluyó el valor de las acciones
de la compañía EntreMed Inc. Por su parte, Kolata tuvo que renunciar a un millonario
contrato que firmó con una compañía editorial para escribir La historia científica de la cura
del cáncer. De los pacientes que se enteraron de la nota y su postrer resultado no hay
referencia.
Entre tanto, lo único válido hasta la fecha es lo que asegura Folkman: ``Si usted tiene
cáncer y es ratón, nosotros podemos cuidarlo bien''.