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caracteristicas fisicas: Delgada Pelo chino, ondulado... guapa... Ojos pequeos.. le queda bien la ropa...

Emocionales - Sensible - Platicadora - Pone el orden Era uno de esos das en que la suerte cambia. El da en que las mejores cosas su ceden. Porque hay das demasiados normales en que por mas que uno espere que suceda lo mejor, simplemente no pasa. A veces se quiere que tal da se consiga el trabajo deseado o que llegue el amor anhelado; pero el da, que hace que todo cambie, llega cuando quiere. Ella iba rumbo a su trabajo. Un poco a prisa porque ya estaba sobre la hora de inicio del trabajo, no quera llegar tarde. Buscaba caminar en el lado de la calle donde los primeros rayos de sol de la maana fresca calentaran su rostro con gelado por el viento ligero que haba esa maana. Su caminar era firme, con la vista al frente. Muchos al toparla en su camino la miraban a los ojos. Sus ojos eran tiernos, vivos. Aquellos que la conocan no podan mantenerse firmes por su mirada intensa. Se senta un poco cansada y con sueo. Las jornadas en su trabajo haban sido demas iado largas. Hubiera deseado esa maana haber estado entre sus cobijas. O quizas ya despierta tomando algo caliente mientras vea los afanes de su mama e n la cocina. Sin embargo, ahi estaba. Caminando a su trabajo, comprometida con ello. Sacando energa apesar del desgaste. A pesar de sus tacones, su caminar era silencioso. Pero su mente estaba bulliciosa. Iba pensando en todas las cosas que haban por hacer, lo que haba dejado pendiente. Soaba con obedecer siempre la voz de sus ideas e ilusio nes. A veces pensaba en como alargar el da para hacer todo lo que ella quisiera. Sin embargo le gustaba su trabajo. Haba aprendido a hacerlo muy b ien. Poda solucionar un sin fin de conflictos y problemas que se originaran. Era muy eficiente en todo lo que haca, tanto que era la lder, la que guiaba, a la que acuda n. Y eso era lo que mas le gustaba a ella. LLego frente al edificio de su trabajo. La persona que estaba frente a l a puerta la vio venir. Se detuvo frente a la puerta. Toco su cabello ondulado qu e para muchos era muy atractivo y para ella a veces un martirio. Los que la observaban de lejos y de cerca vieron que se detuvo, dio la medi a vuelta y se fu. Nadi entendi, nadie comprendi. Y tampoco ella lo coment. Lo nico que puedo decir es que haba llegado el mejor da de su vida.

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