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William Burroughs y la Beat Generation; conversaciones privadas con un

genio moderno.

Dr. Adolfo Vásquez Rocca

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William Burroughs y La Metáfora Viral; Postmodernidad, compulsión y Literatura

conspirativa. VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, En Psikeba © – Revista de Psicoanálisis y

Estudios Culturales Nº 1 - 2006;

http://www.psikeba.com.ar/articulos/AVRburroughs.htm

Re-editado en NOMÁDAS – Revista Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas de la

Universidad Complutense de Madrid; http://www.ucm.es/info/nomadas/13/avrocca2.html


1.- Literatura conspirativa y paisajes mentales de la droga.

Si tuviéramos que situar la irrupción de la droga, en forma masiva, en el siglo XX

diríamos que, la década del 60, marca el hito fundamental de su aparición. Una

sociedad, la norteamericana, que atravesaba la postguerra, con su dejo de

triunfalismo y su espíritu puritano, proclamando el "American Way of Life", ve nacer

una nueva expresión literaria con la "Beat Generation".

Así, los años posteriores a la segunda guerra mundial no sólo trajeron la guerra fría y

la repartición del planeta en dos bloques. También trajeron una nueva sensibilidad,

otra forma de enfrentar los acontecimientos e instalarse en el mundo. Otro estilo de

escribir.

En los EE.UU., un tipo de individuos jóvenes (los hipsters) comenzaron a poner en

duda la gran promesa "americana". La eficiencia y productividad de la nueva

superpotencia no daba cabida a estos sujetos que no se sentían cómplices de la nueva

maquinaria de poder, y que por lo mismo, los dejaba fuera del sistema.

Los Beats surgen en este contexto. Ellos recogen la tradición romántica de la ruptura

y la bohemia simbolista como actitud vital. También desarrollan el imaginario del

viaje, mental y físico, como parte de uno de sus motivos. William Burroughs no sólo

se traslada corporalmente a Tánger, sino que también viaja a través de la droga para

mostrar una nueva ruta de acceso a la creación. Algo que Artaud, entre otros, ya

había explorado por lo menos una década antes.


Desde la interzona, Burroughs envía los manuscritos de Naked Lunch a sus buenos

amigos: las mejores mentes de su generación.

Para Burroughs "La intoxicación- el 'mono' que se aferra al cuerpo del drogadicto - es

como la implantación de un 'parásito' extraño que termina por poseerlo y devorarlo,

bajo la triple forma de la droga, por cierto, pero también de la sexualidad y el poder".

A finales de 1951, una fiesta en la ciudad de México. Un William Burroughs

embriagado dispara su Star del 38 y la bala se aloja en la sien de su esposa, Joan. Es

el llamado “incidente Guillermo Tell”, que tanto fascina a los adictos de lo

inequívocamente Beat.

Burroughs es el genuino perro verde. Con su aspecto tétricamente convencional, lo

confunden con un policía rural cuando se sumerge a la vez en la delincuencia

neoyorquina y en la heroína. En el camino sin demasiadas depuraciones, Burroughs

acepta impertérrito que su Junkie se venda a 35 centavos, en un volumen de pulp

non-fiction. No le importa que el editor añada moralizantes notas entre paréntesis a

su texto ni un prefacio donde se lo retrata como “un drogadicto que no se arrepiente

ni se redime..., un fugitivo que ha sido diagnosticado como paranoico esquizofrénico,

que carece totalmente de valores morales”.

Los primeros Beats coleccionan fichas policiales. Los Beats han aparecido en los

periódicos por hechos de sangre antes que por sus obras, rebotan entre cárceles y

manicomios, buscan su propio camino tropezando aparatosamente una y otra vez.

Los Beats en su itinerario de fuga se dirigen hacia el oriente (busdista y zen). Su


movimiento natural deviene entonces oeste-este, y el estilo de vida que promueven se

fundamenta en la improvisación.

Los pasos de los Bears se cruzan con los del sexólogo Alfred Kinsey, el teórico

Marshall McLuhan, el psiquiatra Wilhem Reich, el crítico Lionel Trilling (luego,

mortal enemigo). Cuando viajan a Europa, desconocidos pero con dólares, no les

cuesta conectar con Picasso o Genet. Los encuentros suelen desembocar en lo

grotesco; encajan en el tópico del americano prepotente. Buscando a un W. H. Auden

de vacaciones, Allen Ginsberg irrumpe en un bar de Ischia e impone su presencia y

sus teorías. El inglés le da unos cuantos cortes certeros y Ginsberg replica

airadamente: Auden es, según él, un “aguafiestas espiritual”, sus amigos son una

“pandilla de maricas literarios”.

Ese Ginsberg exuberante ya ha superado mil dramas: desde los esfuerzos para

reciclarse en heterosexual hasta la convivencia con la locura de amigos o de su

propia madre, sometida a una lobotomía. Todos los beats primigenios exhiben

madera de supervivientes, con la coraza que proporciona una fe ciega en su talento

(Kerouac) o el dinero familiar (Burroughs). Tal vez no son muy conscientes del

descomunal desafío que representa su escritura y su estilo de vida en la estreñida

América de la Guerra Fría. Los que se dedican a la creación tienen suerte: jueces

liberales fallan a su favor en los procesos por obscenidad de Aullido o la revista Big

Table.

Tal como en los locos años 20' los surrealistas buscaron en lo onírico y en la escritura

automática formas para hallar su voz poética, los Beats ven en la prosodia de un

nuevo ritmo la depositaria de una creación más honesta, directa y comunicable.

Reaccionan contra el New Criticism, la metafísica y los New Agarians, desenfrenando


el verso libre hacia lo que Jack Kerouac llamó "Spontaneous Bop Prosody", y que se

puede caracterizar como un discurso entrecortado y libre de las marcas retóricas

reguladoras de la dicción. Para esto, los Beats configuran imágenes concretas que

posibilitan otros caminos en la factura de un nuevo realismo, experiencial y vital,

ajeno a la elucubración metafísica. En tal sentido, el contenido es parte

consubstancial del poema, que no sólo se hace con palabras y ritmo dentro de una

forma determinada, sino que también con ideas. Robert Creeley dice "form is never

more than an extension of content", pues sin contenido nos quedamos mudos.

Por otro lado, el conversacionalismo y/o el coloquialismo acercan el texto poético al

relato autobiográfico y lo separan de la historia de los metarrelatos. Así, se sitúan en

la cotidianeidad y establecen nuevos nexos con el contexto.

Comienzan a hablar desde la experiencia y rompen con las formas representacionales

que el discurso artificioso de los "nuevos críticos" y la poesía metafísica habían

instalado. Por lo mismo, el estilo de los Beats deviene en una suerte de minimalismo

que se opone al poema impregnado de epicidad moralizante y/o a la agenda

voluntarista del individuo.

El origen de este lenguaje se encuentra en la música del jazz-bop proveniente del

estilo bebop de Charlie Parker, Gillespie y otros. Un sentido de improvisación que no

es sino la reproducción verbal del contrapunteo jazzístico. De ahí que los escritores

Beats fueran quienes inauguraran la tradición de las lecturas públicas en los EE.UU.:

representación poética en el escenario, o performance que connota el carácter

espectacular de la figura del poeta y la poesía. Y esto, entendido en el contexto de

una sociedad hipertecnificada y consumista, centrada en el lucro, cuyo fin último es

conjugar las esferas del mercado con los de la creación.


La rebeldía Beats, su cuerpo orgánico, no es sólo un gesto teatral, sino que es una

toma de posiciones, un estado de ánimo: una suerte de anarquismo asistémico. De

hecho, se enfrentan al Macarthismo político con las armas del humor y el absurdo y

establecen una clara defensa de los derechos de las minorías. Reivindican la

sensibilidad e intervienen políticamente en el espacio público mediante su apertura

hacia otras culturas, desmontando las estructuras del racismo institucionalizado, y

detonando lo que luego constituiría el movimiento hippie. Su quehacer por tanto es

político, y su sello la subversión. Se inscriben como una generación "ninguneada" que

tuvo que vivir las consecuencias del poder absoluto constituido por medio de la

agresión militar fuera y dentro del país.

Referencias bibliográficas:

BOCKRIS, Victor, Con William Burroughs; Conversaciones privadas con un genio

moderno, Ed. Alba, Barcumaelona, 1998.

BAUDELAIRE C. Paraísos Artificiales,

BURROUGHS, William, El Almuerzo desnudo, Ed. Bruguera, 1980.

BURROUGHS, William, Yonqui, Ed. Júcar, Barcelona, 1988.

BURROUGHS, William, "The Electronic Revolution", 1970.

P. YVES PETILLON, "Paisajes Mentales de la droga".

VÁSQUEZ ROCCA, William Burroughs y La Metáfora Viral; Postmodernidad, compulsión


y Literatura conspirativa. Psikeba – Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales Nº 1

- 2006;

http://www.psikeba.com.ar/articulos/AVRburroughs.htm

GRÜNBERG, S., À la recherche d’un corps (Language et silence dans l’oeuvre de William

Burroughs), Paris, Seuil, 1979,

GRÜNBERG, S., À la recherche d’un corps (Language et silence dans l’oeuvre de William

Burroughs), Paris, Seuil, 1979, p. 81.

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