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Cómo convertirse en Vampiro.

Algunos curiosos mitos y leyendas.

La manera más común de convertirse en vampiro, por supuesto,


ser mordido por un vampiro. Pero no todos los métodos de
transformación son tan conocidos; algunos, son de hecho bastante
complicados de comprender, ya que es imposible establecer un nexo
entre ciertos actos, en apariencia inocentes, y su posterior consecuencia
como desencadenante de una transformación vampírica.

En Hungría, por ejemplo, se condenó a una mujer en el siglo XIII por


haber concebido durante un viernes santo y luego destetar al bebé
prematuramente. Como todos sabemos, o simulamos saber, esta es una
clara señal de que el niño sería un vampiro.

Las incongruencias siguen, aunque algunas mantienen cierto método


racional: En europa occidental, si alguna mujer no consumía suficiente
sal durante el embarazo sería la madre de un no-vivo. En esta tradición,
se asocia un remedio tradicional contra el demonio, y se lo aplica ante
la posible aparición de uno de sus agentes: el vampiro.

Pero las formas más populares de convertirse en un vampiro eran


mediante el suicidio y la brujería. Hoy podemos burlarnos de tales
supercherías, pero en su momento se trataban de verdades
incuestionables para el común de la gente. Incluso durante la fiebre
inquisidora, en la cual se quemaban cientos de personas basándose en
argumentos pueriles, el clero había logrado que los reinos europeos
adquiriesen un asistente para sus verdugos, cuya tarea consistía en
evitar que las brujas y magos negros se apropiasen del semen que solía
brotar de los condenados a la horca; el cual era utilizado en distintas
pociones, con el único fin de conseguir que los muertos se alcen de sus
tumbas.

Claro que no todos lo métodos de transformarse en vampiros eran


tan espantosos: Por ejemplo, los errores gramaticales del latín
pronunciados durante un entierro también eran factores a tener en
cuenta. Existía también algo que sucedía poco, incluso en aquella época
llena de prodigios; y era la transformación por la pasión. Nos
explicamos:

Aquí no se trata de una maldición adquirida, ni de oscuros ritos al


amparo de la noche; sino de un llamado de la sangre, algo
predestinado. El alma de unvampiro puro vibra en el cuerpo de un
humano adecuado, influye en sus pensamientos, aviva sus deseos,
exalta sus sentidos. Con el tiempo llega la derrota, tan inevitable cómo
anhelada. El hombre se abandona con dulzura a su pasión; y contempla
la Noche con nuevos ojos.

Cómo atraer a un Vampiro.

Una de las formas más utilizadas para atraer a un vampiro consistía


en elegir un niño o una niña, lo suficientemente jóvenes como para ser
vírgenes, y sentarlos sobre un caballo de color negro, que también fuera
virgen y que no hubiese tropezado nunca. Se llevaba al caballo al
cementerio y se lo hacía pasar sobre las tumbas. Si se negaba a pasar
sobre una de ellas, era una clara señal de que allí estaba enterrado
un vampiro; entonces se sentaba a los niños sobre la lápida, y cuando
cayese la noche, el vampiro seguiría invariablemente el rastro dejado
por el aroma de los infantes.

Esta creencia está muy bien descripta en la novela de Ann Rice,


Interview with a vampire.

Algunos folkloristas sostienen que las lápidas en un principio no eran


para llevar inscripciones que ilustren sobre la vida pasada del difunto,
sino como un método para impedir que los vampiros se alcen de sus
tumbas.

Existen otros métodos, acaso más modernos, para atraer a los


vampiros; los cuales consisten en aplicar al revés los métodos
tradicionales para alejarlos. Por ejemplo: Así como
los vampiros aborrecen el ajo, adoran el aroma de las amapolas,
razón de más para utilizarlas en caso de intentarconvocar a un
vampiro, o a cualquier otra entidad nocturna.

En los mitos del este de Europa, encontramos muy pocos remedios


tradicionales para convocar a los vampiros, ya que en esa zona,
losvampiros suelen ser bastante poco agradables y de existencia
miserable. Voltaire solía burlarse de esto, diciendo que la creencia
en vampiros es proporcional a la ignorancia de los pueblos que
profesan su fe.

Pero en la iluminada cultura de la Europa de Voltaire, también se


agitaba el gérmen del vampirismo, el cual adquiría muchas e
incongruentes formas. Las leyendas fueron ganando en sutilezas, en
pequeñas contradicciones que aumentaron lentamente la creencia en
los vampiros.

Se empezó a creer que los vampiros pueden ingresar en una


habitación sólo cuando la víctima lo permitía, conscientemente o no.
Veamos algunas formas en las que un vampiro podía hacerse presente
en el lecho de una dama:

No era necesaria la ausencia de objetos religiosos; ya que


los vampiros no temen ningún símbolo en presencia de personas
frívolas, sólo los aborrecen cuando las cruces y relicarios sirven como
armas en manos de hombres de intensa fe. Las rosas, en cambio,
producen en los vampiros un fuerte rechazo, especialmente las
blancas. Tampoco es recomendable tener un recipiente con agua en la
habitación, particularmente cerca del lecho, ya que los vampiros no
pueden cruzar ningún límite marcado con agua; y esto funciona, dentro
de la leyenda claro, tanto para los ríos, como para un simple vaso con
agua.

Es importante destacar, que una vez que el vampiro se ha hecho


presente en la solitaria habitación, tanto la ignota dama como
el vampiro son igualmente responsables por el bienestar del otro. Nos
explicamos:

Así como un vampiro necesita una invitación para hacerse


presente en una casa, también necesita de una autorización para
abandonarla. Motivo por el cual, los vampiros suelen alimentarse
visitando el cuarto de sus desdichadas amantes, pero jamás les dan
muerte dentro de aquellos límites; ya que sin la autorización de la
víctima, el vampiro no podrá abandonar el lugar.

Es entonces que la mujer y el vampiro deben complementarse: él


leerá sus deseos más recónditos, incluso aquellos de los cuales la mujer
no es enteramente consciente, y saciará todos sus apetitos a medida
que la vida va derramándose sobre las sábanas. Ella le ofrecerá el cáliz
de su cuello palpitante; se irá diluyendo entre sus lascivos abrazos;
pero el placer será apenas una anticipación, jamás terminará de
consumarse, y cuando lasombra del vampiro abandone la
habitación, nuestra desconocida Dama creerá haber tenido un sueño
espantoso, sentirá sobre sus labios los ecos de un beso frío, helado
como la tumba; su cuerpo temblará, sus lívidos dedos recordaran la
textura etérea de un cuerpo masculino.

No recordará el rostro de su siniestro visitante. La noche será como una


pesadilla agitándose en aquel rincón de la mente al que no podemos
acceder. ¿Sucedió aquello?, se preguntará.

La imaginamos debatiéndose al intentar conciliar el sueño, la mente


atribulada por las dudas, y por el horror. La habitación parece
cerrarse sobre ella; las paredes bañadas en sombras, las cortinas
danzando suavemente con la brisa nocturna.

La soñamos acariciando la lubricidad de su sexo en las tinieblas;


intentando recordar un momento que acaso jamás tuvo lugar. Entonces
verá, sobre la blanca palidez de las sábanas, una diminuta perla
púrpura, la joya roja de sus venas; y ya no habrán más dudas.

No sabemos si nuestra imaginada doncella volverá a dormir con las


ventanas abiertas, aunque sospechamos que sí.

Como Matar a un Vampiro.

Se debe atravesar el cuerpo del vampiro con una estaca de modo que
se clave en la tierra para asegurarlo a la tumba. La estaca debe ser de
un rosal silvestre, álamo o fresno. En algunas zonas se prefería un
hierro al rojo en lugar de madera. Se debería quemar el cuerpo o al
menos enterrarlo en un cruce de caminos.

Si no se encuentra pronto al vampiro, sus primeras víctimas serán sus


familiares cercanos, luego prosigue con sus vecinos y demás habitantes
del pueblo. Recordemos que esto es así porque los vampiros no
pueden en principio alejarse demasiado de sus sepulcros ya que deben
retornar a su morada con las primeras luces del alba.

Si el vampiro logra escapar de una emboscada existe el riesgo de que


suba a lo alto del campanario, y grite el nombre de los cazadores,
quienes morirán inevitablemente. En determinados sitios, el monstruo
hace sonar el toque de los difuntos, y todos los que lo escuchan mueren
instantáneamente en el lugar que estén. Si no se lo mata en los
primeros siete años de vidavampírica, el engendro adquirirá
renovados poderes, trayendo aún más ruina y desolación.

Existía también un método no carente de artificios para matar a una de


estas criaturas; consiste en dejar en el ataúd de quien se sospecha que
podría volver de la muerte un manojo de sogas entrelazadas con cientos
de nudos. Si el muerto se despierta a su nueva vida nocturna
encontrará el irresistible impulso de desanudar la madeja, pasará
largos y amargos días intentando en vano hasta que finalmente se
consumirá.

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