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Cuestiones éticas
cuando las personas que quieren cambiar nuestra opinión consiguen que
parezca que hemos llegado por nosotros mismos a la nueva opinión). Por lo
tanto, no debe resultar extraño que, en sus comienzos, la modificación de
conducta evocase multitud de reacciones negativas, cuyo rango fue desde la
sospecha hasta la hostilidad manifiesta. La modificación de conducta es
tecnología basada en la ciencia que estudia los factores que controlan el
comportamiento. Así pues, no es ningún secreto que la modificación de
conducta se basa en dos proposiciones: a) la conducta puede controlarse, y b)
es deseable hacerlo para lograr ciertos objetivos. El que el comportamiento
esté totalmente determinado o no por factores ambientales y genéticos, da pie
a unas discusiones filosóficas interesantes (todos están de acuerdo en que la
conducta está, al menos parcialmente, determinada por esos factores). Sin
embargo, sea cual sea la respuesta, tiene poca importancia desde una
perspectiva práctica. Lo importante es que a raíz de nuevos descubrimientos
en la ciencia comportamental y de refinamientos en la tecnología
comportamental, la cantidad de control potencial sobre la conducta es cada vez
mayor.
Ante cualquier avance nuevo en el campo de la ciencia o la tecnología
una reacción saludable es mostrar la máxima cautela. Probablemente, la
civilización correría menos peligro si se hubieran tomado más precauciones
cuando comenzó a desarrollarse, por ejemplo, la energía atómica. Sin
embargo, la solución a los problemas actuales que generan los avances
científicos y tecnológicos no es la de intentar regresar en el tiempo a un
período pre-científico más seguro. El problema no consiste en la ciencia y la
tecnología, que no son sino medios muy sofisticados desarrollados por
personas, el problema real son las personas que abusan de esas herramientas.
Esto, desde luego, es un problema comportamental. Por lo tanto, como
argumentó Skinner (1953, 1971), la ciencia de la conducta es la clave lógica de
la solución del problema. Sin embargo, la modificación de conducta puede ser
mal utilizada, al igual que las demás ciencias y tecnologías. Por lo tanto, es
importante establecer las directrices éticas que aseguren un buen uso de la
tecnología comportamental para el bien de la sociedad. En la siguiente sección,
discutiremos qué es la ética desde una perspectiva comportamental. Luego,
revisaremos algunos argumentos habituales que son contrarios a un control
deliberado del comportamiento. Finalmente, os centraremos en la cuestión de
cómo pueden imponerse a la modificación de conducta unas medidas
preventivas que garanticen que se utiliza siempre para bien de la humanidad.
controlar la conducta. Tal vez por estas razones se argumenta que todo intento
de controlar el comportamiento deja de ser ético. Una pequeña reflexión, sin
embargo, revela que el objetivo de cualquier profesión de la asistencia (como
pueden ser la educación, la psicología y la psiquiatría) sólo puede lograrse en
la medida en que los profesionales ejerzan un control sobre el comportamiento.
La educación, por ejemplo, tiene como objetivo cambiar la conducta de una
persona para que se comporte de una forma diferente a como lo haría si no
hubiera sido educado. Por ejemplo, enseñar a una persona a leer es cambiar
su conducta de modo que responde a señales, periódicos, libros, etc., de una
forma diferente a como lo hacía antes que supiera leer. Los objetivos del
asesoramiento, del tratamiento psicológico y de la psiquiatría implican cambiar
la conducta de las personas para que puedan funcionar más eficazmente que
antes de recibir la ayuda.
A muchos profesionales del campo de la asistencia no les gusta pensar
que están controlando la conducta. Prefieren verse en calidad de simples
asistentes que ayudan al cliente a controlar su propia conducta, No obstante, el
establecimiento del autocontrol no deja de ser una forma de controlar la
conducta. En palabras llanas, se enseña a un individuo a ejecutar una conducta
que de algún modo controla a otras conductas. Para hacer eso, es necesario
controlar el comportamiento implícito en el autocontrol. No obstante, el
asistente profesional podría oponerse, argumentando que esto deja de ser
control por su parte, puesto que la influencia externa sobre el comportamiento
del cliente se retira una vez que el cliente puede manejar su propia conducta.
En realidad, de acuerdo con todo lo que hemos enfatizado en este libro, el
profesional no ha hecho más que otorgar el control al ambiente natural. Se
podría hablar de “retirar el control”, pero el control continúa, aunque haya
cambiado de forma. Si el profesional ha logrado los objetivos
comportamentales, la conducta meta se mantendrá, y en este sentido,
perdurará la influencia que el profesional tenía sobre el comportamiento.
Algunas personas conceden que los asistentes profesionales participan
necesariamente en el control de la conducta, pero, al mismo tiempo,
argumentan que la planificación del control del comportamiento es inmoral.
Piensan en la planificación como algo “frío” y “mecánico”, y como algo que
interfiere con las relaciones íntimas y “espontáneas” de la gente. Resulta difícil
determinar de dónde procede esta objeción a la planificación, ya que no
conocemos ninguna evidencia empírica ni lógica que la apoye. Al contrario,
muchos de los programas de modificación de conducta que conocemos se
caracterizan por las interacciones cálidas entre los individuos involucrados en
ellos. Los buenos modificadores de conducta están realmente interesados en
sus clientes como personas, y parece que son capaces de encontrar el
momento para interactuar con ellos a un nivel personal, al igual que otros
asistentes profesionales. No cabe duda de que algunas personas muestran un
comportamiento que parece ser frío y mecánico. No obstante, según nuestra
opinión, no se encuentran con más frecuencia en el campo de la modificación
de conducta que en cualquier otra forma de asistencia profesional, cualquiera
que sea su orientación.
Una falta de planificación, sin embargo, puede ser desastrosa. Si un
modificador de conducta no es muy diestro en la creación de programas para
desarrollar la conducta deseable, tenderá a introducir contingencias que
conducen a conductas no deseables.
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PAUTAS ÉTICAS
D. Cuándo otra persona o agencia distinta al cliente es la que organiza la terapia: ¿Se
han considerado meditadamente los intereses del cliente subordinado?
1. ¿Se le ha informado de los objetivos? ¿Participó en la elección del tratamiento?
2. En caso de libertad de decisión limitada ¿participó en la discusión según sus
posibilidades o habilidades?
3. En caso de conflicto de intereses, ¿se intentó reducir la discrepancia?
Principio A. Competencia
Principio B. Honestidad
Los psicólogos son honestos, justos y respetuosos con los demás. No hacen
declaraciones falsas ni engañosas a la hora de describir o informar sobre sus
acreditaciones, servicios, productos, honorarios, investigaciones o enseñanza.
Los psicólogos procuran contribuir al bienestar de las personas con las que se
relacionan profesionalmente. Cuando surgen conflictos entre las distintas obligaciones
o preocupaciones del psicólogo, se intentan solucionar de un modo razonable,
evitando o minimizando los posibles perjuicios.
Las conductas meta que se seleccionen deben ser las más importantes
para el cliente y/o la sociedad. Debe hacerse hincapié en la enseñanza de
habilidades funcionales que sean apropiadas para la edad del cliente, y que le
permitirán una mayor libertad para realizar sus actividades preferidas.
Particularmente, cuando se trata de personas que padecen de una grave
deficiencia, debe hacerse hincapié en habilidades que fomenten un
funcionamiento independiente. En el caso de que para lograr un mejor
funcionamiento se necesite suprimir en ciertas ocasiones las conductas
problemáticas, los objetivos deben incluir conductas alternativas deseables en
dichas situaciones. Los objetivos también deben ser coherentes con los
derechos básicos del cliente, en cuanto a su dignidad, intimidad y cuidado
humanitario.
CONCLUSIONES