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Opinión
Claro está, que si seguimos retrocediendo en el tiempo, advertimos que también era
protección frente a los animales salvajes, y en la oscuridad de la noche gélida, donde
reinan los depredadores, nos daba el "calor divino", sustituyendo al "Sol Creador de
Vida".
Sin embargo, el simbolismo del fuego es aún más profundo. ¡Tanto!, que los narradores
experimentados de las grandes tradiciones orientales y occidentales lo utilizan como
ventana, desarrollando sus historias para contagiar a los presentes a través de ese portal
hacia un mundo extraordinario, rodeado de la oscuridad ambiental de la noche, mientras
nuestros ojos están fijos en las llamas y escuchamos el relato sin pestañear. Si
profundizamos un poco más, comprendemos inmediatamente, que el fuego es símbolo
de una verdad de proporción mística. De ahí, todo el ritual o psicodrama que rodea a las
diversas religiones o credos, que valiéndose del fenómeno, a la vez esconden el
ardoroso deseo del Ser espiritual del hombre, por alcanzar lo más elevado y fundirse
con los poderes que los trascienden.
Tal vez, esta necesidad aunque no es mística, se deba a una memoria más antigua del
"Ser humano". ¿Alguna vez han visto como ciertas personas se quedan embelesadas
frente a una chimenea? Es como si de pronto, abandonaran esta realidad y se quedaran
suspendidos en su interior.
Por supuesto, que tiene una explicación lógica, y es que la llama se convierte en un
punto focal que nos atrapa. Apresa nuestro pensamiento de tal modo, que nos es más
fácil concentrarnos y meditar. Inclusive entrar con más facilidad en nuestro
subconsciente. Quizás, de ahí, heredamos el concepto de "iluminación", que en algún
momento discutiré en profundidad.