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Uno de los cambios más notorios por los que está atravesando nuestra
sociedad es lo que Palamedessi nos presenta como la tendencia hacia la
integración de las acciones humanas a nivel planetario. Esta noción de integración
en la que participan diversas sociedades y en la que las fronteras se ven
desdibujadas es conocida con el nombre de globalización. Tenemos, entonces,
que el desarrollo de las sociedades del conocimiento está íntimamente ligado a la
transformación básica de la actividad económica. En este proceso los Estados
pierden poder, capacidad de decisión, y son organizaciones multinacionales las
que actúan sobre un único mercado mundial.
En lo cotidiano cada vez nos resulta más fácil acceder a todo tipo de
información. La televisión nos bombardea permanentemente con imágenes y
cuadros cargados de contenido. Leemos diario online, escuchamos noticias en
todo momento del día. También realizamos desde nuestros hogares muchos de
los tediosos trámites administrativos. Por ejemplo: pago de servicios, compras
consultas bancarias, etc.)
Las formas de relacionarse han cambiado también. Los adolescentes en su gran
mayoría prefieren relacionarse con programas de chat más que personalmente o
utilizan la red a modo de entretenimiento. La relación TICs y el ocio es un vínculo
inherente a los jóvenes. Por otra parte internet ha simplificado en gran medida la
búsqueda de todo tipo de información. Ya no es necesario movernos de nuestras
casas para consultar un libro en una biblioteca, para ver la cartelera de un cine, los
horarios de un medio de transporte o reservar y elegir alojamiento al momento de
salir de vacaciones.
Parece claro que bajo este contexto de nada sirve continuar impartiendo
“conocimiento fragmentado según disciplinas, pues impide operar el vínculo entre
las partes y la totalidad” (Morin). En la actualidad ya no alcanza con suministrar
masivamente la información sino que ésta debe de ser asimilada, jerarquizada y
procesada de manera pertinente para luego utilizarla creativamente y producir así
nuevo conocimiento. Para ello, es necesaria la formación de ciudadanos con
espíritu crítico y, lo que es aún más imperante, es la necesidad de repensar la
formación del profesor o maestro; los docentes no pueden continuar trabajando
aislados, ciegos a los avances de la tecnología. De acuerdo a esta visión,
Heargraves señala que toda una nueva generación que está empezando a
enseñar y se desempeñará en los próximos treinta años no puede permitir estar
desprovista de una visión más amplia ni que los formadores de los docentes o los
representantes de los gobiernos conspiren en la creación de este vacío. De esta
forma, queda en evidencia que la profesionalización del docente o los cambios
que deben surgir en las escuelas no dependen meramente de ellos. Sería muy
bueno que las condiciones fueran construidas como parte de una política
educativa; así el mejoramiento de la educación sería más
MORIN, Edgar (2201) Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro.
Barcelona - Paidos Studio