Sei sulla pagina 1di 3

TLAKAOSELOME

Una gente que eran como asisinos, los cuales se llamavan nonotzaleque, era gente usada y atrevida para matar. Traan consigo del pellejo del tigre, un pedazo de la frente y otrao pedazo del pecho, y al cabo de la cola, y las uas y el corazn, y los colmillos y los hocicos. Dezan que con esto eran fuertes y osados, y espantables a todos; y todos los teman, y a ninguno havan miedo por razn de tener consigo estas cosas del tigre. Estos se llamavan tambin pixeque teyolpachoani.

El texto, un pequeo parrafito de Sahagn (*), es invaluable. Nos menciona con toda claridad que haba una orden, una cofrada, una secta, un linaje, de expertos asesinos, tipo ninja. Les conocan y les teman. Mencin clara de los Hombres-Jaguar en un texto colonial temprano basado en informantes mexicas? Hay que evaluar, en su justo contexto, qu era un "asisino" para un hombre europeo del S. XVI. Obviamente, no es el concepto actual a 5 siglos de distancia. Me refiero a que Sahagn est pensando en los "los que

consumen haschs" y que eran los fanticos guerreros suicidas sagrados del "Viejo de la Montaa". A estas alturas, Sahagn ya haba mencionado las dos rdenes guerreras mesoamericanas por excelencia, los guila y los ocelote (jaguar). Esto es, los "asisinos" que menciona NO son ninguna de aquellas dos. Evidentemente, tenan una gran preparacin: era gente usada (osada, valiente) y atrevida para matar nos dice el cronista. Si vamos a la sacra lengua nawatl veamos el significado de sus nombres. Notza es llamar, Nonotza, advertir, Nonotzale, consejero, Nonotzaleke, los consejeros o advertidores. Pisheke significa que guarda; se sobreentiende que se refiere a la tradicin, no a guardar algo fsico. Pero tambien era el nombre de la casta de los peleteros. Esto es por causa de la piel de ocelote que portaban. Teyolpachoani, que comprime , estruja, o gobierna el corazn de la gente . As que eran Los Advertidores, Los Consejeros, Los que te estrujan el corazn

(*) Bernardino de Sahagn, Historia General de las Cosas de la Nueva Espaa, Libro Undcimo, Cap. I

Potrebbero piacerti anche