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Introduccin general te en su triple realidad.

El Ello, es, segn la terminologa de Freud, el campo del triebe *, y segn nuestra terminologa, la constante especfica. El Ello es subyacente al Yo. Su reino no es exactamente el del inconsciente, ya que a nuestro enten der el Yo extiende su marca y su presencia a la vida incons ciente, sino el reino de la vida bruta aportada y determinada por la especie. Desde luego existe comunicacin dialctica entre el Yo y el Ello, entre el individuo y la vida. Pascal, en su teora del juego, se equivoca y acierta, al mismo tiempo. Es muy cierto, en efecto, que el hombre de las modernas civilizacio nes trata de huir, con sus actividades, de la idea de la muer te, es decir, de olvidar. Pero este olvido slo es posible en cuanto que existe en l un animal inconsciente que ignora siempre que debe morir. Esta animalidad es la vida misma, y, en este sentido, la obsesin de la m uerte es una diversin de la vida. El Ello puede recubrir o disolver la idea de la muerte, pero a su vez puede ser corrodo por esta misma idea: la conciencia obsesiva de la m uerte, en su punto lgido, m ar chita y pudre la vida, y conduce a la locura o al suicidio. En el extremo opuesto, un Yo atrofiado puede ignorarse a s mismo de tal modo que ni siquiera se le ocurra pensar en la muerte. E ntre estos casos lmites, la presencia y la ausencia de la m uerte coexisten en muy diversas proporciones. As es la vida: inquietud por la m uerte al mismo tiempo que olvido: la doble vida. Pero esta doble vida es una. Y si la vida especfica es el enemigo ltimo de la individualidad, pues en ltimo tr mino la destruye, por ello mismo le perm ite nacer y afirmar se. Porque, sin vida, no existe el hombre, es la nada. Incluso sin participacin biolgica, es decir sin adhesin a la vida, no habra ms que horror perm anente, inadaptacin abso luta, m uerte perm anente, la nada aun. Precisamente por el hecho de que esta participacin le hace vivir apartndole de la muerte, se pone de relieve la violencia y el significado

(*) En la actual bibliografia freudiana suele trad u cirse triebe, ya no por ins tinto, sino p o r pulsin*. ( \ r. del T.)

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