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(i) Vio que Jess vigila. En lo alto de la colina haba estado vigilndolos. No estaba demasiado ocupado con Dios para acordarse de ellos. Juan se dio cuenta de que todo el tiempo que haban estado bregando con los remos y la vela, la mirada amorosa de Jess haba estado sobre ellos. Cuando nos encontramos en situaciones difciles, Jess vigila. No nos baja el listn. Nos deja pelear nuestras batallas. Como un padre que ve a su hijo echar el resto en una contienda deportiva, est orgulloso de nosotros; o, como un padre que ve a su hijo fracasar, est triste. Vivimos la vida bajo la mirada cariosa de Jess. (ii) Vio que Jess viene. Baj de la colina para animar a sus discpulos a hacer el esfuerzo final que los pondra a salvo. No nos observa con distante indiferencia; cuando faltan las fuerzas viene a darnos nuevas fuerzas para el esfuerzo final que ha de lograr la victoria. (iii) Vio que Jess ayuda. Observa, acude y ayuda. Una de las maravillas de la vida cristiana es que no nos encontramos nunca solos. Margaret Avery relata que haba una maestra en la escuela de un pueblecito que les haba contado esta historia a los nios, y se la habra contado muy bien. Pocos das despus hubo una tempestad de viento y nieve. Cuando salieron de la escuela, la maestra estaba ayudando a los nios a llegar a sus casas. A veces tena casi que llevarlos en vilo por las comentes de aire. Cuando casi todos estaban agotados con la lucha, oy a un chiquillo decir para s: " Nos vendra bien tener a ese Jess aqu ahora. Lo maravilloso es que no tenemos que echarle de menos en ninguna situacin, porque Jess siempre est con nosotros. (iv) Vio que Jess nos lleva al puerto. A Juan le pareca al recordarlo que, tan pronto como lleg Jess, la quilla de la barca toc tierra, y haban llegado a salvo. Como deca el salmista: " Luego se alegran, porque se apaciguaron; y as los gua al puerto que deseaban (Salmo 107.30). Aunque no sepamos cmo, con Jess se hace ms corto el viaje ms largo, y la batalla ms dura se hace ms fcil. Una de las cosas maravillosas del Cuarto Evangelio es que Juan, el viejo pescador reciclado a evangelista, encontr toda la riqueza de Cristo en el recuerdo de la historia de una travesa azarosa.