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Aquél Señor Ingles

Entrevista imaginaria a H.G. Wells

Por: Ricardo R. Gracida

La encomienda

La brisa del mar golpea mí rostro mientras me detengo en proa a admirar al sol
metiéndose en este inmenso océano atlántico. Me dirijo de regreso a mí país,
acompañado de mí escrito, siempre debajo de mí hombro, no lo he podido dejar ni un
segundo, al parecer me encariñé con este montón de papeles, llenos de palabras, escritas
con tinta china de dudosa procedencia. Es el trabajo que me ha de dar una nueva
posición en el periódico en el cual laboro, una encomienda que dudé mucho que podría
lograr, más aún conforme a los acontecimientos que se suscitaron a través de mí odisea
en la nación más poderosa hasta la fecha: Inglaterra.

Es el año 1904, un siglo de muchos cambios, con nuevos inventos que llegan a la vista de
las personas alrededor del mundo, algunos tan impresionantes que sólo vivían en la
imaginación. Hace unas semanas se me encomendó una tarea muy importante que me
daría la oportunidad de obtener mí tan deseado puesto como reportero estrella en uno de
los periódicos más importantes de mí país, el entrevistar a una personalidad que ha
llegado a evolucionar el género literario como lo conocemos hasta ahora, como Julio
Verne en su época. De origen inglés, el escritor Herbert George Wells, mejor conocido
como H.G. Wells, ha obtenido fama rápidamente en su país y en el resto de Europa por
sus novelas de género científico. Sus últimos trabajos han sido los best seller
inmediatamente se encuentra a la venta en las diferentes librerías del Reino Unido. Su
primer acercamiento a este tipo de literatura fue una serie de cuentos que escribió para el
National Observer, en donde él trabajaba como periodista, titulado Los eternos
argonautas, una historia de un viajero en el tiempo que rápidamente fue adaptada por el

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autor a una novela llamada La Máquina del Tiempo, la cual lo ayudó a escribir otras
novelas como La isla del Dr. Moreau, El Hombre Invisible, La Guerra de los Mundos y Los
Primeros Hombres en la Luna, de este mismo género. Siendo estas, sus obras científicas
más conocidas hasta la fecha, o por lo menos las que han podido llegar hasta nuestro
continente.

Aunque con un trabajo de bajo rango en el periódico, mí conocimiento en el idioma inglés


me ayudó a ser escogido para esta encomienda al otro lado del atlántico. Tenía que viajar
hasta Inglaterra, buscar al señor H.G. Wells, entrevistarlo y regresar para entregar mí
trabajo, todo esto en tan sólo tres semanas. ¿Sencillo no?, bueno, al llegar a la isla mis
expectativas cambiarían drásticamente.

El traslado

Tuve que trasladarme desde la ciudad al puerto y de ahí embarcarme en un navío de


pasajeros en donde viajaría en segunda clase, boleto que era parte de los viáticos que se
me habían otorgado para este viaje. La travesía fue algo tediosa, casi una semana para
llegar hasta mí destino. Primero una escala en Nueva York para recoger a los últimos
pasajeros y provisiones. Siempre, esta ciudad, me pareció una ciudad un poco oscura, tal
vez debido a su historia como una de las originales trece colonias británicas. Uno de los
espectáculos que nunca podré olvidar fue el recibimiento que la Estatua de la Libertad le
da a todos los viajeros desde el Atlántico. La luz de su antorcha se llegaba a divisar casi
40 kilómetros de lejos, todo un espectáculo de noche de aquella ciudad. Después de esta
pequeña parada el viaje seria directo a Europa.1

Los días que pasamos en el atlántico no fueron agradables para ningún tripulante de
aquella embarcación. Lluvia y fuertes vientos helados nos acecharon la mayoría del viaje,
lo que nos obligaba a estar mucho tiempo dentro de los camarotes sin poder disfrutar de
la vista nocturna estrellada o de los paisajes marítimos. Este tiempo invertido en mí

1
"Estatua de la Libertad." Microsoft® Student 2009 [DVD]. Microsoft Corporation, 2008.

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habitación me ayudó a formular algunas posibles preguntas que le realizaría a mí
entrevistado y el poder leer sus novelas que se ganaron toda mi atención durante las
infinitas horas de lluvia marina. Un vecino de camarote, oriundo de Nueva York con familia
en el Reino Unido me hizo el favor de platicarme y enseñarme algunas costumbres del
país al que me dirigía, para no verme mal y no ser víctima de mí ingenuidad. Hubo una
frase la cual hablaba muy bien del poderío de aquella nación: “Ten cautela, recuerda que
los ingleses se distinguen por sus refinados modales, pero si no les das la atención
necesaria, siempre tiene un garrote a la mano para ser escuchados”.

Fue todo un placer poder llegar al puerto de Cherbourg en Francia para poder estirar las
piernas y poder tocar de nuevo tierra y respirar aire fresco, este sería nuestra última
escala antes de llegar a Inglaterra, la cual sólo estaba a un día de distancia. La llegada a
Reino Unido fue impresionante, el destino final era la ciudad costera de Portsmouth, uno
de los puertos más importante de aquel país. Navíos de todo tipo se podían ver al entrar
por su canal hasta el arrecife con el que cuenta en donde tocaríamos tierra, desde las
pequeñas barcazas de veletas, hasta los acorazados ingleses de la Royal Navy, famosos
por su gran poderío marítimo, eran toda una nueva experiencia2. A pesar de ser ya medio
día de nuestra llegada, uno lograba captar un brillo casi indescriptible del fondeadero,
como si los barcos le dieran un efecto de movimiento a los muelles y casas que se
lograban divisar a lo lejos. Lamentablemente mí estancia en aquella ciudad salada fue
muy rápida, ya que inmediatamente bajé del barco y tomé un tren directo a Londres.

Aunque no me gustaba viajar mucho en tren, ya que lo deja a uno muy sucio al bajar de
este, es la forma más rápida de llegar a la ciudad, sólo me tomaría otro día poder
encontrarme con una de las ciudades más antiguas del mundo con una historia riquísima.
Al llegar pude comprobar que todos los relatos eran ciertos, la ciudad era algo macabra,
más de noche. Había una neblina algo espesa, un ambiente húmedo, una calidad de aire
reprobable y un sinfín de fábricas que se erigían en toda la ciudad liberando ese humo
negro de sus inmensas chimeneas3. Tomé un Black Cab4 o mejor conocido como Taxi,

2
Anónimo, Portsmouth – Wikipedia, la enciclopedia libre, http://es.wikipedia.org/wiki/Portsmouth,
2008.
3
"Londres." Microsoft® Student 2009 [DVD]. Microsoft Corporation, 2008.
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Anónimo, Londres – Wikipedia, la enciclopedia libre, http://es.wikipedia.org/wiki/Portsmouth, 2008.

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todo un símbolo londinense, el cual me llevaría a mí hotel para que al siguiente día
comenzara mí aventura.

La búsqueda

Comencé buscando en algunos periódicos de la ciudad, pero sólo me daban dos


respuestas, o no sabían nada de él o definitivamente no querían darme ninguna
información. Era un mal comienzo, pero no me daría por vencido. Durante días cuestioné
a muchísima gente que podría conocer sobre su paradero, bibliotecarios, lectores, gente
que vendía libros, pero al parecer los extranjeros no eran muy populares en la ciudad.
Había pasado casi una semana y no tenía resultados, poco a poco el dinero se me fue
acabando, la cuenta de banco que se había abierto a mí nombre para solventar mis
gastos se estaba vaciando, siempre procuré guardar las suficientes libras para el tren a
Portsmouth y el barco de regreso a mí país.

Obtuve cierta información de su última residencia, una pequeña ciudad industrial al


suroeste de Londres, la cual había plasmado en su obra “La Guerra de los Mundos” como
una de las ciudades arrasadas por los marcianos, lo cual provocó toda una atracción
aquella pequeña metrópoli. A pesar de que el nombre H.G. Wells era más que famoso en
aquella ciudad, él ya no residía ahí, al parecer se había mudado hace unos años. Un
amable informante me había dicho que tiene una casa en “Sandgate”, que probablemente
lo encontraría allí, el gran problema fue que se le olvidó decirme en cuál de los dos
Sandgate era. El que se encuentra hasta el norte de la isla en New Castle o el que esta
hasta el sur del país, en el condado de Kent.

La decepción

Con dos posibles lugares, un día y una noche para estar en aquel país y a una distancia
de cientos de kilómetros de cada ciudad me sentía decepcionado, había llegado tan lejos
y no había podido conseguir nada. Mí última noche en la ciudad la dediqué a perderme en

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el confiable y siempre fiel alcohol, para ello salí a la ciudad a buscar una taberna no muy
cara pero sí algo decente. Finalmente encontré una taberna en Greek Street, en el barrio
de Soho con un nombre muy especial: “The Coach and Horses”5, mismo nombre que H.G.
Wells le había dado a una posada en el libro El Hombre Invisible en donde ocurren los
primeros acontecimientos.

El escudo del lugar (como el que cuentan todos los locales de Inglaterra) es una calabaza
y cuatro ratones, curioso en realidad. La taberna estaba casi vacía, a excepción del
cantinero y un hombre de total aspecto inglés sentado en una de las mesas tomando
whisky. De aspecto casi similar a todas las tabernas de esa ciudad, las paredes, como la
barra y casi todos los acabados estaban hechos de madera, probablemente de vieja
caoba, un olor a cenizas de la única chimenea ahí se lograba percibir inmediatamente al
entrar. A través de los vitrales que dan a la calle, la luz del alumbrado público, así como el
de los taxis, carretas y automóviles atravesaba por fugaces momentos todo el lugar. A
pesar de los ruidos del exterior se percibía un ambiente callado, interrumpido algunas
veces por el sonido de los caballos golpeando sus herraduras contra la calle, el de los
motores pasando a todo estruendo, el de las voces de los peatones con sus grandes
abrigos que apresuradamente se dirigían a no sé dónde y el de los breves tosidos de la
única persona en el lugar. Prácticamente la taberna te invitaba a vaciar tus penas y tus
bolsillos con una buena bebida

Tomé asiento en uno de los taburetes del lugar en lo que esperaba que una camarera me
atendiera, muy cerca del único cliente ahí. Entre los dedos de aquel sujeto bailaba un
cigarro a medio fumar, mientras que con la otra mano sostenía un libro de pasta gruesa y
palabras ilegibles hasta mí lugar. En su mesa una cajetilla de cigarros, al parecer
originales de Inglaterra ya que nunca había visto esa marca y menos olido una así.
Acompañando al tabaco, un vaso de whisky, probablemente, aunque no soy un experto
en bebidas podía concluir eso. De aspecto refinado, el hombre de cabello negro, no muy
abundante, cejas pobladas, bigote prominente y piel clara disfrutaba de una noche
tranquila. Al minuto de estar sentado ahí se apareció una joven pelirroja de unos 22 años,

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Anónimo, Coach and Horses, Soho – Wikipedia, the free enciclopedia,
http://en.wikipedia.org/wiki/H._G._Wells, 2008.

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de tez blanca la cual pareciera que la luz de las viejas lámparas la bañaba, con pecas en
sus mejillas y en los hombros descubiertos, vestida con un traje azul y encajes blancos,
cabellera recogida de un color rojo tan intenso como el fuego y cristalinos ojos azules me
pregunto -¿Qué es lo que el caballero va a ordenar?-. Ordené una cerveza, no tenía
dinero para más, ¡rayos!, ni siquiera podría embriagarme a gusto esa noche. No pasó
nada de tiempo para que la bella mujer regresara con mí pedido. Al tener mí cerveza no
quise tomarla rápidamente, saqué mí libreta de apuntes y la revisé. Vacía, totalmente en
blanco, era una decepción no tener ni una palabra en esas hojas, bueno, ¿Qué más podía
hacer? Regresaría a mí país sin dinero y desempleado.

Mientras tomaba mí cerveza intentando olvidar lo sucedido, el hombre en la taberna


volteó a verme y me dijo:

-No creo que haya venido hasta Londres sólo por una cerveza, ¿cierto extranjero?

Lluvia de ideas

Alcé la mirada y lo vi ¿tanto se me notaba la pinta de extranjero? -La verdad es que no


caballero, pero mis bolsillos no pueden darme más libras para otra bebida más fuerte- le
respondí amablemente.

-¡Ha!, ya veo su dilema, ¡camarera! Tráigale a este buen hombre un whisky, este va de mí
parte.

Le agradecí al caballero su gratitud preguntándole si podía acompañarlo a tomar, a lo cual


asintió con la cabeza.

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-Dígame caballero ¿Qué es lo que lee con tanta alevosía?- Le pregunté al señor inglés
mientras la pelirroja joven me servía el trago.

-Bueno, un poco de Platón, me gusta recordar las enseñanzas de este personaje una y
otra vez, me ha inspirado en muchas cosas. Soy un fanático a leer lo que cae en mis
manos y usted joven extranjero ¿Qué le trae a la ciudad de la reina madre?

-Venia a hacer una entrevista a un escritor muy famoso de por aquí.

-Bueno joven, hay muchos escritores famosos en Inglaterra en estos días, tal vez podría
ubicarlo mejor si me dice su nombre.

-¡Oh sí claro!, disculpe mis pésimos modales, es el escritor H.G. Wells.

Al escuchar el nombre del autor, el hombre sólo tiró las cenizas de su cigarro en un
cenicero, tomó un pequeño trago de su vaso y dejo el libro que estaba leyendo en la
mesa, al parecer mí noticia lo había interesado.

-Con que Wells, sí claro, es la estrella del momento en el país, he llegado a hablar con él
algunas veces, particular sujeto diría yo.

Me sorprendí, una persona cercana a ella, bueno, la verdad no sabía si lo que me decía
era verdad, tal vez me había topado con uno de esos farsantes, por lo que seguí la
conversación. -¿Entonces es usted un seguidor de sus obras?

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-¡¡Qué va!! Nací en el mismo poblado que él, en el pueblo de Bromley, sólo que él nació
en High Street, una zona comercial de aquel pequeño lugar, un 21 de septiembre de
1866, en una tienda de porcelana y artículos de cricket, muy pobre he de decirlo.

-¿Usted conoció a sus padres?

-Un poco, aun era muy niño cuando los conocí. Sara, su madre, era una sirvienta de
algunas casas de muy buen renombre, pero abandonó esa vida hasta que conoció a su
padre, Joshep, un jardinero de aquellas mansiones de gente poderosa.

-¡Oh!, veo que usted conoce mucho sobre él y su familia, interesante.

-Sí, pero lo conozco más a él que a su familia, sabía que tenía dos hermanos, Frank y
Fred, más grandes que él y una hermana fallecida, pero nunca simpaticé con ellos.

-Entonces ¿aún lo sigue viendo?

-Muy pocas veces mí joven amigo, aunque sí hemos tenido platicas muy extensas
recordando el pasado, discutiendo el presente y soñando el futuro. Es tal vez nuestro nivel
intelectual es el que nos permite discutir sobre infinidad de temas.

-Ya veo, eso me hace cuestionarle sobre los orígenes de este gran intelecto del señor
Wells.

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-Sí claro, bueno ¿dónde empezar? Sé que desde muy pequeño tuvo un accidente que lo
obligó a estar en cama por mucho tiempo, una pierna rota según recuerdo, fue ahí donde
se ganó el vicio de la lectura… - Interrumpí drásticamente a mí interlocutor.

-¿Vicio? Yo lo clasificaría más como hábito, no tiene nada de malo el leer mucho.

-Bueno, me refería a este hábito como un vicio para él ya que debido a esto no pudo
mantener por mucho un empleo de los varios que tuvo, por ejemplo, el de ayudante de
caja en un almacén de tejidos, aprendiz en un almacén de paños o mancebo en una
botica.

-Pero su hábito a la lectura no pudo haberle traído sólo desgracias, mírelo ahora.

-En parte tiene razón, gracias a ese “habito” consiguió trabajos de maestro en escuelas
como Midhurst Grammar, en Hanley House School y en la Academy Holt de Wrexham.
Luego fingió como periodista en el “National Observer” y en el “New Review”, en donde
supongo usted sabe, escribió su primer libro.

“Pero bueno, nos estamos desviando del tema principal, como le decía, cuando creció no
pudo sostenerse económicamente debido a que no podía mantenerse en ningún trabajo,
por lo que fue a buscar a su madre, quien volvió a trabajar como criada, ahora en una
casa rica de Uppark, en el condado de Sussex, ahí pudo leer a nuevos autores como
Dickens, Herbert Spencer, Voltaire, Charles Darwin y mí favorito, Platón – Terminó la
frase golpeando levemente su libro.

-Entonces, ¿todo su conocimiento lo obtuvo leyendo sólo libros?

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-No, claro que no, después de eso obtuvo una beca para estudiar en la Escuela Normal
de Ciencias de Londres, a la cual yo también asistí, tengo que agregar, para estudiar
Biología.

-Ha ya veo, ahí el porqué en sus novelas como “La maquina del tiempo”, “El hombre
invisible”, “La guerra de los mundos” y “La isla del Dr. Moreau” es tan preciso en detalles
de las plantas, los organismo y las fórmulas químicas usadas en sus historias.

-Cierto joven amigo, muy cierto, he ahí su afición de crear este nuevo género”científico”
en sus libros, supongo, también, por la gran influencia del profesor T.H. Huxley, fisiólogo
famoso de este país.

-Entonces, si estudio Biología, ¿Cómo es que llegó a ser escritor?

-Interesante pregunta. Después de haber estudiado en la Escuela Normal de Ciencias de


Londres fungió como maestro en la Academy Holt de Wrexham, la cual ya te había
comentado anteriormente, en donde, al mismo tiempo que enseñaba, escribía artículos
periodísticos sobre su carrera, supongo que eso le dio la suficiente experiencia para poder
ser periodista, claro, aunado a que su segunda esposa, una ex alumna suya, Catherine
Rollins, fue de gran ayuda para poder conseguir más trabajos de este tipo. También en
esos años le diagnosticaron tuberculosis, terrible enfermedad. Después de esto escribió
“Los eternos Argonautas” en el “National Observer” y luego en el “New Review”, en donde
le pidieron que adaptara su historia a un libro y ahí consiguió su primer éxito “La máquina
del tiempo”.

-¡Oh!, es una lástima saber sobre su tuberculosis.

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“Disculpe si hago una parada en este punto y salgo un poco del tema. Me acaba de decir
que Catherine Rollins era su segunda esposa ¿Quién fue la primera?

-¡Ha sí claro!, ella se llamaba Isabel Wells, una lejana prima suya de la que se enamoró,
pero al poco tiempo se divorcio de ella.

Repentinamente fuimos interrumpidos por la joven pelirroja, quien retiró los vasos de la
mesa y se los llevó al tabernero, el cual, me había dado cuenta hacia ya unas horas, nos
observaba mientras limpiaba los vasos. Un tipo robusto, no muy alto, con una barba
blanca un poco alborotada, cabello negro y una mirada profunda. De inmediato sirvió
otros dos vasos de whisky, los cuales fueron dejados en la mesa sin más retardo por la
camarera. En ese preludio mí interlocutor dejó la colilla de su cigarro en el cenicero, sacó
otro y lo prendió, me había ofrecido uno pero tuve que rechazarlo, yo no fumo.

-Prosiguiendo, usted me decía que Catherine es su segunda esposa, veo que el señor
Wells es una persona muy particular, no se acostumbra ver muchos hombres divorciados.

-Sí, su opinión sobre las mujeres y la sexualidad es algo particular, no las considera una
propiedad, si no como un ser con todas las libertades de las cuales goza el hombre.
Siempre ha creído que si no hay amor en una relación no hay necesidad de seguir
martirizándose con ella, es por eso que ya se ha divorciado.

- Eso es raro, muy raro

-Si lo sé, pero vera que en el futuro la mayoría de las personas seguirán este ejemplo, fue
uno de los puntos más fuertes para que la Sociedad Fabiana lo aceptara…

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-¿La Sociedad Fabia? Disculpe mí ignorancia, pero ¿me podría decir qué es eso?

-Claro, mire, es un grupo de intelectuales de izquierda que promulgan un socialismo


evolucionista, ahí hay grandes personalidades como el autor teatral Bernard Shaw y el
filósofo Bertrand Russell. Pero según él ha entrado en roses con Shaw por ideas
diferentes.

-Entonces pienso que la Sociedad Fabiana es un complemento a su pensamiento


socialista más que notorio en sus novelas, donde siempre critica al poderío de los ricos
sobre los pobres

-Podría decirse así, pero pienso que su obra va más allá que lo que la sociedad Fabiana a
dado a su pensamiento, si podemos ver que en su novela “La máquina del tiempo” las
frágiles criaturas de la superficie de un futuro lejano siempre son acechadas por los
horribles mounstros de las tenebrosas profundidades podríamos deducir que Wells piensa
que algún día, el obrero que debido al trabajo se ha malformado físicamente en la
profundidad de las minas y las fábricas, algún día será el depredador de las frágiles
criaturas que siempre se encuentran arriba de él, los hombres ricos.

-Pues pensamientos como este pueden encontrarse en sus demás novelas, por ejemplo
“La guerra de los mundos”, podríamos representar a los marcianos como al ejercito inglés,
que con una violencia indescriptible y como verdaderos trípodes con armas nunca antes
vistas, conquistaron y sometieron a los pueblos africanos, creando colonias a las cuales
robarles sus riquezas para la corona inglesa, esto tiene una muy buena representación en
cómo los marcianos no buscan acabar a los humanos en su invasión, si no usar la sangre
de sus cuerpos para alimentarse y hacerse más fuertes mientras cultivan un tipo de planta
roja que los ayudara a quedarse en la tierra.

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Al terminar de decir mí opinión, el señor se vio interesado en mí forma de pensar, era
como si le leyera la mente mientras desechaba y prendía su tercer cigarro y tomaba un
trago de su vaso con whisky.

-Tienes una interesante forma de pensar- me decía mí interlocutor mientras se


acomodaba en su silla de caoba barnizada de tal vez más de medio siglo de antigüedad –
no había visto a ningún joven pensar así.

-Bueno, puede ser porque yo vengo de otro país y veo a su nación desde otro punto de
vista, muy diferente al de sus compatriotas, pero dígame, ¿Cuál sería su punto de vista de
las obras “La isla de Dr. Moreau”, El hombre invisible y Los primeros hombres en la luna?

-En realidad no serian muy contrarias a las que tengo de “La máquina del tiempo”, “La isla
del Dr. Moreau y “El hombre invisible” son libros que hablan de un solo tema, el poder, y
como este corrompe a las masas, vea a el Dr. Moreau convirtiendo hombres en bestias
para que le sirvan y a Griffin de “El hombre invisible” quien busca dominar el mundo
gracias a su invisibilidad. En cambio, “Los primeros hombres en la luna” la considero
como una profecía, creo fielmente en que los seres humanos podamos llegar a este
satélite natural, gracias a la tecnología, la cual nos ayudara no solo a conseguir este
objetivo, si no a evolucionar como especie.

La revelación

Las horas transcurrieron sin que me diera cuenta, tantos whiskys comenzaron a afectar
mí nivel de razonamiento, por lo cual decidí retirarme de la taberna a mí posada, claro, no
sin antes agradecerle a mí interlocutor por la compañía y la lluvia de ideas que me había
dado esa noche londinense.

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A la mañana siguiente ya preparando mis maletas para el viaje de regreso logré darme
cuenta que había olvidado mí libreta de notas, un preciado regalo de mí padre, por lo que
sin vacilar me dirigí al bar de la noche anterior. Al llegar al lugar estaba cerrado, por lo que
toqué algunas veces sin recibir respuesta. Decepcionado me di la media vuelta para
dirigirme al metro de regreso al hotel cuando me detuvo la presencia de aquella joven
camarera que me había atendido la noche anterior, vestida con un grueso abrigo café. –
Tome, me ordenaron darle esta libreta junto con esta carta, espero que le sean de
utilidad. Buena suerte y que tenga un buen día- se despidió mientras me entregaba mis
pertenencias y el sobre blanco que la acompañaba en el momento en que se retiraba
lentamente sobre la calle. Abrí el mensaje sin dudar, ¿Qué era este extraño escrito? Al
leerlo y notar la firma de esta, una alevosía invadió mí cuerpo, corrí sin detenerme a mí
hotel, en donde rápidamente pedí hojas y una máquina de escribir, pero sólo tenían tinta
china y una pluma, no importándome me encerré en mí cuarto y en menos de una hora
termine casi doce paginas. Luego de mí frenesí tomé mis maletas y aborde un Black Cab6
hacia la estación de trenes mientras el Big Ben7 me despedía desde una maravillosa vista
sobre el London Bridge8.

Ahora, admirando este ocaso oceánico me siento feliz, no quiero separarme de estas
doce hojas que guardo con recelo junto a esa carta, de la entrevista que realicé sin
saberlo, de la amena platica con un personaje que recordaré con un cigarro en una mano,
un libro en la otra y que degusta un buen whisky, el señor inglés H.G. Wells.

6
Anónimo, Londres – Wikipedia, la enciclopedia libre, http://es.wikipedia.org/wiki/Portsmouth, 2008.
7
"Londres." Microsoft® Student 2009 [DVD]. Microsoft Corporation, 2008.
8
Ibid

14
Fuentes de consulta

Bibliográficas:

· Hernández Arbeláez, Iván, H.G. Wells Su Vida y Obra, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2002.

· Wells, H.G, La Máquina del Tiempo, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2002.

· Wells, H.G, El Hombre Invisible, Axial, México, 2008.

· Wells, H.G, La Isla del Dr. Moreau, Mestas Ediciones, España, 2003.

· Wells, H.G, La Guerra de los Mundos, Sexto Piso Editorial, México, 2005.

· Wells, H.G, Figueroa, Leonardo, Guevara Emigdio, Autores Selectos, H.G. Wells, Grupo
Editorial Tomo, México, 2003.

Hemerográficas:

· H.G. Wells: War with the World, James Kent, Wall to Wall, 2006, Drama, 90 minutos.

Electrónicas:

· Anónimo, H.G. Wells – Wikipedia, la enciclopedia libre,


http://es.wikipedia.org/wiki/H._G._Wells, 7 de Noviembre de 2008.

· Anónimo, H.G. Wells – Wikipedia, the free enciclopedia,


http://en.wikipedia.org/wiki/H._G._Wells, 7 de Noviembre de 2008.

· Anónimo, Coach and Horses, Soho – Wikipedia, the free enciclopedia,


http://en.wikipedia.org/wiki/H._G._Wells, 21 de Noviembre de 2008.

· Constantino Bértolo Cadenas, H.G. Wells, el padre de la ciencia ficción,


http://mural.uv.es/jorgon/hgwells.htm, 7 de Noviembre de 2008.

· Anónimo, Biografía de Herbert George Wells,


http://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/wells.htm, 7 de Noviembre de 2008.

· C.D. Merriman, H.G. Wells – Biography and Works, http://www.online-literature.com/wellshg/,


4 de Noviembre de 2008.

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