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La experiencia personal de los favores recibidos (v. 2b) ha suscitado en el salmista una inalterable confianza en Dios, que hace maravillas por sus amigos (v. 4).
Esta actitud confiada -nica fuente de paz y alegra verdaderas (vs. 8-9)- le permite apelar a la ayuda divina en la dificultad presente, y dirigir una severa exhortacin a los que dudan de Dios y se apartan de l en el momento de la adversidad (vs. 3-7).
Escchame cuando te invoco, Dios, defensor mo; t que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de m y escucha mi oracin.
Y vosotros, hasta cundo ultrajaris mi honor, amaris la falsedad y buscaris el engao? Sabedlo: el Seor hizo milagros en mi favor, y el Seor me escuchar cuando lo invoque.
Temblad y no pequis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios legtimos y confiad en el Seor.
Hay muchos que dicen: "Quin nos har ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?"
Pero t, Seor, has puesto en mi corazn ms alegra que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque t slo, Seor, me haces vivir tranquilo.