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[I]
INTRODUCCIÓN: EL ARTE DE GOBERNAR COMO NUEVA MATRIZ DE LA
RACIONALIDAD
Foucault concibe a la filosofía como una política de la verdad. Según él, «en las
sociedades griega y romana el ejercicio del poder político no implicaba ni el derecho ni la
posibilidad de un ‘gobierno’ entendido como actividad que se propone conducir a los
individuos a lo largo de toda su vida, poniéndolos bajo la autoridad de un guía responsable
de lo que hacen y lo que les sucede» (STP, p. 411). Pero sí aparece, orientada bajo la
«metáfora del pastor que vela por sus ovejas» (STP, p. 411), la caracterización de la
«actividad del pedagogo, el médico, el maestro de gimnasia» (STP, p. 411). El auge del
[1] Sartre, Jean-Paul; El ser y la nada (traducción del francés al español de Juan Valmar), Ediciones Altaya,
Barcelona, España, 1997, p.15.
[2] Foucault, Michel; Seguridad, territorio, población (traducción del francés al español de Horacio Pons),
Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, Argentina, 2006, p. 411.
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poder pastoral es oriundo de Occidente. Se lo identifica por los rasgos que revelan que «el
poder del pastor» es un «poder que individualiza» (STP, p. 412) porque valoriza tanto «a
una sola de las ovejas como al rebaño en su totalidad» (STP, p. 412). Se ejerce sobre una
multitud que marcha hacia una meta. Luego, con el advenimiento del cristianismo, ese poder
pasó a Occidente bajo la forma de «pastorado eclesiástico» de la Iglesia Cristiana para la
«salvación de todas y de cada cual» (STP, p. 412). Hacia los siglos XV y XVI, se verifica una
«crisis general del pastorado» en cuanto a la manera de «’gobernar’ a los niños, una familia,
una posesión, un principado» (STP, p. 412). De tal suerte, y ya sobre el crepúsculo del
feudalismo, la crisis se ve acompañada por «el nacimiento de nuevas formas de relaciones
económicas y sociales, así como las nuevas estructuraciones políticas» (STP, p. 412).
[II]
LO EXISTENTE COMO LA SERIE DE LAS APARICIONES QUE LO
MANIFIESTAN
En Seguridad, territorio, población, que bien pudo haber sido titulado «Una
historia de la gubernamentalidad», salta a la vista el estatuto ontológico artificial que domina
la escena: ese «sujeto-objeto» (STP, p. 103) que es la población, es decir «el conjunto de
mecanismos que incorporan a la jurisdicción del gobierno y de quienes gobiernan unos
fenómenos muy específicos que no son exactamente los fenómenos individuales» (STP, p.
87).
que «nada es más material, más físico, más corporal que el ejercicio del poder» [3], parece
descartar el subjetivismo. Pero, creemos que introduce una tensión dualista, subjetivo-
objetivista, que permanece en la interfase de los términos. En la relación nada media, según
parece nada hay, no hay épistémè como la hay en Kant donde el enlace para conocer lo da el
esquematismo que conecta las condiciones puras del entendimiento, las categorías, con las
condiciones puras de la sensibilidad, el espacio y el tiempo. Este dualismo, se repite y se
conserva en el decurso de los registros históricos que Foucault cita y propone y, de tal suerte,
desemboca, casi necesariamente, en una forma de pragmatismo que resuelve la tensión y
anula el riesgo de caer en un nihilismo de los intermediarios instrumentales. En Foucault, nos
parece, sucede según la cita del epígrafe, según la cita de Sartre: «el pensamiento moderno ha
realizado un progreso considerable al reducir lo existente a la serie de las apariciones que lo
manifiestan. Se apuntaba con ello a suprimir cierto número de dualismos que causaban
embarazo a la filosofía, y a reemplazarlos por el monismo del fenómeno. ¿Se ha logrado
hacerlo?»
[III]
LA ANTINOMIA DE FOUCAULT: ENTRE LA FENOMENOLOGÍA
SUBJETIVISTA Y EL ESTRUCTURALISMO OBJETIVISTA
[3] Foucault, Michel; Microfísica del Poder (traducción del francés al español de Julia Varela y Fernando
Alvarez-Uría), Las Ediciones de La Piqueta, Madrid, España, 1992, p. 113.
[4] Foucault, Michel; Ibid., pp. 111, 112 y 113.
[5] Foucault, Michel; Ibid., p. 113.
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aquí, Foucault, más cerca de la fenomenología [6] subjetivista que del estructuralismo [7]
objetivista?
[IV]
ACERCA DE LA CIRCULACIÓN
Lo que en Kant es para saber, para conocer, en Foucault es para el poder, para
gobernar. El gobierno, es decir el ejercicio de la gubernamentalidad, sea por medio de la
biopolítica, del biopoder, o por otro medio, se construye, se determina, se edifica. El estatuto
ontológico de «la población» es lo artificial: el ser (objetivo) no es una y la misma cosa que el
pensar (formal) Sin embargo, pese a que lo niegue, ésta última formalidad racional se
conserva en Foucault, y Foucault nos muestra una épistémè cuyos signos [8] operan como
una recurrencia, como un morfismo apto para entender cualquier contenido, como un todo
único y compacto cuyas manifestaciones se presentan en sus partes y es múltiple.
Pero, ¿qué es lo que se regula, sino la conducta de los hombres entre sí y con las
cosas? ¿qué es lo que se conduce, sino lo que es conducible? Y ¿qué es lo que se controla (se
vigila), sino la conducta de lo que es conducible? Sin embargo, el poder político actúa sobre
aquello que considera significativo en cuanto tiene entidad política. No todo es político, sino
que todo lo que es significativo, todo lo que tiene entidad política, lo es. Entonces, ¿cuál es el
signo que identifica a esa significatividad, sino la medida del impacto económico y el
posibilismo de conducir, como criterio de demarcación, una población. Al poder se lo puede
estudiar a través del gobierno, en el sentido de conducir conductas, en una relación de uno a
todos, allí donde rige la libertad, y no la dominación y siempre y cuando no se trate de una
forma ética de gobierno de sí mismo. El poder político, mejor dicho la gubernamentalidad
tiene teleología, persigue una finalidad. Entonces la gubernamentalidad constituye un know-
how, una tecnología de gestión, una «fisiología» del poder. Y se ejerce sobre algo que tiene un
estatuto ontológico bien diferente: lo conducible: la población. Se ejerce diversamente: en
Hobbes evitando, mediante un artificio, el riesgo de morir; y en Foucault, mejor dicho en el
curso de la perspectiva evolutiva histórica que describe Foucault, mediante dispositivos de
índole diversa y de diversa entidad, entre ellos: la circulación. También hay circulación
generativa en y desde el poder pastoral hacia el poder económico, y en y desde éste hacia el
poder político, y también en las formas internas de circulación que ellos (tales poderes)
presentan. Pero no hay poder político sin alguna clase de resistencia, de contrapoder. Bueno,
allí también rige el dispositivo de circulación.
Ahora bien, ¿para qué sirve la circulación como dispositivo históricamente verificado,
sino para el ejercicio de «un arte oculto en lo profundo del alma humana» [10], azuzado por
una regla extraída de la experiencia a posteriori, que prescribe que las experiencias de algún
tipo, la de los objetos presentados a la sensibilidad, pueden explicarse mediante preceptos de
otra clase que son patrimonio de la síntesis en el entendimiento (técnicamente «experiencia»),
como un símil sintético a priori del dualismo kantiano. En este sentido, «la lectura de las más
importantes producciones filosóficas de la modernidad (de Kant a nuestros días) provoca dos
sensaciones a la vez contradictorias y complementarias ..., la oscilación entre los términos de
un dualismo fundamental: la oscilación entre el objetivismo y el subjetivismo» [11] Si bien,
describiendo los términos de esas dos «actitudes filosóficas puras de la modernidad, hemos
utilizado los términos ‘pensamiento’, ‘experiencia’. ‘ideas’. ‘cosas’, etc.; evidentemente, ninguno
de ellos posee la misma significación en el subjetivismo y en el objetivismo» [12], uno se siente
tentado de leerlo a Foucault bajo el imperio de sendas perspectivas, desde que «la oscilación
entre el subjetivismo y el objetivismo estructura toda la reflexión de Foucault» [13]
«retomando la antinomia ... entre el objetivismo estructuralista y el subjetivismo
hombre en la producción de un animal artificial, y que ese arte va más lejos aún, porque permite crear un Estado
(gran Leviatán) que no es sino un hombre artificial de fuerza superior, pensado para proteger al hombre natural.
[10] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura (traducción del alemán al español de Pedro Ribas), Ediciones
Alfaguara S. A., Barcelona, España, 1995, A141, B181, p. 185.
[11] Castro, Edgardo; Pensar a Foucault. Interrogantes filosóficos de La arqueología del saber, Ibid., p. 9.
[12] Castro, Edgardo; Ibid., p. 10.
[13] Castro, Edgardo; Ibid., p. 13.
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hermenéutico» [14]
Conjeturamos que la circulación como dispositivo puede ser analizada de tal suerte: la
circulación es un dispositivo de la razón política para la gubernamentalidad empírica de la
población, y, ha sido por lo tanto un principio histórico rector compatible con «una pragmática
[15] en la cual la verdad, desprovista de todo contenido ontológico-objetivo, no es otra cosa
que un efecto, un producto ... de las estrategias sociales de las relaciones de poder» [16]
(STP, p. 87)
[V]
(a)
Circulación Urbana
Procede «tomar... el caso de las ciudades» (STP, p. 28) que hacia el siglo XVII
aparecían (a.1) con «una especificidad jurídica y administrativa que la[s] aislaba[n]»; (a.2)
«se destacaba[n] por el encierro, dentro de un espacio amurallado y estrecho»; y (a.3) «se
caracterizaba[n] por una heterogeneidad económica y social muy pronunciada» (STP, p.
28).
comunes, las partes de servicio del edificio»; y los (c) «funcionarios del soberano y éste
mismo» ofician como «partes nobles, los sectores de habitación y recepción» (STP, p. 30)
Con esta «metáfora arquitectónica», Foucault nos comunica que, para Le Maître, «el
territorio también debe abarcar sus cimientos [el campo], sus partes comunes [las pequeñas
ciudades] y sus partes nobles [la capital]» (STP, p. 30) donde, respectivamente, deben «vivir
todos los campesinos [y sólo ellos] ..., todos los artesanos [y sólo ellos] ..., y el soberano, sus
funcionarios y los artesanos y comerciantes [y sólo ellos] indispensables para el
funcionamiento mismo de la corte y el entorno del monarca» (STP, p. 30). Pero, a renglón
seguido, Le Maître formula una metáfora de orden geométrico para determinar la naturaleza
de «la relación entre esta capital y el resto del territorio: ... un buen país tiene, en suma, la
forma del círculo y la capital debe situarse en el centro de este» porque, de lo contrario, no se
«podría[n] ejercer todas las funciones que le son propias» Sería preciso, entonces, «que la
capital mantenga con el territorio una relación estética y simbólica ... [y] también política,
en el sentido de que las leyes y ordenanzas deben tener en el territorio una especie de
implantación [tal] que ningún rincón del reino escape a esa red general constituida por las
leyes y ordenanzas del soberano» (STP, p. 30).
[18] El contexto histórico en el que se estaban desarrollando estas concepciones fue el del pleno mercantilismo,
mejor dicho el del pleno cameralismo.
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Pero esto no es todo. Hubo otra manera de obrar, otro modo de proceder, de
planificar, por ejemplo, y de construir, ahora en los hechos, una ciudad allí donde nada había.
Los cánones, hacia fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, respondían, por lo general, a
la «famosa forma del campamento romano, que en esos tiempos acababa de volver a
utilizarse dentro de la institución militar como instrumento fundamental de la disciplina»
(STP, p. 34). El «campamento» supone «arquitecturar un espacio [considerando que, en
sentido lato,] la disciplina es del orden de la construcción» (STP, p. 34), o como dice el
mismo Foucault en Vigilar y Castigar: «el campamento es el diagrama de un poder que
actúa por efecto de una visibilidad general» [19], y el ordenamiento de las ciudades no está,
aquí, ahora, pensado «a partir de algo más grande que ellas, el territorio, sino a partir de
algo más pequeño, una figura geométrica que es una suerte de módulo arquitectónico, a
saber, el cuadrado o el rectángulo dividido a su vez, por medio de cruces, en otros
cuadrados o rectángulos» (STP, p. 35). En ese diseño que describe Foucault, puntualmente
en Richelieu, la ciudad que está describiendo, se sigue un esquema adecuado para «el
tratamiento disciplinario de las multiplicidades en el espacio, es decir [la] constitución de un
espacio vacío y cerrado en cuyo interior se construirán multiplicidades artificiales que se
organizan según el triple principio de la jerarquización, la comunicación exacta de las
relaciones de poder y los efectos funcionales específicos de esa distribución» (STP, pp. 35 y
36). Lo que importa ahora, es «arquitecturar el espacio», y no «capitalizarlo» según el
esquema de Le Maître.
Pero, esto, todavía tampoco es todo. En un tercer ejemplo, Foucault proporciona una
«serie de casos» que atañen a los «ordenamientos reales de las ciudades que existían
efectivamente en el siglo XVIII» (STP, p. 36). En el ejemplo de «Nantes» se procuraba
«eliminar los amontonamientos, dar cabida a las nuevas funciones económicas y
administrativas, regular las relaciones con el campo circundante y ... prever el crecimiento»
(STP, p. 36). De la «ciudad como agente perfecto de circulación», el arquitecto Rousseau
derivó una metáfora consistente en que la refección «tuviera ... forma de corazón», de tal
suerte que fuera apta, así como la sangre lo es para el corazón, «la buena forma debe ser el
soporte del ejercicio exacto de la [su] función» (STP, pp. 36 y 37). Pero ese diseño simbólico,
no sería, precisamente, el que prosperaría, sino aquel que revistiera «una serie» de aspectos
«precisos y concretos» como el presentado por «Vigné de Vigny» (STP, p. 37), a saber: (a)
«higiene»; (b) facilitación del comercio; (c) articulación de calles con rutas externas; y (d)
«permitir la vigilancia» Así, «se trataba de organizar la circulación, suprimir sus aspectos
peligrosos, distinguir entre la buena y la mala circulación, maximizar la primera y reducir
la segunda» (STP, p. 38). En el caso de Vigny no se trataba «de construir dentro de un
espacio vacío o vaciado ... que va a construirse por entero» (STP, pp. 38 y 39) porque de tal
suerte trabaja la disciplina, sino que, ahora, la seguridad considerará «una serie de datos
materiales», de modo que no se reconstruya ese dato de manera que sea «dable esperar un
punto de perfección como en una ciudad disciplinaria» (STP, p. 39). «Se trabaja ... sobre
[19] Foucault, Michel; Vigilar y Castigar-Nacimiento de la prisión (traducción del francés al español de Aurelio
Garzón del Camino), Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires, Argentina, 2004, p. 176.
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datos naturales ... [y] también sobre cantidades ... relativamente reducibles ..., [pero] nunca
por completo ... [y puesto que] jamás se las puede anular ... [entonces] trabaja sobre
probabilidades [20]» (STP, p. 39) que constituyen una forma de gestión fundada en el
estudio de experimentos aleatorios, azarosos, libres de determinación, aunque no de fijeza. De
tal suerte, «en esos ordenamientos de las ciudades se intentará organizar elementos que se
justifican por su polifuncionalidad» (STP, p. 39). Se circula bien por las buenas calles donde
también circulan «miasmas», «enfermedades», mercaderías, y hasta «amotinados» y
«ladrones» Ora de carácter positivo, ora negativo, lo que circula sería objeto de ordenamiento
actual con una proyección de futuro que consiste en «poner en juego todas esas diferentes
funciones de la ciudad» (STP, p. 39). Un buen ordenamiento, en términos de seguridad,
supone la administración matemática y estadística de esas «series indefinidas», de esas
«series abiertas», formales, mediante las cuales sus correlatos ontológicos pueden
interpretarse (diagnóstico), preverse (prognosis), dirigirse (gestión) y controlarse (vigilancia),
aproximativamente [21], mediante cálculo probabilístico [22] En síntesis mientras «la
soberanía capitaliza un territorio y plantea el gran problema de la sede de gobierno ..., la
seguridad tratará de acondicionar un medio en función de acontecimientos o de series de
acontecimientos ..., la seguridad remite a una serie de acontecimientos posibles, remite a lo
temporal y lo aleatorio ... que habrá que inscribir en un espacio dado» (STP, p. 40). El
espacio es, así, un medio, EL MEDIO «necesario para explicar la acción a distancia de un
cuerpo sobre otro ..., soporte y ... elemento de circulación de una acción» (STP, pp. 40 y 41).
Es un espacio de tipo newtoniano, y por lo tanto físico, antes que kantiano como condición
(pura) de posibilidad de la sensibilidad, sobre el que Foucault sugiere la «medición», es decir
las operaciones directas de medición, y las medidas obtenidas indirectamente por medio de
cálculo. Así, «el medio aparece ... como un campo de intervención donde, en vez de
afectarlos como ... cuerpos susceptibles de prestaciones ... se trata de afectar ... a una
población» (STP, p. 41).
(b)
Circulación Comercial
(b.1)
Circulación de los Granos
Para Foucault «la libertad no es otra cosa que el correlato de la introducción de los
dispositivos de seguridad. Un dispositivo de seguridad ... sólo puede funcionar bien con la
condición de que se dé algo que es justamente la libertad, en el sentido moderno que [esta
palabra] adopta en el siglo XVIII: ... la posibilidad de movimiento, desplazamiento, proceso
de circulación de la gente y las cosas» Esta es la «facultad» que es «menester entender y
comprender como una de las facetas ..., de la introducción de los dispositivos de seguridad ...
[23] En economía, se dice del índice que mide la propensión marginal a consumir , y por ende, indirectamente, a
producir, a lo largo de una escala de ingresos. Cf. Ackley, Gardner; Teoría Macroeconómica, Editorial UTEHA ,
México, 1961, pp. 231 y 232.
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cuando se habla de libertad»: «la administración de los hombres que tiene en cuenta la
libertad de los hechos en primer lugar. Eso es una tecnología de poder» (STP, p. 71).
(b.2)
Circulación de la Materialidad Fina del Intercambio
[24] Maquiavelo, Nicolás; El príncipe (traducción del italiano al español de Angeles Cardona), Sarpe, Madrid,
España, 1983, pp. 29 y 30.
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comercio se concibió como el principal instrumento del poder del Estado, y como el objeto
privilegiado de una policía que perseguía el crecimiento de las fuerzas estatales (STP, p. 387).
«Yo creo – dice Foucault- que, mucho más que ese ingreso de la existencia humana
en el mundo abstracto de la mercancía, en el siglo XVII se manifiesta otra cosa: ... un haz de
relaciones inteligibles, analizables,[finas,] que permiten ligar ... una serie de elementos
fundamentales»: (a) «la formación de un arte de gobernar», ordenado según el principio de
la razón de Estado; (b) «la búsqueda de una técnica de crecimiento de las fuerzas estatales
por una policía» que organizaría las relaciones entre la población y la producción de
mercaderías; y (c) «el surgimiento de la ciudad mercado, con todos los problemas de
cohabitación y circulación como cuestiones situadas en la órbita de la vigilancia de un buen
gobierno» (STP, pp. 386 y 387), es decir todo un movimiento de circulación como
desplazamiento, como intercambio, como contacto, como forma, como dispersión, como
aceleración, como lentificación, y también como distribución.
(c)
Circulación Económica
Siendo así, «¿qué hacer con la escasez?» ¿Qué hizo «el gobierno francés de los siglos
XVII y XVIII?» Pues, «impedirla» jurídico disciplinariamente por vía de legalidad y de
reglamentos. Impedirla cuando se instala e impedirla antes de que ello ocurra: «prevenirla»
de tal suerte «que no pueda ocurrir en absoluto» (STP, p. 48). ¿Cómo hacerlo?: conforme lo
estipulan las «formas clásicas»: (a) «limitación de precios» contra la inflación sin caer en el
abaratamiento ni en la deflación que hace caer la actividad económica; (b) «limitación del
derecho de acopio» contra la retención, sin caer en la sobreabundancia que hacer caer los
precios; y (c) «limitación de la exportación» contra la «fuga» de bienes del circuito del
mercado interno sin caer en el aislamiento, en la sobreoferta y en la deflación. Es decir: «toda
una serie de restricciones [regulativas] a los precios, el acopio, la exportación y el cultivo»
También un sistema de coacciones destinadas a la siembra de cantidades mínimas y la
prohibición de ciertos cultivos. Todo esto supone montar un «sistema de vigilancia», por
supuesto. Toda esta clase de regulaciones contra la escasez es, sin lugar a dudas, «el gran
principio político elaborado y organizado de manera sistemática durante todo el período
que podemos llamar mercantilista, si entendemos por mercantilista las técnicas de gobierno
y gestión de la economía que prácticamente dominaron Europa desde comienzos del siglo
XVII hasta comienzos del siglo XVIII» (STP, p. 49).
Foucault se pregunta: «¿cómo van a ser las cosas en el siglo XVIII, cuando se
intenta desmontar este sistema?» Y responde: «dentro de una nueva concepción de la
economía, ... que es la doctrina fisiocrática, ... la libertad de comercio y circulación de
granos ... el producto agrícola» (STP, pp. 50 y 51).
(c.1)
Circulación Monetaria Estatal
(c.2)
Circulación Monetaria Interestatal
«La razón de Estado», es decir «el conocimiento de los medios idóneos para fundar,
conservar y ampliar la firme dominación sobre los pueblos» (STP, p. 413) se delinea a
través de dos grandes conjunciones de saber y tecnología: (a) una tecnología política
diplomático-militar, empeñada en consolidar y desarrollar la fuerza del Estado con un
sistema de alianzas y con la organización de un aparato armado; y (b) otra tecnología política,
«la policía» entendida como la totalidad de «los medios necesarios para acrecentar, desde
adentro, las fuerzas del Estado» (STP, p. 413). Dice Foucault que «en el punto de unión de
esas dos grandes tecnologías, y como instrumento común, es preciso situar el comercio y la
circulación monetaria interestatal; del enriquecimiento gracias al comercio se espera la
posibilidad de aumentar la población, la mano de obra, la producción y la exportación, y de
dotarse de ejércitos fuertes y numerosos» (STP, pp. 413 y 277). Fue durante la época del
mercantilismo y en la época cameralista, que el binomio población-riqueza fue el objeto
privilegiado de la nueva razón gubernamental que constituye una de las condiciones de
formación de la economía política, y por ende de la circulación en la corriente real de bienes y
de la circulación monetaria externa correspondiente que amplifica e intensifica aquella
«dominación sobre los pueblos» y de «enriquecimiento gracias al comercio» Aquí, la
circulación asume una función mejor explicada por el concepto de «intercambio económico
externo»
(d)
Circulación Política
determinar el papel moneda, saber si era mejor devaluar o, al contrario, revaluar una
moneda, mientras la cuestión pasó por establecer o sostener los flujos el comercio exterior,
creo que el ‘análisis económico’ permaneció exactamente en el nivel de lo que podríamos
denominar análisis de las riquezas» (STP, p. 103). Pero, «a partir del momento en que fue
posible incorporar al campo no sólo de la teoría, sino de la práctica económica, ese nuevo
sujeto, nuevo sujeto-objeto que es la población, y esto en sus diferentes aspectos, el
demográfico entre ellos, pero también como papel específico de los productores y
consumidores, de los propietarios y de quienes no son propietarios, de quienes crean
ganancia y quienes la extraen, creo que a partir del momento en que, dentro del análisis de
las riquezas, se pudo incluir el sujeto-objeto que es la población, entonces los efectos
perturbadores que esto pudo tener en el campo de la reflexión y la práctica económica, se
dejó de hacer el análisis de las riquezas y se abrió un nuevo dominio del saber que es la
ciencia política» (STP, pp. 103 y 104).
(e)
Circulación de las Verdades
[25] Domat, Jean; Le droit public, suit des loix civiles dan leur ordre natural, en Foucault Michel; Seguridad,
territorio, población, Ibid., p. 374.
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(f)
Circulación de los Méritos y los Deméritos
«La relación con la verdad en el pastorado cristiano no es ... del mismo tipo que en
la Antigüedad grecorromana» (STP, p. 217). Tampoco es «muy diferente de lo que ... en la
temática hebrea» (STP, p. 217). Lo que más caracteriza al pastorado cristiano es una «forma
de poder» que en el respecto de la salvación desgrana «toda una técnica de circulación,
transferencia, inversión de los méritos» De esa forma «instaurará un tipo de relación de
obediencia individual, exhaustiva, total y permanente» (STP, p. 218) como «algo muy
distinto a la relación con la ley» No es, pues «la relación con la salvación, la ley y la verdad»
lo que caracteriza al pastorado cristiano.
Con respecto a la verdad, aunque «el pastor cristiano, la enseña, y obliga a los
hombres ... a aceptar una verdad determinada; el pastorado produce una innovación ...,
introducir una ... técnica, a la vez de poder, investigación y examen de sí y de los otros
mediante la cual una verdad ... oculta del alma, será el elemento a través del cual se ejercerá
el poder del pastor y la obediencia se asegurará la relación de obediencia integral y pasará
... la economía de los méritos y los deméritos» (STP, p 218).
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(g)
Circulación o Pasaje del Pastorado a la Gubernamentalidad
[VI]
CONCLUSIÓN: EL MONISMO DEL FENÓMENO
El tema del objeto y del sujeto atraviesa toda la historia de la filosofía, desde sus
comienzos. Sin embargo, ese sujeto y ese objeto, fueron concebidos desde distintas
perspectivas: metafísicas, teológicas, ontológicas, gnoseológicas, políticas, y –entre otras-
pragmáticas, ya desde el subjetivismo, ya desde el objetivismo. La relación entre sujeto y
objeto, a menudo, estuvo siempre mediada. En Kant, por ejemplo, donde el ser y el pensar no
son una y la misma cosa (dualismo), lo que media entre el sujeto y el objeto es el esquema,
con el que Kant intentó dar respuesta al problema de la relación epistemológica entre símbolo
y objeto. En su propuesta, Kant combinó tanto elementos del empirismo como del
racionalismo de su tiempo. Lo hizo de tal suerte que su teoría del conocimiento quedó
cuestionada por su dualidad entre actividad intelectual y actividad sensorial. Tratando de
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superar esa dualidad, Cassirer, por una camino, y Piaget, por otro camino (por citar sólo dos
casos paradigmáticos), desarrollaron una teoría genética a partir de la reformulación del
concepto kantiano de esquema. La sola mención de la fuente kantiana gravitando en ambos
pensadores, nos permite vislumbrar hasta qué punto los límites y las posibilidades del
constructivismo kantiano han estado presentes en la posteridad.
[26] Descombes, Vincent; Le même et l’autre, en Castro, Edgardo, Pensar a Foucault, Ibid., p. 23.
[27] Foucault, Michel; Microfísica del poder , Ibid., p. 113.
[28] Foucault, Michel; Ibid., p. 112.
[29] Castro, Edgardo; Ibid., p. 237.
[30] Véase La experiencia y la naturaleza, de John Dewey, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,
Argentina, 1943, pp. 44 y 64; y, del mismo autor: La reconstrucción de la Filosofía (traducción de Amando Lázaro
Ros), Aguilar, Buenos Aires, Argentina, 1955, pp. 92, 93, 97, 146, 147, 157.
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que «la circulación» tal y como la enseña Foucault en Seguridad, territorio, población,
funciona como un monismo del fenómeno, tal como lo habíamos enunciado a modo de
hipótesis de trabajo, fundamentalmente porque «las apariciones que manifiestan lo existente
no son ni interiores ni exteriores: son equivalentes entre sí, y remiten todas a otras
apariciones, sin que ninguna de ellas sea privilegiada» [31]
[VII]
BIBLIOGRAFÍA