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Velocidad pueril

R. A. Salazar 5 de diciembre de 2012


No haba pasado mucho desde que apag las velas. La emocin de poder manejar por primera vez hizo temblar sus rodillas. Al mismo tiempo del temor apareci el deseo de probar los lmites de la velocidad. - No vayas muy lejos. Su pap, don Roberto, un experimentado polica de trnsito municipal, conoca perfectamente el riesgo de manejar solo por primera vez. Escasamente pasaban das sin incidentes por la imprudencia de jvenes al volante. - Pecan de precavidos -se dijo a si mismo Simn-. No hay nada que temer. Tengo el control total de la situacin. El viejo toyota, de unos 25 aos de antigedad, tardaba unos 200 metros en alcanzar algo de velocidad. Roberto pensaba que nada pasara, olvidando por completo la misma antiguedad de los frenos. - Voy hasta el alquiler de pelculas y vuelvo en seguida. Al pasar los primeros cien metros de recorrido, Simn estaba emocionado. Pero aburrido. La esta haba sido lenta como abuelito en escalera. Pasaron cien metros ms. El viento sopla fuerte en la ventanilla. Luego de algunos instantes el vehculo tom la autopista como un blido enfurecido. Simn senta la adrenalina uir en sus venas. Todos sus cabellos ondulaban con la velocidad hecha materia en su cabeza. Senta un gozo que poda describir ni quiso detener. Un ruido. Llantas chirriaron. La sangre brot. Era ajena. Era animal. An el presionar los frenos con todas sus fuerzas no detuvieron la carroza del orgullo juvenil. - Cuanto lo siento! Lo siento! Lo siento!-deca incesante mientras los dueos vean asombrados el terrible espectculo. - No te preocupes. Pudo pasarle a cualquiera. - Pero me pas a m! Lo siento! Lo siento! - Te digo que no te preocupes. No pasa nada. - Cmo puede decir eso? Acabo de matar a su mascota!

- Tranquilo. Solo era una sanda decorada de perrito para una esta infantil. No pasa nada. Simn nunca volvi a manejar. Durante ese ao. Tampoco le gustan las sandas.

FIN

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