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La pérdida del humano: El modo en que se trata el sufrimiento, la enfermedad y la diferencia
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Ebook278 pages5 hours

La pérdida del humano: El modo en que se trata el sufrimiento, la enfermedad y la diferencia

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'La pérdida del humano' es una reflexión sobre la visión que nuestra época tiene del ser humano y su felicidad, así como del modo en que a partir de dicha visión se trata el sufrimiento, la enfermedad y la diferencia. Tomando como eje diversas fuentes tanto literarias como filosóficas, antropológicas o psicoanalíticas, se despliega una idea del humano como ser de lenguaje y se cuestiona tanto el reduccionismo como el cientificismo contemporáneo. Se analiza también el modo en que la actual biomedicina entiende la enfermedad y la relación clínica, planteando algunas críticas y alternativas que muestran los límites del enfoque biomédico contemporáneo. Por último, se cuestiona la idea de normalidad, la pretensión de la reinserción generalizada así como el ideal de un bien universal. Lo propiamente humano es la singularidad, algo que nuestra época pierde de vista en su tendencia hacia la homogeneización. Es un texto orientado fundamentalmente a quienes trabajan con personas: sanitarios, educadores, trabajadores de lo psicológico y lo social. Es un intento de continuar pensando sobre lo fundamental: esa extraña realidad que es el ser humano.
LanguageEspañol
Release dateSep 16, 2015
ISBN9788415495741
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    La pérdida del humano - Lierni Irizar Lazpiur

    AUTORA

    Sinopsis

    La pérdida del humano es una reflexión sobre la visión que nuestra época tiene  del ser humano y su felicidad, así como del modo en que a partir de dicha visión se trata el sufrimiento, la enfermedad y la diferencia.

     Tomando como eje diversas fuentes tanto literarias como filosóficas, antropológicas o psicoanalíticas, se despliega una idea del humano como ser de lenguaje y por tanto limitado. Un ser para el que no todo es posible ya que humanizarse implica perder algo. Se trata de introducir una idea de imposibilidad allí donde el capitalismo, en su indisociable unión con la tecnociencia, pretende que todo es posible. Se cuestiona tanto el reduccionismo contemporáneo que trata de explicar lo humano como un hecho puramente biológico, como también el cientificismo que acompaña en numerosas ocasiones a dicho reduccionismo.

    Se analiza también el modo en que la actual biomedicina hace frente a la complejidad que supone la enfermedad y la relación clínica, mostrando algunas críticas y alternativas orientadas a mejorar el enfoque biomédico contemporáneo.

    Por último, se cuestiona la idea de normalidad, la pretensión de la reinserción generalizada así como el ideal de un bien universal, igual para todos. Lo propiamente humano es la singularidad, algo que nuestra época pierde de vista en su tendencia hacia la homogeneización.

     Es un texto orientado fundamentalmente a quienes trabajan con personas: sanitarios, educadores, trabajadores de lo psicológico y lo social en general. Su objetivo es contribuir a una necesaria conversación entre saberes para no dejar de pensar sobre lo fundamental: qué es en realidad un ser humano con las consecuencias que esto tiene en todos los ámbitos de la vida.

    Dedicatoria

    Para los míos, en especial para Santi por su apoyo y generosidad.

    Lierni Irizar

    LA PÉRDIDA

    DEL HUMANO

    Elmodo en que se trata el sufrimiento,

    la enfermedad y la diferencia

    PARA COMENZAR

    El texto que aquí se presenta recoge algunas elaboraciones que he realizado a lo largo de los últimos años en relación a mi mayor preocupación teórica pero también práctica y existencial o vital. Podríamos decir de un modo genérico que dicha preocupación es la visión que nuestra época tiene del ser humano, la pregunta por aquello que nos constituye, por lo esencial de nuestra condición, por aquello que nos humaniza y nos diferencia del resto de los seres vivos.

    Esta preocupación ha tomado diversas formas a lo largo del tiempo. En un primer momento estuvo ligada a lo que fue mi primera formación y profesión, el trabajo social. Ligada a la inquietud por comprender a quienes acudían a los servicios sociales buscando ayuda y cuyas vidas en el mejor de los casos se tambaleaban y en el peor estaban definitivamente truncadas, rotas. Las dificultades para entender lo que ocurría y actuar adecuadamente desde mi limitada formación y comprensión de la realidad subjetiva y social, fueron motivo de impotencia en muchos momentos.

    Posteriormente, avatares de mi vida, me llevaron al estudio de la filosofía y a la colaboración, desde la sociedad civil, en el ámbito del VIH. Trabajé durante 20 años en diferentes proyectos relacionados con la prevención, sensibilización y atención en el campo del sida y realicé mi tesis doctoral en torno a la cuestión de la enfermedad. En estos años tomé contacto también con el psicoanálisis de orientación lacaniana y desde entonces no he dejado de estudiar el pensamiento de S. Freud, J. Lacan, J. A. Miller y otros analistas que continúan elaborando y actualizando dichas teorías.

    Durante todos esos años de estudio y gracias al trabajo con personas que viven con VIH he podido constatar la fragilidad, la precaria condición humana que se ve abocada a la enfermedad y la muerte y que demasiadas veces carece de recursos con los que orientarse en el camino hacia una vida vivible, aceptable. Aunque no es menos cierto que muchas veces la enfermedad se convierte en una oportunidad para investigar nuevas rutas que permiten una salida digna a la encrucijada que es toda vida.

    He tenido también la fortuna de haber podido dar clase a personas deseosas de conocer y aprender, alumnos adultos de las Aulas de la Experiencia de la Universidad del País Vasco, que han escuchado mis propuestas e ideas sobre el ser humano en nuestra sociedad contemporánea y cuyo interés me ha animado a escribir estas líneas.

    En ellas planteo tres cuestiones, divididas en tres partes, que considero fundamentales. La primera es una reflexión sobre la visión actual del ser humano y la felicidad que es posible obtener. Nuestra época, cada vez más tecnocientífica, desarrolla teorías que nos hablan de un humano que va quedando obsoleto en el nuevo espacio abierto por las tecnologías. Un humano limitado y sufriente que se desea superar a través de propuestas que defienden la creación de posthumanos o cyborgs. Y mientras estos sueños se van poco a poco ampliando nos encontramos con sujetos cada vez más perdidos, más solos y más medicados ante el dolor de existir. Me parece necesario reflexionar sobre el mundo en que vivimos con la felicidad que nos promete. ¿De qué felicidad se trata? ¿Es la felicidad de la que A. Huxley nos habló en su novela Un mundo feliz, la felicidad del amor a la servidumbre? ¿Es la felicidad toda del cientificismo, la misma para todos los humanos? ¿Es la felicidad del mercado, del consumidor consumido? ¿Hay otras? Complicada cuestión ante la que conviene detenerse y pensar.

    La segunda parte es una reflexión sobre la enfermedad, sobre qué supone estar enfermo y cuál es la salud que esperamos en una época obsesionada con el cuerpo, la juventud y la belleza. Una época que al no poder aceptar ningún tipo de falta o límite tiene grandes dificultades para hacer frente a la tragedia cotidiana de la enfermedad. Pensar sobre la enfermedad y la salud, conocer diferentes enfoques y propuestas, nos permite entender un poco más la complejidad humana y las dificultades que surgen en la atención a personas enfermas desde una mirada médica que se caracteriza por un enfoque biológico reduccionista. El análisis de la relación clínica, de lo que ocurre entre un médico y un sujeto que sufre, fundamento de la medicina, pone de relieve que a pesar de la enorme potencia y eficacia de la biomedicina actual, su enfoque científico y objetivista resulta insuficiente para atender a personas cuyas enfermedades son algo más que un desarreglo del organismo. Personas que sufren por su enfermedad, por su vida truncada, por sentirse objetos explorados, porque ya nadie les escucha o por otros motivos.

    Por último, en la tercera parte, se plantea una reflexión sobre el modo en que abordamos el sufrimiento humano en la actualidad, sobre el furor de la normalización que trata a toda costa de que todo el mundo se integre en la sociedad, trabaje y se comporte como se espera de cualquier ciudadano considerado normal. Una sociedad que trata el dolor desde la protocolización y estandarización de los humanos y en la que no hay ya lugar para la particularidad, para el análisis del caso por caso. Digo que no hay lugar pero es necesario matizar esta afirmación. Hay lugares. Hay profesores y centros en los que aún se da tiempo para hablar y pensar en la mejor solución para cada niño o joven con problemas. Hay médicos y profesionales sanitarios que se preocupan por entender los límites con los que se encuentran en su trabajo cotidiano, que quieren saber de sus pacientes algo más que lo que les dicen las radiografías o las pruebas diagnósticas, que todavía consideran importante escuchar sus palabras. Hay también trabajadores del ámbito social que se preguntan por su función y por las dificultades de su práctica. Hay consultas privadas en las que se escucha el sufrimiento y se ofrece un lugar en el que poder hablar con alguien sobre la propia vida, sobre aquello que se presenta a veces insalvable, sobre la dificultad de sostenerse o de encontrar un camino cuando se viaja sin mapa. Hay lugares todavía y se trata de conseguir que los siga habiendo.

    Por eso también, por si estas líneas pueden contribuir a que los siga habiendo, presento estas reflexiones dirigidas a cualquiera que quiera leerlas y en especial a aquellos profesionales que trabajan con humanos, con el material más complejo y delicado que se puede encontrar y ante el cual tenemos una gran responsabilidad: no olvidar nuestra condición, no escapar de ella.

    En mi búsqueda personal he recurrido a diferentes saberes: la literatura, la filosofía, la antropología, la historia, el psicoanálisis. Tengo una cierta vocación hacia lo interdisciplinar y considero que lejos de amurallarse en un saber excluyente, es enriquecedor abrir una puerta para explorar las aportaciones de diferentes saberes. Esto no supone sin embargo tomar indiferentemente cosas de aquí o allí. Hay una orientación de fondo que me guía y es la visión que el psicoanálisis lacaniano tiene en la actualidad sobre el ser humano y su dificultad para vivir. Es mi brújula en el camino.

    1. ¿QUÉ FELICIDAD PARA QUÉ HUMANO?

    Comenzamos este capítulo con una pregunta fundamental, ¿cuál es nuestra visión actual sobre el ser humano en esta época regida por la alianza indisoluble entre el capitalismo y la tecnociencia? Podemos afirmar que es una visión reduccionista que no tiene en cuenta la particularidad del humano como especie y como individuo y que busca explicarlo fundamentalmente por la biología. Este ser reducido al animal o al texto genético o neuronal, se convierte en el objeto privilegiado del cientificismo contemporáneo que pretende poder dar cuenta de todo lo humano a través de los genes y las neuronas. Pero ¿somos realmente eso? ¿qué felicidad es posible para un ser puramente biológico? ¿se puede alcanzar la felicidad? ¿a qué podemos aspirar?

    Para introducir estas cuestiones recurro a una diversidad de autores y saberes, entre los que tomo como punto de partida un texto literario. ¿Por qué comenzar con una novela? Considero que muchas veces encontramos en la literatura verdades fundamentales. En ocasiones la belleza y la verdad se unen de tal modo que la lectura nos transforma, nos conmociona, nos enseña y amplía nuestro mundo. Por eso me parece interesante utilizar referencias literarias y por eso esta reflexión parte de la novela Un mundo feliz de A. Huxley que nos ofrece una ficción inquietante que deberíamos tener en cuenta. En ella resuenan muchos de los temas fundamentales que posteriormente se analizarán en este apartado.

    1.1. UNA BREVE INCURSIÓN AL MUNDO FELIZ

    Aldous Huxley (1894-1963), escribió Un mundo feliz en 1932 y pasados muchos años, en 1958, revisó su obra en Nueva visita a un mundo feliz.

    La novela comienza mostrando el modo en que se crean los individuos, suponemos humanos, en el llamado Centro de Incubación y Condicionamiento¹, lo cual ya nos dice algo del proceso que allí se lleva a cabo. Se crean en serie humanos de distinta calidad (castas) según las necesidades de la sociedad: para distintas tareas, distintas castas.

    Este centro pertenece a la estructura del llamado Estado Mundial Comunidad, Identidad, Estabilidad. El nombre de este gobierno mundial global nos dice mucho de su totalitarismo centralizado, su pretensión de estabilidad y de control. La tríada del nombre nos remite casi como un contrario al lema de la Revolución Francesa: Fraternidad, Igualdad, Libertad. A diferencia de la fraternidad que apunta hacia la amistad y el afecto entre aquellos que se tratan como hermanos, la comunidad remite a la prioridad del todo sobre las partes. Por otro lado, mientras la igualdad nos permite pensar un acceso igualitario a los derechos pero preservando las diferencias particulares, la identidad remite a la homogeneidad, la identificación: todos iguales. Por último, la estabilidad remite a lo permanente, firme y seguro, conceptos contrarios a la idea de libertad que implica elección, responsabilidad y por tanto inestabilidad, posibilidad de error.

    Estamos en Londres en el año 632 después de Ford, fecha que apunta a una nueva era. Este nuevo orden mundial hace honor a su fundador ya que el sistema fordiano nos remite a la realización de productos estandarizados. En este mundo feliz, todo funciona como un gran mecanismo: relojes simultáneos, voces que por megafonía anuncian y regulan la actividad diaria.

    Es un mundo controlado por los interventores mundiales de los que se nos informa que hay diez.

    El fundador de este entramado político-científico-militar llamado Ford, expulsó de este nuevo mundo la historia al sentenciar: la historia es una patraña. Hay saberes que han sido eliminados de la sociedad y por eso hay libros prohibidos ya que podrían dar acceso al saber excluido.

    El control es total. Los humanos han sido condicionados al servicio de la nueva organización y asistimos a la eliminación de la singularidad que afecta incluso al nombre. En un mundo de dos mil millones de habitantes sólo hay diez mil nombres que se repiten. Esto facilita el control y la clasificación.

    ¿Cómo comenzó esto? ¿Cómo se pudo implantar este orden?

    Vemos que no fue un proceso fácil. Al principio los humanos no quisieron escuchar a los reformadores. La democracia puso límites a los procedimientos de condicionamiento y control en nombre de una libertad que en el mundo feliz resulta absurda: libertad para ser ineficiente y desgraciado; libertad para ser una clavija redonda en un agujero cuadrado. ¿Quién podría desear algo así? También se rechazaron las castas en nombre del derecho a la igualdad. Esta resistencia llevó a una guerra terrible que produjo un colapso económico y se llegó a la conclusión de que los objetivos no podrían conseguirse por la fuerza. Aunque se realizaron matanzas de grupos que se resistían al nuevo orden, los interventores se dieron cuenta de que los métodos de condicionamiento eran más lentos pero más seguros. Comienza así un gran proyecto que destruye toda la cultura previa, incluida la religión, para que no quede huella del pasado y se realiza una educación de la población realmente científica.

    Pero incluso la ciencia es potencialmente subversiva y debe ser tratada a veces como un enemigo. Los alegatos a favor de la ciencia se refieren a una ciencia convertida en un libro de cocina: con una teoría ortodoxa sobre el arte de cocinar que nadie puede poner en duda y una lista de recetas a la cual no debe añadirse ni una sola sin un permiso especial del jefe de cocina. Esta visión de la ciencia que presenta Huxley es lo que hoy llamamos cientificismo. Una supuesta ciencia dogmática convertida en verdad incuestionable.

    Se llega así al Estado Mundial en el que se desarrolla otro elemento fundamental: se sustituyen las antiguas drogas por la droga perfecta, eufórica, narcótica y agradablemente alucinante: el soma. Todas las ventajas del cristianismo y del alcohol, y ninguno de sus inconvenientes.

    Conseguida casi la estabilidad, sólo quedaba dominar la vejez. Esto también se consiguió con hormonas gonadales, transfusión de sangre joven, sales de magnesio, etc. También desaparecen todas las peculiaridades mentales del anciano ya que los caracteres no se modifican a lo largo de la vida.

    Ya no hay tiempo para el descanso, para pensar o leer, sólo para el placer. Se trata de trabajar o distraerse con el sensorama, el golf electromagnético o el sexo. Si algo de malestar aparece, una buena dosis de soma. La cuestión es no pensar.

    Estamos en un mundo en el que existe una sofisticada tecnología que permite que los traslados sean aéreos y rápidos. La gente se desplaza en helicópteros y cohetes para desarrollar sus actividades de ocio y de trabajo.

    Se desarrollan toda una serie de tecnologías que facilitan la distracción y el control como por ejemplo una goma de mascar a base de hormona sexual que suponemos facilita los encuentros sexuales. También sucedáneos variados como el de pasión violenta. Una vez al mes se inunda el organismo con adrenalina para experimentar el equivalente al temor y la ira, eliminados del individuo por condicionamiento.

    El sistema se basa también en diferentes instituciones del entramado mundial: Oficinas de Propaganda, la Escuela de Ingeniería Emocional, radios, periódicos, televisiones, sensoramas, que constituyen una pieza más del engranaje.

    Si a pesar de todo, estas técnicas fallan de algún modo y alguien cuestiona insistentemente el funcionamiento o consecuencias de la organización establecida, es transferido fuera del sistema a centros especiales en islas remotas.

    ¿Cómo se crean y cómo son los humanos de este Mundo Feliz?

    Los humanos, si es posible considerarlos como tales, se producen en un lugar llamado Centro de Incubación que se describe como un lugar sin vida, anodino y triste en el que se produce una fecundación artificial y programada regida por un diseño científico que es admirado por todos los participantes y visitantes. Algo del brillo de la ciencia que nos ciega e impide ver el horror que se esconde en el proyecto, es lo que experimentan quienes visitan este centro. Se les ofrece una idea general de lo que allí se realiza pero sin entrar en detalles para que sean buenos y felices miembros de la sociedad. Aparece la idea de que cierto conocimiento general y vago es necesario, pero para sostener el montaje diseñado hace falta también una buena dosis de ocultamiento, cierta ignorancia, pensar, lo justo.

    El proceso de fecundación se describe con cierto detalle. Todo comienza con la extirpación de los ovarios, en una operación voluntaria y retribuida con el salario de seis meses, para el bien de la sociedad. Se conservan los óvulos maduros y se inspeccionan en busca de posibles anomalías. Son tratados para su fecundación y vuelven a las incubadoras siguiendo un proceso diferente según la clase de individuos que serán: Alfas-Más, Alfas y Betas (las castas superiores) son fecundados a partir de los óvulos y esperma biológicamente superiores y permanecen allí hasta su definitivo embotellado, mientras que Gammas, Deltas y Epsilones (castas inferiores) se retiran a las 36 horas para ser sometidos al método llamado Bokanovsky. Método que consiste en dividir los óvulos numerosas veces para obtener hasta 96 individuos donde antes sólo se conseguía uno. Es el progreso. Asistimos a la planificación total de la reproducción en la que se obtendrá exactamente los individuos que se desean, tanto en cantidad como en tipo de individuos. El método Bokanovsky es uno de los mayores instrumentos de estabilidad social ya que permite obtener individuos a la carta, es decir, el máximo control desde el nacimiento. Las técnicas descritas en dicho método nos remiten a los posibles desarrollos de la clonación actual. Técnicas que permiten obtener hombres y mujeres estandarizados en grupos uniformes. Gammas, Deltas y Epsilones son obtenidos así en serie, millones de mellizos idénticos que suponen la extrapolación a la biología de la producción en masa. Sin embargo, a pesar de este gran éxito, lo real impone algún límite: no se puede bokanovskificar indefinidamente. Hay un límite en la obtención de individuos, por el momento. El procedimiento es todo un desafío científico para quienes lo llevan a cabo: esperan superar sus cifras, conseguir cada vez más individuos.

    Una vez finalizada esta fase de fecundación, van pasando por otras en el camino hacia la Sala de Predestinación Social. La clasificación se basa en cálculos: tantos individuos de tal y tal calidad, distribuidos en tales cantidades. Una vez clasificados vuelven al Almacén de Embriones donde serán manipulados y etiquetados como varones, hembras o hermafroditas hasta su existencia independiente. Es un proceso de predestinación y condicionamiento. Las castas inferiores pasan por procesos y operaciones prenatales con alcohol y otras sustancias tóxicas en los que escasea el oxígeno. Dado que los Epsilones no necesitan inteligencia humana para realizar sus tareas futuras son fabricados sin ella y son comparados con los animales (perros y vacas) o con máquinas capaces de determinada cantidad de trabajo². Sufren también un acondicionamiento al calor (necesario para el trabajo que desempeñarán) de modo que aprenden a amarlo. Éste es el secreto de la felicidad y la virtud: amar lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento se dirige a lograr que la gente ame su inevitable destino social. Éste es el objetivo último de todo el proceso. Se crean seres débiles y enfermos que puedan ser fácilmente controlados. Todas las referencias a las castas inferiores nos muestran individuos con rasgos animales, sin inteligencia, meros brutos que hacen una tarea para la que fueron creados.

    Cada ser es creado y condicionado para una tarea y forma parte de la maquinaria total. Todos son necesarios ya que una sociedad sólo de Alfas fue probada en un experimento y fracasó: El tipo de población óptima… es lo más parecido a un iceberg: ocho novenas partes por debajo de la línea de flotación y una novena por encima. El sistema funciona sustentado sobre esas clases inferiores creadas para una vida animal o maquinal: trabajo, soma, juegos, copulación y sensorama. Nada más. La eugenesia y disgenesia se practican sistemáticamente.

    Una vez nacidos, el condicionamiento continúa en la guardería infantil, en la Sala de Condicionamiento Neopavloviano. Todos los niños son genéticamente iguales y sufren el mismo tipo de fabricación y condicionamiento. Vemos un grupo de niños Delta de ocho meses a los que tras ofrecer flores y libros, aterrorizan con diferentes técnicas para que la belleza de la naturaleza y el saber de los libros les produzca espanto: "libros y ruidos fuertes, flores y descargas eléctricas: en la mente de aquellos niños ambas cosas se hallaban ya fuertemente relacionadas entre sí, y al cabo de doscientas repeticiones de la misma

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