Las músicas y el inconsciente
Existe un ámbito en el que que se ha investigado relativamente poco desde la ciencia actual. Me refiero a la interacción entre las músicas —o acto de musicar— y el inconsciente humano. No me refiero ahora a la musicoterapia ni a la aplicación de las músicas al ámbito fabril para que los obreros trabajen más y mejor, sino a algo más fundamental, a cómo actúan las músicas sobre la parte más oscura y desconocida de nuestro ser, tanto mental como física.
MÚSICA Y ÉXTRASIS
En el extremo opuesto se pueden mencionar, por ejemplo, los gnawa, esos grupos humanos provenientes del África subsahariana que se instalaron en Marruecos en el siglo XVI y que eran místicos musicales desconocidos para Occidente hasta que el inefable escritor Paul Bowles y el músico Randy Weston organizaron su salida al mundo exterior. Los gnawa se autodenominan «hermandades» porque transitan juntos por la experiencia extática a través de sus músicas, lo cual les induce excursiones psíquicas de contenido extático que dan temple y sentido a sus vidas. Algo similar podría decir de los sufíes, de ciertos chamanismos amerindios, del canto gregoriano y hasta de algunas músicas contemporaneas usadas en las raves.
Hace más de dos décadas había estudiado antropología cultural, psicología y música, me sentía fundamentalmente atraído por el estudio de los estados extáticos, tenía las herramientas en mis manos
